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NOTAS DEL DIRECTOR...
La película está basada en un libro de Jean-‐Paul Dubois, Si ce libre pouvait me rapprocher de toi. (Si este libro pudiese acercarme más a ti) Es un gran libro, uno de sus mejores. Lo había leído hace mucho tiempo, y aunque no sabía qué película hacer, significaba algo especial para mí. Adaptar literalmente un libro es bastante inútil, ya que un buen libro puede dar una impresión de grandeza, que ninguna pantalla, por grande que sea, va a poder hacer. Y de todos modos, esa historia ya existía. Tuve que buscar en otro lugar.
En EL HIJO DE JEAN no quería limitarme a sólo "contar una historia", quería convertir las vidas de Mathieu, Pierre, Bettina y Angie en un momento en el que sintamos que estamos a punto de resolver algo acerca de nosotros mismos. Creo que las películas que me molestaron, me emocionaron y se quedaron conmigo, lograron hacerlo gracias a esa sensación de proximidad. Por eso trato que la película sea un testimonio que compartir con otros.
Mi única "técnica" cuando escribo un guión no es hacer versiones y versiones sin fin, sino seguir adelante con ellas, paso a paso. Y mientras las páginas que voy escribiendo no me parezca que están terminadas, no voy más allá.
Lo único que yo tenía claro sobre los personajes es que Mathieu tenía que tener a un niño en su interior. Por lo tanto, se hizo el casting con esa idea en mente. Cuando conocí a Pierre Deladonchamps, desde el primer momento, sentí esa parte de la infancia en él. En cambio, como los otros personajes eran canadienses, no logré imaginarlos mientras escribía.
Canadá es un país de espacios abiertos, un país que "respira" y eso juega un papel muy importante en la película. La naturaleza es un personaje más. La escena donde Mathieu y sus dos hermanos (quienes no saben que es su hermano) están buscando el cuerpo de su padre en el lago, es de las primeras escenas que imaginé. Era una escena muy decisiva y la presencia de una naturaleza abrumadora era absolutamente necesaria.
El cuadro que se da en herencia a Mathieu juega un papel muy importante también. Se llama Young Boy Looking up to the Sky. Tardé meses en encontrarlo y se apoderó de mi al instante. Su historia me divertía: nadie sabe quién lo ha pintado y su valor no radica en la firma del pintor, sino en sí mismo. La pintura es única...