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SINOPSIS
Irán, 2001. Una periodista de Teherán se sumerge en los barrios con peor reputación de la ciudad santa de Mashhad para investigar una serie de feminicidios. Pronto se dará cuenta de que las autoridades locales no tienen ninguna prisa por resolver el asunto. Los crímenes son obra de un solo hombre, que asegura purificar la ciudad de sus pecados y que ataca a prostitutas por la noche...
INTÉRPRETES
ZAR AMIR-EBRAHIMI, MEHDI BAJESTANI, ARASH ASHTIANI, FOROUZAN JAMSHIDNEJAD, SINA PARVANEH, NIMA AKBARPOUR, MESBAH TALEB, FIROUZ AGELI, SARA FAZILAT, ALICE RAHIMI
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NOTAS DEL DIRECTOR...
HOLY SPIDER (ARAÑA SAGRADA) es una película sobre el ascenso y la caída de Saeed Hanaei, uno de los más infames asesinos en serie de Irán. En un contexto amplio, la película es una crítica a la sociedad iraní, pues el asesino es un hombre extremadamente religioso y muy respetado por el pueblo. Yo aún vivía en Irán en aquella época en que Saeed Hanaei mataba a prostitutas en las calles de la ciudad santa de Mashhad. Mató a 16 mujeres antes de que lo detuvieran. Fue durante el juicio cuando la historia realmente llamó mi atención. En un mundo normal, no hay duda que un hombre que ha matado a 16 personas sería visto como culpable. Pero aquí era diferente pues una parte de los ciudadanos y de los medios conservadores empezaron a considerar a Hanaei como un héroe y extendieron la idea de que simplemente cumplía con su deber religioso de limpiar las calles de la ciudad, matando a todas esas mujeres “sucias”. En ese momento fue cuando nació la idea de hacer la película.
Mi intención no era narrar la historia de un asesino en serie. Quería hacer una película sobre una sociedad que asesinaba en serie y sobre la misoginia profundamente arraigada a la sociedad iraní que no es ni religiosa ni política, sino cultural. En Irán existe tradicionalmente un odio hacia las mujeres y a menudo asoma su lado más horrible. En la historia de este asesino, está presente en su forma más pura. Esto hace que sea necesario mostrar las diferentes perspectivas, para así poder ver el rango de opiniones que hay, a favor y en contra, dentro de la sociedad iraní.
Saeed Hanaei es una víctima, pero también un criminal. Como soldado que estuvo en el frente en la guerra Irán-Irak, entregó su juventud a su país para luchar por mejorarlo y para dar un significado a su propia vida y después descubió que a la sociedad le da igual su persona, que sus sacrificios durante la guerra no cambian nada. Vive en un vacío existencial a pesar de su creencia en Dios. Saeed va a la mezquita y llora en la casa de Dios. Así encuentra una nueva misión, una misión en nombre de Alá.
HOLY SPIDER (ARAÑA SAGRADA) no tiene intención de hacer puntualizaciones políticas en contra del gobierno iraní. Tampoco es otra crítica hacia las sociedades corruptas de Oriente Medio. La deshumanización, especialmente de las mujeres, no solo sucede en Irán, sino que se pueden encontrar diferentes variaciones en todos los rincones del mundo. Veo HOLY SPIDER (ARAÑA SAGRADA) como una historia concreta, sobre personajes concretos, y no sobre problemáticas sociales. En lugar de hablar sobre las diferentes maneras en que un hombre puede matar y mutilar a las mujeres, queremos subrayar la complejidad del tema, especialmente en nombre de las víctimas. Por eso la historia de Rahimi, la periodista, es tan importante como la de Saeed. Y por ello quiero acercarme también a ella y entender cómo trata los conflictos consigo misma, con su familia y con la sociedad mientras sigue el caso.
Las víctimas de Hanaei no eran mujeres de la calle en sentido genérico, eran personas con
su propia personalidad y esperamos que parte de su dignidad y de la humanidad que se les robó se pueda recuperar, no para santificarlas, ni para presentarlas como víctimas desafortunadas, sino porque eran seres humanos, iguales que todos nosotros.
SOBRE LA CIUDAD DE MASHHDA...
Mashhad, con 3,5 millones de habitantes, es la segunda ciudad más poblada de Irán y un centro religioso profundamente conservador. La segunda ciudad sagrada más grande del mundo, atrae más de 20 millones de turistas y peregrinos cada año, muchos de los cuales acuden a honrar al gran Imán Reza Shrine, en la que es la mezquita más grande del mundo. Mashhad ha sido un punto de peregrinaje desde la época medieval y de la misma manera que los que viajan a la Meca reciben el título de Haji, a los que peregrinan a Mashhad se les conoce como Mashtee, un término que también se aplica a todos los habitantes de la ciudad. El 30 de octubre de 2009 -en el aniversario de la proclamación del Imán Reza como mártir-, Mashhad fue declarada por el entonces presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, como “capital espiritual de Irán”.
ENTREVISTA AL DIRECTOR...
Como iraní que vivía allí en 2001, durante los asesinatos y la posterior detención de Saeed Hanaei, ¿qué fue lo que más te atrajo de su historia?...
Entonces tenía un pie en Irán y otro en Europa. Había un presidente de ideas reformistas, Mohammad Khatami, que había abierto el espacio político y cultural de tal manera que había una sensación general de optimismo. Pero llegó el 11 de septiembre y el atentado de las Torres Gemelas y los crímenes de Saeed y aunque estos dos acontecimientos no tuvieron relación alguna, era como cuando no eres capaz de distinguir entre realidad y ficción. Al principio no me llamaba nada la atención, pues los asesinos en serie no son algo exclusivo de Irán. Mi interés llegó cuando empezaron a referirse a él como un héroe, diciendo que estaba cumpliendo su deber religioso asesinando prostitutas en Mashhad. Había matado a muchas mujeres y ahí estaba la gente, debatiendo si había hecho algo mal o no.
¿Qué fue lo que más te impactó de esta historia?...
Había visto el documental de 2002 de Maziar Bahari “Along came a Spider” después de que detuvieran a Hanaei y me encontré simpatizando con el asesino de una forma extraña. Esperaba encontrarme con una especie de asesino como el de “El silencio de los corderos” pero Saeed tenía carisma y se presentaba de una forma un tanto inocente. Como no tenía experiencia dirigiéndose a los medios de comunicación, dijo a cámara cosas que iban en su contra pero parecía feliz y en paz por los crímenes cometidos. No era una persona manipuladora, más bien un tipo honesto. No quiero decir con esto que apruebe lo que hizo, pero mi forma de verlo, hizo que la historia y el personaje fueran más complicados de crear de lo que yo esperaba.
La historia se vuelve aún más dramática al introducir a una periodista de Teherán que viaja a Mashhad a investigar los crímenes…
El personaje de Rahimi de alguna manera ya existía. En el documental de Maziar Bahari hay una periodista que habla a cámara sobre el caso y también entrevista a Saeed. Aunque ella es de Mashhad, no se dedicó a investigar los crímenes, sino que solamente cubrió el juicio y escribió un texto excelente sobre su ejecución que fue el que me inspiró. Escribió que sus últimas palabras fueron “este no era el trato” dando a entender que quizás hubiera alguna especie de pacto con las autoridades. ¿Cómo va evolucionando.
¿Cómo va evolucionando con el paso del tiempo tu propia versión de la historia?...
De una u otra manera, estuve trabajando en ella casi 15 años.
Los primeros borradores seguían la historia fielmente, pero después empecé a preguntarme por la razón por la que estaba escribiendo aquel guion. No intentaba recrear lo sucedido sino que quería ir un poco más allá. Con el tiempo me concedí la licencia de desviarme un poco, porque sentía que no era únicamente la historia de Saeed, sino más bien sobre la misoginia. Por ese motivo el personaje de Rahimi se vuelve igual de importante que el de Saeed.
En tu película se identifica muy pronto a Saeed, rompiendo todas las reglas de los thrillers convencionales…
En una película convencional sobre un asesino en serie tienes, por un lado, una mente retorcida, por otro, un detective o periodista que intenta resolver el caso para el espectador y, con el tiempo, la revelación del criminal como en “El silencio de los corderos”. Pero en la historia de Saeed, el climax para mí siempre ha sido el hecho de que para algunos era una especie de héroe. La historia no tiene que ver con el misterio de ser un asesino en serie, sino con la banalidad de la vida de Saeed, lo ordinario y poco sofisticado que era. Para mí esto es mucho más interesante que un personaje del estilo del mítico Buffalo Bill.
La ciudad de Mashhad es un personaje más de la película ¿cuál es tu relación con ella?...
Nunca he vivido allí pero la he visitado varias veces. Es la segunda ciudad más grande de Irán y tiene uno de los lugares más sagrados para los musulmanes, el santuario del Imán Reza, una de las mezquitas más grandes del mundo. Es una ciudad muy rica, limítrofe con Afganistán, muy internacional porque es un gran lugar de peregrinaje, y también porque se encuentra en la ruta de la droga que une Afganistán con Europa. Es una zona industrial con una parte muy oscura, pero que resulta ser también un centro religioso muy conocido. La prostitución está ahí, no tienes que ir a ningún distrito en concreto, está en las calles, por todos lados, incluso en las cercanías de la mezquita. Parece que está aceptada porque es una parte de su economía y de la industria del hospedaje en la ciudad. La ley parece mirar en dirección contraria.
Hablemos de la araña del título…
Tiene un doble significado. La prensa iraní se refería a Saeed como “Spider Killer” porque atraía a las víctimas hacia su red, que a menudo era su propio apartamento. La metáfora salió de ahí. Pero cuando volé a Mashhad, desde el avión, ví el famoso santuario en el centro de la ciudad y tenía el aspecto de una tela de araña.
Saeed probablemente lo visitaba a menudo, y muchas de sus víctimas serían del vecindario por lo que la idea de él mismo saliendo de esa red y llevando a sus víctimas hacia la oscuridad, fue cogiendo más y más fuerza.
En la película tienen mucha vida las tripas de Mashhad. Es cine negro hasta la médula...
No hay que escarbar mucho para llegar a las entrañas de la sociedad iraní. Me encanta el cine negro como género y quería crear una especie de “noir iraní” a través de esos elementos tan reconocibles. Todas esas almas perdidas, los sueños rotos y los lugares oscuros, son parte del paisaje cotidiano de la mayoría de ciudades iraníes. Quise encontrar un lenguaje y una iconografía que surgiera de la propia ciudad de Mashhad, más que de películas como Chinatown, Zodiac o alguna de Humphrey Bogart.
¿Por qué la película resulta tan amenazante para Irán?...
No es porque hayamos hecho una película explícita, aunque sí es una de las pocas películas ambientadas en Irán que transmite cierto realismo. En los últimos 50 años ha habido mucha censura en el cine iraní. Cualquier película que ves, presenta una realidad de Irán paralela, al igual que sucede con el cine de la época soviética. Casi todas se ajustan a unas reglas fijas, escritas o no escritas, incluso las películas críticas con el gobierno iraní. Los tabús que nunca se pueden romper incluyen los desnudos, el sexo, el uso y consumo de drogas y la prostitución. Pero todas estas cosas son parte importante en la sociedad iraní, y por tanto, en mi historia, son relevantes, incluso son parte de la propia atmósfera de la película.
¿Los actores son muy conocidos en Irán?...
El papel de Saeed lo interpreta el actor de cine y teatro Mehdi Bajestani, poniendo en riesgo su carrera profesional al aparecer en esta película. Para mí era importante que el actor elegido, de alguna manera, tuviera la misma experiencia de vida que el protagonista. Mehdi proviene de la misma región de Mashhad y habla con el mismo acento que Saeed. Además, es un gran actor que se muestra abierto a interpretar cosas que son tabú en Irán. El público occidental no se hace una idea del riesgo que asume con su papel, pero podríamos decir que equivale a una estrella de Hollywood interpretando a un pedófilo que comete sus actos pedófilos en la película. Además, intenta humanizar a una persona muy desagradable, y eso es otro gran riesgo.
Tu actriz principal se ha marchado de Irán y ahora vive en París ¿cuál es su historia?...
Zar Amir-Ebrahimi ha sido mi aliada en esta película desde el principio y si hay alguna persona a la que pertenece, además de los productores y de mi, esa es ella. Zar era una gran estrella de la televisión en Irán en el año 2000, pero un video personal explícito sobre ella se filtró y eso acabó con su carrera. No pudo trabajar más en Irán, así que finalmente se marchó del país. Empezó a trabajar conmigo como directora de casting, pero en el último momento tuvimos que buscar una nueva actriz para el papel de Rahimi. Entonces decidí que sería estupendo que lo hiciera Zar. Cuando ella entró en juego el personaje de la periodista cambió por completo.
Probablemente no tuviste intención nunca de rodar la película en Irán…
Sí lo intenté. Fui a Irán y fui honesto y transparente con las autoridades. Les entregué el guion y les dije que trabajaría con la estructura y el compromiso iraní si me permitían rodar la película allí, para capturar la auténtica esencia de Mashhad. No dijeron que sí pero tampoco que no, que era su manera de negarse. Después de un año esperando, tuve que buscar otra localización donde rodar.
Lo intentaste en Turquía pero, al final, la película se rodó en Jordania...
La política cultural de Erdogan, en realidad, era una amenaza para la producción. El gobierno iraní se enteró de que íbamos a rodar allí y obligó a los turcos a echarnos del país después de llevar ya un mes buscando allí localizaciones (algunas de las zonas cercanas a la frontera con Siria tenían el mismo aspecto que Mashhad). Terminamos rodando en Ammán, Jordania. Para mí era vital poder recrear las entrañas de Mashhad de una manera satisfactoria y Jordania tenía todo lo que buscábamos.
¿Con qué te gustaría que el público se quedara de HOLY SPIDER (ARAÑA SAGRADA)?...
No quiero que vean mi película como una reivindicación, aunque la misoginia y la deshumanización son temas que exploramos. Mi intención más bien era poner un espejo delante de la sociedad iraní y aunque el espejo parezca que está sucio o roto, mostrar una buena parte de cómo es la vida allí. Esta película es una declaración política, de la misma manera que es una visión comprensiva de la sociedad, y aunque no creo que la sociedad iraní esté enferma, si que creo que la representación de la realidad en Irán ha enfermado, sobre todo en términos de cómo los cuerpos de las mujeres se ven representados en las pantallas. Han sido deshumanizadas y se muestran como figuras inexistentes con caras enterradas bajo la ropa. Casi todas las familias tienen acceso a TV de pago en la que pueden ver a Britney Spears bailando en bikini, pero las mujeres iraníes raras veces se las representa con una vida sexual activa. Además, después de llevar más de 10 años pensando en esta historia, siento que es tremendamente injusta, porque las familias de las víctimas de Saeed Hanaei no se mencionan casi nunca. Es una gran injusticia que las mujeres que murieron se convirtieran en un número y que nadie se interesara por ellas, aún menos por sus familias. Eran personas de carne y hueso y mostrando de una manera tan específica el destino que tuvieron, sus supervivientes pueden recordarlas como seres humanos que eran, igual que cualquiera de nosotros.
GALERÍA DE FOTOS
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