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NOTAS DE LA DIRECTORA...
“La vida es aquello que te sucede mientras haces otros planes”. John Lennon.
'Las distancias' hace suya esa máxima, representada en un grupo de amigos en la mitad de la treintena, cuya relación es un juego de espejos que les devuelve una imagen que ya no reconocen (y no quieren reconocer) como propia.
'Las distancias' refleja el desencanto de una generación que es consciente de que difícilmente vivirá mejor que la generación anterior, que se descubre envidiando a sus padres porque ellos tenían un objetivo y, a su edad, ya tenían una vida hecha. Cuenta cómo a menudo hacemos daño a aquéllos a quienes más necesitamos, especialmente cuando nos sentimos perdidos. Explica cómo fantasear con tener otra vida no es una forma de escapar de los problemas, sólo de retrasarlos. De qué supone madurar y descubrir que tu vida no es lo que tú habías creído que podía llegar a ser.
'Las distancias' nos presenta unos personajes, en un momento concreto de sus vidas en que afloran una serie de conflictos internos. Para llegar a ellos y lograr explicarlos de manera que el espectador se identifique y se emocione, imagino una película repleta de detalles, de miradas, de silencios. Donde lo esencial se explique en lo que no logra decirse.
Como espectadora me gustan mucho las “pequeñas historias”. Aquellas en que el cine consigue robar momentos íntimos de gente anónima que nos resulta al mismo tiempo desconocida y cercana. Me gustan mucho porque creo que nos identificamos con aquello en lo que nos vemos reflejados. Cuando los protagonistas no son tan distintos a nosotros. Cuando hay espontaneidad en los gestos; cuando algo parece natural, real.
En ese sentido visualmente 'Las distancias' es una película “desnuda” de artificios formales. Busco potenciar esa sensación de estar entrando en la vida de los personajes, rodando en localizaciones reales y con una cámara que está cerca de ellos, que respira, que sigue los acontecimientos como si transcurrieran a tiempo real. Sin dejar de tener por ello, a nivel fotográfico, algo bonito y delicado. La naturalidad de la que hablo convive perfectamente con una imagen cuidada.
Si tuviese que definir 'Las distancias' con una estación del año, sería el Invierno. Y si tuviese que hacerlo con un sentimiento sería la Melancolía. Ambas cosas me llevaron desde un primer momento a Berlín, por eso la historia sólo podía tener lugar en esa ciudad.
Estuve en Berlín por primera vez en Enero de 1998. Recuerdo claramente la sensación de pérdida, de vacío y completa desorientación que me producían sus calles, llenas de nieve y poco iluminadas cuando caía la noche.
Salvando las distancias con la cosmopolita capital que es ahora, creo que Berlín mantiene ese aire desangelado que recuerdo, en los meses de invierno. Además, es quizás la última capital “asequible” de Europa, el lugar en el que un personaje como Comas puede seguir viviendo sin tomar grandes decisiones.
Aunque mi historia de amor con la ciudad no ha hecho más que consolidarse a lo largo de los años (siendo mi estancia más larga, los cuatro meses que gracias al Nipkow Programm pude dedicar a escribir el tratamiento de lo que sería el guión de esta película) Berlín en invierno sigue siendo una ciudad que se esconde. Fotográficamente el estado de ánimo perfecto para Las distancias.