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SINOPSIS
A Max le han invitado a su primera “fiesta del morreo”, pero hay un problema: nunca ha besado a nadie y no sabe cómo hacerlo. Con ayuda de sus mejores amigos, Thor y Lucas Max decide espiar con el dron de su padre a una pareja que, en teoría, se está dando el lote en una casa vecina. Sin embargo, el plan sale mal y el dron no sobrevive a la aventura. Decididos a reemplazarlo antes de que regrese el padre de Max, los tres amigos se embarcan en una odisea que les llevará a involucrarse en un asunto de drogas...
INTÉRPRETES
JACOB TREMBLAY, KEITH L. WILLIAMS, MOLLY GORDON, WILL FORTE, RETTA, BRADY NOON, LIL REL HOWERY, MILLIE DVIS, MIDORI FRANCIS, CHANCE HURSTFIELD, ENID-RAYE ADAMS, VANESSA PRZADA, BENITA HA, JOSH CARAS
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CÓMO EMPEZÓ TODO...
Los socios creativos Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky se conocieron durante el rodaje de Al diablo con el diablo, dirigida por Harold Ramis, pero suelen decir que tienen la sensación de haberse criado juntos. En 2000, Lee Eisenberg trabajaba duro como ayudante de producción y Gene Stupnitsky era el becario del director. Los dos se cayeron bien desde el principio al descubrir que compartían un corrosivo sentido del humor y una pasión por los juegos de palabras retorcidos. No tardaron en compartir piso y cinco años después, eran reconocidos guionistas. Hace más de diez años que colaboran, desde el primer guion de “The Office”, para NBC, hasta su primer largometraje en 2011, Bad Teacher, con Cameron Diaz, Jason Segel y Justin Timberlake. Como dice Gene Stupnitsky: “El éxito llamó a la puerta sin avisar”.
Desde que empezaron a escribir juntos, nunca toman una decisión en solitario, por ínfima que sea. “No dividimos las tareas”, dice Gene Stupnitsky. “Lo hacemos todo juntos. Por ejemplo, Lee no se ocupa de la estructura y yo de los personajes. Para nada. Se trata de hacer que la persona al otro lado de la mesa se ría, y viceversa. Resolvemos el problema juntos”. Y sigue diciendo: “También perdemos mucho tiempo en temas de gran interés, hablamos, por ejemplo, de lo que comeremos a mediodía”.
Lee Eisenberg añade que su enfoque cómico se basa tanto en conseguir algo comercial como en “añadir nuestro toque personal”. Y la película protagonizada por Cameron Diaz representa a la perfección este equilibrio. “No se habían visto muchos personajes femeninos fuertes en las comedias para adultos hasta el estreno de Bad Teacher. Pero sabíamos que había un montón de mujeres desternillantes ideales para esos papeles. Y pasa lo mismo con esta película. Estábamos convencidos de que encontraríamos a niños de esa edad que dirían las peores cosas… y sorprenderían a los adultos”.
Cuando pensaron en una comedia que les haría pasar de dúo guionista a dúo cineasta, ya sabían que les interesaba meterse en el mundo de la preadolescencia. “Nos atraen las historias de ese periodo y hace mucho que creemos en la historia de CHICOS BUENOS”, sigue diciendo Gene Stupnitsky. “No hay nada peor, es la edad más incómoda. Los dos podemos contar un montón de anécdotas de cuando teníamos doce o trece años y solo intentábamos sobrevivir en este mundo. La incomodidad es ideal para la comedia”. La mezcla de ingenuidad y de libertinaje era hilarante. Sabíamos que el espectador respondería a un humor totalmente inocente y, a la vez, completamente inapropiado. “Sobre todo porque los chavales dicen cosas que no entienden y tratan de explicarlas”, acaba diciendo.
Los dos guionistas estaban decididos a explorar a fondo, a través del objetivo de una comedia para adultos, la transición realizada por los tres protagonistas de niños a adolescentes. Tenían claro que la comedia debía ser atrevida, pero también centrada en la profunda amistad que une a los tres personajes principales, cuyo apodo es la Panda del Puf.
Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky se inspiraron en títulos como Cuenta conmigo, Todo en un día, Resacón en Las Vegas y la serie “South Park”. “La idea de una comedia iniciática con unos niños diciendo tacos nos pareció divertida”, dice Lee Eisenberg. “También nos pareció que cuanto más jóvenes los chicos, más cómicas las escenas”, añade Gene Stupnitsky. “Nos entraba la risa solo con imaginar una comedia para adultos protagonizada por niños”.
El primer recuerdo de Gene Stupnitsky del nacimiento de CHICOS BUENOS es estar sentado en su salón en obras en Los Ángeles hablando con Lee Eisenberg sobre si los chavales se servirían de un dron para espiar a sus vecinas adolescentes. La secuencia, que acabó convirtiéndose en el catalizador que lanza a los tres héroes al camino de la aventura, difiere mucho de las tribulaciones del guionista a esa edad. “Las chicas nos asustaban demasiado como para atrevernos a espiarlas”, dice. “Pero en una película se pueden inventar este tipo de situaciones e intentar ver qué pasa”.
También les atrajo la idea de que el trío solo recorre una distancia corta en su aventura, pero les parece un obstáculo infranqueable. “De adulto, recorrer unos cuantos kilómetros no es nada”, explica Lee Eisenberg, “pero de niño, alejarte de casa sin el permiso de tus padres es casi impensable. Recuerdo de pequeño ir al centro, no podía haber más de cuatro kilómetros, pero nunca había estado tan nervioso”.
El dúo llevó el guion a NATHAN KAHANE y a Brady Fukijawa, de Good Universe, que quedaron prendados con el equilibrio entre la impertinencia y la emoción. A continuación, la productora se puso en contacto con James Weaver, Evan Goldberg y Seth Rogen, de Point Grey Pictures. “Nathan y Brady estaban entusiasmados con el guion”, recuerda el productor ejecutivo Josh Fagen. “Lo leímos y nos pareció divertidísimo. Era lo bastante loco como para que funcionara. Es una de las claves de nuestras películas”.
Seth Rogen y Evan Goldberg participaron intensamente en el proceso de casting y en el desarrollo del guion. Cuando el proyecto acabó en Universal, cobró impulso y el rodaje empezó en menos de un año. “Desde el momento en que nos explicaron el concepto, Point Grey se comprometió a producir la película”, dice Seth Rogen. “El guion dejaba entrever una comedia muy matizada”. Evan Goldberg se sintió inspirado en cuanto lo leyó. “CHICOS BUENOS me hizo pensar en una versión moderna de Cuenta conmigo, una de mis películas preferidas”, dice.
Los productores apreciaron inmediatamente que el guion estaba trufado de momentos cómicos inesperados con un telón de fondo lleno de imprevistos. “La historia iba mucho más allá de la carcajada, buscaba el núcleo emocional de la amistad entre los tres chicos”, explica Josh Fagen. “Los niños de esa edad empiezan a crecer, pero siguen siendo muy inmaduros. Sus cuerpos cambian, entran en el instituto, intentan descubrir quiénes son realmente. También son unos guarros en muchos aspectos, pero llenos de buena voluntad y buenas intenciones. Ese contraste fue lo que gustó a Gene y a Lee”.
“Los críos de esa edad son unos guarros”, recalca Lee Eisenberg. “Los padres con los que hablamos después de que leyeran el guion nos dijeron que los diálogos eran típicos, que sus hijos hablaban así con sus amigos”. A esa edad todo cobra más importancia, da igual que sea estar castigado sin salir o no saber besar a una chica. “Todo es inmediato. Las hormonas están disparadas, es algo que intentamos plasmar en esta historia”.
También es una edad en la que se tiende a exagerar lo que se oye. “Puede que sepan algo a medias, pero van a embellecerlo”, dice Lee Eisenberg. Peor aún, los chavales intercambian información y eso solo contribuye a aumentar el error. “Nos interesaba ver cómo intercambian información para intentar entender el mundo donde se mueven”, explica Gene Stupnitsky. “Los niños oyen cosas, las hilan, las repiten. A veces oyen algo de boca de un chico mayor, lo repiten, pero se equivocan y pierde todo sentido”.
Sin embargo, nada de lo que hacen los tres protagonistas es malvado o cruel. “Desde el principio decidimos que eran unos buenazos”, dice Lee Eisenberg. “Están a punto de perder la espontaneidad, pero siguen poseyendo esta cualidad. No son malos chicos, no quieren estropear nada. Solo tienen buenas intenciones”.
Como hemos dicho antes, la amistad que une a los dos guionistas moldeó el proceso de escritura. “No hicimos nada por separado, lo hicimos todo juntos”, dice Gene Stupnitsky. “Llevamos trabajando juntos desde hace más de 15 años”, dice Lee Eisenberg. “Siempre hemos funcionado así. ¿Hay una reunión de atrezo? Vamos los dos. Es imposible que Gene vaya a una sesión de casting y yo me ocupe del vestuario, siempre estamos de acuerdo”.
Pero Gene Stupnitsky protesta, riendo: “No es verdad. En una ocasión me opuse a que escogiera un top de pedrería; no encajaba para nada con el resto del atuendo”.
EL DISEÑO DE "CHICOS BUENOS"...
Para plasmar su visión de CHICOS BUENOS, Gene Stupnitsky y Lee Eisenberg recurrieron al diseñador de producción Jeremy Stanbridge, recomendado por el coproductor Daniel Clarke, que no dudaba de que era el profesional idóneo para el trabajo. Los dos cineastas solo tienen alabanzas para el diseñador. “Siempre estábamos cambiando cosas durante el rodaje”, dice Gene Stupnitsky, “y siempre se le ocurría una idea genial. Trabaja muy deprisa y tiene mucho talento”.
El diseñador aportó su experiencia de más de veinte años como director artístico en películas como Star Trek: Más allá, Tomorrowland: El mundo del mañana, así como en las tres entregas de Cincuenta sombras de Grey, pero debuta como diseñador de producción con CHICOS BUENOS.
Hablando de su inspiración, concuerda con los guionistas. “Cuando leí el guion, pensé inmediatamente en Cuenta conmigo. Luego, durante el rodaje, cambió, pero fue mi primera idea”, dice. “El objetivo era colores primarios y terciarios brillantes, con formas elementales, como círculos y cuadrados, sobre todo en la escuela y en los dormitorios de los chicos. Queríamos comunicar la sensación de inocencia para que chocara con los chicos usando un vocabulario de adultos. Era importante que vivieran en un espacio que reflejara su edad, incrementando el humor al oírles hablar mal o equivocarse completamente”.
Con su equipo de colaboradores, el diseñador empezó a visitar posibles decorados naturales en la ciudad de Vancouver y a las afueras, además de construir otros si hacía falta. Para él era primordial que el entorno de la comedia fuera auténtico. “La mayoría de los decorados son naturales”, dice. “Construimos parte de algunos interiores, pero en general encontramos lo que buscamos en exteriores e interiores gracias a la posibilidad de rodar por todo Vancouver. La mayoría de los exteriores del barrio de los chicos se rodó en la zona de la Universidad de Columbia Británica, un barrio antiguo lleno de grandes árboles y plantas, con reminiscencias de la película Las desventuras de Beaver. Sin embargo, los interiores de las casas se rodaron en otra zona algo más alejada”.
Jeremy Stanbridge y su equipo adaptaron los interiores para que encajaran con la visión del director y del productor. “El director artístico Sean Goojha y yo hemos colaborado en unos cuantos proyectos, entre ellos Tomorrowland: El mundo del mañana”, dice el diseñador. “Es un diseñador gráfico genial, muy detallista y con mucho talento. He vuelto a trabajar con mi habitual equipo de carpinteros y con la decoradora Victoria Pearson, a la que conocí en la serie ‘Colony’ y con quien comparto un espíritu colaborador sinérgico”.
La elección de colores primarios incluyó el atrezo y las localizaciones. “El dron es mucho más brillante que en la realidad, y añadimos dibujos y colores brillantes en todos los decorados”, explica. “Las casas mantenían su carácter sin perder ese toque clásico”. Pero los guionistas le habían reservado una sorpresa. Reescribieron una escena para que el famoso dron cruzara el hogar de uno de los chavales. “Cuando escogimos la casa que haría las veces de hogar de Max, no sabíamos que el dron iba a entrar y destrozarla en parte”, dice. “Acabamos construyendo zonas de la casa para hacer insertos, pero también se rodó una secuencia en una casa de verdad”.
Sin embargo, destrozar una casa era un problema menor para el diseñador si lo comparamos al enorme decorado que representaba la escena de la autopista de tres carriles en cada sentido que cruza la Panda del Puf. “Desde el principio quisimos que fuera real y acabamos construyendo un decorado de cien metros de largo en una zona muy poco usada del aeropuerto Pitt Meadows, en Columbia Británica, para que los chavales pudieran cruzarlo corriendo antes de extenderlo visualmente. Esto último gracias a la genialidad del equipo del productor de efectos especiales Raoul Yorke Bolognini”.
El diseñador explica que habría sido interesante construir una autopista desde cero, pero que se habría llevado todo el presupuesto de diseño de la película. “La solución que escogimos era la más práctica”, insiste. “Tampoco era posible cortar el tráfico de una autopista de seis carriles durante el día. E incluso si nos hubieran dado permiso para hacerlo, con las medianas entre ambos sentidos habríamos tenido que recorrer kilómetros para dar la vuelta y rodar otras tomas, lo que representaba una enorme pérdida de tiempo”.
Una de las secuencias con las que más disfrutó Jeremy Stanbridge fue recrear y rodar el decorado del musical “La era del rock” en el colegio del trío. “Me gustó mucho lo que hicimos en el escenario para el musical”, dice. “No queríamos que superara las posibilidades de unos chavales, no debía ser demasiado profesional. Escogimos un perfil bajo, decorados de cartón con ladrillos pintados. En realidad, todos los decorados se rigieron un poco por esa misma regla: debían estar dentro de lo que entiende un crío de esa edad”.
El director de fotografía Jonathan Furmanski rodó en los decorados desde la perspectiva de un doceañero, pero el decorador tenía más libertad. “En general, los tres están juntos en la mayoría de las secuencias”, dice. “Por lo tanto, los decorados debían ser lo bastante amplios para acomodarlos. No cambiamos las proporciones, están en un mundo normal. No hay nada gracioso con referencia a su altura en el diseño de los decorados”.
EL ATREZO...
Cuando llegaba el momento de explicar lo que era una sex doll u otro tipo de juguete del mismo estilo, la salida más fácil era: “Bueno, mejor se lo preguntas a tus padres”.
Los padres de los tres protagonistas prestaron el apoyo necesario al director y a los productores, pero todos sabían que los chicos harían preguntas en cuanto al atrezo. “Los padres habían leído el guion, sabían lo que les esperaba”, dice Gene Stupnitsky. “Al hablar, siempre usábamos ‘alternativas’ para que los niños no se enteraran. Pero una vez, en una escena con la sex doll, preguntaron por qué tenía vagina. Me quedé de piedra, y Stephen Merchant, bendito sea, dijo inmediatamente: ‘Porque los médicos la usan en la facultad’. Parece que se quedaron conformes”.
Lee Eisenberg añade que la mejor solución era parar el golpe y seguir como si nada. “En general, no hablábamos de esas cosas con ellos. Si nos preguntaban por el significado de un diálogo o para qué servía un objeto, les recomendábamos que se lo preguntaran a sus padres. Esa técnica también permitía que las conversaciones ingenuas entre ellos tres en la película fueron genuinas”. No sorprendía a nadie que los tres intercambiaran información totalmente errónea. “De vez en cuando los veíamos hablar en voz baja”, dice el productor. “Pero cuanto menos sabían, mejor para la película”.
Durante la escritura del guion descubrieron que el mejor humor nacía de los malentendidos. “Cualquier cosa que podía pasar por un arma, pero que en realidad era un juguete sexual tenía cabida en el guion. Una máscara da miedo, por lo tanto equivale a esconderse. ¿Nunchakus? Claro, ¿por qué no? Hay unos cuantos juguetes sexuales que pueden pasar por armas. Espero que nadie decida ver lo que buscábamos en Google durante esas semanas”.
Cuando se le pregunta si todos estos objetos se pidieron a Amazon y llegaron a través de mensajeros, o si fueron necesarios varios viajes a diversas sex shops, Gene Stupnitsky contesta sin parpadear: “Son de nuestra colección particular”.
Una vez decidido cómo serían las escenas, Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky hablaron con los jefes de departamento para ver qué era factible. “No basta con tener una imagen en la cabeza, hace falta asegurarse de que quedará bien en la pantalla”, explica Lee Eisenberg. “Por ejemplo, Lucas lleva una mordaza (ball gag) cuando le vuelven a colocar el hombro. Esa imagen me vino de Pulp Fiction. En este caso es negra, pero no se puede teñir algo así para luego metérselo en la boca. De pronto empiezas a tener unas conversaciones de lo más raro que nunca se te habían ocurrido cuando escribías el guion”.
En algunos aspectos, la preparación de CHICOS BUENOS tiene algo que ver con los cuentos de hadas. “Mientras estábamos en preproducción, aparecía el jefe de atrezo y decía: ‘Vale, tenemos tres tipos de bolas anales”, recuerda Gene Stupnitsky. “Y era como en ‘Ricitos de oro’; esta cama es demasiado pequeña, esta, demasiado grande. Estudiábamos las medidas. Luego hay que hablar con el director de fotografía para saber si saldrá bien en la imagen, si los colores funcionarán, es brillante, es mate…”
Los cineastas buscaron la ayuda del jefe de atrezo J Drover, que acababa de trabajar en “Proyecto Blue Book”, de Robert Zemeckis. “Nunca había colaborado con J, pero tanto él como su equipo son asombrosos”, dice Jeremy Stanbridge. “Consiguieron que cuidáramos los detalles mucho más de lo habitual, algo muy importante en este caso, sobre todo con el dron. Rediseñamos el dron para que realmente pudiera destruir”. Parece ser que la Panda del Puf no eran los únicos niños en el plató. “Lo pasamos genial destruyendo el decorado”, añade el diseñador.
J Drover no tuvo ningún problema en meterse de lleno en la película. “Todos hemos tenido once años y conocemos a algún chaval de esa edad que no para de decir groserías”, comenta. “Me recordó mucho a mi infancia”. Ya en preproducción, el atrecista y su equipo debieron hacerse con una fascinante colección de juguetes sexuales, muñecas de tamaño natural y drones de última generación. “Conseguimos el apoyo de Pipedream, uno de los mayores diseñadores y fabricantes de juguetes para adultos”, dice J Drover. “Se apuntaron muy al principio y fueron de lo más flexible. Les pedimos que nos mandaran una lista de artículos para enseñárselos a Gene y a Lee. Eso nos permitió estudiar la logística y ver si funcionarían como supuestas armas”.
J Drover dice que cuando empezó en esta profesión, jamás pensó que fabricaría bolas anales. “Hicimos un juego con espigas de metal y bolas de artesanía”, comenta. “Luego, a partir de un molde, obtuvimos bolas de goma blanda para que los actores las manejaran sin hacerse daño. En otra ocasión modificamos un consolador doble para que fuera lo bastante duro como para mover la puerta de la tienda de la esquina. Los de efectos especiales nos echaron una mano calentando una varilla al lado de su camión. Cualquier cosa para conseguir la toma”.
Pero parece ser que hacer moldes de bolas anales y modificar consoladores solo era el principio. Después tocó disparar desde una furgoneta varias muñecas de tamaño natural, que valían 5.000 dólares cada una y a las que el equipo técnico en pleno les puso el apodo de “Peaches” (Melocotoncito), para preparar la escena en que una muñeca hinchable sale por la ventanilla de un coche. Debían saber exactamente qué haría la muñeca y si sobreviviría. “Pipedream nos mandó tres muñecas, pero la logística era complicada”, explica J Drover. “Son muñecas delicadas. No pueden caerse al suelo porque la piel lo absorbe todo”. Además, y tal como descubrió en su momento el actor Stephen Merchant, “pesan bastante y no son fáciles de mover”, sigue diciendo el atrecista. “No me imagino usando una para actividades extracurriculares”.
Una de las muñecas solo sirvió para las tomas en la casa de Thor, cuando el personaje de Stephen Merchant va a comprar la carta “Ascension” de Lucas, pero decide comprar a Peaches para usarla de “pasajera en el carril VAO”. Las otras dos muñecas también tuvieron finalidades, digamos, diferentes a las que estaban destinadas.
“Tardamos mucho en preparar las muñecas; las Peaches fueron un auténtico quebradero de cabeza”, reconoce Ben Krakowsky, el atrecista encargado de las tomas adicionales. “Aprendí muchas cosas, como que las entregan con un USB para calentar la vagina”.
Bajo la supervisión del coordinador de efectos especiales Paul Benjamin se modificaron dos de las muñecas. Aligeraron a las Peaches para su viaje aéreo durante el salto los chavales en la autopista, lo que permitió al equipo de efectos especiales dispararlas desde un cañón de aire instalado en una furgoneta. Por cierto, los chicos creían que las muñecas servían para aprender RCP (Reanimación cardiopulmonar).
Uno de los tres protagonistas no era fan de las Peaches. “La muñeca RCP es un poco asquerosa”, dice Jacob Tremblay. “Cuando le pasa el coche por encima, se le salen los ojos y da miedo. Me asustan los muñecos, y este no me hizo sentir mejor”.
En cuanto a otros atrezos voladores, el equipo de J Drover trabajó mano a mano con el equipo de efectos especiales para modificar los drones y conseguir que hicieran lo que querían los guionistas, no lo que hace un dron normal, como por ejemplo, destruir el interior de una casa o arrasar unas flores. “Nos pusimos en contacto con Noah Li-Leger, un diseñador industrial, que nos ayudó con las impresiones 3D, los cortes con láser y la remodelación de los sensores, los GPS, etcétera, de los drones”, explica J Drover. “Equivale a Apple en drones, o sea que fue una auténtica victoria que volaran como queríamos”.
En resumen, disponían de una auténtica flora de drones, ocho modelos en total, con diferentes carcasas, hélices y cargadores. “Vaciamos un par de ellos para instalar otro motor para poder usar nuestros propios controles remotos”, dice el atrecista. “Rodamos una mezcla del dron volando y de otro dron montado en un palo y guiado por control remoto dentro de la casa para conseguir todas las tomas. El equipo de efectos visuales escaneó una copia del dron y nos aseguramos de que Ralph Maiers, el supervisor de efectos visuales, estaba satisfecho con la imagen y tenía todo lo necesario para hacer su magia”.
Además de los juguetes y muñecas para adultos, la película incluye un épico número musical con Brady Noon, en la piel de Thor, interpretando “La era del rock” en el escenario del colegio. Aquí, el atrezo era totalmente diferente. “Bautizamos la secuencia como ‘Pantomima de los palos de caramelo’”, dice J Drover. “Desde las guitarras falsas, hasta la laca, los pañuelos y los micros, nuestro equipo llegaba y comprobaba que estaba todo”.
Para la famosa y despiadada pelea con paintball en la casa de la fraternidad, J Drover se esforzó en poner a disposición de Lee Eisenberg y de Gene Stupnitsky un sinfín de posibilidades. “Llenamos botellas de aceite para bebé con un líquido pegajoso”, dice el atrecista. “Cada vez que a uno le dan en la cara, usamos un paintball hinchable. Disponíamos de muchas salidas, como la mesa de pimpón o la torre cervecera con embudo. Es un poco como preparar una fila de fichas de dominó. Se tarda mucho, ¿y qué ocurre dos segundos después? Todo ha volado por los aires”.
LOS TRUCOS...
La encargada de los numerosos trucos de CHICOS BUENOS era la coordinadora de especialistas Maja Haro, que comparte su profesión con su marido y socio Jeffrey Aro. Con base en Vancouver, acaba de terminar de rodar la cuarta temporada de la serie “High Castle”, y su marido, la segunda temporada de “Lost in Space”, de Netflix. “Fue genial hacer esta película”, dice Maja Aro. “Hubo algo especial desde el principio. Con un reparto principal tan joven, todo era fácil, divertido. Me encantó pasar parte del verano con unos chicos montando en bicicleta. Puede parecer sencillo, pero siempre debían estar muy cómodos para que los diálogos fueran espontáneos. Es como conducir un coche y acordarse del diálogo, representa un reto para el intérprete”.
Los creadores tuvieron suerte de contar con dos coordinadores de especialistas de este calibre. “Desde el primer momento la enfocamos como una película de aventuras”, dice Gene Stupnitsky. “Se diseñó como una especie de Resacón, pero con niños. Sabíamos que habría accidentes de coches, tiroteos, persecuciones y mucho más. Es el ADN de la película. Pero trabajar con niños requiere una planificación aún más minuciosa. Solo están disponibles unas cuantas horas diarias y no pueden quedarse ni un momento más”.
Todos están de acuerdo en que daba igual qué idea se proponía, los coordinadores de especialistas la llevaban a la práctica. “Tenían un trampolín en el salón”, dice Lee Eisenberg. “Nos mandaban clips de tres minutos de alguien cayendo encima de un juego ‘jenga’ de gran tamaño o que salía volando al otro lado del cuarto después de que le dispararan un paintball. Entonces sugeríamos que cayeran en una mesa y la rompieran o que se dieran contra una pared y rebotaran por las escaleras. Al día siguiente lo teníamos. Maja, Jeff y su equipo se aseguraban de que el plató era un entorno seguro. Fueron grandes colaboradores”.
Al igual que para el diseño de producción, la secuencia de la autopista fue la más complicada para los Aro. El equipo de efectos visuales y los especialistas trabajaron juntos para que la secuencia saliera a la perfección. “Visto en la película, parece sencillo: los chicos provocan un colapso en la autopista. Pero debían tenerse en cuenta muchos factores, la velocidad de los coches, por ejemplo. Unos iban lentos, otros corrían mucho. ¿Cuándo rodaban los chicos o sus dobles? Filmamos los primeros planos con los chavales y otros con ellos corriendo por la autopista. Contamos con unos conductores asombrosos que paraban exactamente en las marcas. Y añadimos varios efectos prácticos para que la secuencia se desarrollara a la perfección”.
La coordinadora también es una de las conductoras que amablemente les pide a los chicos que “muevan el puto culo” de la autopista. “Gene y Lee hicieron pruebas a un montón de mujeres, pero ninguna les gustaba”, dice Maja Aro. “Entonces me dijeron que lo hiciera yo. Los chicos estaban encantados porque nos llevábamos muy bien. Les hizo mucha gracia que fuera yo la que los insultara”.
La secuencia se rodó en el aeropuerto de Pitt Meadows, a unos 30 minutos a las afueras de Vancouver. Desde luego, la sección de autopista que diseñó Jeremy Stanbridge en el aparcamiento no tiene nada que envidiar a una verdadera carretera llena de coches. “Hay mucha circulación y primero van muy lentos, pero de pronto empiezan a acelerar”, explica Maja Aro. “El equipo salía de la sección, daba un rodeo circular y volvía al principio”.
Peaches, la muñeca de tamaño natural, también tiene su momento de gloria en esta escena antes de un final inesperado cuando sale volando del coche del personaje de Stephen Merchant. “Stephen trabajó delante de una pantalla verde. Su doble conduce en el decorado”, explica la coordinadora. “La pobre Peaches sale disparada del coche y un pickup le pasa por encima de la cabeza. Rodarlo fue como un rompecabezas para que todo coincidiera. Los dos vehículos se aproximan, uno adelantando. Después añadimos otra toma con los chicos en la autopista vacía para superponerla a la de los dos vehículos y dar la impresión de que están ahí mismo”.
Aunque estuvieran lejos de los peligros de la autopista, nuestros protagonistas iban a enfrentarse a otros grandes riesgos ese fatídico día. Para Lucas, al que da vida Keith L. Williams, lo más divertido fue cuando voltea en el aire con su bici y acaba dándose contra una furgoneta aparcada. “Esta escena se rodó varias veces porque se iba cambiando el objeto contra el que Lucas chocaba”, recuerda Maja Aro. “Trabajamos mucho con Gene y Lee para saber qué sería lo más gracioso. En un momento dado, la doble de Keith (Maya Macatumpag) tiraba alambres desde la bici, pero era muy lento. También se daba contra un carrito empujado por un sintecho. En esta secuencia colaboramos mano a mano con el departamento de efectos visuales”.
La doble de Keith L. Williams se da contra un banco y acaba estrellándose contra el lado de una furgoneta. “Fue otra escena que armamos como un rompecabezas”, dice Maja Aro. “El lateral de la furgoneta había sido acolchado con un centímetro de espuma pintada para que pareciera metal. Maya también llevaba protectores, pero todo cambió en el último momento. Casi se da la vuelta y acaba dándose en la espalda en lugar del hombro protegido”.
En la escena, a Lucas se le disloca el hombro, y los otros dos se lo recolocan. Poco después, los tres acaban en una pelea con Benji, el exnovio de Hannah, en la casa de la fraternidad. Lucas consigue tirar a un chico mayor bastante borracho en una mesa con un barril de cerveza. “Sabíamos que la cerveza se derramaría y que sería asqueroso”, dice la coordinadora. “Casi todos los actores en esta escena son especialistas”.
Maya Aro y su marido reconocen que se lo pasaron muy bien trabajando con los tres chavales. “Cuando se trabaja con niños, acabas siendo su amiga o, en mi caso, su tía”, dice. “Sus preocupaciones suelen resumirse a qué van a comer hoy o con qué jugarán, pero en esta película fue diferente. Nos hicieron muchísimas preguntas. Brady quiere ser especialista y le gustaba hacer las escenas peligrosas él mismo. En la secuencia de ‘La era del rock’ siempre es él. A los miembros del departamento de vestuario les explicamos dónde colocar protectores en su ropa”.
Keith L. Williams y Brady Noon no eran los únicos en querer jugar. Jacob Tremblay les dijo a los Aro, a Lee Eisenberg y a Gene Stupnitsky que había visto y estudiado Matrix con el fin de prepararse para la pelea de paintball en la casa de la fraternidad. “Jeff y yo tenemos un centro de entrenamiento en casa e invitamos a los chicos a ir”, dice Maja Aro. “Hay muchas pistolas Nerf y les dejamos hacer lo que quisieran con ellas. Pero Jacob se tomó el entrenamiento muy en serio”.
A pesar de que todos se lo pasaron bien, la seguridad, y especialmente la de los chicos, era la prioridad. “Estoy trabajando con Jeff y Maja en otro proyecto”, dice el diseñador de producción Jeremy Stanbridge. “Jeff se ocupó de ‘Colony’ y de ‘Lost in Space’. Los dos teníamos claro que todo debía parecer lo más realista posible sin por eso olvidar la seguridad. Por muy bien que quede algo, la seguridad pasa primero, y lo entienden perfectamente. Saben mucho de telas y de texturas. Se me ocurría una idea y siempre conseguían que funcionase”.
LA FOTOGRAFÍA...
Tratándose de la fotografía de CHICOS BUENOS, lo primero fue tirar por la borda la lista de reglas para fotografiar una comedia. Desde el inicio, el director de fotografía Jonathan Furmanski y los cineastas optaron por una fotografía con sentido del espectáculo. Aunque muchas secuencias se basan en el humor, el sentido de la aventura y el peligro se infiltra en numerosas escenas, como el cruce de la autopista, la persecución en el centro comercial y la pelea en la casa de la fraternidad.
Jonathan Furmanski usó objetivos anamórficos para planos generales porque comunican una sensación de grandeza y permiten que los tres amigos entren en el cuadro. También añadía ese toque de nostalgia de los años ochenta que recorre toda la película.
Los creadores de CHICOS BUENOS se sintieron felices de contar con Jonathan Furmanski. “Fue una suerte enorme tener a Jonathan con nosotros, sobre todo porque no habíamos dirigido nada antes”, dice Gene Stupnitsky. “Tuvo mucha paciencia, nunca perdió el buen humor, era el colaborador ideal”. Lee Eisenberg añade: “En un plató como el de esta película, la paciencia lo es todo. Pero también aportó muchas ideas”.
Como ya hemos dicho, algunas de las referencias de los cineastas eran películas como Cuenta conmigo y Los Goonies, y otras historias iniciáticas de los ochenta. “Queríamos incluir elementos de estas películas, fuesen de aventuras o comedias, y son las primeras de las que hablamos”, dice el director de fotografía. “A medida que se iba desarrollando la película, también hablamos de It, Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres y, esto quizá sorprenda, de Attack the Block. La idea era que la película tuviera un pie en un pasado nostálgico y otro firmemente plantado en 2019. Es una película moderna, pero queríamos que tuviera raíces en las comedias o películas de aventuras adolescentes de los setenta y ochenta”.
Jonathan Furmanski imaginó un mundo brillante lleno de colores, tal como lo ve un doceañero. “Todo debía ser un poco más vibrante, un poco más emocionante”, dice. “Intenté rodar desde su perspectiva. Si había personas altas en un cuarto, casi parecían amenazantes. Intentamos plasmarlo todo desde su experiencia”.
En ningún momento se quiso crear a unos niños que piensan como adultos o que aparentan más edad de la que realmente tienen. “El idioma es más adulto que el de la típica película de niños”, explica. “Pero eso forma parte del humor. Es muy gracioso oírles hablar así, usando palabrotas. A menudo no saben realmente lo que están diciendo. Son unos ingenuos con diálogos típicos de una comedia para adultos”.
Trabajar con niños no solo significa menos horas de rodaje, sino que también deben adaptarse a los requisitos técnicos de las tomas. “En cierto modo, los chicos aprenden mientras ruedan”, dice Jonathan Furmanski. “Aprenden a saber dónde están sus marcas, a no mirar el objetivo y a abrirse delante de la cámara para que podamos captar sus expresiones faciales y su lenguaje corporal”.
El director de fotografía se esforzó en no complicar los movimientos de los actores para que se concentraran en los diálogos y en la interpretación en vez de preocuparse por su colocación dentro de la escena. Intentó proporcionarles libertad y espacio, y se preocupó de estar en el lugar oportuno cuando hacía falta. “Todo giraba en torno a los chistes para conseguir la mejor reacción en la pantalla, pero también había que dejar que las escenas nos llevasen un poco más lejos”, explica.
Para evitar que los chavales perdieran la concentración, era necesario que se lo pasaran bien al mismo tiempo. “Puede decirse que éramos unos 150 titas y titos intentando entretenerles y ocuparles”, dice el director de fotografía. “Solo así conseguíamos mantener su energía y que dieran lo mejor de sí mismos”.
También en este caso, una de las escenas más difíciles de rodar fue cuando los chicos cruzan la autopista. “Hablamos mucho y la preparamos detalladamente. Mereció la pena”, dice Jonathan Furmanski. “Comprendimos que era un momento importante para los chicos, no solo porque les dejamos participar en la acción, sino porque era un poco como cruzar un umbral que les llevaba hacia la vida adulta. La escena es muy fuerte”.
La mayoría de la película transcurre en exteriores soleados, excepto la secuencia en la casa de la fraternidad. Simboliza un lugar reservado a los chicos mayores, y el ambiente es más oscuro, inestable, incluso misterioso. “Es el entorno más desconocido de toda la película, así que jugamos mucho con las luces y las sombras para conseguir un ambiente especial, extraño para ellos”, acaba diciendo.
LA COREOGRAFÍA...
Cuando los chicos no preparaban las escenas de acción, solían estar con el equipo de Paul Becker, el coreógrafo de las giras mundiales de los Jonas Brothers, y de películas como Deadpool 2 y Los descendientes, y de la popular serie “Riverdale”. “Gene y Lee buscaban un coreógrafo que hubiera trabajado con niños”, dice Paul Becker. “Nos reunimos y nos llevamos bien inmediatamente. He hecho unas cuantas películas con niños y mi instinto cómico es muy parecido al de Gene y Lee. Era perfecto”.
El coreógrafo explica que planifica el montaje antes de empezar el rodaje: “Creo la coreografía de una escena con unos cuantos bailarines que representan a los personajes y la rodamos. Eso le facilita mucho la tarea al director. Si no, solo es un plano general de personas bailando, y el director no sabe dónde centrarse. Intento darles mi mirada y un enfoque. Con Gene y Lee fue fácil. Rodaba la secuencia, la montaba y se usaba para componer la lista de tomas”.
Después de estudiar el guion y ver cuáles son las relaciones entre los personajes, escucha el tema musical que acompañará a la escena y la lee en voz alta antes de empezar a planificar la coreografía. “Construyo la escena incluso antes de que se haya escogido a los actores para que puedan encontrar su sitio en cuanto lleguen”, explica. “Ahora bien, cada actor aporta un sabor propio, por lo que dejo muchas puertas abiertas; la escena no es definitiva”.
Paul Becker trabajó con el director de fotografía Jonathan Furmanski para conseguir las mejores imágenes. “Gene y Lee me contrataron por la experiencia que tengo”, dice. “Hicieron gala de humildad al pedirme que les ayudara con los números musicales, y me alegro mucho de haber podido hacerlo”.
Los tres chicos buenos ya habían trabajado en películas anteriormente, así como gran parte de los jóvenes actores secundarios, pero el coreógrafo quiso sacar a la luz al bailarín y al cantante que llevaban dentro. Durante los ensayos “realizamos ejercicios al estilo del profesor de teatro Mr. K”, dice. “Por ejemplo, les pedí que hicieran el baile loco solo para relajarse”.
Una de las escenas más conmovedoras de la película está diseñada para que no se note que fue coreografiada. En un montaje descubrimos que los padres de Lucas se separan mientras él llora durante la interpretación del coro del tema “Walking on Sunshine”, de Katrina and the Waves. Paul Becker añade: “La mayoría de espectadores no se dará cuenta de que la escena está coreografiada. Si no se nota, es que he hecho un buen trabajo. No debe notarse que una escena ha sido planeada al milímetro”.
Los cineastas se habían esforzado en encontrar la canción perfecta para la escena. “Sabíamos desde el principio que la cámara pasaría de Lucas enterándose de que sus padres se divorcian, a un primer plano de él cantando”, dice Lee Eisenberg. “Nos gustaba la idea de la clase cantando y bailando mientras él lloraba, pero seguía bailando. Siempre imaginamos la escena así”.
En cuanto al espectáculo “La era del rock”, Paul Becker dice, riendo, que tuvo que condensar todo el musical en dos minutos. “Está entre las escenas menos políticamente correctas y más incómodas que he coreografiado en todos los días de mi vida”, reconoce. “Gene y Lee hablaban con los chicos a través de mí, por lo que debía darles toda la información. Seguimos a nuestra estrella de rock, a Thor, mientras asciende a la fama, cae y vuelve a subir, todo envuelto en cosas nada adecuadas para unos niños”.
Pero los cineastas estaban encantados. “Nos entusiasmó ‘La era del rock’ porque nos encanta el musical y aún más al profesor, al Sr. K, que lo ha salpicado con la historia de su vida”, dice Lee Eisenberg.
“Brady tiene carisma, cae bien a pesar de ser grosero. Me recordaba al chico malo de la clase al que todo el mundo adora”, dice Paul Becker. “Es el elemento que más me gusta de ‘La era del rock’. En el plató hubo que decirles a los chicos que hicieran cosas extrañas. La línea divisoria entre un profesor y un coreógrafo no es clara. Aquí estoy, animándoles a decir tacos o a hacer la peineta mientras bailan delante de sus padres. Pero los críos estaban dispuestos a todo, hubo que calmarles un poco”.
Como el resto del equipo, Paul Becker no pudo resistirse a la mezcla de ingenuidad y de grosería de CHICOS BUENOS. “Gene me dio la idea general y acabó diciendo: ‘Pásalo bien’”, recuerda. “Me lo pasé de miedo y probé todas las posibilidades. Hay un momento en que Thor llega a Hollywood y se encuentra con una prostituta. Lee y Gene querían que la bailarina llevara a Brady al lavabo con un donut bañado en azúcar glas. Luego debía salir de lado, como si estuviera colocado por el azúcar del donut, y caer redondo”.
Paul Becker coincidía con el diseñador de producción Jeremy Stanbridge en que el musical debía dar la sensación de haber sido creado por niños. Se enorgullece de que todo “esté al menos un diez por cien peor”, dice. “Lo grande de esta escena es que es muy mala. Mi objetivo era coreografiar algo imperfecto, pero que debía encajar en la película. Fue todo un reto”.
Brady Noon no solo prestó sus habilidades acrobáticas a la épica interpretación del musical, sino también sus cualidades vocales. “Hizo falta una sesión al completo para conseguirlo”, dice Brady Noon. “Había un modelo 3D para que nos hiciéramos una idea de cómo sería, así que sabía cómo tirar la mesa. Rompí tres mesas de plástico y dos de madera durante el ensayo. Se me daba bien y me gustaba. Nunca había trabajado con un coreógrafo, me enseñó un montón de movimientos para poder presumir delante de mis amigos”.
Vemos a una pésima banda animatrónica en la escena que transcurre en una pizzería. “Uno de los mejores días fue cuando coreografiamos a tres músicos animatrónicos “, dice Paul Becker. “Los tres chicos están en la pista de baile antes de que Lucas vomite. Un oso toca el piano, un canguro, la batería y un gorila, la pandereta. Son actores interpretando a robots”.
LAS LOCALIZACIONES...
La película CHICOS BUENOS se rodó en verano de 2018 en Vancouver y las afueras, coincidiendo con las vacaciones escolares de los tres protagonistas. La productora Point Grey rueda habitualmente en la ciudad debido a las facilidades que ofrece y a la enorme amabilidad de sus habitantes. “Vancouver es uno de nuestros lugares favoritos de rodaje”, dice el productor James Weaver. “Los técnicos no solo son muy buenos y muy trabajadores, también son realmente agradables”.
El tiempo en la ciudad suele ser bastante previsible los meses de verano, aunque puede cambiar bruscamente. “Durante el 90% del rodaje hizo muy buen tiempo”, dice Gene Stupnitsky. “Pero al final de septiembre cambió de golpe y estábamos en invierno. Vancouver puede ser mil ciudades diferentes y sus habitantes siempre intentan facilitarnos el trabajo”.
Da la casualidad de que el colegio donde estudian Max, Thor y Lucas es realmente el colegio donde va Jacob Tremblay. “Visitamos un montón de colegios, pero el de Jacob era el que más nos convenía”, dice el diseñador de producción Jeremy Stanbridge. “No teníamos ni idea de que Jacob estudiaba allí, fue una casualidad, pero decidimos usarlo de decorado de todas formas”.
El joven actor estaba totalmente de acuerdo: “Nunca había rodado en mi colegio. Tenía muchas ganas de que empezaran las clases para contárselo todo a mis amigos”.
LOS CHICOS ESTÁN BIEN...
Para encontrar a los jóvenes actores que protagonizarían CHICOS BUENOS, Gene Stupnitsky y Lee Eisenberg recurrieron a la experiencia del gurú del casting RICH DELIA, que ya se había ocupado de The Disaster Artist, para Point Grey. “Volveríamos a trabajar con Rich mañana”, dice Gene Stupnitsky. “Entre It y ¡Shazam! ya había visto a todos los niños de Norteamérica. Su ayuda fue inestimable”.
El humor de la película se asienta en el contraste entre la inocencia de los tres héroes y las cosas inauditas que les pasan, por lo que la regla de oro durante la búsqueda de la Panda del Puf se limitaba a que los candidatos fueran totalmente espontáneos. “Hemos intentado sacar la mayor dosis de comedia posible de esa cualidad”, dice Gene Stupnitsky. “No es algo que se vea muy a menudo en cine. Estos chicos se lo creen todo a pies juntillas y están firmemente convencidos de que dicen la verdad más absoluta”.
En otras palabras, los niños debían ser buenos. “En realidad, son pequeños fundamentalistas, para ellos el mundo es blanco y negro”, dice Lee Eisenberg. “Era importante que los jóvenes actores transmitieran un concepto limitado de lo que está bien y lo que está mal. Al crecer, la perspectiva empieza a adquirir matices. Alguien dijo una vez que la madurez aportaba ambigüedad. Al final de la película comienzan a entenderlo”.
Sin duda, los cineastas habían escogido a los tres protagonistas ideales. “Trabajar con estos tres jóvenes fue un verdadero placer. Para ellos, todo era nuevo”, dicen Evan Goldberg y Seth Rogen. “Fue refrescante”.
El trío pasó de interpretar a tres amigos a convertirse en amigos durante el rodaje. “Trabajar con Jacob, Keith y Brady me obligó a ser monitor de campamento además de productor”, explica James Weaver, riendo. “Fue maravilloso verles pasar de ser tres niños que no se conocían de nada fingiendo que eran amigos a convertirse en los mejores amigos del mundo”.
Lee Eisenberg comenta que, con tantos niños correteando por ahí, el plató tenía poco que ver con películas anteriores: “Lo único que les importaba era saber qué había en el menú y si habríamos acabado antes de que cerrara la piscina del hotel a las nueve de la noche”.
Pero habría sido imposible rodar sin que las familias de los niños se involucraran. “Las madres y los padres de los tres fueron geniales”, dice Gene Stupnitsky. “Nos ayudaron muchísimo durante el rodaje. Podría haber sido mucho más difícil, pero fueron asombrosos”.
En el plató, la risa era el objetivo primordial. Entre los gags visuales y los diálogos, el equipo hacía esfuerzos para no reírse a carcajadas y estropear las tomas. Cada una de las tres jóvenes estrellas se inventó un truco para no reírse: Jacob Tremblay se mordía la lengua y respiraba hondo; Keith L. Williams, el labio inferior, y Brady Noon, la mejilla. En sus ratos libres, los chicos charlaban, veían algo en la tele, jugaban y practicaban con drones de juguete.
¿Y cómo fue para el equipo técnico? “Nos asustaba mucho la posibilidad de no conseguir los planos que queríamos”, reconoce Lee Eisenberg. “Fue un alivio enorme cuando vimos que no solo era posible, sino que, en ocasiones, era imposible no reírse”. Los chavales llegaron a robarle el micro al primer ayudante de dirección, Daniel Miller, para ponerse a “dirigir”.
“Me venía muy bien entre toma y toma ver episodios de “Cómo conocí a vuestra madre” y vídeos en YouTube para no pensar en la película”, dice Brady Noon. Incluso trabajaba con Keith L. Williams en un guion con la esperanza de que se incluyera en las tomas falsas para el DVD.
También aprendieron un montón de vocabulario nuevo, pero no todo estaba permitido en el plató. Ninguno podía decir tacos a menos que fuera delante de la cámara. “He aprendido al menos once tacos nuevos en el rodaje”, dice Brady Noon. “Pero mi madre dijo desde el principio que una cosa era el plató y otra cosa, el exterior. Lucas, mi personaje, dice tacos, pero yo no. Le prometí a mi madre que solo hablaría mal durante el rodaje y que luego rezaría”. Los tres pasaron noches en la misma habitación, se tiraron juntos a la piscina, se fueron de excursión y jugaron a “Fortnite”, uno de sus videojuegos favoritos.
En muchos aspectos, los tres jóvenes actores se parecen a los tres amigos de la historia. Keith Williams los describe a la perfección: “Max, Thor y Lucas son amigos inseparables y se conocen desde siempre. Se lo cuentan todo”.
Eso sí, jamás se les ocurriría saltarse un día de colegio como hacen sus personajes. Pero si lo hicieran, Brady Noon sabe exactamente en qué emplearía el tiempo libre: “Si hiciera pellas, jugaría a ‘Fortnite’, me lo tomaría con calma, iría a hacer surf y vería ‘Cómo conocí a vuestra madre’”.
A pesar de unos diálogos que sorprenderán a más de uno, de eso no cabe duda, basta con rascar en la superficie para encontrar una tonelada de inocencia. CHICOS BUENOS transcurre en un mundo donde beber cinco tragos de cerveza es batir un récord, y donde incluso un trago puede emborrachar.
Los chicos crecen y empiezan a interesarse por el sexo, pero la falta de experiencia es absoluta. Confunden un juguete sexual con un nunchaku japonés y unas extrañas bolas encontradas en un dormitorio sirven de regalo para una chica. Decididos a aprender cómo se besa, creen que les bastará con espiar a las chicas en la casa vecina. Los casi adolescentes de CHICOS BUENOS creen que entienden el mundo de los adultos, pero lo interpretan a su manera, algo que también hacían los jóvenes actores. “Aunque la película contiene escenas inadecuadas, los chavales no acababan de entenderlas, y todos nos sentíamos aliviados”, dice la actriz Molly Gordon.
Trabajar con niños es un reto, sobre todo porque se dispone de menos horas… y la concentración también es menor. “Los chicos eran increíblemente dúctiles, mucho más que un actor adulto”, dice el productor Josh Fagen. “Siempre estaban dispuestos a probar algo nuevo con los diálogos, y también aportaban cosas suyas para que fueran aún más divertidos. Entendieron inmediatamente que Gene y Lee tenían mucha experiencia y que si les hacían caso, la película sería genial. No voy a decir que todos los actores adultos se adaptan tan fácilmente”.
“Los chicos son formidables, para ellos todo es nuevo”, recalca Lee Eisenberg. “Eran muy graciosos, a veces intencionadamente, otras por pura espontaneidad. Les lanzábamos diálogos y los hacían suyos sin el menor problema. Fue maravilloso verles desarrollar estilos cómicos propios”.
Si alguien les preguntara a los jóvenes actores qué era lo mejor de su trabajo, no dudarían en contestar que fue la oportunidad de pasar de una frase a otra. Por suerte, a los tres se les daba bien la improvisación. “No existen las malas ideas en la improvisación”, dice Brady Noon. “Puedes decir lo que te pasa por la cabeza para que sea divertido. Jacob, Keith y yo nos acostumbramos rápidamente a usar diálogos alternativos y siempre nos reíamos”.
Para Gene Stupnitsky y Lee Eisenberg solo hay una regla que no puede romperse: gana el mejor chiste. Sabían que cuantas más tomas, más posibilidades en la sala de montaje. “Intentamos tener un máximo de opciones para el montaje”, dice Lee Eisenberg. “Si una versión no era todo lo atrevida que queríamos, siempre teníamos algún chiste para mejorarla. Lo descubríamos todo a medida que avanzábamos, lo que nos permitía ir siempre más lejos. Nuestro objetivo era disponer del máximo material posible porque siempre hay alternativas para contar una historia”.
“Eso también nos permite usar la información de una escena para suplir otra que quizá deba quitarse o reducirse para mejorar el ritmo”, sigue diciendo. “Es una forma de protegerse para el director. También había chistes que no queríamos perder de ningún modo y se incorporaron al guion con mucha antelación. Además, tuvimos a dos guionistas en el plató durante el rodaje, John Phillips y Beth Stelling. Entre ellos dos, Gene y yo, no parábamos de lanzar diálogos nuevos a los niños para que los probaran”.
Para el cabecilla del trío, los momentos más memorables fueron cuando hizo gala de sus dotes de improvisación. “Lo que más me gustó del rodaje fue improvisar”, dice Jacob Tremblay. “Me gustó mucho cuando nos lanzaban diálogos nuevos para que los probáramos. Algunas veces casi no podía reprimir la risa”.
LA MÚSICA DE "CHICOS BUENOS"...
La supervisora Michelle Silverman, que se ocupó de la banda sonora de la taquillera Aquaman, escogió la música para la película. Con un currículo que incluye títulos muy diversos, desde Abierto hasta el amanecer y Terminagolf, hasta Kill Bill: Vol. 1 y Nunca me han besado, sin olvidar populares series como “Hijos de la anarquía” y “Cobra Kai”, la supervisora estaba encantada de trabajar en lo que llama “el gran proyecto musical” de Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky.
Michelle Silverman, que además de supervisora musical también es músico, reconoce que hay periodos de su vida con banda sonora, y quería incluir en la película esa sensación. “Las películas que me influyeron cuando crecía fueron Grease, Fama y todas las de John Hughes”, dice. “Nunca olvido una película basada en la música. Empecé a hablar de música con Lee y Gene, intercambiamos ideas y les sugerí que la música debía tener una identidad propia en la película. Queríamos que la banda sonora de CHICOS BUENOS se asemejara a una montaña rusa”.
Michelle Silverman tiene una hija de la edad de los chicos protagonistas. “La historia no me era del todo desconocida gracias a mi hija”, dice. “Está pasando por lo mismo”. Y se lanzó de cabeza en el proyecto junto a los cineastas. “Gene y Lee tenían un montón de ideas, yo también. Nos mandamos un montón de correos electrónicos hasta que todos estuvimos de acuerdo. Fue un proceso colaborativo entre Lee, Gene, Good Universe, Point Grey y yo”.
La clave era captar el impacto emocional de la música. Se centró en canciones que podían conmover inesperadamente. “Es una comedia, la banda sonora debía ser ligera y estar llena de energía”, dice. “Empecé a reunir canciones y las colgué en un enlace Dropbox para que Lee y Gene pudieran escucharlas mientras rodaban. También mandé varias selecciones al montador de música, Rick Ziegler, para que las probara con la imagen. Gene y Lee estaban encantados con la posibilidad de probar diferentes temas en diferentes escenas”.
Michelle Silverman estudió con el famoso Danny Bramson, el supervisor musical de Casi famosos y Solteros, y está convencida de que no se debe parar hasta conseguir la canción perfecta para cualquier escena. Con los temas “Walking on Sunshine” y “I Want to Know What Love Is” incorporados en el rodaje, quería que la música estuviera a la altura de “los grandes momentos de la historia”.
“Escogimos ‘Walking on Sunshine’ porque Gene y Lee querían una canción que pudiera cantar un coro de colegio, y que encajara con el momento más triste para Lucas”, explica. “Buscaban un tema que fuera a contrapelo, cuando todo parece ir sobre ruedas y no es así para nada”.
No dudó en escoger temas de los ochenta, pero tampoco se limitó a esa época. “Incluso se oye ‘Can’t Get Enough of Your Love’ porque la película va más allá de las épocas”, dice. “Hoy en día, los chicos acceden a YouTube y a Spotify y saben mucho más de música que yo a esa edad. La playlist de mi hija incluye canciones de bandas como All Time Low y cantantes como Elton John”.
El proceso creativo siempre fue una colaboración. “A Gene y a Lee les encantó ‘Oblivion’, la querían como fuera”, recuerda. “Escuchaban decenas de temas para ver si encajaban con una escena, y eran muy específicos. ‘Race with the Devil’ es perfecta para la escena en la casa de la fraternidad con la Panda del Puf en medio de la pelea con pistolas Nerf. Otra canción que me gusta mucho es ‘Heat of the Moment’, de Asia, cuando juegan a la botella. Me encanta esa canción y se oye en un momento muy especial de la película”.
En cuanto a la balada roquera en el tercer acto, tardaron bastante en encontrar la idónea. Por suerte, los dos creadores no pudieron resistirse a “I Want to Know What Love Is”. “Fue un proceso de tres etapas”, dice la supervisora. “El primero era decidir qué musical tendría sentido para que los chicos cantaran y bailaran. Una vez escogido ‘La era del rock’, había que seleccionar a un grupo entre los muchos disponibles. Una vez escogido, nos centramos en la canción favorita de Gene y Lee. Me siento afortunada por haber trabajado con ellos, tienen mucho talento”.
La colaboración con el compositor Lyle Workman se realizó a través del montador de músicas Rick Ziegler. “Rick estaba trabajando con él y con nosotros; fue el perfecto canal de comunicación”, dice Michelle Silverman. “Comparábamos notas, y funcionó muy bien”.
También le impresionó el talento innato de los jóvenes intérpretes. “Los tres chicos son alucinantes”, dice. “Me quedé de piedra cuando les oí cantar. Se oyen sus voces en la película, no están doblados. Las productoras musicales Stefanie Fink y Alana Da Fonseca les grabaron en el estudio y sus voces les asombraron”.
EL VESTUARIO...
El vestuario forma parte de la personalidad de los personajes, y dado que la historia transcurre prácticamente en su integridad en un solo día, era de suma importancia encontrar la ropa adecuada para cada uno de los tres. “Casi siempre llevan la misma ropa”, explica Gene Stupnitsky. “Teníamos muchas ideas y, por suerte, la diseñadora de vestuario Carla Hetland siempre estaba dispuesta a probarlas”.
La diseñadora, que se ocupa del vestuario de la serie “Proyecto Blue Book”, en torno al padre de la ufología, ya había trabajado con Point Grey en The Interview y 50/50, y estaba entusiasmada con la idea de colaborar con Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky. “Son geniales y me lo paso muy bien con ellos”, dice. Los tres protagonistas también la conquistaron: “Les veía rodar por el monitor y me moría de risa”.
La diseñadora escogió prendas que sobresalieran en la pantalla. “Cuando se trata de una historia que transcurre casi toda en un solo día, hay que asegurarse de que el vestuario es perfecto y que todos están contentos con la ropa porque los actores, el equipo y el público no verán otra cosa”, dice. “Pero encontrar la ropa perfecta no siempre es fácil. Imagine que está en una fiesta de Halloween y ve a alguien disfrazado de Brady, Thor o Max, seguro que querría saber quiénes son”.
Cuando la diseñadora, que nunca había trabajado con actores tan jóvenes, empezó a pensar en el look de la Panda del Puf, decidió que la ropa debía encajar con su personalidad. “Queríamos un estilo particular para cada uno de los tres”, recalca. “Era importante diferenciarles y hacerlo de forma realista, sin tampoco exagerar. “Lucas tiende a llevar camisetas de colores con un arcoíris y un animal, una prenda para un niño más pequeño”, dice Lee Eisenberg.
Para expresar la ingenuidad de Lucas, Carla escogió un estilo inspirado en la marca Garanimals. “Lucas es el más inocentón, sigue muy apegado a sus padres, por eso decidimos que llevaría ropa más infantil, con colores llamativos”, dice. “Nos inclinamos por diseños que iban desde los helados de cucurucho a dos dinosaurios abrazándose”.
Fue entonces cuando los cineastas descubrieron que Keith L. Williams, que da vida a Lucas, estaba muy interesado en el proceso. “Keith es un experto en moda”, dice Gene Stupnitsky. “Le encanta hablar de ropa. Cuando le preguntamos qué se pondría para el estreno de la película, se limitó a contestar: ‘La prenda perfecta’”.
En cuanto a la ropa roquera de Thor, Brady Noon no le hizo ascos a vestirse como el más chulo de los tres. “Cuando entendimos la personalidad de Brady, pasó de empollón a ser un rebelde”, explica Carla Hetland. “Queríamos darle un aspecto un poco provocador”. Y eso se refleja en su interpretación en “La era del rock”. “Disponíamos de mucho material de referencia e intentamos que fuera único”, sigue diciendo la diseñadora. “La historia tiene un toque muy de los años ochenta, y nos lo pasamos genial diseñando el look de Brady para el espectáculo, así como el vestuario de todos los que suben al escenario”.
Jacob Tremblay en el papel de Max también va a la moda, pero de forma más discreta. “El look de Max es el más normal, también es el que madura más rápido”, explica Carla Hetland. “Los otros dos se esfuerzan en demostrar su personalidad, pero Max ya lleva una chaqueta y una sudadera con capucha, y empieza a rehuir los colores fuertes”.
Ya que Molly y Lily también participan en la aventura, debían tener un estilo propio. “Queríamos que la ropa de las adolescentes y de los universitarios se saliera de lo común”, dice la diseñadora. “Lo primero fue descubrir qué les interesa, sus personalidades, cómo son sus padres, qué música escuchan, todo”. También se inspiró en los decorados del diseñador de producción Jeremy Stanbridge. “Por ejemplo, el diseño de la casa de una familia de clase alta sería moderno, limpio”, sigue diciendo. “La casa de una familia de clase media sería cómoda, con sofás tapizados con motivos florales. Me fijé en lo que hacía Jeremy para diseñar lo que llevarían los jóvenes”.
La diseñadora se encargó de tener muchas prendas repetidas: “Había múltiples versiones de la ropa de los chicos, y no solo por el uso diario o las escenas de acción, sino porque son niños, comen helados, se manchan. Siempre les hacíamos cambiarse antes de comer para evitar los lamparones”.
LOS PERSONAJES...
Max - Jacob Tremblay:
El personaje de Max es el ancla de la narración, por lo que era importante para los cineastas elegir al actor para este personaje en primer lugar. “Queríamos a Max antes que al resto porque es el núcleo de la historia. En su intento de arrastrar a sus amigos, no ve que se aleja de ellos”, explica Gene Stupnitsky. “Las chicas le interesan antes que a los otros dos y es un verdadero romántico. Es el primero que habla de amor”.
“Los chicos de esa edad no maduran a la misma velocidad”, sigue diciendo. “Empiezas a encontrarte a ti mismo a los 12 o 13 años. Hasta entonces, los chicos de tu barrio son amigos tuyos, tus padres son amigos de sus padres. Todo tiene que ver con la proximidad física. Es la edad en la que se empieza a ir a clases de karate, descubres los musicales y te apuntas a baloncesto. Sigues con los mismos amigos, pero todo está cambiando”.
El productor y el director se inclinaron por el joven Jacob Tremblay, que ha trabajado en películas tan taquilleras como Wonder, Predator y La habitación, el drama por el que Brie Larson ganó un Oscar. “Hacía tiempo que hablábamos de Jacob porque nos parecía un gran actor”, dice Lee Eisenberg. “Nos gustaba la idea de que un chico con un rostro inocente dijera cosas tan crudas”, añade Gene Stupnitsky. “Al principio, Jacob era el único actor infantil que conocíamos. Por suerte, tanto a él como a sus padres les interesó el papel”.
Los cineastas se pusieron en contacto con Jacob Tremblay por Skype. “Fue una llamada muy graciosa”, recuerda el productor ejecutivo Josh Fagen. “Jacob nos dijo que siempre había querido hacer una película con otros niños, y todos nos reímos. Grabamos la llamada. Luego, cuando la visionamos, pensamos que había sido mágico”.
Lee Eisenberg reconoce que fue una experiencia curiosa. “Nunca habíamos hablado por Skype con un actor, y menos estando sus padres delante”, dice. “Esperábamos que nos dijeran que querían hablar con nosotros luego, o que nos mandasen a la porra. Pero les gustó el guion y les pareció una buena oportunidad para Jacob. Él estaba entusiasmado porque no había trabajado con muchos niños, a pesar de tener solo doce años”.
Y Gene Stupnitsky añade: “No entendíamos por qué sus padres no nos ponían verdes. Nosotros nos habríamos puesto verdes”. Escoger a Jacob Tremblay tuvo otras ventajas. “Recorrimos quince colegios y acabamos rodando en el colegio al que va Jacob de verdad”.
El joven actor dice que estaba entusiasmado con la idea de trabajar con chavales de su edad. “Estuve en una película titulada Wonder y había muchos más niños”, explica, “pero nunca podía estar con ellos por el tiempo que tardaban en colocarme la prótesis. Pero esta vez me lo he pasado muy bien con mis compañeros”.
En cuanto al diálogo subido de tono de CHICOS BUENOS, los padres de Jacob Tremblay le dieron carta blanca. “Tuve permiso para decir todos los tacos del mundo en esta película”, dice. “Ya había dicho tacos delante de la cámara, pero aquí pasamos a otro nivel. He aprendido muchas palabras nuevas”. Por suerte, podía contar con un experto para echarle una mano, el productor Seth Rogen. “Seth me dijo algo cuando empezamos a rodar y me lo apunté en el guion”, recuerda el actor. “Me dijo: ‘La blasfemia da dinero’”.
Jacob Tremblay también disfrutó trabajando con Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky: “Fue muy divertido trabajar con Lee y Gene porque se inventan diálogos nuevos en el mismo momento”, dice. “Los dos son muy graciosos, he aprendido mucho con ellos”. Ni sus compañeros ni él perdieron un momento para aprender cosas nuevas. “A Brady, a Keith y a mí nos interesa la escritura de guiones. Lee aprovechó para darnos algunos consejos en el plató acerca de cómo desarrollar una historia y transformarla en un guion. Digamos que tuvimos clases de guion gratuitas”.
Lucas - Keith L. Williams:
Lucas es el más inocente de los tres miembros de la Panda del Puf; casi podría decirse que imprime la pauta moral al grupo. “El bien y el mal son muy importantes para Lucas”, explica Gene Stupnitsky. “Sus padres se están divorciando y ya no está seguro de nada. Tiene miedo de perder a sus amigos de siempre y siente que su vida está del revés. Son muchas cosas en las que pensar, y eso asusta cuando tienes once años”.
Además, es la antítesis del rebelde. “Es el más adorable de los tres, el que menos probabilidades tiene de beber cerveza o de besar a una chica. Sigue las reglas, pero las reglas cambian, y eso hace que le cueste mucho integrarse en el mundo”.
Para el papel de Lucas, un chico adicto a los juegos de rol, el director y los productores no dudaron un segundo en escoger a Keith L. Williams, que ha trabajado recientemente con Will Forte en la serie “El último hombre en la Tierra”. “El chaval es dinamita pura”, dice Gene Stupnitsky. “Fue una suerte tenerle, no se le escapa una. Nunca sabíamos con qué iba a sorprendernos, por dónde iría, qué se le ocurriría. Por ejemplo, a veces gritaba en vez de hablar. Nunca pensamos que esas tomas nos servirían, pero eran las que más encajaban en el montaje”.
Conquistó a todo el mundo sin excepción. “Keith es adorable”, dice Josh Fagen. “Todos estábamos de acuerdo en que tenerle de ancla era impagable. Creemos que el público estará con él. Y su vena cómica es única”.
El joven actor reconoce que no todo era espontáneo. “Fui a clases de improvisación antes de que me dieran el papel de Lucas”, dice. “Pero nunca había improvisado tanto como en esta película, y ahora me sentiría mucho más seguro de mí mismo si tuviera que volver a improvisar en un papel”.
Con el fin de asegurarse de que todo iría sobre ruedas, el director y los productores le pidieron que hiciera una prueba con Jacob Tremblay. Y al igual que este último, estaba deseando trabajar con niños de su edad. “Lo que más me ha gustado de este papel es haber estado con chicos de mi edad”, dice. “Cuando no estábamos en el plató, Jacob, Brady y yo jugábamos con videojuegos, nadábamos y veíamos películas. Jacob nos sirvió de guía por Vancouver. No conté nada de la película a mis amigos, quería sorprenderlos, solo les dije que estaba rodando en Canadá”.
Sus compañeros están de acuerdo en que Keith tiene mucho en común con el personaje que interpreta. “Keith se parece a su personaje porque es muy cariñoso”, dice Jacob Tremblay. “Cae bien a todo el mundo porque es simpático y se pasa bien con él”.
Keith L. Williams no niega que haya un parecido con Lucas. “Lucas es una persona prudente, responsable”, dice. “Pero también tiene un lado oscuro, y yo prefiero ese lado. No le interesa ser uno de los chicos ‘guay’ del colegio como ocurre con Max y Thor, pero no lo reconoce delante de ellos. Me parezco a Lucas porque soy maduro para mi edad. De haber sido yo, les habría impedido hacer volar el dron y les habría dicho que buscaran en Internet cómo se besa. Una de mis frases favoritas en boca de Lucas es: ‘No voy a besar a nadie hasta enamorarme’”.
Thor - Brady Noon:
En cuanto al tercer miembro de la Panda del Puf, los guionistas siempre vieron a Thor un poco como el personaje de “Bocazas” en Los Goonies. “Nos atraía la idea de un sabelotodo”, dice Lee Eisenberg. “El típico chaval que empuja a los demás, pero cuando llega el momento de la verdad, es el que más se asusta. Buscar a un actor para este papel fue la parte más difícil del casting porque no se trataba solo de encontrar a un chico, sino de que encajara en el grupo. Probamos con muchos chavales para ver cómo funcionaban como trío. Vimos a cientos de chicos para este papel y acabamos pensando que estábamos equivocados, que debíamos cambiar de actitud. Pero apareció Brady Noon y, basándonos en cómo leyó los diálogos, decidimos que éramos dos guionistas brillantes”.
La joven estrella de la miniserie “Boardwalk Empire” mandó un vídeo de prueba. El director y los productores vieron inmediatamente que tenía talento. “Le dimos el papel el día que vino a hacer una lectura con sus dos compañeros, pero no volvimos a verle hasta aproximadamente un mes antes de que empezara el rodaje”, recuerda Lee Eisenberg. “Su primera prueba fue mediante una conversación por Skype. Su madre estaba en la habitación, leyendo, no la veíamos. Entendimos que no podía decir tacos – como ocurría con los otros dos chavales – y que estaba tanteando para saber hasta dónde podía llegar. Le pasamos notas tipo: ‘No dudes en recalcar la palabra “joder” cuando llegues a ella’. Sinceramente, fue bastante extraño sabiendo que su madre, una de las profesoras del colegio de Brady, estaba ahí mismo”.
Gene Stupnitsky alaba a Brady Noon, no solo por tomarse la prueba muy en serio, sino por todo el rodaje. “Brady es el responsable de gran parte del humor de la película”, explica. “Es un cómico de primera. Sabía exactamente dónde debía ir el chiste de forma totalmente natural. Nos dejó asombrados”.
Thor se esfuerza en ser “guay”, pero no acaba de encajar. “Tiene miedo de que le juzguen y de lo que opinarán sobre él”, dice Brady Noon. “Es un chico muy abierto al que le apasiona la música y el canto. Por cierto, a mí no me dejan hacer ni la mitad de las cosas que hace Thor, como hablar mal, irme solo al centro comercial o ponerme de pie en las mesas”.
Si lo anterior no demuestra que Brady Noon era el actor soñado para el papel, también aportó su experiencia. “He bailado, cantado y trabajado en muchas obras de teatro en el colegio”, dice. “Creo que todos se quedaron sorprendidos cuando me oyeron cantar. Luego, Lee se paseó por el plató preguntando si me habían oído”. Hace falta dejar claro que obtuvo el papel por su innato don cómico. “Brady canta muy bien, pero si hubiera cantado fatal, le habríamos doblado”, dice Lee Eisenberg. “Nos moríamos de risa con él”.
Brady Noon recuerda la última lectura con sus compañeros. “Abrí la puerta y vi a Seth Rogen sentado en la mesa. Me quedé de piedra”, recuerda. “Le llamé ‘Sr. Rogen’, no podía creer que iba a estar en una película producida por él. Al igual que Jacob Tremblay, le gustó la idea de trabajar con actores jóvenes “Fue genial trabajar con chicos de mi edad porque nos entendemos”, explica. “Casi siempre he trabajado con adultos que no comprenden lo que nos gusta”.
LOS PERSONAJES SECUNDARIOS DE "CHICOS BUENOS"...
Es totalmente imposible que tres chicos buenos se comporten de forma tan estrafalaria sin la ayuda de padres preocupados, profesores de teatro con preferencia por la coca, vecinas suspicaces y miembros de una fraternidad dispuestos a ayudar. Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky se aseguraron de que completarían el reparto algunos de los actores secundarios más experimentados del momento, así como algunas caras casi desconocidas que son capaces de ser el centro de la atención incluso en los momentos más graciosos de las secuencias de la Panda del Puf.
Uno de los rasgos de las creaciones de los dos guionistas es imaginar historias para los personajes secundarios. “Muchas veces, la carcajada llega gracias a un personaje en segundo plano”, dice Lee Eisenberg. “Por ejemplo, la familia de Lucas que ve la serie ‘This Is Us’ y come tacos cada martes, ¿por qué se divorcian los padres? O Atticus (Chance Hurstfield, la serie “A Million Little Things”), cuyo padre conduce borracho y defrauda a Hacienda, y cuya madre plagia un libro. Da igual que sea Atticus o el aspecto de la nueva casa del padre de Lucas, ahora que vuelve a estar soltero, las cosas pequeñas nos hacen gracia, ojalá también funcionen para el público”.
Hannah - Molly Gordon:
La primera superenemiga del trío es la adolescente Hannah, interpretada por Molly Gordon, que se dio a conocer en la comedia de Melissa McCarthy El alma de la fiesta y la serie “Animal Kingdom”. “Hannah sale con un tipo raro mayor que ella llamado Benji”, explica la actriz. “Últimamente no ha pasado mucho tiempo con su mejor amiga Lily, encarnada por Midori Francis, pero recupera la sensatez y rompe con su novio. Invita a Lily a un concierto y quiere pasar más tiempo con ella, como antes. Pero los chicos no son los únicos que están cambiando, Hannah y Lily también se enfrentan a grandes cambios en su vida. Su amistad parece haber tomado otra dirección”.
Por culpa de varios imprevistos, Hannah y Lily se ven obligadas a tener contacto con la Panda del Puf. “Hannah vive en la casa vecina a la de Max”, dice Molly Gordon. “Max y sus amigos espian a Hannah con un dron para saber cómo se besa de verdad. Pero Hannah, que aún no ha superado su relación con un hombre mayor, decide dar dos lecciones a los chavales. Primera, deben respetar a las mujeres; segunda, no se espía a nadie. Y les quita el dron para que aprendan”.
Molly Gordon descubrió que sus jóvenes compañeros también podían enseñarle algo. “En mis anteriores películas siempre había sido la más joven en el rodaje”, dice. “Fue interesante trabajar con los chicos porque no se cortaban probando cosas nuevas. Estaban dispuestos a todo y me dieron la suficiente confianza en mí misma para probar cosas nuevas también”.
Gene Stupnitsky comenta que Molly Gordon tiene un sentido del humor corrosivo. “Nos preguntó a Lee y a mí si la habíamos escogido porque se llamaba Molly”, recuerda el director. “Se refería a Jacob como ‘ese hombre de 87 años’”. El cineasta estaba entusiasmado con la maldad que aportó al personaje. “Siempre nos gustó la idea de que quien persigue a los chavales son dos chicas adolescentes de 16 años”, sigue diciendo. “No estamos en Collateral, con Tom Cruise. Existe una dinámica en ambos sentidos con Max, Brady y Thor”.
Lily - Midori Francis:
Lily, la mejor amiga de Hannah, no aguanta a los tontos, y menos si son unos niños que le estropean el fin de semana. “Fue genial trabajar con Molly y Midori porque son hilarantes”, dice Gene Stupnitsky. “Hannah y Lily lo tienen todo planeado, y los chicos se meten donde nos les llaman. No son malas, ni mucho menos, no quieren hacer daño a nadie, pero van a ir a un concierto y tres chavales no se lo impedirán”.
Midori Francis admira la fuerza y determinación de su personaje. “Lily no se detiene ante nada”, dice. “Hace lo que quiere y dice lo que le apetece”. En realidad, la relación entre Hannah y Lily está madurando, como ocurre con los chicos. “La película también habla de nuestras amistades en la niñez y la juventud, y de cómo evolucionan”, añade la actriz.
Molly Gordon y Midori Francis interpretan todas sus escenas juntas, por lo que debía haber una conexión entre ambas. “Hice unas cuantas lecturas con otras actrices que querían el papel de Hannah”, recuerda. “No escogieron a ninguna, pero cuando llegó Molly, la química fue inmediata. Hannah y Lily son el obstáculo que se alza en el camino de los chavales, y se lo pasan de maravilla haciéndolo”.
Midori Francis se asemeja bastante a un Terminator cuando decide recuperar el MDMA (éxtasis) de Max, Thor y Lucas. Con la ayuda de la especialista Irma Leong, la actriz corre como una campeona olímpica e incluso hace una demostración de parkour lanzada detrás de tres chicos aterrados. También se lo pasó muy bien con la comedia verbal y la improvisación constantes de los dos cineastas. “Siempre llego al plató con los diálogos aprendidos”, dice, “pero lo mejor era cuando Lee y Gene se lanzaban a improvisar en medio de una escena”.
El padre de Max - Will Forte:
Tratándose del papel del padre de Max, que le deja muy claro a su hijo que no debe tocar el dron, el dúo de guionistas no dudaron en llamar a Will Forte, el actor que encabezaba su lista. “Will y yo nos hicimos amigos hace diez años, y adoro la película McGruber”, dice Lee Eisenberg. “Nos hacía falta alguien desternillante, pero que también comunicara solidez e incluso tuviera un toque amenazante. Will es perfecto. Le lanzábamos frases desde fuera del plató, pero a él se le ocurrían otras tantas. Cambiaba de interpretación de una toma a otra, y es graciosísimo cuando está enfadado”.
Gene Stupnitsky está totalmente de acuerdo en que McGruber es un auténtico clásico de culto. “Es una de las películas más divertidas de la historia”, dice. “Me muero de risa viéndola solo en casa. Will es brillante, puede conmigo”.
Jacob Tremblay fue testigo de la versatilidad y fuerza cómica de Will Forte. “Will es muy gracioso”, dice el joven actor. “Me costó mucho mantener una cara seria en la escena en que Will le grita a Max. Tuve que morderme la mejilla”.
Por cierto, tres actores de CHICOS BUENOS trabajan en la misma serie, pero no sabían que se iban a encontrar en el plató. “Keith Williams y yo trabajamos con Will en El último hombre en la Tierra”, dice Jacob Tremblay. “Me parece una conexión genial”.
La madre y el padre de Lucas - Retta y Lil Rel Howery:
Los padres de Lucas, que acaban diciéndole a su hijo que van a divorciarse, son dos motores cómicos, Retta y Lil Rel Howery. Aunque son papeles pequeños, sus escenas están entre las más memorables. “¿Que si son buenos?”, pregunta Gene Stupnitsky. “Solo estuvieron rodando un día, pero les sacamos todo lo que podíamos. Su energía no tiene nada que ver. No debemos olvidar que cada personaje de esta película tiene su propia peliculita. Están en medio de un divorcio y cuentan una historia. Se separan, pero deben criar a un hijo e intentan hacerlo lo mejor posible”.
Desde la serie “Parks & Recreation”, pasando por “Girlfriends’ Guide to Divorce”, hasta su papel actual en “Chicas buenas”, a Retta solo le hace falta una mirada para decirlo todo. La actriz dice que Keith L. Williams, su hijo en la película, le sorprendió. “Keith es un cielo, un poco como un niño perfecto”, comenta. “Puede que se debiera a que su padre estaba presente en el rodaje, pero a mí me lo parece y lo mantengo”. Añade que trabajar con Lil Rel Howery fue genial: “Nunca había compartido un plató con Rel, y no me decepcionó. Me encantaban sus monólogos, su facilidad para improvisar me conquistó”.
A Lil Rel Howery le vimos en las escenas cómicas de Déjame salir, que servían para rebajar la tensión, en la serie de HBO “Insecure” o protagonizando A ciegas, y ha demostrado con creces ser un actor multidimensional. “Me lo pasé muy bien trabajando con Retta y Keith”, dice. “Keith tiene un gran futuro en cine y televisión, le sobra energía y lo transmite en la pantalla. Llevaba tiempo queriendo trabajar con Retta, es una gran cómica. Me muero de ganas de que nos vean juntos en la pantalla”.
Benji - Josh Caras:
La curiosidad de la Panda del Puf se despierta cuando ven a Molly besar a su descarado e insoportable novio Benji, al que encarna Josh Caras, de Emboscada final. Molly recupera el sentido común y corta con el imbécil varios años mayor que ella, pero los chicos descubren que solo él puede ayudarles a hacerse con lo que necesitan para sustituir el dron del padre de Max antes de que este regrese a casa. Conciben un plan muy equivocado y se acercan a la fraternidad de Benji, donde descubren un nido de universitarios tarados.
Benji representa todo lo que los chavales no quieren ser cuando crezcan. Al parecer, se muere por Molly, y los tres comprenden que no ha pasado de la adolescencia, que solo se quiere a sí mismo y que su mayor objetivo es impresionar a sus compañeros de fraternidad. Armados con una pistola de paintball y con la fuerza hormonal de la adolescencia, Max y sus amigos reducen, sin querer y en unas escenas hilarantes, a Benji y a sus chicos.
Claude - Stephen Merchant:
En un momento dado, los tres chicos, desesperados por conseguir dinero para comprar un nuevo dron, intentan vender una valiosa carta del videojuego “Ascension” a través de Internet. El potencial comprador está a punto de llegar y se les ocurre que podría ser un pedófilo. Entonces, sientan en el sofá del salón la muñeca hinchable tamaño natural que Thor encontró escondida en casa de sus padres. La idea es hacer creer al comprador que la muñeca es la madre de Thor. Y llega el comprador, al que da vida el guionista, productor, director y actor Stephen Merchant. Los cineastas ya habían trabajado con él en la época de “The Office” y sabían que nadie más podía meterse en la piel del extraño personaje, un hombre que, casualmente, también es un experto coleccionista de “sex dolls” y que acaba más interesado en la muñeca que en la carta del videojuego.
“Escribimos el papel pensando en Stephen”, dice Gene Stupnitsky. “Es una de las personas más divertidas del planeta y un gran amigo nuestro. Además, Stephen con niños es irresistible. Su altura le convierte en un adulto amplificado. Crea una distancia física entre él y los niños, sobre todo por la forma en que los mira. A la vez, su personaje quiere la carta como sea, y eso hace que, emocionalmente, esté al mismo nivel que los chavales”.
Stephen Merchant, Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky exprimieron hasta la última gota el potencial cómico de la extraña escena. “Hablé con Stephen cuando vino a probarse el vestuario”, dice el productor. “Su motivación era la misma que si hubiera sido un papel protagonista, sobre todo tratándose de un personaje al que los chavales ven como a un pedófilo que intenta comprar una sex doll de segunda mano a tres doceañeros”.
Los jóvenes actores también disfrutaron trabajando con un improvisador de la talla de Stephen Merchant, cuyo personaje se mete en un lío cuando intenta llegar a un acuerdo económico con el trío. “Me costó mucho no reírme a carcajadas cuando rodamos la escena con Stephen porque improvisa constantemente”, recuerda Keith L. Williams. “Me encanta su acento”.
Jacob Tremblay está de acuerdo con su compañero: “Stephen es genial poniendo cara de palo. No sé cómo lo hace, pero lo consigue”.
Stephen Merchant dice que gracias a su trabajo en CHICOS BUENOS ha descubierto nuevas vertientes interpretativas: “Hice muchas cosas por primera vez en esta película. Nunca había trabajado con tres chicos adolescentes, con una perilla, con una sex doll tamaño natural. Tenía que llevarla en brazos y pesaba una tonelada; me hice daño en la espalda levantándola. No sabía que los pervertidos sexuales tuvieran una musculatura tan poderosa”.
Aparte de los dolores de espalda, no puede dejar de alabar el talento de los jóvenes actores. “Jacob, Keith y Brady me parecieron tremendos”, dice. “Lo genial de trabajar con niños es que aún carecen del impulso actoril de cuestionarlo todo. Un niño no se pregunta qué le motiva. Lee y Gene no pierden treinta minutos explicándole a Jacob por qué su personaje lleva una máscara; se la pone e interpreta la escena. No puede decirse lo mismo de la mayoría de los nominados al Premio SAG (Sindicato de Actores de la Pantalla)”.
En cuanto a formar parte de las futuras aventuras cinematográficas de Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky, dice que está orgulloso de ellos… hasta cierto punto. “Me encanta trabajar con Gene y Lee desde que eran guionistas de ‘The Office’”, comenta. “Incluso después de acabar el guion, se esfuerzan en mejorarlo, en buscar otro gag, algo. Solo espero que esta película sea tan exitosa que ni me contesten cuando les llame”.
EL CASTING DE LOS CAMEOS...
Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky remataron el casting con una estupenda colección de grandes talentos cómicos dispuestos a hacer cameos. “Reflexionamos bastante sobre esto”, dice Lee Eisenberg. “No había muchos papeles para adultos, por eso intentamos poblar la película con las personas más divertidas que conocíamos. Algunas no tenían tiempo para hacer un papel importante, pero sí podían disponer de un día o día y medio. Les bastaba con una escena para hacerse con ella”.
Como, por ejemplo, Mariessa Portelance en el papel de la madre de Max; Michaela Watkins como la vendedora de drones en el centro comercial; Matt Ellis como el Sr. K, el bienintencionado profesor de teatro, y Sam Richardson, como el suspicaz agente Sacks en una tienda de comestibles. “Todos estaban entusiasmados con la idea de participar en CHICOS BUENOS porque el guion era muy divertido”, explica el productor ejecutivo Josh Fagen. “Tuvimos la enorme suerte de que se apuntaran grandes cómicos para los papeles más pequeños”.
Pero esto también incrementó la tensión. Algunos de los actores no sabían hasta el último momento si conseguirían liberarse para rodar. “Reconozco que estoy obsesionado con Sam Richardson, de la serie ‘Veep’”, dice Lee Eisenberg. “Queríamos que hiciera algo a toda costa, y el último día de rodaje por fin apareció. Estábamos muy nerviosos, pero lo conseguimos”.
Hubo momentos realmente hilarantes como consecuencia de la perfecta preparación de los jóvenes actores y la improvisación espontánea de los actores escogidos para los cameos. “Los chicos se sabían los diálogos al dedillo”, dice Lee Eisenberg. “Memorizaban monólogos de diez frases sin ningún problema. Pero con algunos de los actores, los diálogos cambiaban con cada toma. Por ejemplo, le dijimos a Sam Richardson que cuando entrase, debía quejarse de que trabajaba muchas horas por la razón que fuera. Cada vez que rodábamos, daba una razón diferente aún más hilarante que la anterior”. Fieles a sus costumbres, los cineastas pensaron que incluso un personaje con dos frases tenía derecho a una historia. En la escena de Tom Richardson en la piel del agente Sacks, hace una breve llamada a su compañera y le dice que no le interesa tener hijos. No sabemos nada de la mujer con la que está hablando, pero el director, el productor y el actor sí. “Ella también es policía, una subinspectora, mientras que él es policía de patrulla”, explica Gene Stupnitsky. “Hay un desequilibrio de poder en la relación”.
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