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La película que saca a la luz los terrores de la industria del cine. Se trata del primer largometraje del director Naqqash Khalid, que dejó a un lado su carrera académica para apostar por el cine.
La principal motivación de Khalid era retratar a una generación. Explica cómo él veía en las películas de otras épocas disertaciones socioculturales en los personajes y los actores que los representaban: “Siento que los actores son casi documentos sociológicos y puedes ver mucho de una época y una generación en el cuerpo de un actor”. Por ejemplo, en las películas de los 60 predominaba el hombre agresivo, enfadado, encarnado en distintos actores, todos con esa energía compartida. “Luego empecé a pensar en cómo ese hombre enfadado se ha disuelto en una persona joven ansiosa”, añade, “en este momento parece que estamos actuando constantemente, ya sea en Instagram o con nuestros amigos. Vivimos en una época altamente performativa. Con esta película, planteo la resistencia a esa tendencia”.
Otro de los problemas en el que Khalid pone el foco es en los estereotipos de raza. Aden es un hombre oriental que vive en Reino Unido, por ello, se le encasilla en ciertos papeles sesgados. El director creó al personaje protagonista meticulosamente de la mano de Rizwan, actor que lo interpreta. Querían darle profundidad pero no pasado, por eso ellos mismos sienten que todavía no han llegado a conocer al personaje: “Es, en esencia, un alienígena, por lo que no necesitamos crear una historia de fondo debido a esta identidad extraterrestre. También quise interpretar creativamente que es un personaje asiático, pero decidimos eliminar su trasfondo asiático y tratarlo como un alienígena. Hay, en cierto modo, una mirada blanca implícita en esa decisión”.