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SINOPSIS
Capadis es un maestro que termina arrojándose por la ventana de su clase ante la mirada de seis de sus alumnos que permanecen impasivos ante tal circunstancia. Pierre es quien se hace cargo ahora de sus clases notando rápidamente un comportamiento muy extraño en estos seis jóvenes...
INTÉRPRETES
LAURENT LAFITTE, EMMANUELLE BERCOT, LUÁNA BAJRAMI, VICTOR BONNEL, PASCAL GREGGORY, VÉRONIQUE RUGGIA, GRINGE, GRÉGORY MONTEL, THOMAS SCIMECA, THOMAS GUY, ADÉLE CASTILLON, MATTEO PEREZ, THELMA DOVAL
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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
LA ÚLTIMA LECCIÓN está basada en la novela de Christophe Dufossé, publicada en 2002. ¿Qué te motivó a convertirla en una película?...
Desde la primera vez que leí la novela, me sentí sumergido en un imaginario y unas situaciones fascinantes: un profesor de escuela se suicida durante una clase, una fuerte sospecha entre los alumnos, un misterioso proyecto. En una semana, adquirí los derechos del libro, sin un productor, una financiación ni nada - sólo con la certeza de que la historia prometía para hacer una buena película.
Durante mucho tiempo, tenía la esperanza de que fuera mi primera película pero era demasiado ambiciosa para una primera vez. Así que la dejé a un lado pero nunca me rendí. Cuando estaba trabajando en ‘Irréprochable’, le hablé de ello a mi productora Caroline Bonmarchand. Ella también estaba muy interesada en el proyecto y me animó a retomarlo.
Diez años después de la primera versión del guión, tuve la idea de reescribirlo completamente, sin releer la novela. Quería quedarme con mis primeras impresiones, la memoria que tenía de ella y las situaciones que mi memoria había seleccionado o inventado con el tiempo. A través de aquel velo de memoria subjetiva, el boceto de la película que realmente quería hacer apareció gradualmente.
En los últimos 15 años, el mundo ha cambiado. Tu historia muestra la evidencia de esta agitación...
El contexto desde el cual escribimos condiciona la manera en la que vemos las cosas. Empecé la nueva adaptación en 2016 cuando el mundo entero, y Francia en particular, sufría nuevas preocupaciones. La realidad era más problemática así como la visión que los niños tenían del futuro.
Por encima de todo, creo que las generaciones más jóvenes se volvieron más conscientes del mundo en el que vivimos. Pasamos mucho tiempo haciendo cástings para encontrar a los estudiantes, especialmente al grupo de seis. Cada vez, les hacíamos preguntas sobre sus miedos y preocupaciones, y nos sorprendió lo aguda que era su visión del mundo, pero también cómo de pesimista era. No era extraño que los recientes ataques terroristas se mezclaran todos en una especie de amenaza invisible. En la secundaria, cada Septiembre, se les recuerdan procedimientos de emergencia en caso de ataque terrorista. Los padres y profesores les dicen a los niños que no deben merodear frente a la escuela porque hay un riesgo más alto de recibir disparos. No tienes que añadir mucho más para darles la idea que el caos está a la vuelta de la esquina. Esa sensación de miedo colectivo no fue una sorpresa para nosotros pero sí lo fue ver cómo les preocupaban las cuestiones ambientales. Eran conscientes que la humanidad está activamente exterminando el planeta y llevando los animales a la extinción. La generación a la que retrato en esta película es una que vive en medio del caos. Ellos ya tienen una idea de cómo podría ser el fin del mundo.
Pero en tu película, la amenaza no viene del exterior. Viene de los mismos estudiantes...
Es así como empieza y como puede parecer a los adultos. Hay algo extremista en su grupo y sabemos que su desesperanza los ha llevado a una ideología radical. Pero los profesores también tienen un papel en lo que está pasando: se han rendido y se han vuelto indiferentes al sufrimiento de los niños que deben proteger. En la película, hay cierta ceguera e irresponsabilidad en la plantilla de profesores. Meten sus cabezas en la arena pese a saber que una ira silenciosa se ha apoderado de la escuela después del suicidio que ha tenido lugar. Incluso peor, los profesores intentan racionalizar la violencia y el extremismo de los que los alumnos son capaces. Y esa tensión y ambigüedad es lo que estoy explorando aquí. Durante la película espero que el público siga preguntándose quiénes son los monstruos, si los adultos o los niños.
Por esta razón también los niños tiene que tener algo excepcional, porqué tienen talento. Tienen que desprender un inquietante sentido de la fuerza y de sofisticación, como los niños de ‘El Pueblo de los Malditos’ o ‘La Cinta Blanca’, de Haneke. También tenía en mente las novelas gráficas de Charles Burns, la forma con la que representan la monstruosidad adolescente.
Aunque LA ÚLTIMA LECCIÓN tiene algo que decir sobre la escuela, sobre la ruptura del vínculo entre adultos y niños, y alumnos y profesores, el film es por encima de todo una película de suspense. Cuanto más se acerca Pierre a los chicos, más se hunde en su oscuridad y se contagia con esa visión nihilista que descubre.
¿Qué me dices de Pierre, el profesor sustituto, dónde lo sitúas?...
Pierre está justo en el medio. Tan pronto entra en Saint Joseph y ejerce en la escuela como nuevo profesor, podemos ver como no acaba de encajar allí. No está familiarizado con una institución privada tan elitista, y por encima de todo, hay un grave problema de comunicación. El personaje de Pierre en la película actúa como un vínculo entre el espectador y ese grupo de adolescentes., porque él transgrede y cruza los límites muchas veces, espiándoles y siguiéndoles a casa. Y es porque Pierre espera descubrir el misterio y aprender sus secretos que empieza a perder su rumbo y las cosas le empiezan a salir mal.
En cierto modo, Pierre siempre está condenado a especular sus motivaciones, un poco como el espectador. Muchas cosas se mantienen ocultas durante la mayor parte de la película...
LA ÚLTIMA LECCIÓN es una película que contempla la tragedia que está sucediendo ahora mismo, y espero que en su final nos haga pensar de forma visceral alguna cosa sobre la quiebra sin piedad de nuestro mundo. La idea era que la historia siguiera evolucionando pero, a su vez, reservando cierto misterio sobre las intenciones de los chicos. ¿Qué están preparando? ¿Y por qué? ¿Quieren deshacerse de su profesor? ¿O son víctimas de algún tipo de manipulación externa? Quería mantener todas esas posibilidades en suspense, dejar que flotaran en el aire y luego cambiar esas perspectivas en cada secuencia. El objetivo era empezar con una trama incierta, casi paralizada, y luego construir, minuto a minuto, un sentimiento de preocupación, miedo y pánico. Es la misma que la estructura subyacente de mi película anterior, ‘Irréprochable’.
En LA ÚLTIMA LECCIÓN, algo está creciendo dentro de los muros de esa institución, como un rumor, y podemos sentir que en cualquier momento puede explotar. Excepto en ese caso, quería que la sensación de preocupación dependiera menos de los detalles que en la dirección: la duración de los planos y la atmósfera de la película. Quería que la estructura y el montaje fueran contagiosos, que actuaran de una forma hipnótica sobre el espectador como lo hace sobre Pierre.
¿Cómo construiste la lucha de poder entre Pierre y sus alumnos, la cual persiste y evoluciona durante la película?...
La piedra angular de este proyecto yace en encontrar la manera de hacernos sentir cuán opaca e impenetrable es la adolescencia. De eso trata LA ÚLTIMA LECCIÓN: cómo nosotros, como adultos, casi nunca somos capaces de entender el misterio de la adolescencia, ¡aunque una vez también fuimos adolescentes! Sé muy bien como los adolescentes pueden hacer que su mundo sea inaccesible, porque viví experiencias muy dolorosas a esa edad. Y no fue hasta los 33 años, cuando escribí mi primera novela, ‘Mimi’, que mis padres descubrieron toda la violencia que soporté en la secundaria.
Así que, como director, tenía que crear un muro entre Pierre y el grupo de seis chicos. No quería que Laurent Lafitte conociera a los jóvenes actores hasta el primer día de rodaje. Sé que aquello crearía, en ambas partes, cierta desconfianza, así como una tensión natural. Laurent incluso renunció a comer con ellos durante dos semanas. Era importante para nosotros minimizar sus interacciones y evitar que tuvieran una relación totalmente amigable y confortable entre ellos. Para Pierre, el grupo representa una otredad opaca, un microcosmos donde no puede entrar, incluso aunque quiere formar parte de ello.
¿Cómo fue la búsqueda y los castings de los adolescentes que forman el grupo?...
Hicimos cástings a casi 150 jóvenes. Primero, habían los dos líderes del grupo, Luàna Bajrami (Apolline) y Víctor Bonnel (Dimitri). Supe que eran los adecuados con sólo mirar sus fotos. Buscaba actores justo en las puertas de la pubertad, que fueran aún niños pero que ya mostraran una extraña, casi aterradora madurez para su edad. Rodamos la película sólo unos meses antes y es alucinante verlos hoy. Han madurado. Algo ha cambiado en ellos. Se han transformado. Así que estoy feliz de haber conseguido cogerlos justo en el límite de esa mutación, en esa fase fascinante, de no estar ni aquí ni allá.
En tus dos películas, la banda sonora contribuye a crear esa extrañeza. LA ÚLTIMA LECCIÓN está llena de ruidos “parasitarios”. A menudo no sabemos de dónde vienen. ¿Cómo los elegiste?...
“Parasitario” es realmente una palabra acertada. A menudo hay un sonido perturbador al que no necesariamente tenemos que prestarle atención pero que acaba metiéndose en la cabeza del espectador como un pequeño insecto. Puede ser un bebé llorando en la habitación de al lado, o una alarma o el zumbido de un refrigerador. Pero, sea cual sea la fuente o la naturaleza del sonido, quería que fuera invasivo e inquietante, a la vez familiar y desestabilizador. Para ser sincero, ese trabajo con el sonido subraya lo que más me gusta en las películas: crear un sentimiento de ansiedad por razones que nunca son claramente identificables.
Todas las capas auditivas están intrínsecamente relacionadas. Para la secuencia inicial, pregunté a Etienne Jaumet, Cosmic Neman y Jérome Lorichon, quiénes forman el grupo Zombie Zombie, si podían encontrarme un “sonido” para el sol. O, más concretamente, una textura sonora capaz de expresar ese calor opresivo que se adueña de la película como una olla a presión. Quería que esa escena sudara a través del sonido. Y para el resto de la película, el objetivo era componer música que conjurara los poderes de la tierra, ir mano a mano con un mundo trastornado y encarnar la crisis existencial que Pierre está sufriendo.
Vemos mucho sudor en la pantalla y el personaje de Pierre sufre momentos febriles que van creciendo más y más hasta el delirio, casi como si sufriera alucinaciones...
Era una manera de hacer un acercamiento diametralmente opuesto al imaginario sórdido y oscuro que este tipo de películas suelen utilizar: planos nocturnos, niebla y tonos fríos. Quería crear un sentimiento de claustrofobia, calor y sofocación en la película, como una sauna, y causar la sensación de que está intoxicando gradualmente la mente del espectador. La intención es hacernos cuán pesado y físicamente agotador puede ser aquél calor tan persistente, atrapándote como una camisa de fuerza, hasta el punto de volverte loco.
Mi principal objetivo era mostrar que el día a día de Pierre y su pensamiento se vuelve inexorablemente contaminado por el terror y la locura. Me encanta la idea de hacer que el diseño de producción exprese esa demencia de su personaje, como en ‘Repulsión’ de Roman Polanski. Dicho esto, no era suficiente apoyarse en sólo unos pocos hechos casi-alucinatorios; todo el universo de la película tenía que ser una expresión de ansiedad. Primero, eso era visible en la fotografía: los planos son casi estáticos, rectos como una flecha, y cuando hay un movimiento de cámara, es traicionero, casi imperceptible. De hecho, recordé constantemente a mi director de fotografía, Romain Carcanade, que su cámara necesitaba estar en un ángulo bajo, como en la mayoría de las películas de Carpenter y los slasher que ví cuando era adolescente, como ‘La Matanza de Texas’. También usamos un set de lentes anamórficas para darle al objetivo ese destello y distorsión característicos. Era como un lenguaje que usamos para jugar un poco con el género de terror, lo que nos ayudó a darle a la película un halo menos realista. Como en ‘Irréprochable’, ese alejamiento es lo que me dio la sensación de estar en la posición adecuada para hablar de temas socio-políticos que me interesan mucho.
El final de la película es particularmente fatalista. Aún así, por otro lado, también muestra una reconciliación entre el mundo de los adultos y el de los jóvenes: cuando descubren un inminente desastre, todos miran hacia la misma dirección y se cogen de las manos...
LA ÚLTIMA LECCIÓN es, a mis ojos, realmente una película política, y el final debería crear una imagen fuerte y contundente del potencial de responder contra el desastre. El hecho que el profesor se vuelve parte del grupo en ese momento particular crea emociones contradictorias, algo positivo y quizás incluso bonito, y eso me encanta.
Durante todo el film, vemos a dos generaciones que están expuestas y que se examinan una a la otra, pero sin llegar a entenderse o a escucharse nunca. Todavía necesitan una catástrofe sucediendo delante de sus narices para revelar su angustia mutua.
Lo que más me ha impactado en los últimos años es ver tantas catástrofes sucediendo ante nuestros ojos, y aún así nuestros líderes y los mayores lobbies financieros permaneciendo ciegos. Sus decisiones casi siempre se mueven hacia la dirección incorrecta y podemos sentir de forma creciente cómo el mundo puede llegar al límite cualquier día y en vario lugares del planeta.
Cuando respecta a temas de terrorismo y del medio ambiente, es sorprendentemente obvio. Pero siempre es lo mismo: tenemos que esperar a que pase una catástrofe para que emerja y crezca una consciencia de colectividad. ¡Es terrible y a la vez fascinante! Al final de la película, ante el desastre, las dos generaciones nadan juntas a través de las oscuras aguas de la misma pesadilla.
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