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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿Qué significa «Harka»?...
«Harka» tiene dos significados en árabe. El primero es «quemar». La historia de Harka está inspirada en Mohamed Bouazizi, cuya autoinmolación en Sidi Bouzid fue uno de los catalizadores de la Primavera Árabe en Túnez. En la película he querido reflejar qué es lo que lleva a una persona a sacrificarse para dar voz a su ira y su desesperación. Entendí que aquello venía de la necesidad imperiosa de sentirse visto y reconocido de una vez.
«Harka», en argot tunecino, también describe a un migrante que cruza ilegalmente el Mediterráneo en patera. Todos somos conscientes de la crisis migratoria que sucedió a la Primavera Árabe entre 2010 y 2011. Durante la década posterior, muchísimos migrantes han contado su testimonio. Esta película se centra en aquellos que se quedan.
¿Sentías la urgencia de contar las historias de personas que estuvieron tras la Primavera Árabe?...
Ante todo, quería reflejar el estado mental del protagonista, que creo que es algo universal. Yo vivo en Nueva York y, un día, mientras trabajaba en el guion, un taxista se suicidó delante del Ayuntamiento: ese sentimiento de indignación y de emergencia, me parece que existe en muchos países. Esa frustración lleva a la necesidad de actuar, y se abren entonces distintos caminos ante nosotros: hay personas que eligen escapar y hay otras que la llevan al extremo, hasta el punto de poner su vida en peligro. Creo que Harka es algo que ocurre en todas las culturas, pero está impregnada del espíritu único de Túnez. Ali, el joven héroe de Harka, es hijo de una revolución cargada de promesas que están lejos de cumplirse. Para él, está en juego el sustento de su familia. Conseguirlo es universalmente un orgullo y, por el contrario, hay vergüenza, impotencia y sensación de vacío cuando se fracasa.
Da la sensación de que Ali no tiene otra opción que no sea rebelarse: pese a que tiene buena voluntad para hacer lo correcto, ninguna vía se abre con claridad ante él. De él emana un dolor que lo embarga...
Ahí se demuestra el talento y la presencia de Adam Bessa. Es un papel muy difícil de interpretar: el de un hombre bueno al que no le queda otra opción. Hablé con Adam Bessa sobre Taxi Driver y sobre películas del neorrealismo italiano, como El ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica. Queríamos transmitir ese dolor, y Adam supo encontrar el equilibrio perfecto entre la empatía y la rabia. Eso permite al espectador captar todos los matices de un personaje que tiene buena voluntad, pero que se siente impotente. El adversario, lo inmoral, es prácticamente invisible. Eso fue interesante explorarlo, el hecho de que la policía no es la responsable del sistema corrupto: no es más que la parte tangible y lo que la gente ha interiorizado. No hay «malos» absolutos.
¿Qué tal fue el rodaje en Túnez?...
Harka ha sido el primer largometraje que se ha rodado en Sidi Bouzid. Para mí, era importantísimo rodar donde se inició la revolución. Además, rodamos en 35 mm. Todo esto supuso un coste adicional, la necesidad de un equipo reducido y de trabajar sobre el terreno con la comunidad. Todas estas limitaciones me han permitido profundizar todavía más en la historia. Lo de la venta ilegal de gasolina, el contrabando, fue un elemento que me llamó la atención mientras buscábamos localizaciones.
¿Cómo encontraste a Adam Bessa?...
Fue mi productora, Julie Viez, quien encontró a Adam. Tiene una presencia y una mirada que son fascinantes. En los ensayos es muy imparcial y discreto. No intentaba exagerar, y comprendí que eso es una virtud en un actor, ser capaz de mostrar esa contención. Fue maravilloso rodar con él. Venía tan bien preparado que tuve que esforzarme para plantearle retos. Se integró fenomenal con el reparto no profesional, como si todos encajaran perfectamente.
La relación entre Ali y su hermana pequeña, interpretada por Salima Matooug, es muy conmovedora...
Me gusta mucho su manera de mirar al otro. De hecho, fue en su prueba de casting cuando se me ocurrió lo de su voz en off. Desde el principio, concebí Harka como una película cruda, sin concesiones. Luego pensé que sería interesan te contar la historia de una manera más estilizada.
ENTREVISTA CON ADAM BESSA...
¿Qué es lo que te motivó a participar en Harka?...
Cuando conocí a Lotfy, me dio mucha confianza, y el guion me encantó. Me emocionó mucho el personaje de Ali, el misterio que le rodea, su mentalidad independiente y la estrecha relación que tiene con sus hermanas.
A lo largo de toda la película, tu personaje se enfrenta a situaciones extenuantes. ¿Necesitaste una preparación física considerable para el papel?...
El papel exigía una preparación física previa. Ali, al revés que yo, es alguien muy solitario, y por eso me aislé durante la preparación y durante el rodaje, para intentar entender y sentir esa soledad permanente. El calor aplastante de Sidi Bouzid (50 grados) fue para mí una ventaja porque me permitió alcanzar un nivel de concentración muy alto.
¿Qué tal fue trabajar con el resto del reparto? ¿Tu forma de plantear el trabajo era diferente a la de los actores no profesionales?...
Ha sido un placer trabajar con ellos. Mis compañeros interpretaban con naturalidad, eran espontáneos, atentos e instintivos. Mi forma de trabajar ha sido la misma que siempre y el hecho de trabajar con actores no profesionales me ha permitido ampliar mis horizontes.
¿Tenías cierto margen de improvisación con el personaje de Ali en cuanto a cómo expresa sus emociones o, por el contrario, estaba todo muy definido?...
El personaje de Ali estaba muy definido. Lotfy tenía una idea muy concreta de las emociones que quería mostrar en pantalla, pero sí que me dio carta blanca para llegar a ellas.
¿Te has sentido apelado por el contexto político de la película debido a tus orígenes tunecinos?...
Túnez significa muchísimo para mí, estoy muy contento de haber rodado allí. Es importante arrojar luz sobre situaciones de las que la gente no es consciente, capturar ciertas realidades utilizando elementos con los que los espectadores puedan sentirse identificados. Lo que está pasando en Túnez es la consecuencia de la dictadura que hubo. El país no empezó a debilitarse después de la dictadura. El sistema está roto desde sus entrañas, y cambiar las mentalidades es un trabajo a largo plazo.