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Etiquetas: AlemaniaDocumental2018Ai WeiWei
MAREA HUMANA
INFORMACIÓN
Titulo original: Human Flow
Año Producción: 2017
Nacionalidad: Alemania, EE.UU.
Duración: 120 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 7 años
Género: Documental
Director: Ai Weiwei
Guión: Boris Cheshirkov, Tim Finch, Chin-Chin Yap
Fotografía: Zanbo Zhang, Xie Zhenwei
Música: Karsten Fundal
FECHAS DE ESTRENO
España: 6 Abril 2018
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
A Contracorriente Films


SINOPSIS

Nos acerca a la crisis global de los refugiados que está azotando al mundo entero, aportando un sin fin de entrevistas realizadas en 22 países como Afganistán, Bangladesh, Francia o Grecia. Para llevar a cabo el film el director ha ido más allá conviviendo con las comunidades de inmigrantes, gracias a lo cual ha recogido en este documental su experiencia...

INTÉRPRETES

Documental con BORIS CHESHIRKOV, MARIN DIN KAJDOMCAJ, PRINCESS DANA FIRAS OF JORDAN, ABEER KHALID, RANIA KHALEEL AWAD AL-MUTAMID, RAFIK ISMAIL, RAMI ABU SONDOS

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- Festival de Venecia 2017: Sección Oficial
- Seminci de Valladolid 2017: Mención especial del Jurado Internacional
- Festival de Telluride

Informacion exclusivaINFORMACIÓN EXCLUSIVA

ESTA CRISIS ES NUESTRA CRISIS...
   Imaginémonos lo siguiente: cuando el peligro llega, usted y su familia abandonan sus vidas de repente, huyendo de bombardeos y una ola represora que les pisa los talones. Invierte todos sus ahorros para conseguir pasar semanas o meses por montañas y a través de desiertos, para acabar saltando a una balsa de goma, atreviéndose a desafiar los peligros del mar, persiguiendo un futuro no que no está escrito. O bien espera en la incertidumbre, ante una frontera cerrada, en un campo de refugiados improvisado, luchando para impedir que el alambre de espino perfore sus esperanzas. Quizás consiga evitar una catástrofe, pero solo para acabar en una ciudad en la que nunca ha pensado, para acabar en nuevas calles llenas de miedos y furias que no tienen sentido. Sin embargo, el optimismo humano más básico le sigue empujando a vivir la vida pase lo que pase.
  Lo que acabamos de describir no es una situación imaginaria. Son los verdaderos rostros, cada uno con las arrugas y las luces de las historias de amor y de coraje, los rostros de la lucha por la supervivencia. Son las caras de un planeta en movimiento, un planeta que tiene ante sí una emergencia humana. Mucho se ha dicho en los últimos años por parte de políticos y expertos sobre los millones de refugiados que huyen de la guerra, del hambre y de la persecución. Sin embargo, mientras sigue el debate sobre quién y cuántos, y sobre seguridad contra responsabilidad, la verdadera realidad cotidiana de la gente con sueños reales y necesidades reales atrapadas en un laberinto de incertidumbre se nos puede escapar. La misma palabra «refugiado» nos puede alejar, nos puede hacer olvidar que la historia principal de nuestros tiempos no es sobre estadísticas o masas abstractas, sino sobre el latido de los corazones, sobre vidas en construcción, una corriente de historias individuales llenas de colores, alegrías y dolores que no son diferentes de los que sentimos nosotros.
  Por este motivo el artista Ai Weiwei pone en primer plano la humanidad de los refugiados. Destaca con Marea humana su búsqueda de las cosas que queremos: la seguridad, el refugio, la paz, la oportunidad de ser quien se quiere ser. Ai, personaje al mismo tiempo celebrado, perseguido y famoso por su espíritu de proscrito que le habla directamente al mundo sobre desigualdad e injusticia, se revuelve con esta película contra la marea mundial del miedo mediante un acto desafiante de amabilidad. Su carrera entera ha estado consagrada a la resistencia contra las fronteras de todas clases, sobre la unión del arte y del activismo. Y ahora, con Marea humana, otra vez experimenta con la extensión del campo del arte para que llegue a incluir el intento de cambiar el contexto social en el que se ubica su obra.
  Ai afirma que la crisis que estamos presenciando no tiene su origen únicamente en el número asombroso de refugiados que no cuenta con algún lugar al que ir, sino también en la tentación de mirar hacia otro lado justo en un momento que reclama algo de todos nosotros. Por este motivo decidió viajar, realizar un viaje épico para compartir las vidas cotidianas de las personas que huyen del caos. El resultado es una experiencia cinematográfica magnífica por su magnitud, pero profundamente íntima. Es una combinación perfecta de poesía con la realidad más dura, de risa junto con la adversidad, de lo duro con lo increíblemente hermoso. A través de un viaje a 23 países, Ai logra crear una inmersión que invita a una exploración más personal, una exploración que permite que cada espectador pondere sobre qué puede ser vivir la vida en su lado más vulnerable, y meditar sobre lo que debemos el uno al otro.
  Al final, más de 200 personas trabajaron en el equipo de rodaje en un esfuerzo mundial para conseguir realizar Marea humana. Juntos, convirtieron la enorme producción en una celebración espontánea de la dignidad humana, y en una súplica para proteger a aquellos cuyos sueños diarios, amor y libertades han sido pisoteadas por la tiranía, la guerra y la privación.
  Andrew Cohen, el productor ejecutivo, dice: “Marea humana es una continuación del trabajo de toda la vida de Weiwei: su búsqueda de la verdad y de la comprensión en cualquier sistema y en cualquier cultura. Durante su carrera ha interpretado el absurdo, las contradicciones y la belleza de la humanidad en el arte, algo que nos ofrece perspectivas frescas sobre nuestras propias vidas. En Marea humana nos lleva en un viaje con refugiados, y encuentra una manera de presentarnos la dignidad, la esperanza y el humor a lo largo de una odisea terrible. Compasiva y empática, como toda su obra, Marea humana también se puede ver como algo audaz en su estilo rupturista, provocativo en la manera en que da la voz a aquellos que no tienen voz, y que como toque de atención resulta ser todo un golpe. El publico no ve esta película, sino que la experimenta”.
  Para Diane Weyermann, productora ejecutiva de la película y vicepresidente ejecutiva de películas documentales en Participant, la película abre puertas, y espera que con ella se logre que tiemblen las creencias de aquellos que buscan seguridad. “La película es muy cinematográfica, y cuando la vemos en compañía del público hay un sentimiento de vínculo tanto entre los espectadores como entre estos y la gente que aparece en pantalla. Uno siente que es el la persona que se arrastra a través del barro o que espera en un campo. Es asombroso e increíblemente emotivo. Y Weiwei es una fuerza incontenible de la naturaleza. Se preocupa mucho por esta historia y por la gente que encuentra a lo largo del camino, y nace un sentimiento muy fuerte sobre lo que contemplamos. Nos recuerda que en esta crisis, tenemos que mirar, tenemos que sentir, no tenemos que aceptar el status quo, tenemos que intentar cambiarlo.”
  El productor Chin-Chin Yap concluye: “Weiwei siempre se ha interesado en la exposición y denuncia de las estructuras y los mecanismos de la justicia y de la opresión, tanto si estos mecanismo están en el arte, como si lo están en la política o en la sociedad. A menudo crea una empatía a través de su documentación meticulosa de las personas sin voz, desde sus trabajos sobre el terremoto de Sichuan a su instalación reciente 'Lavandería automática' donde las la ropa desechada de los refugiados fue lavada y planchada de manera impecable, consiguiendo darle, de esta manera, una nueva dignidad. Con Marea humana, muestra cómo los campamentos de refugiados y las ciudades se componen de elementos muy personales y muy humanos. Es una historia sobre hombres, mujeres, niños, y hasta un tigre, que evitan el peligro.”

LA EMERGENCIA ACTUAL: BREVE HISTORIA...
  Refugiado: persona con un miedo bien fundado de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social concreto o a una opinión política, que está fuera del país de su nacionalidad, y que es incapaz o, debido a tal miedo, está poco dispuesto, a servirse de la protección de ese país.
  1951 – Convención sobre el Estatuto de los Refugiados
En cierta medida, podemos decir que los humanos siempre hemos sido una especie migratoria, errando por cada rincón del mundo, estableciendo casas dondequiera que pudiésemos mantener una buena vida, desarrollando tradiciones de hospitalidad para dar la bienvenida a los invitados que sabíamos que legarían. Pero más recientemente, la historia de la humanidad ha estado dominada por un tipo diferente de migración: una migración protagonizada por hombres, mujeres y niños que no tienen otra opción, solo irse, a veces correr, mientras caen bombas, o la comida se hace demasiado escasa para alimentar a una familia, o los estados represores amenazan nuestros mismos modos de ser.
  Este hecho se ha convertido en una de las grandes pruebas morales de nuestro tiempo. En el mundo de hoy hay casi 66 millones de personas de todas las condiciones sociales que se desplazan a la fuerza debido a la guerra, la persecución, las consecuencias de cambio climático y la pobreza acuciante. En 2016, cuando se rodó Marea humana, había 22 millones de personas – más de mitad de ellos niños – registrados como refugiados, muchas fronteras se atraviesan en condiciones de gran peligro, y estas personas no saben si algún día podrán volver a sus países de procedencia. Esta gente ha viajado por tierra y por mar, bajo la amenaza de la enfermedad, el hambre, los traficantes de seres humanos, la violencia, la violación, y con un número creciente de fronteras cerradas y militarizadas, así como un gran aumento de la intolerancia. 300.000 refugiados y emigrantes en 2015 y 2016 eran niños que viajaban solos, sin un adulto que los dirigiese o los consolase.
  Las migraciones forzosas no son nuevas. La migración fue una característica del siglo XX, un siglo de guerras, tumultos sociales y cambios de mapas. Las dos guerras mundiales desplazaron números asombrosos de personas a través de Europa y de la Unión Soviética — que es lo que movió a la comunidad internacional a exponer el principio de que aquellos que huyen de un trauma y de una persecución tienen su propio derecho inalienable: el derecho a buscar refugio. En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, creció el número de refugiados a partir del final accidentado del colonialismo y con la división de India, que empujó -en Asia y en África- a millones de personas a abandonar sus casas. En los años 90, con el final de la guerra fría, el genocidio en Ruanda, los conflictos en Bosnia y Kosovo y la guerra en Afganistán, nuevamente aumentaron los números de aquellos obligados a trasladarse debido a las amenazas.
  En 2015 más de un millón de refugiados cruzó el mar Egeo hacia Grecia, esperando encontrar seguridad y protección en Europa. Habiendo desafiado los elementos a su paso, al llegar tuvieron que hacer frente a un nuevo reto: encontrar asilo con reglas sobre asilo cambiantes y fronteras cada vez más cerradas. A medida que aumentaba el número de refugiados, también aumentó la controversia política, y el estigma sobre la gente que no había hecho nada más que intentar de huir para encontrar la seguridad. Muchas ONG y algunos países reaccionaron inmediatamente, destinando nuevos recursos. Sin embargo otros países aplicaron políticas restrictivas, negándose a aplicar el espíritu de la Convención de las Naciones Unidas de 1951 sobre refugiados. En algunas regiones resurgieron los resentimientos religiosos, raciales y nacionales. El resultado de esto fue un aumento de las penalidades y un incremento del miedo entre aquellos que ya huían de guerras y tragedias.
  Cuando cayó el muro de Berlín en 1998, 11 países del mundo contaban con vallas y muros fronterizos. Hacia 2016, aproximadamente 70 países habían construido vallas y muros fronterizos y paredes. Estas barreras — que cortan las rutas de la fuga — también han tenido el efecto de incrementar los peligros de los viajes migratorios, ya de por sí arriesgados. En efecto, en 2017, los números de refugiados que mueren por el camino parece que vuelve a aumentar. En 2016, 7.495 refugiados y emigrantes perdieron sus vidas tratando de emigrar.
  Recientemente, las rutas han estado cambiando, pero el flujo muestra pocas señales de que vaya a disminuir. En 2016, un acuerdo con Turquía para devolver a los refugiados que llegasen a Europa por vía marítima redujo el número de embarcaciones que llegaban a Grecia. Sin embargo, las rutas nuevas, situadas en tierra, causan un porcentaje más alto de muertes, así como controversias inesperadas. Mientras tanto, al margen de los conflictos armados que todavía hay en el mundo, una gran cantidad de cuestiones, desde el crecimiento de los mares inducido por el cambio climático y la escasez de la comida hasta estados fallidos que no pueden proporcionar servicios fundamentales, han hecho que muchos prevean un incremento rápido del número de refugiados en las próximas décadas.
  'Marea humana' no propone una solución. No quiere ser una película orientada a la política, aunque sus contenido en hechos, textos, literatura y análisis proporcionen al público mucho material para meditar cuidadosamente y llegar a conclusiones sólidas y bien fundadas. En cambio, la intención consiste en actuar como un detonador que, junto con otros elementos, pueda ayudar a encender la llama para replantear prioridades y reexaminar nuestra capacidad para la compasión y la solución del problema de manera creativa.Aunque hay un número infinito de preguntas detalladas, y muchas otras de alcance local, que hay que plantear cuando se aborda la crisis de los refugiados, hay un interrogante grande en el núcleo de Marea humana: mientras luchamos contra las tensiones que generan los conflictos armados, el cambio climático y la escasez de recursos, ¿resistiremos ante el impulso de volvernos menos cooperativos, menos razonables, menos generosos? ¿O bien permitiremos que nuestro lado más humano nos controle a la hora de dar una respuesta?
  Andrew Cohen señala: “Marea humana no es didáctico o polémico; no imparte prédicas ni toma partido. Weiwei no es un reportero fantasioso con un ego superlativo, sino que él mismo ha llevado muchos años una vida de refugiado. Tiene un enfoque práctico que nos lleva directamente a la experiencia: estamos en el agua dentro de los barcos repletos de gente, bajo la lluvia con las madres que caminan sosteniendo bebés y acompañando a niños, con la gente que grita, con las familias que entierran a sus muertos, riéndonos y jugando con los niños que inventan juegos dondequiera que estén. Al final, la película no establece unos límites, es abierta, lo cual nos permite tomar nuestras propias decisiones sobre la situación”.

AI WEIWEI: EL ARTE SIEMPRE VENCE...
  La respuesta de Ai Weiwei a la crisis de los refugiados ha sido análoga a su actividad artística: se ha repartido por diferentes medios, de manera muy personal, sin tener miedo de entrar en terrenos de discusión política. Incluso cuando ha recibido amenazas personales, la prioridad de Ai siempre ha sido el arte. “El arte siempre vence”, dice. “A mí me puede pasar cualquier cosa, pero el arte permanece.”
Para Ai no puede establecerse una separación entre el arte y las luchas que contemplamos a nuestro alrededor, en un mundo tan interconectado.
  Tal vez Ai Weiwei sea el artista chino en vida más conocido, pero su vida empezó como un desplazado más, cosa que le ha llevado a tener una visión del mundo que exige medidas en cada campo de la imaginación. Nació durante la época de la revolución cultural, y sus dos padres eran escritores. El padre de Ai era un poeta muy conocido, pero acabó siendo un detenido político. Cuando salió de la cárcel la familia fue obligada a exiliarse en la remota región de Xinjiang, en el desierto del Gobi, donde vivieron en condiciones muy austeras. Con muy pocas posibilidades de recibir una educación normal, Ai prácticamente se formó a sí mismo a base de leer enciclopedias.
  En 1976, cuando Ai tenía 19 años, a la familia se le permitió regresar, y Ai se inscribió en la Academia de Cine de Pekín. Fue uno de los miembros fundadores de Stars Group, un grupo underground que quería transformar el panorama artístico chino: de aburrido y controlado por el estado querían que fuese menos temeroso y más sincero y estimulante. Incluso en un entorno tan cambiante, Ai destacó como uno de los provocadores más audaces del grupo, luchando contra las autoridades en varios frentes.
  Hacer películas no es algo nuevo para Ai. En China dirigió Disturbing the Peace y One Recluse, películas socialmente críticas que investigan el sistema de justicia. En So Sorry mostró sus investigaciones sobre los estudiantes que murieron en el terremoto de Sichuan por causa de la corrupción y la construcción mal hecha, así como la vigilancia del gobierno que sus investigaciones provocaron. También reflejó el trabajo de creación en Ordos 100, en el cual él y la empresa de arquitectura suiza Herzog & de Meuron invitaron a 100 arquitectos de 27 países diferentes a diseñar y construir casas en Mongolia Interior. Más recientemente, en La apelación de Ai Weiwei 15.220.910,50¥, Ai contó su propio itinerario por el sistema judicial chino que lo perseguía, sin fundamento, por evasión fiscal. Ai quizás sea mejor conocido por protagonizar un documental sobre su arte y su activismo, Ai Weiwei, Never Sorry -dirigido por Alison Klayman- que ganó el premio especial del jurado en el Festival de Sundance.
  Aunque 'Marea humana' sea la mayor producción audiovisual de Ai hasta la fecha, al igual que en el resto de sus películas sigue utilizando el plano continuo verité, un ojo democrático que contempla la justicia cotidiana desde el punto de vista de la gente sencilla, y él aparece como él mismo. Al aparecer como él mismo su presencia se convierte en una guía que tranquiliza al espectador que tiene que contemplar mundos inquietantes, duros y cargados de emotividad. “El cine es una de las expresiones en la que se hace más fácil comunicarse y poder alcanzar un público más amplio”, dice Ai. En cuanto a lo que una película puede conseguir, dice simplemente: “Tengo un sentimiento muy positivo sobre la capacidad y la posibilidad de convencernos los unos a los otros para conseguir tomar las decisiones correctas”.

AI SOBRE POR QUÉ DECIDIÓ HACER "MAREA HUMANA"...
  Puedo hablar sobre Marea humana de muchas maneras distintas. En primer lugar, puedo hablar desde mi experiencia personal. Al poco tiempo de nacer yo mi padre fue desterrado por anticomunista. Tuvimos que abandonarlo todo y por supuesto mi padre fue tratado como un enemigo del estado. En mi juventud crecí viendo los peores tratamientos, discriminaciones y privaciones que se pueden infligir a un ser humano.
  En segundo lugar, había venido a vivir en Europa, y tenía muchas ganas de entender lo que realmente pasa con la situación del refugiado aquí. Por tanto fui a Lesbos a ver la isla a la que llegaban los refugiados. Fue una experiencia muy personal verlos llegar en barcas: niños, mujeres y la gente mayor. Podría ver en sus caras una expresión de incertidumbre. Tenían miedo y no tenían ni idea de lo que encontrarían en esta nueva tierra. Esto hizo que quisiese saber más sobre quién era gente, y por qué habían arriesgado sus vidas para llegar a un lugar que no entendían y donde nadie los entendería. Tenía muchas preguntas.
  Esa curiosidad me llevó a establecer un grupo de investigación muy grande para estudiar la historia de los refugiados y su estado actual. Además de la guerra de Siria, han surgido nuevos refugiados por las guerras de Afganistán e Irak, los conflictos palestinos con Israel, varios conflictos africanos, la persecución de grupos minoritarios en Myanmar y por la violencia en Centroamérica. Quise visitar todas los lugares del mundo donde los refugiados llegan, en primer lugar para conseguir entenderlo personalmente pero también para grabar, al mismo tiempo, todo lo que encontramos. Esto fue realmente una experiencia de aprendizaje muy grande, que me permitió aprender sobre la historia de la humanidad, la geopolítica así como sobre los cambios sociales y ambientales.

AI SOBRE LA PERSEVERANCIA DEL OPTIMISMO...
  Cada día surgían una cantidad enorme de historias. Pero lo que más me impresionó fue la determinación de los refugiados. Hay muy pocas quejas, incluso en las situaciones en las que nadie se ocupa de ellos, sin tener un futuro claro o saber lo que vendrá después. En mi opinión reciben un tratamiento muy inhumano. En los campos puedes conseguir un bocadillo pero tiene que esperar en una cola durante 2 horas. En muchos casos no hay electricidad, por lo tanto la noche llega muy temprano y hace mucho frío. Hay lluvia y barro, y no hay alcantarillado. La vida es muy áspera pero la gente está decidida a escaparse y mantienen la fe en que el mundo occidental les puede proporcionar un momento de paz, y darle a sus hijos una educación para su futuro.

AI SOBRE EL FORMATO DOCUMENTAL...
  La gente suele decir que el documental es sobre la realidad. El documental refleja lo que vemos y experimentamos en la vida real pero no es exactamente la realidad, porque comprime el tiempo. Así pues, cuando vemos Marea humana solo empleamos un poco más de 2 horas. Pero lo que no se siente es el modo en que las experiencias de los refugiados se hacen insoportables debido a la longitud de los tiempos. Por tanto una película nunca puede decir del todo la verdad, y la verdad resulta insoportable.

AI SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL...
Hoy, siento que como persona estoy obligado a hacer un esfuerzo para que la gente sea más consciente de que los refugiados no son diferentes de nosotros de ningún modo. No son terroristas, y retratarlos como terroristas es una noción que sí es realmente terrorista. Son solo seres humanos y su dolor, su alegría, su sentido de la seguridad y su sentido de la justicia no son diferentes de los nuestros. En el mundo hay muchos sistema diferentes, pero todos los poderes diferentes deberían tener un objetivo en común: proteger la humanidad. Pienso que cuando los políticos se olvidan de los valores esenciales y de los derechos humanos, tan solo consiguen que aumenten las crisis. Ya ha llegado la hora de que la comunidad internacional aborde el tema de los refugiados y se plantee una discusión seria sobre el problema.

RESPETO: CÓMO SE HIZO "MAREA HUMANA"...
  La epopeya que Marea humana acabó siendo empezó de manera espontánea, antes de que hubiese un plan, un proyecto o un itinerario. En 2015 Lesbos, en Grecia, se convirtió en el mayor punto de entrada para las personas que querían refugiarse en Europa. Ai se trasladó a Lesbos para poder sentir y ver, pero también para poder ayudar. Ai pronto montó un pequeño estudio en la isla y, entre otras cosas, él y su equipo empezaron a filmar. Sin ninguna planificación empezó a surgir una película inmensa de alcance enorme, tan solo interactuando con su entorno.
  La enorme escala y las aún mayores incertidumbres de la película finalmente forzaron a que la forma se convirtiese en proyecto: de esta manera la estructura narrativa líquida consigue reflejar las sensaciones de incertidumbre, de tiempo indefinido, de expectativas, que es exactamente lo que los refugiados experimentan. La decisión de Ai de viajar al mayor número posible de países que experimentasen crisis de refugiados conformó la película. La misma escala de la producción era un reflejo de la escala de la emergencia, y se convirtió en una presencia por derecho propio en la película, un elemento que recuerda lo interconectado que el mundo ahora está, por mucho que las naciones o los individuos traten de aislarse.
  Ai a menudo usa un enfoque de equipo en sus obras y se siente cómodo delegando en aquellos cuyo talento y habilidad respeta. La mayor parte de la dirección de las primeras fases salió del estudio de Berlín, que sirvió de cuartel general a medida que aparecían obstáculos.
  También había una necesidad de moverse rápido. “En esta película siempre estuvo muy presente el elemento del tiempo, porque el tema que nos ocupa estaba pasando en ese momento, y Weiwei tenía muy claro que quería que la película se estrenase tan pronto como fuese posible, de modo que tuviera un impacto inmediato”, cuenta el productor Deckert.
  A medida que la producción llegaba a su punto álgido de actividad, el volumen del metraje que llegaba se convirtió en una cuestión de mayor importancia. Los productores Weyermann y Deckert le insinuaron a Ai que se pusiese en contacto con el montador escandinavo Niels Pagh Andersen, que ha montado más de 250 películas, y que es bien conocido por construir películas con temas difíciles de manera que resulten emotivas, abordables y hermosas. “Sabíamos que uno de los mayores desafíos iba a ser cómo manejar la cantidad de metraje que íbamos a tener”, dice Deckert. “Por eso pensé en Niels, que no solo tiene mucha experiencia, sino que también sabe encontrar una línea emotiva en historias muy complejas. Niels quiso probar muchas cosas para encontrar el equilibrio correcto entre los diferentes elementos de la película: el metraje documental, la entrevistas y el texto. Trabajó como un escultor, reduciendo y reduciendo el material hasta su esencia. Niels incluso llegó a trasladarse a Berlín para editar: ese es el tipo de espíritu que la película inspiró entre el equipo”.
  Sobre la estructura narrativa entrelazada de la película, Weyerman dice: “Son capas sobre capas y más capas y cada vez resulta más profundo, y al final el espectador siente que ha ejercido una especie de embrujo alquímico sobre él. El publico se siente parte de la película en lugar de sentirse lejano, o distante. Creo que la estructura de la película crea un efecto de humanización muy potente. Hay momentos de todo tipo en la película: los momentos que emocionan, que hechizan, otros son divertidos, y otros que son salvajemente hermosos”.
  Para muchos el mejor momento en la película es una cristalización simple pero inolvidable: cuando la cámara se aproxima a un grupo de refugiados que están en una cola, uno de ellos levanta un cartel que lo dice todo en una sola palabra: «respeto».
  “Ese es un momento que golpea muy profundamente”, dice Weyermann. “Pienso que cada persona que lo vea también pensará en sus propias experiencias con su familia; por ejemplo, mis abuelos eran inmigrantes, como tantos en Estados Unidos, y entonces ese alguien comienza a pensar en la crisis de los refugiado de un modo más personal”.
  Pero aunque la película ofrece esperanza, también contiene una advertencia en el sentido de que hay todavía mucho por hacer. Dice Yap: “Ahora mismo no creo que esté claro que los líderes mundiales hacen lo bastante para evitar una situación aún peor en el futuro. También hay demasiadas ideas falsas sobre refugiados que siguen frustrando políticas claras a largo plazo. El ‘derecho de la vida’ es tener una vida libre y pacífica en una sociedad justa, pero esto solo se puede conseguir a través de la lucha constante contra la opresión y el egoísmo”.
  Al final, todo el mundo está de acuerdo en que la capa final de 'Marea humana' hay que buscarla en el público: en la sensación que tengan al final, en su reacción inmediata a lo que han visto y sentido. En conclusión Andersen dice: “Está en manos del espectador terminar esta película, recoger todo lo que ha visto y conectarlo con sus propias experiencias. Esto siempre ha sido lo más importante para Weiwei: darle al público un campo para que puedan explorar Marea humana de una manera en que nunca antes lo haya hecho”.

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