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NOTAS DEL DIRECTOR...
Einstein dijo que la coincidencia es la manera que tiene Dios de permanecer anónimo. Foxtrot es un baile de un hombre con su destino. Es una parábola filosófica que intenta deconstruir ese difuso concepto llamado ‚destino‘ a través de una historia sobre un padre y un hijo. Están lejos uno del otro, pero a pesar de la distancia y la separación, intercambian sus destinos y a partir de entonces, ya nunca serán los mismos. He querido abordar la brecha que existe entre las cosas que controlamos y las que están fuera de nuestro control.
Quise que mi historia tuviera el formato de una tragedia griega clásica en la que el héroe crea su propio castigo y lucha contra cualquier persona que intenta salvarlo. Es evidente que no sabe cuál será el resultado de sus actos.
Por el contrario, está haciendo algo que parece correcto y lógico. Y esa es la diferencia entre una coincidencia casual y una coincidencia que parece una confabulación del destino. El caos se ha instalado. El castigo corresponde al pecado en su forma exacta. Hay algo clásico y circular en este proceso. Sin olvidar ese toque de ironía que siempre viene asociada con el destino. La estructura de una tragedia griega en tres actos me pareció una plataforma dramática perfecta para hacer realidad mi idea.
Quería contar una historia que pudiera ajustarse a la insólita realidad en la que todos vivimos. Una historia que transmitiera un mensaje tanto local como universal. Una historia sobre dos generaciones: la segunda generación de supervivientes del Holocausto y la tercera generación. Y cada una de ellas sufrió un trauma durante su servicio militar. Se nos impuso una parte de esta interminable situación traumática y parte de ella hubiera podido evitarse. Un drama sobre una familia que se separa y vuelve a reunirse. Un conflicto entre amor y culpa; un amor que debe enfrentarse a un dolor emocional extremo. Y como en mi anterior película, Lebanon, he querido seguir investigando una dinámica humana que se desarrolla en una unidad cerrada, pero con un enfoque que combina crítica y compasión.
La película tiene un plano en el que se ve la pantalla de un ordenador portátil con un aviso de duelo y junto a él un bol con naranjas. Este fotograma es la historia de mi país en cuatro palabras: naranjas y soldados muertos.
Cuando mi hija mayor iba al instituto nunca se despertaba a tiempo y para no llegar tarde me pedía que llamara a un taxi.
Este hábito nos estaba costando mucho dinero y me parecía una prueba de mala educación. Una mañana me enfadé y le dije que cogiera el autobús como hace todo el mundo. Y si por eso llegaba tarde, pues llegaría tarde. Así aprendería a levantarse a tiempo. Su autobús era la línea 5.
Media hora después de que se fuera vi en una página web que un terrorista se había inmolado en la línea 5 causando la muerte de decenas de personas. La llamé al móvil pero la línea estaba sobrecargada debido al atentado. Media hora después volvió a casa. Había llegado tarde y no cogió el autobús que había explotado. Vio cómo se alejaba de la parada y cogió el siguiente. Así que me siento muy afortunado de tener hijas...