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CRITICA
Por: PACO CASADO
Llama la atención que esta película esté producida por Seth Rogen y Evan Goldberg, los mismos de títulos como Supersalidos (2007), Superfumados (2008) y La fiesta de las salchichas (2016) al estar interpretada por preadolescentes, lo que rebaja la edad de los protagonistas de las comedias de institutos, por lo que no es de extrañar que se incluya algún exabrupto inadecuado o hablar de sexo a estos mocosos como si fueran adultos, como suele ser habitual en producciones de este género para adultos.
A Max le han invitado a su primera fiesta de besos, pero hay un problema: no ha besado nunca a una chica y no sabe cómo se hace.
En compañía de sus mejores amigos, Thor y Lucas, Max decide espiar con el dron de su padre, que tiene prohibido tocarlo, a una pareja que creen se están dando el lote en una casa cercana.
Pero el plan no les puede salir peor ya que el dron se escapa de su control y el recuperarlo le va suponer una auténtica y arriesgada aventura.
Decididos a conseguirlo antes de que regrese el padre de Max, los tres amigos comienzan una odisea que les llevará a meterse en un asunto de drogas, a verse perseguidos por la policía y por unas adolescentes, ya que ambos grupos tienen algo que le pertenece al otro, los chicos han cogido un bolso que contiene algo comprometedor para las chicas y ellas en cambio han recuperado el dron que con tanto afán buscan ellos para no verse castigados por el padre de Max.
Los protagonistas de esta divertida historia son esos tres chicos de doce años que un día abandonan la escuela y se embarcan, sin querer, en esta épica aventura y todo por asistir a una fiesta con chicas dispuestas a dejarse besar.
No solo Max tiene el problema antes aludido, ya que a Thor algunos chicos le acosan en el colegio y le apodan biberón por no atreverse a probar la cerveza y mientras que a Lucas, sus padres le acaban de decir que se están divorciando en esos momentos con todo lo que eso supone de trauma, aunque también tenga algunas ventajas.
Es una comedia con un presupuesto elevado para lo que es en sí ya que no tiene actores conocidos y los protagonistas son los tres chicos preadolescentes, pero ya lo ha multiplicado por cinco únicamente en Estados Unidos con buenas recaudaciones en taquilla, algo que también está sucediendo en España.
Es la típica cinta que todo su humor se basa en el contraste, en lo que pretenden hacer los pequeños protagonistas tratando de imitar a los mayores cuando empiezan a descubrir la relaciones con la niñas, los besos, la interpretación que le dan al uso de los juguetes sexuales para adultos, el tomar bebidas alcohólicas como la cerveza aunque no les guste y la encuentren amarga, etc. aunque hay que reconocer que a veces resultan graciosos.
Los tres forman una pequeña pandilla a la que denominan Los superbrothers al sentirse tan unidos y tan amigos como si fueran hermanos y todo lo quieren hacer juntos, por ejemplo ver por internet escenas porno para aprender a besar a las chicas o cómo utilizar una muñeca hinchable, entre otras cuestiones divertidas.
La verdad es que la historia funciona, sobre todo de cara a un público juvenil que se lo pasa bien con estas situaciones comprometidas en las que se ven metidos los chicos sin pretenderlo.
Lo que se puede sacar de positivo es la defensa de la amistad y lo traumático que puede ser un divorcio para los niños.
Los pequeños protagonistas se comportan bien, debido a que los tres tienen experiencia ante las cámaras por haber actuado en series de televisión o en algún que otro film cumpliendo con sus respectivos cometidos entre los que se dan también ciertos contrastes como la estatura o la raza.
En la dirección encontramos el debut de Gene Stupnitsky que proviene de realizar dos series televisivas y producir una docena de ellas como experiencia previa, por lo que no se complica la vida en la puesta en escena.
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