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NOTAS DE LA DIRECTORA...
A lo largo de su vida, Lou Andreas-Salomé escribió acerca de muchas cosas. Era filósofa, psicoanalista, novelista, etc. Su obra es inmensa. No habría manera de abarcarla en una sola película. Lou era una intelectual muy culta que conocía perfectamente la filosofía. Ha escrito novelas, ensayos, una biografía de Nietzsche, pero los escritos que más me han conmovido son los que habla de la libertad. Es un tema muy importante para ella que aparece una y otra vez cuando habla incluso de otros filósofos. Había que elegir un filtro y, para mí, lo más importante de ella es ese ideal de libertad. Todo lo que escribió, de una forma u otra, trata de la libertad. La ausencia de Dios, la presencia femenina, la relación con los hombres, todo confluye en la idea de ser libre. Y para contar eso había que mostrar, más que decir. Hay también quien nos ha reprochado no haber abordado la vertiente psicoanalítica de su trabajo. Pero, ¿cómo hacerlo? Habría hecho falta una película de 10 horas.
Lou Andreas-Salomé no se implicó en las luchas feministas porque rechazaba cualquier atisbo de dogmatismo. En aquel momento, los movimientos feministas eran mucho más moralizantes especialmente en lo que se refiere a la vida amorosa. Ella estaba mucho más liberada de lo que defendían los movimientos de liberación de la mujer en aquel momento. Ella decía también: «Quiero luchar por MIS derechos». Estaba muy por delante de los movimientos de su época, pero, por lo tanto, muy sola y con muy poca gente de su parte. Se comportaba con independencia de las convenciones morales, de una forma más cercana a la de los varones y en esa época eso no les gustaba a las feministas. Pero nunca le afectaron las críticas, tenía la costumbre de decir: «Yo vivo fiel a ese fuego que hay en mí, y me da igual lo que la gente espere de mí». Se la consideraba una egoísta, pero a un hombre que hubiera vivido de la misma manera se le hubiera calificado de fuerte e independiente, y esto es lo que deja más claro la amplitud del problema de la desigualdad.
Hay que congratularse de la vuelta a las pantallas del personaje de Lou Andreas-Salomé. Era una empresa arriesgada, si recordamos el éxito que tuvo, hace cuarenta años, la película de Liliana Cavani Más allá del bien y del mal (1977) que, a diferencia del retrato que traza Cordula Kablitz-Post, se centraba en un breve periodo de la vida de Lou Andreas-Salomé (…)
Faltaba que el cine se ocupara de esta intensa vida, constantemente en tensión por su exigencia de autenticidad. Cordula Kablitz-Post, cuya película es más breve que la de Cavani, lejos de haber reducido su ambición respecto a la otra película, la ha desplazado. La película, con sus escenas amorosas y aventureras, compone un himno a la vida, una vida de lucha aderezada con el humor y la ternura.
La construcción del guión excede las dimensiones de una película biográfica al uso.
La ficción se pone al servicio de la vida, que aquí se cuenta mediante ingeniosas idas y venidas entre la mirada retrospectiva de la memoria y el desarrollo de la existencia.
Cordula Kablitz Post ha escrito el guión partiendo de los archivos privados de Göttingen. Ha tenido acceso a partes de su obra aún desconocidas por el público y que la investigación ha pasado por alto. Yo mismo he consultado esos manuscritos inéditos y he podido constatar hasta qué punto el celo de su primer albacea testamentario, asustado por las confesiones de su protagonista, filtró y censuró la obra publicada. Hay que señalar la pertinencia del retrato que traza la directora.
Enfrentándose a la idealización de Lou y evitando reclutarla para causas que le fueron ajenas.
Encontramos de nuevo el humor de esa mujer de la que Malraux contaba haberle preguntado en un salón parisino si era o no verdad que había besado a Nietzsche sobre el Monte Sacro. Ella le respondió con una sonrisa maliciosa: «No me acuerdo muy bien».