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SINOPSIS
Descubre el disparatado caso real de gente corriente que consiguió jugársela a Wall Street y se hizo rica convirtiendo GameStop (una popular tienda de videojuegos y electrónica) en la empresa más candente del mundo. La historia definitiva de David contra Goliat. En medio de todo este embrollo se encuentra Keith Gill, un tipo cualquiera que invirtió los ahorros de su vida en acciones y empezó a publicar sobre ello en redes sociales. Gracias a sus consejos bursátiles, su popularidad estalló, al igual que lo hizo su vida y la de todos sus seguidores, que empezaron a enriquecerse de la noche a la mañana. No obstante, los multimillonarios no tardaron en contratacar, desencadenando una de las batallas financieras más feroces vividas en Wall Street...
INTÉRPRETES
SHAILENE WOODLEY, MYHA'LA HERROLD, VINCENT D'ONOFRIO, SETH ROGEN, CLANCY BROWN, PAUL DANO, PETE DAVIDSON, SEBASTIAN STAN, ANTHONY RAMOS, NICK OFFERMAN, DANE DeHAAN, AMERICA FERRARA, KATE BURTON, TALIA RYDER, RUSHI KOTA, CHRISTINA BRUCATO, LARRY OWENS
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NOTAS DE DIRECCIÓN...
He de decir que esta historia se me hubiera pasado si no fuera por mi hijo, que por entonces tenía 24 años y estaba viviendo en casa. Supongo que mucha gente se vio con la prole en casa durante la pandemia. Todos compartíamos esa misma sensación de miedo y aislamiento y la incertidumbre reinaba por doquier. Además, empezaba a sentirse el runrún de la indignación de la gente ante un sistema que marginaba a la clase baja para favorecer a los ricos. Teníamos el caldo de cultivo perfecto para que ocurriese un fenómeno como el de GameStop.
El caso GameStop está relacionado con las inversiones bursátiles, pero tiene una lectura mucho más amplia. Por aquel entonces la pandemia, el aislamiento y el malestar social habían llevado al límite al país. La gente necesitaba una salida, una plataforma para expresarse, un portavoz. Y ese portavoz apareció de forma inesperada a través de Roaring Kitty: un tipo que subía vídeos a YouTube y escribía en los foros de Reddit. No estaba incitando a una revolución; no se engorilaba ni soltaba un rollo provocador ni amenazante. Hablaba con sinceridad, modestia y honestidad. Roaring Kitty sencillamente comentaba la jugada y, además, creía firmemente que las acciones de GameStop estaban infravaloradas.
La gente empezó a darle bola y la mente colmena de internet decidió usar a GameStop para jugársela a Wall Street. Se les presentaba la oportunidad de devolvérsela a los de los fondos de alto riesgo y de ganar dinero mientras lo hacían. Todo iba como la seda, hasta que se truncó.
Viví la historia muy de cerca porque mi hijo estaba metido en el ajo. Había montones de publicaciones y de memes sobre el tema. Vi como Wall Street Bets ganaba miles de seguidores hasta llegar a los 8 millones de usuarios. Compartía la frustración y la alegría de la gente y la intensidad de las fluctuaciones de la bolsa. Después vino el enfado y la indignación cuando obligaron a cerrar la app Robinhood, seguida de la sensación de catástrofe y la bajona. Fue como una montaña rusa de euforia, que nos dejó emocionalmente agotados.
Unos meses más tarde me llegó el guion de «Golpe a Wall Street», escrito por Lauren Schuker Blum y Rebecca Angelo (dos guionistas con las que estaba colaborando en otro proyecto por entonces). Me pareció increíble y complejo, y me enganchó desde la primera página. Me gustó mucho cómo iban contando los hechos a través de varios personajes que iban hilando una historia tensa y frenética, con grandes dosis de humor y la irreverencia característica de la comunidad GameStop. Contaban esta emocionante historia de David contra Goliat a través del personaje de Keith Gill (el mismísimo Roaring Kitty), un tipo cualquiera que se convirtió en un héroe popular cuando invirtió todos sus ahorros en comprar acciones y desató todo un movimiento social.
Contábamos con tan solo 31 días para el rodaje y me esforcé al máximo por lograr transmitir la intensidad y el agobio que sintieron esos pequeños inversores. Fue una experiencia curiosa porque trabajamos con un reparto muy grande pero durante un periodo de tiempo muy reducido y, además, los actores casi nunca coincidían. En un rodaje normal, sueles ir conectando con el reparto a medida que vas avanzando, pero en este caso contamos con ellos muy pocos días. Por eso tuvimos que ir ajustando el calendario semanalmente en función de los diferentes ritmos y estilos, sin salirnos del guion y sin alejarnos de la historia. Paul Dano fue la excepción. Conseguimos pasar tiempo juntos antes de empezar a rodar y fue superproductivo. Muchas escenas surgieron de nuestras conversaciones en preproducción. El propio Paul se documentó muchísimo para el papel de Roaring Kitty, leyendo artículos y estudiando horas y horas de vídeos. Me sorprendió lo bien preparado que estaba y consiguió imprimirle a su personaje esa humanidad y sentido del humor que hacían del Roaring Kitty real un personaje tan interesante.
Seth Rogen nos ha regalado una interpretación muy contenida, que capta tanto la tensión de la situación como la humanidad de su personaje. Por su parte, America Ferrera consiguió transmitir esa sensación de esperanza y frustración que compartía tanta gente.
Todos los actores tenían que presentarse al rodaje y meterse en estos personajes tan intensos, haciéndose con el tono de la película en muy poco tiempo. Me han sorprendido mucho y estoy muy contento con su trabajo. Además, todo el equipo técnico, con quien llevo mucho tiempo colaborando, también ha estado a la altura, y gracias a ellos hemos podido trabajar a un ritmo muy frenético y además darle margen a los actores para que disfrutaran.
Como viví la emoción, la frustración y el miedo del caso GameStop con mi hijo, pude encarar la historia desde un punto de vista emocional y humano, que es algo que buscamos los cineastas.
Esta es la historia de un tipo cualquiera que se embarca en un viaje subversivo y alocado, y espero que ponga el foco en lo mal repartida que está la riqueza en Estados Unidos y nos motive a dialogar sobre cómo cambiar el sistema.
¡DESPEGAMOS!...
En enero de 2021 mucha gente ya no reconocía el mundo que los rodeaba. Llevábamos nueve meses de confinamiento, algo que nunca habíamos vivido antes, y no tenía pinta de que aquello fuera a terminar pronto. Las vacunas todavía no estaban disponibles para el gran público y había mucha ansiedad y nerviosismo. Ese mismo mes se produjo el asalto al Capitolio, que amenazó las elecciones y el concepto de la democracia en Estados Unidos.
Por inverosímil que fuera lo ocurrido en enero, esa incertidumbre extrema, la brutal agitación social y la creciente frustración por la desigualdad económica no eran más que la punta del iceberg de un mundo roto que llevaba décadas agrietándose. Desde 1989 el 10 % de los hogares estadounidenses más ricos ha incrementado su patrimonio neto en 29 billones de dólares, mientras que la mitad más pobre ha visto caer el suyo. La situación se encrudeció aún más con la nueva normalidad que nos trajo 2021, cuando el 1 % acaparó casi dos terceras partes de la nueva riqueza y las personas más ricas del mundo vieron cómo se duplicaba su patrimonio.
Así las cosas, de la noche a la mañana, unos inversores aficionados (gente de a pie, normal y corriente) transformaron GameStop (una tienda de videojuegos física) en una de las empresas mejor valoradas del mundo. Al hacerlo, llevaron a la quiebra a varios fondos de alto riesgo y cambiaron la forma en que las grandes empresas de Wall Street invierten en el mercado de valores. Fue un levantamiento popular contra la desigualdad económica, liderado por trolls de Internet que dejaban comentarios de haters en un foro, salpicados por emojis de monos con platillos, cohetes a la luna (prediciendo que GameStop iba a despegar) y manos al lado de un diamante (en referencia a que iban a agarrarse fuerte a las acciones). Lo increíble fue que les salió la jugada.
Golpe a Wall Street cuenta la versión de David contra Goliat más inverosímil de la historia. Es una película tan divertida como sentimental que explica al público cómo se fraguó esta imposible situación y cómo se desarrollaron estos hechos tan insólitos.
«Durante años, los expertos de Wall Street decían que ellos hacían inversiones con cabeza y, por contraposición, que los inversores particulares invertían calderilla», explica el director Craig Gillespie (Yo, Tonya y Lars y una chica de verdad). «Hablan de “calderilla” porque dicen que los particulares invierten dinero pero nunca ganan nada. Lo que pasó con GameStop, y de lo que habla la película, es que la gente de a pie sentía que el sistema estaba amañado para favorecer siempre a los mismos y surgió un movimiento para dar voz a ese descontento».
Según el productor Aaron Ryder, lo que hicieron los fans de GameStop para hacerle frente a ese sistema amañado fue ludificar la bolsa. «La historia de GameStop llamó la atención de gente que no solía invertir en el mercado de valores», comenta. «Se convirtió en una especie de David contra Goliat. De ellos contra nosotros. Fue una revuelta popular».
La relación entre inversores particulares e institucionales la conoce bien el productor Teddy Schwarzman, puesto que trabajó de agente de bolsa en Wall Street antes de fundar la empresa Black Bear para financiar, producir y distribuir largometrajes. «Los inversores particulares no contaban para nada. El mercado pasaba de ellos. Por norma, las acciones suben o bajan en función de la oferta y la demanda de los fondos de alto riesgo, los fondos de pensiones y una serie de algoritmos complejos diseñados por licenciados en económicas desde sus despachos pomposos. Los pequeños inversores simplemente no tenían la capacidad de hacerle frente a esos monstruos. Lo que pasó con el fenómeno de GameStop es que, por una vez en la vida, se volvieron las tornas. Creo que por eso para Keith Gill y todos esos inversores novatos, GameStop se convirtió en algo más que un valor que cotizaba en bolsa. Se convirtió en todo un movimiento».
El impulsor de ese movimiento se llama Keith Gill, un tipo de clase trabajadora que vive en Brockton (Massachusetts). Durante el día, trabaja como analista financiero y bróker en una enorme aseguradora llamada MassMutual, pero en su tiempo libre publica vídeos en YouTube con el usuario Roaring Kitty y comenta en WallStreetBets en Reddit, un foro tan soez como vulgar y divertido donde los usuarios comparten estrategias de inversión bastante agresivas.
Kitty comenta que ha invertido todos sus ahorros (53.000 $) en acciones de GameStop, una tienda de videojuegos física. En el mundillo de las grandes inversiones y de los fondos de alto riesgo, GameStop era considerado un mal negocio: teniendo en cuenta que hoy en día los juegos se pueden descargar directamente, les parecía que GameStop estaba en las últimas. De hecho, algunos fondos —encabezados por Melvin Capital de Gabe Plotkin— habían empezado a forzar el activo al alza para llevar a cabo un estrangulamiento de posiciones cortas, y apostaban por la caída del precio. Pero eso a Keith le da igual, cree que se equivocan. Gill se pasa horas explicando su estrategia, dejando bien claro que no está dando consejos financieros. Simplemente le gusta la empresa».
Los vídeos de Gill en YouTube «son una frikada», dice Gillespie. «Le ves ahí con la bandana y la camiseta del gatito. No va de nada».
Quizá la honestidad de Roaring Kitty es lo que le ayudó a conseguir tantos seguidores. Podría parecer que escuchar horas y horas de análisis de mercado sería un rollo, pero enganchaba a sus seguidores. Y cada vez más gente se decidía a invertir en GameStop con posiciones largas.
Poco a poco, las acciones empiezan a despegar. Y de repente, el fenómeno se convierte en algo más que la historia de un hombre o un activo. Representa todas las formas en que el sistema financiero que rige nuestra vida ha dejado de estar al alcance de la gente común. «Una persona empezó a difundir su mensaje en internet, sin saber si le escuchaba alguien, y ese mensaje le llegó a muchísima gente. Y todas esas personas se unieron a este movimiento», dice Schwarzman. «La gente necesita creer en algo grande. Y lo que unos veían como un simple activo en bolsa, representaba mucho más para otra gente».
Parecía un juego, todo era muy emocionante, pero el dinero que se invertía era real. «A todo el mundo le gusta formar parte de un movimiento. Todo el mundo sueña con acabar con los cabrones de Wall Street, y ésta era la oportunidad perfecta para hacer realidad ese sueño. Pero la bolsa es como es: sube, baja y se manipula (normalmente a través de los fondos de alto riesgo)», comenta Ryder. «Algunas personas invirtieron ingentes cantidades de dinero, vendieron justo a tiempo y se hicieron de oro. Otros entraron en el momento adecuado pero tardaron en vender, con lo que sacaron pocos beneficios. Y otros invirtieron mucho dinero, no vendieron a tiempo y perdieron una pasta. Algunos se llevaron una buena tunda».
Y en el otro lado de la balanza estaban los multimillonarios de las posiciones cortas, como Plotkin con su Melvin Capital, Steve Cohen y Ken Griffin, que no se cortan a la hora de demostrarle a los inversores particulares quién dirige el cotarro en Wall Street.
Son ellos los que dictan las normas que hacen que servicios financieros como Robinhood y empresas de creación de mercado como Citadel Securities, la empresa de Griffin, consigan unos beneficios espectaculares, independientemente del comportamiento de los mercados. «Ken Griffin se lleva un porcentaje de todas las operaciones de Robinhood», explica Gillespie. «Citadel gestiona el 47 por ciento de todas las operaciones que se realizan. Así apuesta siempre sobre seguro: sencillamente se lleva un porcentaje de las operaciones de la gente».
El funcionamiento de Citadel va así: las acciones se compran a través de un servicio financiero, en este caso Robinhood. Pongamos que le dices a Robinhood que quieres comprar una acción de GameStop por 100 dólares. Robinhood le envía tu petición a Citadel, que buscaría una acción que costase algo menos (por ejemplo, 99,90 dólares). Citadel compra la acción a ese precio, te la vende inmediatamente por 100 dólares y se queda los diez centavos por las gestiones. Si eso se multiplica por los miles de millones de acciones que pasan por Citadel cada día, los beneficios son mastodónticos.
«Se mueve tanto dinero, que la empresa consigue beneficios enormes sin participar directamente en la operación. De hecho, se beneficia independientemente de las fluctuaciones del mercado», añade Gillespie. «Creo que mucha gente pensaba que se la estaban colando a los fondos de alto riesgo (como ocurrió con Melvin Capital), pero la cosa es que mientras tanto Citadel estaba sacándole dinero a todo el mundo».
Gillespie dice que aunque Robinhood fue la que detuvo la compra de acciones de GameStop, esa decisión fue propulsada por otro amaño del sistema. «Se podría decir que a Robinhood no le quedaba otra alternativa. Tuvieron que blindarse ante la situación, pero podrían haberlo hecho de otra forma, la verdad».
CÓMO SE FRAGUÓ EL PROYECTO...
De primeras Ryder iba siguiendo la historia como un mero espectador, intentando entender lo que estaba pasando. Según iba viendo cómo subía y bajaba (y subía y bajaba) el precio de GameStop, se dio cuenta de que la historia daba para película. Fue entonces cuando supo que Ben Mezrich tenía entre manos una novela sobre el caso y le pareció interesante porque el libro anterior de Mezrich había servido de material original para la exitosa película La red social. Se hizo con los derechos de la obra de Mezrich y se puso en contacto con las guionistas Rebecca Angelo y Lauren Schuker Blum, quienes se encargaron de la adaptación cinematográfica y la documentación adicional.
Antes de convertirse en guionistas de éxito, Angelo y Blum trabajaron durante años como periodistas en el Wall Street Journal, una experiencia que les enseñó a documentarse con pericia. «Teniendo en cuenta nuestra experiencia periodística, como guionistas nos interesa cualquier historia con argumento financiero que tenga una buena dosis de drama humano», dice Blum.
«Nuestras carreras nos han enseñado que las mejores historias son las que están protagonizadas por personajes potentes», comenta Angelo. «Ahora somos mucho más expertas que entonces. De hecho, seríamos mejores periodistas hoy en día».
Su vena periodística les ayudó a captar el potencial de esta historia. «Es curioso ver cómo se va desarrollando una película en la vida real», dice Angelo. «Lo vivimos al día y no podíamos creer lo que iba ocurriendo según iban escalando las cosas. Ocurrió entre enero y febrero de 2021 y en abril y mayo ya estábamos manos a la obra con el guion».
Aplicaron todos sus conocimientos al guion de Golpe a Wall Street. «Nos documentamos a conciencia», dice Angelo. «El proyecto parte del libro de Ben Mezrich y algunos de los personajes los hemos adaptado basándonos en la gente a la que había seguido. Los personajes de las universitarias, Harmony y Riri, están basados en los casos de algunas chicas que fuimos siguiendo nosotras».
«En la era de las redes sociales, puedes seguir a gente real en Instagram y TikTok», añade Blum. «Como inversores particulares que le cuentan sus experiencias a sus seguidores. Nos encanta contar historias de gente que no tiene nada que ver con nosotras, cuyas experiencias nos pillan lejos y nos permiten escribir historias muy diferentes».
Ese enfoque periodístico se nota en todo lo que hacen. «Nos gusta crear mundos que nos gustaría habitar, con personajes complicados y con muchos matices», comenta Angelo. «Para nosotras, los guiones funcionan mejor cuando promueven la empatía. Por eso nos atrajo esta historia».
El trabajo de las guionistas llamó la atención de Craig Gillespie. Su guion incluía todos los elementos que busca en una película. «Para mí todo parte del protagonista», dice.
Al mismo tiempo, vio que se le presentaba una oportunidad increíble para rodar un TikTok superdivertido y explicar lo que había ocurrido. «Queríamos contarlo de una manera muy clara y detallada para que se entendiera bien lo que ocurrió con Robinhood y Citadel, por ejemplo», cuenta Gillespie. «Queríamos hablar de las decisiones que se tomaron y de cómo la caída de las acciones tuvo un gran impacto en la vida de estas personas y en cómo el sistema estaba amañado para perjudicar a los que menos tenían. Había mucha especulación y muchas teorías conspiratorias, pero nos hemos basado en los datos de uso público y dejamos que el público saque sus propias conclusiones».
A Gillespie se le conoce por contar historias sobre antihéroes y por darle protagonismo a los perdedores, con grandes dosis de humor y sentimiento. «Craig Gillespie es un mago de las emociones», dice Ryder. «Cuando piensas en Craig Gillespie, no te viene a la cabeza un director como Capra. Y no sé qué trucos usa porque estás viendo una de sus películas y de repente te sobrecogen todas las emociones. Cuando acaba Golpe a Wall Street sientes sorpresa y agotamiento emocional. Esa forma de trabajar la lleva en el ADN y se percibe en sus mejores películas».
Al igual que gran parte del equipo técnico y del reparto, a Gillespie le había tocado de cerca el proyecto. «Mi hijo invirtió muy al principio y fuimos viviéndolo paso a paso», recuerda. «Venía y me contaba, “¡ Que han cerrado Robinhood! ¡Y ahora han cerrado WallStreetBets!”. Estaba pegado al móvil y yo intentaba enterarme bien de qué había pasado con Robinhood y Citadel en tiempo real, por las cosas que me iba contando. Así fui viviendo la indignación y las protestas que se montaron online. A través de mi hijo me di cuenta del estrés que sentía esa gente por intentar decidir si vendían o aguantaban. Mi hijo se parece mucho a los personajes de la película».
Al final Gillespie dice que su hijo «midió muy bien los tiempos». ¿Y cómo le fue al propio Gillespie? «Perdí dinero con GameStop», confiesa.
CÓMO SE CONFIGURÓ EL REPARTO...
Golpe a Wall Street cuenta con un reparto de lujo, encabezado por Paul Dano, Pete Davidson, Vincent D’Onofrio, America Ferrera, Nick Offerman, Anthony Ramos, Sebastian Stan, Shailene Woodley y Seth Rogen. Los realizadores explican que se dio una combinación de factores insólita que les permitió reunir a tantas grandes estrellas.
Como en toda película, se conjugaron varios elementos clave: un buen guion, un tema interesante y un director con el que los actores querían trabajar. «Creo que todos conocían el caso, sabían lo que había ocurrido y les pareció que había sido muy emocionante», comenta Ryder. «El guion es muy potente, con personajes muy bien escritos. Y, además, a la gente le cae muy bien Craig Gillespie. Craig conoce a Pete Davidson desde hace años y ha trabajado mucho con Sebastian Stan. Gracias a toda esa red de contactos, Craig y la directora de casting Mary Vernieu consiguieron juntar a un grupo increíble de intérpretes».
Otro factor que jugaba a favor de Golpe a Wall Street fue la estructura tan singular de los tiempos y del rodaje. En muchas ocasiones, componer el reparto se convierte en un rompecabezas por el calendario de los actores. Cuadrar agendas y conseguir que tal actor esté en una cuidad determinada a la vez que tal actriz, es complicado. Pero en Golpe a Wall Street, la mayoría de los personajes solo interactúan online. Por eso los realizadores cuentan que rodar esta película ha sido como rodar ocho cortos: la de la familia Gill por un lado, y luego la de Plotkin, Cohen, Griffin, Robinhood y cada uno de los inversores (la enfermera de Pittsburgh, el cajero de GameStop y las universitarias). De ahí que estrellas como Pete Davidson, Nick Offerman, Anthony Ramos y America Ferrera pudieran adaptar el rodaje a su disponibilidad y meterse en la piel de estos personajes tan interesantes.
«Ha sido un rodaje muy curioso», comenta Gillespie. «Era como rodar una minipelícula con cada uno de los actores. Todas las semanas comenzaba una experiencia nueva. Ha sido genial».
El protagonista de la historia es Keith Gill. De día, trabaja en una aseguradora enorme, pero fuera de su horario laboral, se hace llamar Roaring Kitty y es un YouTuber muy conocido. (También participa en el foro WallStreetBets con un nombre de usuario bastante soez.) Con su pelo largo, bandana de samurái y camiseta de gatito no tiene mucha pinta de ser un genio de la bolsa de Wall Street, pero al ver sus vídeos es fácil entender cómo pudo prender la mecha que puso en marcha todo el movimiento.
Paul Dano se encarga de interpretarle. «Es un tío muy especial, que se vuelca en los valores en los que cree», dice. «En un mundo donde hay mucha falsedad, este tipo va de frente. Millones de personas se contagiaron de su energía y la transmitieron online, hasta convertirlo en un fenómeno».
Dano conectó con la forma de ser tan abierta y honesta de Kitty y dice que consiguió prender esa mecha porque lo que contaba le salía del alma, no tenía intención de crear un movimiento. «Esto ocurrió en plena pandemia, y creo que simplemente buscaba una forma de mantener la cordura», comenta el actor. «Creo que se lo pasaba en grande con esos vídeos».
«Cuando leí el guion, me sorprendió que la historia fuera como una montaña rusa, los hechos resultaban inverosímiles», apunta. «Una de las cosas que más me han gustado de esta experiencia ha sido todo lo que he aprendido sobre las subculturas de internet y del mundo de la bolsa. Y además viene contado como una historia de David contra Goliat con el dinamismo de una película sobre deportes».
Dano vio todos los vídeos de Kitty para preparar el papel. «Le dediqué mucho tiempo a Roaring Kitty, me sumergí en las profundidades de su canal de YouTube, que me hace mucha gracia», comenta. «La verdad es que desde el primer vídeo que vi ya pensé, “Este tío me cae genial. Quiero pasar más tiempo con él”».
Y al pasar tiempo con el personaje, Dano fue conectando cada vez más con él. «Siempre simpatizaba con el personaje de Roaring Kitty, independientemente de lo que pasara», explica. «Y no porque le haya interpretado, sino porque es el personaje que más me llama la atención. Quería escuchar esa voz. Y ese es el elemento de la historia que me interesa».
Pero Dano no se quedó ahí: también se empapó de la jerga que se usa en bolsa y estudió las estrategias de inversión. «Es más sencillo enterarte del tema para luego poder explicarlo que simplemente repetir las frases a lo loro. Tenía que poder transmitir lo que estaba diciendo para que resultara creíble, y eso era imposible si no sabía de lo que estaba hablando».
Uno de los momentos clave de la película ocurre cuando Keith es llamado a declarar frente al Congreso para explicar su papel en el caso. Los demás testigos, entre ellos Plotkin y Griffin, iban impecables y llevaban muy preparada su declaración para intentar frenar la investigación, pero lo único que hizo Keith fue cambiar la bandana de samurái y la camiseta de gatito por un traje con corbata, y eso que él también se jugaba mucho, muchísimo, de hecho. (Eso sí, detrás de él la bandana se ve colgada encima de la foto de un gato.) «Cuando está declarando te crees lo que está diciendo», comenta Dano. «No tiene nada que ver con los demás tipos. Por eso conectó tanto con la gente. Él va de frente, mientras los otros se andan por las ramas con sus respuestas. Ellos son políticos y él es auténtico».
El otro papel que cerraron muy pronto fue el de Gabe Plotkin, el multimillonario inversor en fondos de alto riesgo que interpreta Seth Rogen. Para los realizadores fue todo un acierto. Plotkin se convirtió en el blanco de las críticas y las bromas de los foreros de Reddit en WallStreetBets, y bien podría haber quedad como un personaje plano, movido por la avaricia. Pero Rogen le ha dado muchos más matices y ha creado un personaje complejo.
«No queríamos que estos personajes resultaran caricaturescos ni exagerados», dice Ryder. «Cuando ves a este tipo de gente en la tele te los imaginas siempre en su trabajo, pero son personas también. Le leen un cuento a sus hijos antes de dormir. Se enfrentan a retos. Y sus vidas dan para una película más interesante y compleja si los presentas como personas y no simplemente como personajes bidimensionales».
«Sabía que podría trabajar mucho algunas de las vertientes del personaje con Seth», apunta Gillespie. «Le ha aportado un toque muy humano, que es justo lo que buscaba. Es divertido ponerle al público el reto de ver cómo una persona tan simpática interpreta a un personaje que es el malo de la película».
Rogen está de acuerdo con el director, pero solo hasta cierto punto. Dice que es muy consciente de tener fama de buen rollo en pantalla y no quería que se le fuera de las manos con este personaje. «Ya sé que mis personajes suelen caer bien y que el público suele ponerse de mi lado y quieren que me salgan las cosas bien. Y ahí está la gracia cuando interpreto a personajes como este, porque le da un toque de humanidad», explica. «Por otra parte, intento no darle demasiada profundidad a este tipo de persona. Seguro que caen bien alguna vez, pero no creo que tengan unos valores muy profundos ni convicciones morales. Por eso caen mal. En la peli, Gabe Plotkin es un padre de familia normal que gana millones de dólares cuando empresas e instituciones van a la quiebra, llevándose por el camino la vida de muchas familias. Quizá está gente no es consciente de las consecuencias de sus actos, o quizá les trae sin cuidado. Seguramente ni se hayan parado a pensar en ello».
Schwarzman comenta que sabía que Rogen era una buena baza porque buscaban a un intérprete que trabajase a fondo el personaje. «Seth aporta humor, eso es evidente, pero también integridad y matices», dice el productor. «No hay nada que no pueda hacer, pero lo que le hace tan diferente es que conecta mucho con el público. Transmite perfectamente la sensación de exasperación, arrogancia y deseo».
Los realizadores trabajaron mano a mano con Rogen para lograr un buen equilibrio a la hora de darle humanidad al personaje de Plotkin. «Fue el que más perdió, pero seguramente fue el que menos lo notó», dice Gillespie. «Melvin Capital perdió 6.800 millones de dólares y terminó quebrando al año siguiente. Pero a él le va fenomenal. Por contra, hubo gente que lo perdió todo. Esa indignación y esa falta de responsabilidad es lo que intentamos transmitir con la película».
En otras palabras, ¿Rogen simpatiza con el personaje? «No, la verdad es que no», dice el actor. «A ver, nadie quiere perder cientos de millones de dólares. Pero aun habiéndolos perdido, le quedan todavía cientos de millones más. Él opera dentro de un sistema que está montado para favorecer a gente como él. Él sigue estando forrado».
Para completar el reparto, los realizadores escogieron a Shailene Woodley para interpretar a Caroline, la esposa paciente y confiada de Keith Gill, y a Pete Davidson para el papel de Kevin, el hermano bandarra de Keith.
A Woodley le gustó mucho el proyecto por la forma tan realista de contar cómo surgen los movimientos sociales, a veces casi por accidente. «Esto no va de activismo», comenta. «No están intentando cambiar las cosas. Este grupo de personas simple y llanamente se la jugaron al sistema».
En la vida real, los Gill son un matrimonio muy normal, que va a lo suyo. De hecho se sabe muy poco sobre Keith, e incluso menos sobre Caroline. «Solo pude encontrar una foto de Caroline en internet», dice la actriz. «Las guionistas y Craig trabajaron mucho el personaje y yo fui aportando también para darle forma a esta mujer».
Para Gillespie, la interpretación contenida de Woodley le da una profundidad emocional muy intensa a las escenas con Dano. «Cuando Paul está declarando, Shailene no tiene diálogo. Está sentada en las escaleras, viéndolo», dice. «Cuando la enfoqué con la cámara, me quedé hipnotizado con su interpretación, que trasmitía ánimo y confianza sin abrir la boca. Me pareció brutal».
Al pensar en el papel de Kevin, Gillespie no dudó en echar mano de Pete Davidson. «Había trabajado un par de veces con Pete»», comenta Gillespie, y añade que «había mantenido el contacto» con el actor desde que había protagonizado un anuncio que dirigió. Cuando vi unos videos de Kevin Gill, el hermano de Keith, pensé que Pete sería perfecto para el papel. Me pareció que podía ser muy divertido porque Pete y Paul tienen energías muy diferentes. Pete es muy imprevisible y me parecía curioso ver cómo lo llevaría Paul, cómo respondería a esa forma de ser. Afortunadamente, Paul lo llevó genial y se lo pasaron en grande».
«Hace mucho que no me reía tanto», dice Dano. «Era como ir con los colegas al instituto, riéndote de todo y de nada».
En la película, los dos mentores de Gabe Plotkin son Steve Cohen y Ken Griffin, dos de los hombres más ricos del mundo. Vincent D’Onofrio interpreta a Cohen y Nick Offerman a Griffin.
«Seth y Nick son dos de los tipos más amables de Hollywood y aquí interpretan a estos tiburones de las finanzas», dice Ryder. «Son conocidos por sus papeles cómicos, pero esta vez interpretan a dos siesos. De ahí que resulte tan interesante».
Sebastian Stan interpreta a Vlad Tenev, cofundador y CEO de Robinhood, una startup de inversión que permitía a particulares comprar acciones sin comisión. «Sebastian y Craig habían trabajado en dos proyectos anteriores y a Sebastian le apeteció mucho meterse en el papel de Vlad, uno de los dos fundadores de Robinhood, y crear un personaje redondo», comenta Schwarzman.
Completan el reparto los personajes que invirtieron en GameStop, que sirven para contar los diferentes efectos de esta situación. America Ferrera interpreta a Jenny Campbell, una enfermera de Pittsburgh, Anthony Ramos a Marcus, un cajero de GameStop, y Talia Ryder y Myha’la Herrold son Harmony y Riri, dos universitarias que están enganchadas a los vídeos de Roaring Kitty.
Cuando Ferrera se enteró de la que se estaba montando con las acciones de GameStop iba conduciendo por Los Ángeles y justo estaba pasando por una zona donde vivían personas sin hogar debajo de una autopista. «Nunca lo olvidaré», comenta. «Escuché la noticia sobre GameStop en la radio y recuerdo que pensé que el mundo estaba patas arriba, que nada tenía sentido. Era como estar viviendo una película. Os juro que pensé eso».
Ferrera dice que su personaje es poco convencional. Es madre soltera, trabaja como enfermera pero se mete de lleno en el rollo de Reddit y participa activamente en los foros. «Me produce muchísima curiosidad pensar en qué lleva a esta gente lanzarse a saltar al vacío en este tipo de situaciones. ¿Qué nos lleva a todos a creer en alguien a pies juntillas? ¿Por qué surgen los movimientos, las causas? ¿Por qué le damos tanta importancia, tanto sentido y tanto valor?», se pregunta. «Jenny y yo no nos parecemos en cuanto a nuestra forma de ser y nuestras creencias, pero cuando Jenny va a por todas y apuesta a muerte por la causa, ahí me siento identificada con ella».
Cuando Ramos llegó al rodaje, el director sabía que tenía que pedirle una cosa. «En cuanto llegó Anthony, le dije, “A ver, tenemos que meter un baile en alguna escena”», recuerda Gillespie. «Hablé con las guionistas para que le dieran una pensada y el resultado es el momentazo que se ve en la peli».
«Myha’la Herrold y Talia Ryder son dos jóvenes actrices que han bordado sus papeles», dice Schwarzman. «Van a ser de lo mejorcito de su generación. Tienen una química increíble y mucha integridad y ofrecen la perspectiva de la Generación Z».
GALERÍA DE FOTOS
https://cineymax.es/estrenos/fichas/106-g/164826-golpe-a-wall-street-2023#sigProId367c058d36