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NOTAS DEL DIRECTOR...
Al principio fue la fotografía. Tomada de la luz. Para siempre fijada como una imagen.
La creencia en la magia ancestral y la magia del cine se entrelazaron en historias de carne y sangre, transformándolas, lo cual es también una maldición. Ambas formaron parte de la imaginación humana en los primeros días de la civilización.
Esta es mi historia. Esta es nuestra historia.
La creencia tribal de que la cámara fotográfica se quedaba con las almas de las gentes es una creencia que proviene de la Magia y que se funde con la tecnología.
Uno de los primeros aparatos occidentales que las tribus de Borneo confrontaron en los inicios del siglo XX fue la cámara, cuando un etnógrafo Noruego remontó por primera vez los ríos de la región. Fue éste el momento en que los aborígenes perdieron sus almas? Imaginando nuevamente, reconstruídos y reconstituídos, conformados por la imaginación occidental se transformaron en su propia imagen. Decidí entonces rehacer la imagen, imaginándola como una negra historia de hadas, una criatura híbrida salida de mi propia mente e imaginación.
La relación entre Adam e Iva es la del asesino y su víctima, de la cámara y su objeto, un círculo infinito de un mal autoinfligido en el cual uno mismo es la imagen y la imagen es también uno mismo.
La curación necesita inevitablemente del derramamiento de sangre.
Morir y transformarse de lo negativo a lo positivo, de la oscuridad a la luz.