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En febrero de 2019, Gaspar Noé (“Irreversible”, “Clímax”) recibió un encargo de la firma de moda Saint Laurent: hacerse cargo de “Self 04”, la cuarta entrega de un proyecto artístico que la marca está financiando para promocionar a sus rostros y colecciones. Por la iniciativa ya habían pasado el fotógrafo Daido Moriyama, la artista conceptual Vanessa Beecroft y el escritor Bret Easton Ellis. Noé acepto la propuesta de dirigir una pieza audiovisual cuyas únicas condiciones es que en ella debían aparecer modelos y vestuario de Saint Laurent. Pero se autoimpuso un reto mayor: estrenar “Lux Æterna” en Cannes. El problema es que el festival arrancaba en pocas semanas, por lo que parecía imposible llegar a tiempo.
Con un guion de tres líneas, mucha improvisación y un rodaje frenético, la película logró su objetivo y tuvo una proyección especial de medianoche en el principal festival de cine del mundo.
“Lux Æterna” está protagonizada por dos actrices muy admiradas por Noé: Béatrice Dalle, que interpreta a una directora de cine que va a filmar una película sobre la caza de brujas en la Edad Media; y Charlotte Gainsbourg, la actriz que acepta protagonizar el film.
Ambas son rostros de Saint Laurent, igual que la modelo argentina Mica Argañaraz, la australiana Abbey Lee (vista en “Mad Max: Furia en la carretera”) o el francés Félix Maritaud (“Savage”). Todos se ponen al servicio de “L’oeuvre de Dieu”, la película que va a tratar de sacar adelante, sin éxito, la directora encarnada por Dalle. Quería filmar a un director un poco inconsistente en su gestión de grupo. Refleja mis miedos cuando grabo películas. Arruinar un rodaje es de hecho un miedo inconsciente pero natural que me gusta creer que compartimos todos los directores, explica Noé.
Sin duda el aspecto más llamativo de “Lux Æterna” es el uso violento que hace de la luz. La estroboscopia de luz puede ser realmente fascinante ya que juega con nuestras ondas cerebrales. Hay personas a las que estas luces parpadeantes, de colores o no, les pueden transportar a estados irracionales de miedo, mientras otras regresan a un estado de relajación y plenitud. Es un poco como fumarse un porro, algunos se ríen y se relajan, mientras que otros se vuelven locos, explica el director, que incluye, por primera vez en su obra, citas a directores que admira, como Dreyer, Fassbinder o Buñuel, y juega con los formatos y la pantalla partida en una película cinematográficamente muy estimulante.