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NOTAS DEL DIRECTOR...
En el opúsculo que lleva por título “La Substància”, el escritor Josep Pla observa tres realidades (el viento, la cocina del pescado y las fiestas) que, según él mismo, determinan la razón de ser de su ‘país’.
Este país, las fronteras del cual tienen a menudo un alcance más sentimental que físico, tendría en el pueblo de Cadaqués uno de sus ejes indiscutibles.
Cadaqués ha pasado, en poco más de medio siglo, de ser un pueblecito pesquero prácticamente incomunicado y, por tanto, desconocido, a tener que cerrar la única carretera que permite su acceso porque en agosto no cabe, literalmente, ni un alfiler.
Su gran embajador, el pintor Salvador Dalí, ha convertido el pueblo en uno de los más fotografiados del Mediterráneo. Si un pueblo tiene una réplica es porque puede. Porque se la merece. Y ante el hecho (más o menos objetivo) de que Cadaqués / Costa Brava y Cadaqués / Zhangzhou no se parecen en nada, ésta película intenta poner las cosas en su sitio y trazar un espacio de entendimiento donde estos dos lugares físicos, aparentemente irreconciliables, converjan -a través de sus imágenes respectivas- en un tercer espacio virtual, un simulacro creado para existir únicamente dentro de la película.
En este tercer espacio es donde navegan y se reflejan los personajes: una esquina mal iluminada entre dos decorados, un limbo oscuro desde donde dejar intuir algo que pueda ser más real, más profundo o, en el peor de los casos, un naufragio