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SINOPSIS
Una casa está maldita por un fantasma vengativo que maldice a los que entran con una muerte violenta...
INTÉRPRETES
ANDREA RISEBOROUGH, BETTY GILPIN, JACKI WEAVER, LIN SHAYE, JOHN CHO, WILLIAM SADLER, FRANKIE FAISON, DEMIÁN BICHIR, TARA WESTWOOD, NANCY SOREL, JOEL MARSH GARLAND, STEPHANIE SY, ROBIN RUEL, ZOE FISH
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PRESENTACIÓN EN COMIC CON DE NUEVA YORK
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SOBRE LA PRODUCCIÓN...
Han pasado quince años desde que uno de los productores y directores de más éxito de los Estados Unidos, SAM RAIMI (Un plan sencillo, Spider-Man, Arrástrame al infierno), presentara por primera vez a los espectadores norteamericanos El grito. Ahora, el creador de la serie de Posesión infernal está entusiasmado de regresar a una de sus historias favoritas en una versión más adulta. “Cuando hicimos la original en 2004”, recuerda Raimi, “el terror seguía siendo algo más bien marginal, para un público de culto. Pero ahora se ha popularizado entre el gran público”.
La versión americana de 2004 se basaba en la película japonesa de terror La maldición (The Grudge), dirigida por Takashi Shimizu, que fascinó (y aterró) a los aficionados al terror en Japón. La película fue tan popular en Japón que, un año después, no solo había generado una secuela, sino que había despertado el interés de Raimi en hacer que Shimizu la llevara al público estadounidense. “Las películas de La maldición (The Grudge) de Takashi tuvieron mucho éxito en Japón”, comenta Raimi, “y me gustó tanto su serie, que quería que los espectadores estadounidenses vieran La maldición (The Grudge)”.
Raimi cree que es el momento adecuado para retomar la franquicia, sobre todo teniendo en cuenta que los aficionados al género lo han abordado a menudo a lo largo de los años pidiéndole una versión para adultos de la película. “Hay muchos fans que han estado pidiendo ver otra entrega de La maldición (The Grudge)”, asegura. “Pero pensamos que no podíamos hacer otra hasta que encontráramos el enfoque adecuado para contar la historia”.
Ese enfoque es lo que aporta NICOLAS PESCE (pronunciado “Pesh”) que estudiaba secundaria cuando vio por primera vez la versión de 2004 de La maldición (The Grudge). “A esa edad, era un miedica tremendo. Las películas de miedo me ponían los pelos de punta”, admite, al haberse criado viendo más películas clásicas de terror en blanco y negro. Pero, tras ingresar en la escuela de cine, se dio cuenta de que esas películas de terror eran las que realmente despertaban su interés, no los filmes más artísticos que le enseñaban en clase. “El hecho de que una película pueda, días después, hacer que te dé miedo ir a la cama es alucinante”, afirma.
Pesce llevó su ópera prima, The Eyes of My Mother, al Festival de Cine de Sundance en enero de 2016. Allí, el socio en la producción de Raimi en Ghost House, Rob Tapert, y el productor Roy Lee (Godzilla: Rey de los monstruos), vieron la película y se reunieron con el director novel. “Estaba haciendo la típica ronda de reuniones que se suele hacer allí”, recuerda Pesce, que acabó con la de Lee. “Estaba hablando entusiasmado sobre lo mucho que me gustaban las películas de La maldición (The Grudge), ¡ni siquiera sabía que estaban tratando de hacer una nueva!”. Aunque el guionista Jeff Buhler ya había entregado un primer borrador de un guion, a Lee le había gustado especialmente la interpretación de Pesce de que las películas eran en esencia antologías de historias, que seguían a distintos personajes en distintos lugares. Lee le comunicó que en realidad estaban intentando hacer una nueva película y le preguntó si tenía alguna idea. “Es un tapiz de historias vagamente interconectadas, que giran todas en torno a una casa”, comenta Pesce. “Así que teníamos la oportunidad con esta franquicia de no hacer un remake, sino más bien de añadir una nueva entrega a la serie, un nuevo capítulo al canon”.
Tras embarcarse oficialmente en el proyecto al mes siguiente, Pesce empezó a desarrollar una historia que, a diferencia de las entregas anteriores, en esta ocasión viniera acompañada de una calificación para mayores de 18 años, a la que pensaba sacarle el máximo partido. “Nos pareció que era hora de llevar La maldición (The Grudge) más lejos”, explica Raimi. “El hecho de que Nick pudiera hacer esta película para mayores de 18 años era un arma estupenda en el arsenal de un narrador cuyo objetivo es aterrorizar a los espectadores. Puede mostrar a esos vengativos fantasmas haciendo verdadero daño a sus víctimas y puede mostrar sangre en la pantalla sin temor a que la corten”.
Pesce empezó a construir una historia sacada de sus propias experiencias vitales, en concreto de criarse a las afueras de Nueva York, en un pueblecito llamado Cross River. “En cualquier pueblo pequeño, hay folklore y leyendas, ‘Oh, ¿sabías que, he oído que, en esa casa, pasó esto?’ y ‘¿Has oído lo del padre de fulanito?’. Resulta fascinante, te fijas en lugares aparentemente idílicos y, a puerta cerrada, es un mundo diferente. Ocurren cosas horrorosas incluso en los lugares más glamurosos”. Así que juntó algunos de esos recuerdos e historias y creó su propia mitología.
Lo primero que hizo Pesce fue trasladar la historia de La maldición (The Grudge) a terreno norteamericano por primera vez, a un pueblecito llamado... Cross River. “Hay ciertos elementos subyacentes que hacen que La maldición (The Grudge) funcione que son muy específicos de la ambientación de las películas originales”, explica el productor ejecutivo Schuyler Weiss, que produjo los dos filmes anteriores de Pesce. “Y si te atienes a esas reglas, eso te conecta automáticamente con las películas anteriores. Pero también te da mucha libertad, en cuestión de historias y personajes”.
Pesce ambientó la nueva película en 2004, retomando la cronología de la primera entrega estadounidense y haciendo algo que seguiría haciendo a lo largo de todo el proyecto: rendir homenaje a los títulos anteriores de La maldición (The Grudge). “En la película de 2004, se ve que Yoko sustituye a alguien, a quien nunca se menciona”, explica. “Nos pareció que sería divertido si estuviera sustituyendo a Fiona Landers”, que regresaría entonces a Estados Unidos, aunque infectada con la maldición. Se puede ver a Fiona brevemente al principio de la película, saliendo de la misma casa vista en las películas anteriores ambientadas en Japón... y empezando una “infección” completamente nueva en Estados Unidos, dejando el hogar maldito de los Saeki y ahogando posteriormente a su propia hija, tal como Kayako (a quien los fans más observadores podrán ver fugazmente en esa escena inicial) hiciera con su hijo, Toshio.
Un aspecto muy importante de la forma de narrar de Pesce, que se trajo consigo de la película original de Shimizu, es su forma de jugar con el tiempo. Aunque la película empieza con el descubrimiento por parte de Muldoon y Goodman del cuerpo en descomposición de Lorna Moody, la historia va saltando de la actualidad a diferentes momentos de las demás historias (los Spencer, los Matheson y Wilson). “Ves retazos que no acabas de entender cómo se conectan entre sí, historias truncadas que, al principio, no parecen tener nada que ver unas con otras, hasta que ves toda la película”, explica el director. “Es una especie de rompecabezas. Se trata de descubrir cómo están relacionados todos estos hechos, descubrir pistas de las historias de los demás que te permitan entender mejor otra de las líneas argumentales”.
Weiss opina: “Es una oportunidad estupenda para crear misterio, sobre todo porque los protagonistas principales son inspectores. Así que están intentando resolver ese crimen y nosotros, los espectadores, a veces descubrimos cosas en las demás historias que los inspectores también están intentando averiguar. Y a medida que pasamos de una a otra, empezamos a entender qué fue lo que realmente sucedió aquí”. Raimi prosigue: “Es una de las cosas que la convierten en una experiencia más adulta e interesante para los espectadores. Depende totalmente de ellos prestar atención a lo que está pasando y deducir qué fue lo que sucedió, cuándo y quién mató a quién. Al final, habrán resuelto un rompecabezas. Es una película complicada pero satisfactoria de ver”.
En la película original de Shimizu, presenta la historia de cada personaje con un rótulo con su nombre. Así que, como homenaje a eso, Pesce también lo hizo, pero de una forma más sutil. “Ofrecemos únicamente el año en que empieza cada historia, pero ninguno de los posteriores. Así que, cuando estás viendo cada parte, te tienes que preguntar: ‘Un momento, ¿cuándo era ese último capítulo? Oh, eso era 2004, vale’. Me gusta cuando los espectadores tienen que participar activamente. Las películas pasivas son divertidas, pero cuando tienes que esforzarte para seguir la película, si estás dispuesto a realizar dicho esfuerzo, al final va a resultar una experiencia más gratificante”.
La maldición se aprovecha al máximo de los problemas de los personajes. Por ejemplo, Peter quiere tanto ser padre que, cuando llega la casa de la maldición, se encuentra con una chica a la que le empieza a sangrar la nariz. “Vemos cómo se le despierta el instinto paterno”, señala Pesce. “Se ocupa de una chica que intenta encontrar a sus padres y eso es precisamente lo que hace que se meta en problemas”.
En su mayor parte, los fantasmas en realidad no hacen daño físicamente a la gente, señala Weiss. “Estos fantasmas son por sí mismos aterradores, pero no hacen nada a la gente. Los sumen en una especie de locura que los lleva a hacerse cosas horribles unos a otros y a sí mismos. Así que el mayor peligro de esta película son las propias personas. Los momentos más sangrientos, viscerales e impactantes son las cosas que estos personajes se hacen unos a otros y a sí mismos. Ese es el verdadero terror”.
CÓMO SE HIZO...
Nicolas Pesce recurrió a su director de fotografía, ZACK GALLER, con quien había rodado su segunda película, Piercing, en 2016. “Cuando recibí inicialmente el guion”, recuerda Galler, “resultó muy emocionante, porque hay cuatro líneas argumentales distintas a lo largo de la película. Cada una de ellas tiene un estilo visual ligeramente diferente. Así que suponía un reto interesante que cada una de ellas fuera distinta, aunque todas ellas existieran en un mismo mundo. Y Nick es uno de los directores más preparados con los que he trabajado nunca. Sabe lo que quiere y ayuda a todos los demás a hacer mejor sus respectivos trabajos”.
“Para mí”, prosigue Pesce, “el director de fotografía tiende a ser mi principal colaborador. Zack hace un trabajo realmente precioso y me pareció que tenía mucho talento. Pero, más que nada, apreciaba nuestra relación de trabajo y cómo colaborábamos entre nosotros. Yo no tenía que decir más que un par de palabras y él sabía exactamente a qué me refería. Pensamos de forma similar, pero también tenemos diferencias que se compensan unas con otras. Además, Zack era originalmente un jefe de eléctricos, por lo que tiene un gran ojo para la iluminación. Tiendo a hablar poética y atmosféricamente sobre las luces, y él puede traducir eso a efectos prácticos en una iluminación”.
Para el diseño de producción, Pesce recurrió al diseñador canadiense JEAN-ANDRE CARRIERE. “Buscábamos a alguien que hubiera rodado antes en Winnipeg, que supiera qué estaba disponible y con qué clase de equipo técnico podíamos contar. Y Jean había trabajado en algunas películas verdaderamente enormes. Así que traía consigo cierto nivel de experiencia que resultaba impresionante. Y este era un proyecto de mucho trabajo. Ya solo el número de localizaciones y todo lo que había que construir dentro de esos espacios suponía todo un reto que él podía manejar. Y cuando llegábamos a una localización, la primera idea de Jean se aproximaba mucho a la mía propia”.
En cuanto al aspecto de cada uno de los hilos argumentales, a nivel cinematográfico, el mundo de Muldoon es relativamente estable, así que explica: “Es la policía y el suyo es el hilo central que sirve de conductor de todos los demás. Supone la mayor parte de la película, así que le dimos un estilo muy concreto”, más pegado a tierra y rodado sobre dolly o trípode. “Los demás hilos son más cortos y pasan cosas muy concretas en ellos, así que se prestan a un estilo algo más extremo, y tal vez a una mayor estilización”.
Dentro de la propia casa de la calle Reyburn, el tiempo que pasan allí los Matheson es más austero. “Viven en la casa específicamente para estar en contacto con los fantasmas que la habitan”, observa Galler. “Así que la casa está más oscura, sucia y tiene más atmósfera. Y hay más rincones oscuros”. La familia Landers se ve principalmente en flashbacks. “Su historia se cuenta rápidamente de forma fragmentada mediante flashbacks, así que hace falta transmitir mucha información muy rápido de manera visual”.
Captar los sustos con la cámara permitió sacar el máximo partido a las habilidades de Galler, y al deseo de Pesce de crear todo de manera práctica, ante la cámara, sin depender de efectos visuales. “Para los sustos inmediatos, tenemos a gente que surge de la oscuridad y vuelve a desaparecer en ella. Pero lo verdaderamente divertido de elegir los movimientos y los ángulos de cámara es tratar de mostrar de manera selectiva a los espectadores qué es lo que tienen que mirar y que sentir, sin que la cámara los saque de la escena. Tiene un poco de prestidigitación. El espectador no se da cuenta de que algo está a punto de aparecer por el rincón, y entonces lo hace. Si no revelas tus intenciones demasiado pronto, funciona muy bien”. Galler también engañaba a los espectadores con el encuadre, desviando la atención hacia el espacio negativo del encuadre. “El espectador sabe que está viendo una película de miedo y espera que surja algo de ahí. Así que puedes jugar con ‘Vale, ¿utilizamos eso o lo subvertimos?’. Intentamos mantener al espectador en tensión”.
Como ya se ha comentado, casi toda la película se rodó en localizaciones reales, con muy pocas escenas grabadas en platós de cine, ya que Carriere construyó en su lugar los sets que necesitaba en los propios edificios que utilizaron, como si fueran un “estudio en exteriores”. “Tengo esa manía con las películas de terror en las que te encuentras en una vieja casa desvencijada de una granja, que es minúscula por fuera, y entonces subes al piso de arriba y, de pronto, los pasillos son de tres metros de ancho y piensas: ‘Oh, eso es evidentemente un decorado’”, explica Pesce. “Quería valerme lo máximo posible de sets que parecieran lugares reales, en los que ha vivido gente. Y con pasillos, puertas y habitaciones que tengan el tamaño apropiado y no demasiado grandes”.
La casa del número 44 de la calle Reyburn son en realidad dos casas: una que representa el exterior y otra en la que se rodaron los interiores y se construyeron los decorados, ambas en el barrio residencial de Wellington Crescent, a las afueras de Winnipeg, a kilómetro y medio aproximadamente del centro del pueblo.
Como con la fotografía, el aspecto del interior (y parte del exterior) cambiaba según qué familia y qué hilo argumental se estuviera filmando. Y dado que la cronología de la película no es lineal, sino que los distintos hilos están mezclados y revueltos, Weiss observa: “Sabemos en qué historia nos encontramos por el aspecto de la casa”.
Al principio del todo, cuando Fiona Landers regresa de Japón, vemos la casa de una familia de clase media alta. “Es acogedora y algo romántica”, aporta Pesce. “Llevan una buena vida”. ¿Y por qué no debería ser un lugar agradable? “Muchas veces, en el cine de terror, aparecen esas granjas abandonadas que tienen fantasmas. Pero lo cierto es que en cualquier sitio puede haber fantasmas”.
A medida que vamos viendo la casa de los Landers que está vendiendo Peter Spencer, empezamos a notar algo diferente. “Son la familia perfecta”, opina Weiss, “pero, tras esa fachada, hay problemas muy muy graves, y la casa necesita reflejar eso. Está maravillosamente amueblada, pero aun así todo resulta un poco inquietante. La casa tiene algo opresivo, y eso es algo que se aprecia maravillosamente en las escenas en las que Peter la recorre buscando a los Landers. Se puede sentir como si la casa se le viniera encima. Está impoluta y, aun así, de algún modo, lo está sumergiendo cada vez más en los recovecos más oscuros de la casa”.
Un año después, los Matheson ocupan la casa de la calle Reyburn. Y está escasamente amueblada. “Son una pareja mayor, está hecho todo con muchas prisas”, prosigue Weiss. “Compran esa casa encantada para que ella pueda morir allí y puedan llevar a cabo su plan. Así que la casa sigue resultando escalofriante, pero de una manera distinta”. Ahora es totalmente el hogar de una pareja mayor, con muebles que no hacen juego de varias décadas de antigüedad. “Hay botes de pastillas, ungüentos, todos los restos propios del hogar de una persona mayor. Es algo que Jean Carriere reflejó a la perfección”.
Para cuando llega Muldoon y se encuentra a Faith, meses después de que haya matado a su marido, la casa –y ella misma– están “completamente malditas”, como dice Weiss. “Vive en la casa durante seis meses más, tal vez, con la maldición como único sustento real, como lo único que la mantiene. Y la casa se desmorona a su alrededor. Cuando llega la inspectora Muldoon a la casa que intenta investigar, encuentra un verdadero museo de los horrores. Es el hogar de los Matheson, pero degradado y deteriorado, al igual que la propia Faith Matheson, también deteriorada y decrépita, recorriendo una y otra vez esa casa horrible y aterradora”.
“Ese es el estado final de la casa”, comenta Pesce. “Todo está putrefacto. Y se puede ver la enorme evolución que ha sufrido, de feliz hogar familiar a esa casa del terror. Es asqueroso, con bichos trepando por cadáveres, y una mujer cubierta de sus propios excrementos y sangre. Resulta sencillamente horripilante”.
El rodaje fue bien, pero hubo momentos en los que surgieron problemas que exigieron la ayuda de un verdadero experto para resolverlos. Por suerte para Pesce, ese experto era su jefe. “Sam Raimi es una leyenda”, afirma el director, “y tiene un gran talento para este género. El cine de terror tiene algo muy matemático. Hay ciertas formas de conseguir la respuesta biológica que buscas de los espectadores, incluso de alguien a quien ni siquiera le gustan las películas de miedo, al que todavía puedes asustar, si lo haces bien. Y Sam domina a la perfección cómo conseguirlo. Así que fue increíble poder contar con alguien como Sam para ayudar. Tuve mucha suerte”.
En una escena sencilla, por ejemplo, el hijo de Muldoon, Burke, atraviesa la habitación hasta ella por la noche y pasa por una sombra, de la que surge Melinda. “Y, dado que lo estábamos haciendo todo de manera práctica, cuando lo filmamos, era como: ‘Oh, puedo veros cambiándoos en la oscuridad. Esto no va a funcionar’”. Así que Raimi hizo la sencilla sugerencia de hacer que otra parte de la habitación estuviera un poco más iluminada, lo suficiente para que la zona en sombra pareciera más oscura. “’Tu atención estará centrada aquí. Vamos a distraerte con esos momentos aquí’. Y entonces, de pronto, cuando está todo montado seguido, funciona a la perfección. Así que, ese día, tener a Sam a mi lado tras la cámara y hablando de las distintas posibilidades y trucos, y de cosas que jamás se me habrían ocurrido, recordé: ‘¡Claro, ya ha hecho esto 40 veces!’”.
Buena parte del terror que Nicolas Pesce se imaginó mientras escribía el guion también cobró vida gracias al trabajo del genio de los efectos especiales de maquillaje y de la casquería TOBY LINDALA (“Expediente X”) y su equipo de Lindala Schminkin FX en Vancouver. “Toby estuvo increíble”, afirma enfático el director. “Me puse a trabajar en esto sabiendo que quería hacer todos los efectos de maquillaje de manera práctica, sin efectos visuales. No solo me encantan esas cosas, sino que además considero que sencillamente queda mejor así. Y disfruto mucho con todo ese proceso, haciendo que cobren vida esas imágenes tan extrañas y desquiciadas”.
Lindala agrega: “Supuso un reto enorme, pero muy emocionante, la perspectiva de tener la oportunidad de crear cosas que, con un poco de suerte, se convertirán en imágenes y experiencias emblemáticas del canon de La maldición (The Grudge) para los fans”.
La idea, según Pesce, como con el resto de la película, era que todo estuviera basado en la realidad, pero realzado. “Todo el aspecto de la película está realzado, todo está un poco más estilizado”, comenta. “Y eso está muy en la línea de Toby, que todo se base en anatomía real. Simplemente lo hacemos un poco más teatral”. Para su documentación, Lindala cuenta: “Hemos asistido a autopsias y visto todas las fotos que no se deberían mirar. Pero las observamos por las texturas y los colores, como referencia. Y a Nick le encantaba gritar: ‘¡Más sangre! ¡Más sangre!’. Para Nick, nunca hay demasiada sangre”.
Para los fantasmas, como se ha comentado, Lindala decidió prescindir de la imagen fantasmal japonesa de cara pálida. “Se ha repetido ya hasta la saciedad y fue estupendo, pero necesitábamos encontrar algo realmente nuevo para la imagen de estos fantasmas”. Lance Web, ilustrador de Lindala Schminkin, creó hasta 50 diseños diferentes, que además reflejaban las historias de los personajes. “Hay que recordar que los fantasmas en sí mismos no dan estrictamente miedo, ellos también son víctimas. Y no hay ni un solo ‘aspecto fantasmagórico’. Cada uno de ellos es ligeramente distinto. Jugamos con su forma de morir como parte de su carácter fantasmal”.
Lo cierto es que en un primer momento se llegó a contemplar la idea de presentar a los fantasmas en tres etapas, utilizando unas máscaras animatrónicas prácticas fascinantes –y bastante sangrientas– creadas por Lindala y su equipo, mediante las cuales el aspecto se iba volviendo cada vez más inquietante a medida que los vivos se iban sumergiendo en lo desconocido. “Al principio, pensábamos llegar mucho más lejos”, aporta Pesce. “Pero, en última instancia, quería volver más bien al mundo de El sexto sentido, donde son más sencillos y realistas. Parecen simplemente personas, lo que creo que da mucho más miedo”.
Pesce dotó a los fantasmas de otros dos rasgos escalofriantes: hacer que aparecieran simplemente caminando en segundo plano, sin que los personajes vivos se dieran cuenta siquiera de su presencia. “Hacen cosas ligeramente extrañas o inquietantes”, explica Weiss, “pero a veces cuando el personaje está de espaldas”. La primera vez que Peter Spencer va a la casa de la calle Reyburn y se encuentra a Melinda, “parece una niña pequeña normal, que simplemente no habla nunca y parece que le pase algo. Pero, cuando él se da la vuelta, a ella le empieza a salir agua por la boca a borbotones, que recuerda a cómo se ahogó”, o a “aguas residuales”, como las llama Lindala.
Uno de los momentos de los que Lindala se siente más orgulloso es cuando Faith se arroja por encima de la barandilla de la escalera y se espachurra contra el suelo seis pisos más abajo. Para eso, Lindala y su equipo construyeron un maniquí fotorrealista de Lin Shaye, que incluía una cabeza llena de bolsas de sangre falsa y tripas hechas de tripa de embutido rellena de selenio mezclado con Metamucil. “Parece pollo crudo”, afirma orgulloso.
“Por aterradores que resulten los fantasmas, queríamos que los momentos más impactantes y espeluznantes de la película fueran las cosas que se hacen los personajes humanos entre sí y a sí mismos, movidos por la maldición y por los fantasmas”, explica Weiss. “Y este es el ejemplo más extremo y espectacular. Es épico y repugnante, y realmente necesitó la participación de todos los departamentos que trabajan en el rodaje de una película para que quedara tan bien como lo hizo”.
MALDICIONES Y MALDITOS: EL REPARTO Y LOS PERSONAJES...
Esos personajes no nos engancharían si no estuvieran interpretados por los actores de gran talento que pueden verse en la pantalla en LA MALDICIÓN (THE GRUDGE). “El terror ya no es un simple género menor dentro del mundo del entretenimiento”, explica Raimi. “Se ha popularizado de verdad entre el gran público y creo que la película entiende eso. Por eso contamos con tan grandes actores para apoyar la historia. Gente a la que normalmente verías en un drama de prestigio, una historia de amor o una comedia”. Weiss señala: “Gran parte de lo que Nick ha puesto por escrito en este guion, esos personajes tan bien trazados, que afrontan constantemente problemas reales, a la vez que se enfrentan a la maldición, ha atraído a unos talentos interpretativos fenomenales. El oficio que aportan a estos personajes hace que parezcan mucho más auténticos, de modo que lo que les hacemos pasar con la maldición resulta entonces mucho más impactante”.
Se encarga de interpretar a la inspectora Muldoon la actriz británica ANDREA RISEBOROUGH (La batalla de los sexos, Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)). “Es desde su perspectiva como experimentamos por primera vez esta nueva maldición”, aporta Raimi, “y luego la seguimos a lo largo de la película”, mientras investiga los asesinatos.
El eje central del filme es una investigación policial, por lo que Pesce se valió de algunos de los tópicos clásicos del género, pero les dio un vuelco. “Cuando pensamos en películas policíacas, siempre nos imaginamos a una pareja de policías”, explica. “Siempre son dos tipos en un coche, de charla. Y pensé en el hecho de que, a menudo, en televisión, cuando uno de los policías es mujer, la hacen sumamente atractiva”.
Para Pesce, era importante subvertir todo eso: “Era importante que Muldoon nunca fuera una mujer efervescente y despreocupada. Es una inspectora de homicidios. Y ese es un trabajo muy duro. Supone una gran carga”. El marido de Muldoon también era un policía, que murió recientemente de cáncer. Los dos llevaban una sencilla vida de clase obrera, tratando con las terribles realidades que los agentes de policía han de afrontar cada día. “Así que ya era una persona intensa. Y a eso ahora hay que añadirle su profunda pena”.
Se dedica con gran intensidad al misterio de la maldición. “Se convierte en un impulso obsesivo. En su caso, se convierte realmente en una cuestión de sumergirse de lleno en lo desconocido”, algo a lo que la maldición saca el máximo partido.
Pesce tuvo mucho cuidado de hacer que la actriz de 7 años de edad Zoe Fish se sintiera cómoda durante sus escenas con Riseborough, en las que Muldoon pasa por un trauma difícil. “Teníamos que tener cuidado con cómo rodábamos las escenas en las que está perdiendo un poco más la cabeza. Aunque un actor infantil haya podido actuar antes, si los pones en situaciones tan intensas, resulta diferente. Y jamás querría aterrorizar a un niño. Así que tuvimos que preocuparnos por su bienestar y su comodidad”.
DEMIÁN BICHIR describe a su inspector Goodman como “una persona muy solitaria, más aún desde que murió su madre hace unos años”. Goodman vino al pueblo a vivir con su madre y cuidar de ella, “Y ha dejado la casa básicamente como estaba cuando ella vivía”, lo que incluye todo el material médico y la parafernalia religiosa católica. “Su compañero intentó suicidarse, y eso ya fue por sí mismo algo muy, muy fuerte. No pasa ni un solo día sin que Goodman piense en todo aquello por lo que ha pasado. No deja de preguntarse: ‘¿Por qué?’. Todo eso se le ha quedado grabado. Ha quedado marcado, en cierto sentido. Es una persona dañada”.
Es un tipo que quiere más en su vida, pero que se ha resignado más o menos a la situación en la que se encuentra, explica Pesce sobre el personaje. “Es un tipo de voz bronca y retumbante, que no para de fumar, pero tiene corazón y se preocupa realmente por la gente. Ese exterior brusco es más bien un mecanismo para afrontar lo que es en esencia una especie de depresión en la que se encuentra sumido”.
Al actor le atrajo el guion de Pesce desde la primera vez que lo leyó. “Estaba muy bien escrito. Me encantaban los diálogos y su musicalidad. Se trata de un terror más bien psicológico. Y me gustó hacerlo porque es una forma de explorar mis propios miedos, afrontar mis propios demonios”.
Se muestra reacio en su relación con su nueva compañera debido a la relación con su compañero anterior, pero Muldoon lo obliga a aceptarla. “Sabíamos que no queríamos que fuera como todas las parejas de hombre y mujer, en las que tienen que enamorarse”, explica Pesce. “Su relación no es para nada romántica. En realidad, creo que Goodman siente, en muy pequeñas dosis, esa sensación de ser padre que siempre ha querido”.
Pero se siente receloso de la fascinación de su nueva compañera por un caso del que desearía que se mantuviera bien lejos, aunque el descubrimiento del cadáver de Lorna lo obliga a tener que afrontarlo. “Muldoon se aferra a él y quiere llevar la investigación hasta el final”, explica Weiss. “Al principio, no logra comprender por qué Goodman no quiere ni acercarse a la casa, pero, después de ir a ver a Wilson, entiende adónde conduce todo eso. Pero, para entonces, es demasiado tarde para ella, está demasiado metida”.
La primera persona en entrar en la casa de la calle Reyburn tras los asesinatos de los Landers (y la creación de la maldición) es Peter Spencer. Peter y su mujer, Nina, tienen una inmobiliaria local juntos, Over The River Real Estate. Ambos tienen cuarenta y pocos años, y habían ido posponiendo lo de tener hijos, sin embargo, ahora que Nina se encuentra embarazada, tendrán que afrontar la perspectiva de convertirse en padres.
El actor JOHN CHO, conocido a menudo por sus papeles cómicos, se quedó prendado desde el primer instante con el guion y la historia. “Ese tipo de situaciones adultas, como si fueran horrores de la vida real, no se ven ahora mismo en el cine”, opina. “Este parecía un papel adulto. Y el resto del reparto son adultos. Me pareció que, con la ayuda del género, estábamos contando una historia que no se cuenta en las películas en la actualidad. La encontré novedosa, con los pies en la tierra y que era una forma subversiva de hacerla. Y eso me pareció alucinante”.
También le gustó la manera que tenía Pesce de construir la historia de la pareja a lo largo del tiempo. “Por la forma que tuvo Nick de filmarlo, vemos las repercusiones de los hechos. A veces no vemos los momentos más horribles, sino las consecuencias de los mismos, y pasamos mucho tiempo preparándonos para mostrarlos. A veces, cuando no ves algo, lo que te imaginas es mucho peor”.
BETTY GILPIN (“GLOW”, “Masters of Sex”) interpreta a Nina. “Es un papel muy complicado”, considera Weiss, “porque es una mujer que tiene que lidiar con una decisión muy difícil, propia de la vida real, sobre tratar de tener un hijo, con todo el estrés y la ansiedad que ello conlleva, y no ser de la misma opinión que su pareja. Y acaba siendo en última instancia la víctima de la maldición, a través de su marido. Pero Betty fue capaz de hacer que este personaje fuera mucho más que una simple víctima de la historia. Te sientes muy involucrado en su drama. Convierte a Nina en un personaje tridimensional, lo que hace que resulte mucho más impactante cuando se produce la tragedia familiar de los Spencer”.
Cho se muestra de acuerdo: “Hace unas elecciones muy sinceras e insólitas, y me la creo realmente como alguien que se debate con respecto a la maternidad. Es difícil de interpretar, pero lo hace bien, sus intensos deseos contrapuestos de querer ser madre y no querer ser madre. Puedo ver su dolor, mientras se enfrenta a su culpa. Está sensacional”.
Peter es un personaje que le sirve a Pesce para rendir homenaje a las películas originales de Shimizu, valiéndose de varios tópicos clásicos de la serie, como hace en diversas ocasiones a lo largo de la película. “Soy un gran fan de La maldición (The Grudge)”, admite riendo. “Había ciertos elementos de todas las películas que era importante conservar”.
Después de que Peter entre en la casa maldita por primera vez, de camino a su casa desde el médico, esa noche se da una ducha y, mientras piensa en sus problemas, ¡nota las manos de otra persona que salen de su pelo! “Esa es una imagen impactante de las primeras películas”, afirma Pesce. “Queríamos encontrar una nueva forma de jugar aquí con eso. Tenemos un momento de pura y simple emoción humana y entonces metemos una mano fantasmal que sale del pelo. Así que se trata de encontrar formas de usar esas imágenes tan emblemáticas, pero intentando pillarte desprevenido al utilizarlas de manera distinta”. Cho comenta, simplemente: “Fue algo espeluznante de rodar”.
Otro momento escalofriante sacado –con un giro– de las películas de Shimizu es el de un personaje encogido de miedo en la cama, que tiene la sensación de no estar solo y se le ocurre mirar bajo las mantas, solo para descubrir el pálido rostro de Kayako, que lo observa y lo arrastra hacia dentro.
En este caso, Peter se mete en la cama y siente a alguien al pie de la misma, tirando de las sábanas. “Cuando caen las sábanas”, explica Pesce, “sabes que va pasar algo. Te pones inmediatamente tenso”. En cuanto a “técnicas de susto”, comenta, “los espectadores están acostumbrados a pensar que las cosas pasan de tres en tres. Así que hacemos un esfuerzo consciente por no dárselas a la tercera. Filmas los pies de la cama una vez, no hay nada ahí, vuelves a Peter. Estamos acostumbrados a creer que: ‘Vale, vamos a volver a los pies de la cama y seguirá sin haber nada, y luego volvemos una tercera vez y entonces será cuando esté el fantasma’. Evitamos eso haciendo que Fiona esté allí la segunda vez, antes de tener la oportunidad de darte cuenta siquiera de lo que está pasando, salta el fantasma”.
“Ese fue mi primer día de trabajo con TARA WESTWOOD”, que interpreta a Fiona Landers. “Fue toda una presentación”.
Para su tercera historia, Pesce quería algo único que no se hubiera visto en ninguna de las películas anteriores de La maldición (The Grudge), ni fuera algo común del género de las casas encantadas en general. Mientras que la típica historia de casa encantada suele tratar sobre gente que se encuentra en un lugar de ese tipo, tratando desesperadamente de salir, Pesce creó la situación contraria. “Aquí tenemos a una pareja mayor que vive voluntariamente en una casa que saben que está encantada, por motivos sentimentales y enternecedores”, explica. William Matheson sabe que, a su mujer, Faith, le está llegando su hora y, después de 50 años de relación llena de amor y cariño, se mudan a un lugar que saben que está habitado por espíritus, con la esperanza de que, cuando Faith fallezca, regrese con regularidad para seguir estando con su marido. “A menudo, te encuentras con gente que le tiene verdadero pánico a la casa encantada e intenta, por todos los medios, salir de ella. Pero, ¿y si tuvieras personajes que quisieran estar allí?”
Weiss señala: “A Nick se le ha ocurrido un recurso argumental y un personaje geniales, que toman esa lógica realmente retorcida y espeluznante, y la hacen conmovedora y tierna; todo lo que William quiere hacer es vivir en esa casa encantada con el fantasma de su mujer. Ya te podrás imaginar cómo acaba eso”.
Faith está interpretada por LIN SHAYE, una actriz muy querida en el género de terror por su trabajo en la franquicia de Insidious (una de las favoritas de Pesce), la serie de HBO “Historias de la cripta”, e incluso papeles desternillantes como el de Magda en Algo pasa con Mary. “Lin es muy querida por los fans del cine de terror”, asegura Weiss. “Sabe exactamente cómo crear unas escenas fantásticamente aterradoras, pero además es una actriz dramática de primera categoría. Dota a sus escenas con Frankie Faison, como su marido, de un increíble patetismo y profundidad, que es capaz de igualar cuando se sumerge de lleno en los momentos de verdadero terror, que resultan clave para la película”.
“Me encantan los personajes, y me encantan las historias”, sentencia la actriz. “Me encantan las narraciones de todo tipo. Y, para ser sincera, este es el guion más aterrador que he leído en mi vida. Cada vez que leía el guion, me faltaba la respiración. La verdad es que te atrapa. Nick es un guionista de mucho talento, sus descripciones de las experiencias que vamos a vivir como personajes, y del interior de los personajes, son sumamente vívidas e intensas. Proporcionan al actor una enorme cantidad de material con la que trabajar. Enriqueció de verdad mi sentimiento sobre quién era el personaje, en quién se ha convertido y qué es lo que va a suceder por culpa de la maldición”.
La historia, señala, trata sobre la ira. “Es una idea impactante, eso de que la ira destruye a la gente, y los destruye para siempre. Está exagerada, por supuesto, para la historia, de una manera muy cinematográfica. Pero me encanta la idea de que la ira sea una experiencia tan negativa que cambia la vida de la gente para siempre”.
El veterano actor FRANKIE FAISON (El silencio de los corderos) interpreta al abnegado marido de Faith, William. “El silencio de los corderos es la película que me llevaría a una isla desierta”, aporta Pesce. “Siempre me ha parecido muy interesante, cómo interpreta a un tipo que es muy simpático, que puede conectar con un asesino en serie, que puede hablar con ese tipo como persona y aportar mucha cordialidad. Necesitábamos a alguien así para William, que pudiera interpretar a un tipo cariñoso y afectuoso, que se siente agotado y exhausto, pero que quiere mucho a su mujer. Teníamos que ver que, incluso llegados a ese punto, había amor entre ellos, y entender por qué estaba luchando, porque no tenemos ocasión de verlo. No tenemos ocasión de verlos 10 años antes, viviendo una vida llena de amor. Solo podemos sentir los restos de todo eso. Pero Frankie puede conseguirlo, incluso solo con la mirada”.
“Se nos ocurrió, esos fantasmas habitan esa casa y aquí tenemos a unas personas que no les tienen necesariamente miedo. ¿Cómo se manifestaría eso?”, cuenta el director. “Solo porque esa niña pequeña fuera asesinada, ¿quién sabe si es plenamente consciente de qué sucedió o por qué? Y me gustó la idea de que, como fantasma, hay ciertos aspectos de su naturaleza infantil que no han desaparecido. Y aquí la tenemos, con una mujer que quiere pasar tiempo con ella y jugar. Y queríamos mostrar que los fantasmas no siempre están intentando matarte. Pero, incluso entonces, una niña pequeña jugando al cucú tiene algo escalofriante, no hace que te sientas mejor que un fantasma quiera jugar contigo”.
Los Matheson, convencidos de su plan, han intentado acabar con la vida de Faith en tres ocasiones, aunque infructuosamente. Así que ha llegado la hora de recurrir a una profesional: Lorna Moody, una denominada “guía de salida”, alguien que está para aconsejar a la gente en cuanto a sus opciones de eutanasia, para abandonar esta vida con dignidad cuando uno sufre una enfermedad terminal.
Pesce eligió a la actriz nominada dos veces al Óscar JACKI WEAVER, una respetada actriz australiana, para hacer de Lorna. “Es una actriz dramática consumada”, opina Weiss. “Pero este papel le permitió divertirse. Tiene algunos de los momentos más gordos de la película, es a la que están aterrorizando y atormentando constantemente, y sale huyendo y gritando en media docena de escenas. Fue estupendo contar con alguien con las dotes interpretativas y el peso dramático de Jacki, porque consigue que toda esa ira, ese terror, resulten mucho más reales e intensos”.
Quien se ve más horrorosamente afectado por la maldición es el antiguo compañero de Goodman, el inspector Richard Wilson, a quien conocemos cuando Muldoon va a verlo al hospital psiquiátrico en el que ahora reside. La primera vez que fue a investigar los asesinatos de los Lander, fue Wilson quien valientemente entró en la casa. El instinto de Goodman, por suerte para él, le aconsejaba otra cosa.
“La primera vez que va allí, está convencido de que va a encontrar una respuesta que encaje en este mundo”, explica el actor WILLIAM SADLER, que interpreta al desventurado inspector. “Poco a poco, empieza a ver que allí hay algo más de lo que parece, que la casa está involucrada. Que hay más cosas en el cielo y en la tierra de las soñadas. Y eso le asusta”. Wilson se va sintiendo cada vez más desesperado, intentando descifrar lo inexplicable y, al hacerlo, va perdiendo cada vez más los nervios. “Empieza a ver cosas que no existen, empieza a recibir visitas de gente que está muerta, cada vez con mayor frecuencia, y empieza a cuestionarse su propia cordura. La maldición empieza a dominarlo”.
“Fue un enorme trabajo de maquillaje para William”, admite Pesce, del que se ocupó el estudio de TOBY LINDALA, LINDALA SCHMINKIN FX, que proporcionó una versión del maquillaje para un Wilson herido, al que hasta le faltaba la cara y se le veían huesos, y luego otra versión para un año más tarde, cuando se encuentra Muldoon con él, después de haber tenido tiempo para recuperarse. “El resultado final era alucinante”, afirma. “Queda muy creíble. Cuesta creer que lo que estás viendo es tu propia cara”. Algo, asegura, que le afectó bastante. “Los actores tienden a ser bastante sensibles con respecto a esas cosas. Nos dejamos llevar por un par de gafas, un bigote o un corte de pelo. Así que cuando te pones esa cosa horrible y desfigurada... es algo difícil de afrontar. Pero a la gente le va a encantar”.
Los FANTASMAS de LA MALDICIÓN (THE GRUDGE) tienen su origen en los asesinatos de la familia Landers que se producen en la casa de la calle Reyburn, instigados por Fiona Landers, que se trajo consigo la maldición desde Japón. Los distintos individuos que entran en la casa y se ven afectados ellos mismos por la maldición tienden a tener interacciones con distintos fantasmas de los Landers y hay una razón por la que eso sucede.
“La maldición se manifiesta de distintas maneras, según a quién se esté manifestando”, explica Pesce. Por ejemplo, Muldoon está lidiando con el dolor de haber perdido a su marido, así que el fantasma que se le aparece a ella principalmente es el del marido muerto de Fiona, Sam. “Y a Peter lo que más le interesa es ser padre, así que el fantasma que se le aparece es el de la niña”.
La Fiona de TARA WESTWOOD es ciertamente la víctima no solo de la maldición, sino de su propia y terrible vida familiar. “Es madre, es esposa, en una relación de maltrato, sobre todo de maltrato emocional, aunque también hay algo físico, y no se encuentra en una buena situación emocional”, explica la actriz. “Siempre ha tenido una cierta vulnerabilidad, pero creo que, desde que llegó Melinda, ha sufrido una grave depresión posparto y mucho trauma, y ahora Fiona vuelve a estar embarazada. Así que es algo que lleva cociéndose mucho tiempo. Y ahora se encuentra atrapada emocionalmente en el trauma de lo que ha hecho y todo lo que ha pasado. Nick y yo lo hablamos; está sumamente traumatizada y, aunque mató a su hija, no era lo que pretendía hacer. Así que simplemente intenta tender la mano, tan solo necesita que la escuchen y la entiendan”, aunque eso suponga gritar a Faith Matheson, a escasos centímetros de su cara.
La hija de Fiona, Melinda, está interpretada por la niña de 7 años ZOE FISH, a quien Pesce describe como: “muy madura para su edad, como lo son siempre los mejores actores infantiles. No deja de ser una niña pequeña y le encanta hacer el ganso, pero entendió lo que estábamos haciendo, de un modo extraño. Le encantaba dar miedo. Tiene hermanos mayores que tienen seis o siete años más que ella, y había días en que preguntaba: ‘¿Puedo irme a casa con el maquillaje, para poder asustar a mis hermanos?’”, recuerda riendo. Aunque ver a otros miembros del reparto con su maquillaje de terror tendía a ponerle los pelos de punta. “Incluso después de ver cómo le ponían el maquillaje a Tara, si se daba la vuelta y se sorprendía al verla allí, se asustaba muchísimo. No pretendo aterrorizar a una niña pequeña, así que teníamos que tener cuidado. Hubo muchas veces en las que Tara tenía que ir por el set de rodaje con una bolsa en la cabeza”.
Los fantasmas ofrecen algo más que los fans de La maldición (The Grudge) conocen muy bien y adoran de las películas anteriores: su “gañido” o estertor de muerte. El gañido de las películas japonesas proviene del sonido que emite Kayako al morir, que fue creado por el propio realizador, Takashi Shimizu, según revela Pesce. “Mucho antes incluso de hacer las películas de La maldición (The Grudge), solía acercarse sigilosamente a su hermana por la espalda mientras hacía los deberes y hacer ese sonido justo detrás de ella. Y la sacaba de sus casillas”.
En esta versión, Pesce también quería que los fantasmas emitieran un gañido según cómo murieran. “Pero sabiendo siempre que debía estar en la misma línea que el gañido clásico (que el director tomó prestado del filme original durante un breve momento al principio, cuando Kayako aparece detrás de Fiona mientras aún está en Japón). “El de Sam es como un gañido tradicional de La maldición (The Grudge), se cayó por las escaleras y se partió el cuello. Tiene un poco más de gorgoteo, por la sangre que se le acumula en la boca. Fiona se apuñaló en el cuello, así que el suyo es como un gemido ronco, pero un poco jadeante, porque se ha rajado la garganta y las cuerdas vocales. Y Melinda es más como un chillido de una niña pequeña. Así que mezclamos eso con el sonido de unos gritos bajo el agua. Porque una niña gritando es algo aterrador”.
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