INFORMACIÓN EXCLUSIVA
VISIÓN DEL DIRECTOR...
En la Argentina, años de desigualdad social han incrementado notablemente la delincuencia. En este contexto, los medios masivos han construido y vuelto popular a un personaje: el pibe chorro. Producto de condiciones crónicas de marginalidad y pobreza, los niños y adolescentes de los estratos más desfavorecidos son muchas veces obligados por la policía a trabajar para ellos, comentiendo delitos.
Cuando Juan Manuel Bordón me trajo los personajes de Rey y Carlos Vargas, sentí que teníamos entre manos un material sumamente contemporáneo para nuestro país, y, a su vez, un relato arquetípico. Personalmente, siempre me apasionaron las historias maestro-aprendiz, porque permiten abordar la transmisión de la experiencia humana, con todos sus conflictos.
Al decidir proteger a Rey, Carlos está metiéndose en problemas.
A partir de allí, las lecciones que le da a Rey apuntan a que éste pueda defenderse solo en un mundo violento, que pueda tener agallas. El modo en que Rey va utilizando las herramientas que le da Carlos, y las circunstancias que le toque vivir, va a definir en quién se convertirá.
La historia transcurre en un territorio inexplorado para el cine argentino. Mendoza, la ciudad donde crecí, se encuentra rodeada por un paisaje desértico y montañoso, bajo la sombra de la cordillera de los Andes. Esta cercanía con la naturaleza me permitió fortalecer el tono mítico del relato.
En una primera etapa, escribimos La educación del Rey como una miniserie de 8 capítulos. Luego de filmarla y editarla en ese formato, comencé a trabajar en una versión de largometraje, modificando algunos detalles de la trama, y cambiando el final.
El modo de rodaje, extremadamente veloz y mayormente focalizado en las actuaciones, le dio a la película una frescura de la que estoy agradecido. Las actuaciones del experimentado Germán De Silva (Carlos Vargas) y el debutante Matías Encinas (Rey) fueron claves para que la relación entre ellos se llenara de matices.
Mario Galván, el compositor de la música, trabajó para crear una mixtura entre ritmos nativos de Argentina, y texturas sonoras más universales, que dieron como resultado una música tan particular como los personajes o los espacios de la película.
La educación del Rey pone en escena elementos de la realidad contemporánea en Argentina, utilizando como marco un relato universal. Trabajé para crear un relato que expusiera la dureza del mundo de los personajes, y, al mismo tiempo, diera cuenta de su ternura.