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SINOPSIS
En un aislamiento totalmente voluntario se encuentra viviendo en lo más hondo de la selva un chamán de la Amazonía. A lo largo de los años que lleva en la más estricta soledad se ha visto desprovisto de todo tipo de recuerdos así como de emociones. Ahora su existencia se verá amenazada en cierta medida por un etnobotánico que busca una planta sagrada...
INTÉRPRETES
NIBIO TORRES, JAN BIJVOET, ANTONIO BOLIVAR, BRIONNE DAVIS, YAUENKÜ MIGUE, NICOLÁS CANCINO, LUIGI SCIAMANNA
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Se estrena 'El abrazo de la serpiente', del director Ciro Guerra, una cinta que retrata todo el poder sobrecogedor y transformador de la selva. Una voz que recuerda la riqueza cultural y biológica que se esconde en el Amazonas. Una oda al equilibrio y la armonía con la Madre Tierra.
Un actor belga, uno estadounidense y tres actores naturales indígenas son los encargados de contar dos historias entrelazadas, que con 40 años de diferencia y basados en los diarios del etnólogo alemán Theodor Koch-Grünberg y el biólogo estadounidense Richard Evans Schultes, nos trae el director Ciro Guerra, el mismo de Los viajes del viento y La sombra del caminante, y quien vuelve a hacer dupla con la productora Cristina Gallego.
Esta es una cinta de aventura desde el rodaje mismo cuando enfrentó innumerables dificultades impuestas por las condiciones de la geografía y el clima en Mitú (Vaupés) y Puerto Inírida (Guainía) en medio de parajes fantásticos, imponentes y arriesgados que aportaron todo su dramatismo al filme.
Allí,en ese mundo, se filmó El abrazo de la serpiente, una cinta que llama la atención sobre esa riqueza poco valorada, maltratada, aniquilada en muchos casos y por la que el hombre blanco ha mostrado muy poco respeto y un gran desconocimiento. Fue allí adonde llegaron los exploradores Theodor Koch-Grünberg y Richard Evans Schultes, y quedaron maravillados.
Muchos años después, el director de cine Ciro Guerra y su equipo se convierten en otra especie de exploradores que se adentraron en la selva con cámara en mano para mostrar parte de esa Amazonía desconocida en la primera cinta de ficción que se hace en más de 30 años en la región.
Pero más allá de la Amazonía, que se extiende por varios departamentos del país y traspasa las fronteras, cuyas selvas albergan una gran variedad de fauna, flora y riqueza biológica, que ha sido refugio de cientos de lenguas, costumbres y numerosas familias indígenas, –muchas de las cuales se extinguieron por la arremetida de los colonos– esta es una historia que habla de la amistad, de la lealtad y de la traición.
P ara ayudar a contarla estuvieron los actores internacionales Jan Bijvoet (Borgman) y Brionne Davis, así como los nativos Antonio Bolívar, Nilbio Torres y Miguel Dionisio Ramos y decenas de representantes de diferentes tribus que habitan esta región del país tan desconocida para la gran mayoría de los colombianos y tan apetecida por los extranjeros.
“Los ojos del mundo están puestos en la Amazonía por su riqueza natural. Pero debajo de todo ese inmenso mar verde hay conocimiento, ciencia, una visión del mundo que busca el equilibrio. También historias de sangre y dolor que llevaron al exterminio de muchas lenguas, comunidades, culturas y creencias. Tan dura ha sido la historia amazónica para el indígena que la respuesta ha sido el silencio. Y esto es, en el fondo, lo que nos interesa de esta película: dar un espacio y una voz a quien no la ha tenido”, explica la productora Cristina Gallego, de Ciudad Lunar Producciones.
Por eso esta vez el propósito del equipo de filmación fue acercarse y entablar con las comunidades una relación de conocimiento y respeto, incluida una negociación basada en la claridad, recordando que estaban en su territorio y que ellos se guían por el sentido de la intuición. “Seguramente si pensaran que íbamos a explotarlos y a hablar mal de ellos o a mostrarlos como animales, no nos hubieran abierto sus puertas. Realmente como productora me siento honrada del recibimiento que nos dieron y espero que la película pueda responder a esa confianza y sea una voz y una herramienta de comunicación para ellos”.
El guion de esta película de ficción fue escrito por el mismo Ciro durante cuatro años, el último de ellos acompañado por Jacques Toulemonde, quien le ayudó a darle forma a un relato no occidental para occidentales. Aquí vale la pena recordar que las pocas películas sobre la región amazónica que se han llevado al cine ('Fitzcarraldo'; 'Aguirre, la ira de Dios' y 'Holocausto Caníbal'), están contadas desde el punto de vista de los exploradores, no de los indígenas, a quienes algunas de estas cintas presentan como salvajes sin ningún tipo de valor.
Finalmente y como dato adicional y llamativo, este rodaje tuvo una mezcla multirracial, multilingüistica y multicultural: al actor belga y al estadounidense se sumó equipo técnico de Perú, Venezuela, México y Colombia y dentro de este último una comitiva encabezada por el director nacido en Río de Oro (Cesar), con bogotanos, caleños, samarios, boyacenses y de las comunidades Ocaina, Huitoto, Tikuna, Cubeo, Yurutí, Tucano, Siriano, Carapana y Desano, todas ellas moradoras en Vaupés.
¿El idioma de la película? español, portugués, alemán, latín, catalán, cubeo, wanano, tikuna y huitoto.
Los paisajes exuberantes de la Amazonía colombiana resultaron tan sorprendentes como intimidantes para el equipo de filmación de 'El abrazo de la serpiente'. Se escogieron estas locaciones porque hacen parte de un Amazonas desconocido, además de haber sido regiones en las que los exploradores que inspiraron la historia, Grünberg y Schultes, se encontraron con una gran riqueza humana y cultural.
La aventura del rodaje comenzaba en el traslado Bogotá – Mitú, para el cual se dispone solo de tres vuelos comerciales a la semana o la otra opción era navegar quince días por rio desde San José del Guaviare. Y de allí un viaje por carretera que podía tardar entre hora y media y tres horas dependiendo el clima y el tipo de vehículo, para llegar al campamento base donde se hospedaban y que es administrado por una organización que reúne a varias comunidades indígenas que fomentan el ecoturismo en la zona, ellos son AATICAM.
“Para contar esta historia movilizamos cerca de 8.000 kilos de carga aérea, parecía un viaje en el tiempo a la época que se quería retratar. Nos movimos en canoas, balsas y aviones de la época (DC3), además de eso el equipo uso deslizadoras, lanchas rápidas, motos, mototaxis, morrocos (motos de carga), volquetas, tractores, camiones, 4x4. Todo esto sin contar con que tuvieron que subir a pie a la cumbre del Cerro Mavecure, eran 200 metros de ascenso sobre una roca que se convierte en jabón al contacto con el agua”, recuerda la productora Cristina Gallego.
Además de toda la ayuda humana que se logró de las comunidades indígenas, de miembros de la Defensa Civil y un enfermero, se contó también con la protección especial que les brindó un anciano payé que los acompañaba y que hacía continuas invocaciones para pedir protección para el grupo, con los aguaceros y las condiciones climatológicas cambiantes.
El anciano invocó a los espíritus de su tradición para que acompañaran al equipo. El suyo era un ritual solicitado por la producción para un equipo humano que los respetaba y visibilizaba su cultura, y que además había venido a pedirles permiso para contar su historia: “Fuimos honestos y jamás nos propasamos, y el resultado fue evidente: nunca nos pasó nada. Solo llovía en las noches, cuando hacíamos corte para almuerzo o al terminar la jornada, esto nos permitió cumplir los tiempos programados.
Sentimos que fue por su protección.”, recuerda la productora Cristina Gallego. Por eso Ciro Guerra sólo pudo agradecer esa protección que rodeó a su equipo: “Lograron que esta inmensa selva, que –como nos lo demostró en varias oportunidades– con sólo un parpadeo nos podía haber borrado del mapa, se apiadara de nosotros, nos empezara a proteger y a colaborar, se abriera y nos regalara momentos que hoy no soy capaz de explicar cómo ni por qué ocurrieron, pero que han quedado ya registrados en la memoria infinita, orgánica y táctil de los 35mm, de nuestro amado celuloide que, como las culturas, idiomas y sueños que retratamos, ya está en vía de extinción”.
Aquí vale la pena citar a la crítica de cine Diana Rico sobre el trabajo logrado por Guerra en esta cinta que se estrena el 21 de mayo en Colombia: “Creo que lo que más me gusta de Ciro como narrador es su honestidad frente a lo que desconoce, a lo que teme, a lo que ama. Es difícil ver en el cine actual un autor como él, que se atreva a contar sus mitos, los propios, los que habitan su espíritu, sin dejarse deslumbrar por el exotismo de otras culturas ni tomar prestadas fórmulas que les funcionan a otros”.
En 'El abrazo de la serpiente' Ciro Guerra, el director colombiano realizó quizá su viaje más largo en la cinematografía. Sintió el rigor y el poder de la selva y rescató en esta película parte de la historia y la identidad de culturas cuyas huellas se niegan a desaparecer por completo en la espesura de la Amazonía.
Luego del extenso recorrido que realizó por la Costa Norte colombiana para llevarle a los espectadores su segundo largometraje Los Viajes del Viento, Selección Oficial en el Festival de Cannes y cuyo eje central era el acordeón, parecía poco probable que Ciro Guerra pudiera superar tantos kilómetros en otra película.
Sin embargo, con El abrazo de la serpiente, basada en los diarios de viaje del etnólogo alemán Theodor Koch-Grünberg y del biólogo estadounidense Richard Evans Schultes, queda claro que Ciro es un viajero en esencia y que sus pasos lo llevan a donde haya buenas historias que contar con cámara en mano.
Sin embargo, acepta que posiblemente con esta producción alcanzó su límite porque difícilmente otra cinta le podrá imponer las dificultades, el riesgo, la exigencia y el misterio a los que se enfrentó al adentrarse en la selva amazónica. Tanto que estuvo a punto de „tirar la toalla‟, y así lo consignó en una especie de diario al mejor estilo de los exploradores que inspiraron la cinta.
“A medida que terminábamos la primera semana de rodaje, me vi inundado por una profunda preocupación. Las complicaciones eran demasiado grandes, el plan demasiado apretado. Era claro, clarísimo, que no íbamos a lograr terminar esta película. Habíamos soñado demasiado en grande, habíamos pretendido llegar demasiado lejos. Habíamos pecado de exceso de optimismo y los dioses y la selva nos castigarían. Teniendo esto claro, como el marinero que es el primero en ver que su barco se está hundiendo, me senté, me acomodé y me preparé para lo inevitable. Pero lo que vi fue cómo un milagro ocurrió”.
Ahora, aliviado, reflexiona más pausado sobre un trabajo que se logró paso a paso, día tras día, plano a plano gracias a la labor de su equipo de trabajo, encabezado por la productora Cristina Gallego y esos que llama guerreros-poetas gigantescos que no se dejaron amedrentar por las circunstancias. “Ante mis ojos incrédulos, sacaron adelante esta película. Sin importarles la lluvia, el calor, las enfermedades, los contratiempos, la imposibilidad de cumplir este plan de rodaje, las incomodidades, los insectos o las advertencias, haciendo un gran esfuerzo y a costa de un enorme sacrificio personal, lo lograron, cumpliendo con el magro tiempo y el escaso presupuesto”.
Además de ser la primera película colombiana de ficción que tiene un protagonista indígena, El abrazo de la serpiente es la primera que se cuenta desde ese punto de vista ancestral, conectando dos historias: una en la que pasa Theo y otra en la que luego viene Evan buscando lo que Theo descubrió. Ahora Ciro Guerra cuenta lo que ellos encontraron y que no hemos visto.
¿De dónde surgió esta historia?: Del interés personal por conocer el mundo de la Amazonía colombiana, que es la mitad del país, a pesar de lo cual sigue siendo desconocido y oculto inclusive para mí, que he vivido toda mi vida en Colombia y que soy colombiano.
En general, el país siempre le ha dado la espalda a este conocimiento y a esta manera de ver el mundo. Es una parte de él que se subestima y, por lo que me he dado cuenta, que es fundamental. Pero para empezar a estudiarlo e investigarlo uno siempre lo descubre a través de los ojos de los expedicionarios, de los viajeros casi todos norteamericanos o europeos que eran los que venían y nos daban las noticias sobre nuestro propio mundo, sobre nuestro propio país.
Entonces se me ocurrió contar una historia a través de ese encuentro, pero desde una perspectiva en la que el protagonista no fuera el blanco, como siempre, sino el indígena, el nativo americano, que cambia todo el punto de vista y es renovadora. Y realmente lo que termina pasando es que este personaje Karamakate se vuelve tal vez el primer protagonista indígena del cine colombiano, pero al mismo tiempo uno con el que cualquier persona en el mundo se puede identificar.
Está contando una historia de dos tiempos diferentes basado en dos relatos de expedicionarios que no se conocieron. ¿Cómo fue el proceso de escritura y cómo encontró el hilo conductor para narrarla? Hay una idea dentro de muchos de los textos del mundo indígena que habla de un concepto del tiempo diferente. El tiempo no es como lo entendemos en occidente, una continuidad lineal, sino una serie de cosas pasando simultáneamente en diferentes universos paralelos.
Es esa concepción que algún escritor llamaba „el tiempo sin tiempo‟ o el "espacio sin espacio‟ y cómo se conecta con esta idea de los expedicionarios que hablaban de que muchas veces, cuando uno de ellos venía 50 años después de que había pasado otro, la historia de ese otro personaje ya estaba contada en forma de mito. Para muchas comunidades era siempre la misma persona la que volvía porque subsistía la idea de un solo hombre, de una sola vida o una experiencia vivida a través de muchos hombres.
Esa idea me pareció un punto de partida muy interesante para el guion porque, a pesar de que es una película contada desde una perspectiva y con un protagonista indígena, tenía puntos de conexión con el espectador que son estos personajes que vienen de nuestro mismo mundo y con los que podemos entender sus motivos y, lentamente a través de ellos, se va dando el paso a la visión del mundo indígena, que nos ofrece Karamakate.
Con todo lo que ha pasado ¿Cómo sintió la relación con la gente, con la comunidad y la recepción que hubo sobre la película?: Las comunidades fueron muy colaboradoras. La gente del Amazonas es muy cálida, muy bella, abierta, con mucho corazón. Obviamente al comienzo desconfían un poco, pero es mientras comprueban que uno no tiene malas intenciones, porque también hay gente que ha venido a sacar cosas y a hacer daño. Realmente quedamos muy contentos de haber podido trabajar con ellos, la gente se entusiasmó mucho con el proyecto.
Igual, lo que estamos haciendo es rescatar una Amazonía que ya no existe, que ya no es lo que era antes. Esta película es como crear un recuerdo que haga que eso exista en la memoria colectiva porque estos personajes como Karamakate, sabedores, guerreros payés, ya no existen. El indígena moderno ahora es otra cosa, hay mucho conocimiento que se mantiene, pero también hay mucho que se perdió, muchas culturas, muchos idiomas, muchas lenguas.
Ahora ese conocimiento se da más a través de la tradición oral, pero no está escrito y desde mi experiencia personal tratar de aproximarme a ese conocimiento fue bien humillante, porque es algo que no puede aspirarse a entender en poco tiempo como lo que se adquiere en una universidad o el colegio, sino que es un algo que está relacionado con la vida, con la naturaleza y que es realmente una gran masa gigantesca de conocimiento al que ojalá uno pudiera asomarse un poquito.
La única manera de aprender es viviéndolo, y vivirlo durante muchos años. Por eso esperamos que a través de la película se genere esa curiosidad por aprender y por respetar ese conocimiento y también entender que es importante para el mundo de hoy.
No es una cuestión de folclor o de culturas que están muertas, sino un conocimiento que tiene que ver con lo que el hombre está buscando hoy en día, que es cómo lograr un equilibrio con la naturaleza, con los recursos que se tienen sin devastarlos y procurando la armonía no solo entre el hombre y la naturaleza sino entre las diferentes comunidades que componen la humanidad. Y cómo ese lograr un equilibrio y una armonía es una manera de alcanzar una felicidad que no es posible con los sistemas políticos y sociales actuales.
En ese proceso de investigación y conocimiento de estas culturas ¿hubo algo que haya cambiado en su forma de ver el mundo?: Sí, claro. Todo. Yo inicio este proceso de una manera y presiento que hoy en día ya soy otra persona. Creo que eso lo experimentamos todos los que participamos en este proyecto. Uno se mete a nadar en un gran flujo y aprende todos los días cosas nuevas, fue un proceso de aprendizaje constante. Comprobamos que todo contiene un conocimiento, desde la piedra hasta la planta, el insecto o el viento, y a estar muy contentos con eso. Es algo que le cambia a uno las cosas.
Obviamente cambiar de vida es muy difícil para quienes ya hemos sido criados en este sistema, pero sí fue como aproximarnos a otras formas de vida y aprender que no hay una sola forma sino muchas de ser humano y de existir. Creo que esta es otra de ellas muy válida y muy bella y es importante que la conozcamos y la respetemos.