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NOTAS DEL DIRECTOR...
   ‘La Cima’ es un viaje fascinante; no solo físico, hacia la cima de una montaña, sino emocional, hacia la realización personal de los protagonistas. Mi intención con esta película es hacer que el espectador sienta de la misma manera la experiencia vital a la que se enfrenta Mateo, un personaje con un reto muy claro, una persona constante y con valor suficiente para afrontar las adversidades que se le ponen en su camino con el objetivo último de cumplir una importante promesa.
  A esta épica se añade el personaje de Ione, que a pesar de estar viviendo un momento personal difícil, nos mostrará el coraje, la lealtad y el compañerismo sin límites, valores que existen entre los alpinistas y que son tan necesarios en la sociedad en la que vivimos.
  ‘La Cima’ nos mostrará cómo a pesar de sus miedos, los protagonistas asumirán riesgos que les permitirán superarse y evolucionar, para llegar a entender que la vida hay que vivirla intensamente y saborearla a cada instante. Me gustaría generar en el espectador esas mismas ganas de atreverse a cumplir sus metas, sin flaquear y sin perder optimismo para afrontar el camino que elegimos.
  A Ione y Mateo hay que sumar un tercer protagonista: la naturaleza. Me gustaría transmitir a través de la cámara la simplicidad de la vida a través de la inmensidad de las montañas. Sin separarnos de los protagonistas y con cámara en mano, quiero transmitir el realismo necesario para despertar la emoción en el espectador acercándole a las experiencias propias que viven los alpinistas de verdad.

ENTREVISTA AL DIRECTOR...
La película parte de una idea tuya, ¿cómo surge esta idea?...
Con esta película quería reflexionar sobre la idea de que una persona que se enfrenta peligrosamente a la muerte, consigue sentir una profunda conexión con la vida. El Annapurna, la montaña más peligrosa del mundo, me pareció el escenario ideal para ello.
Soy amante de la montaña y siempre me han fascinado las historias de alpinistas. No tanto por la vertiente de la aventura, que también, sino por la psicología que hay detrás de ellos. Son personas muy conectadas a la vida, precisamente porque se la juegan casi a diario. Aprecian la simplicidad, la amistad pura, la naturaleza y viven felizmente con lo puesto.
Yo he podido vivir experiencias similares a las del protagonista. Obviamente no he escalado el Annapurna, pero a mi nivel, me he propuesto retos deportivos extremos que me han llevado a situaciones límite y con las que me he sentido más vivo que nunca. A través de esta historia, quería transmitir precisamente esa sensación de conexión con la naturaleza, con uno mismo, con la vida, con el “todo”. Conseguir aquello que te propones es alcanzar la cima en todos los sentidos, el físico y el espiritual.
Es muy difícil explicar esa “conexión” con palabras, así que mi reto pasó a ser transmitido con imágenes.

La Cima no es simplemente una película de aventura. ¿Qué otros temas querías abordar en ella?...
La Cima aborda temas como el amor y el respeto a la naturaleza, la resiliencia y el esfuerzo, la superación de la pérdida, el compañerismo en la montaña, el instinto de amar, y, sobre todo, La Cima habla sobre el sentido de la vida.
También reflexiona sobre cómo lidiar con el vacío que uno siente tras alcanzar el éxito o el objetivo deseado durante años. Es una situación a la que se tienen que enfrentar muchos deportistas de élite, pero también artistas y gente común en sus trabajos. Ese vacío que se siente cuando ya se han alcanzado objetivos y metas difíciles.

¿Cómo ha sido trabajar con Javier Rey y Patricia López Arnaiz? ¿Cuándo supiste que ellos eran los Mateo e Ione de tu historia?...
Desde el primer momento los tuve en la cabeza, los dos correspondían a la imagen que buscaba. Quedé con ellos para asegurarme de que eran personas afines a la montaña y de que estaban dispuestos a trabajar en condiciones difíciles incondicionalmente.
De Patricia me gustaba su dureza, junto con su sensibilidad escondida, como buena vasca. Ella es el personaje fuerte de los dos en esta historia y necesitaba alguien que me aportara esa fuerza y decisión.
De Javier buscaba la cercanía con el público. Una persona atlética, empática, alocada y algo payasa. Alguien que te enrabiara e hiciera reír a la vez.
A ambos les encantó el guion y se metieron al 100% en el proyecto. Tardamos en financiar la película, pero siempre estuvieron pendientes para poder hacerla. En algún momento pareció que por fechas y otros compromisos no conseguiríamos juntarnos, pero el destino lo permitió. Y estoy muy feliz por ello.
Los dos se involucraron de forma obsesiva en el proyecto. A nivel físico se entrenaron e hicieron clases de escalada en piedra y hielo, además de practicar movimientos concretos de alpinistas en zonas elevadas con escaso oxígeno, o cómo inyectarse en altura, etc. A nivel psíquico, leyeron multitud de libros sobre historias de grandes ascensiones y sus dificultades y el alpinista Jordi Tosas charló días con ellos sobre los sentimientos y pensamientos de diferentes alpinistas que él ha conocido.
Ambos me dieron exactamente el naturalismo que buscaba en esta historia. Me dieron verdad, compromiso y pelearon su personaje conmigo hasta dar ambos lo mejor de sí. Estoy feliz con el resultado y con haberlos conocido en profundidad como personas y actores.

¿A la hora de crear los personajes de Mateo e Ione os habéis inspirado en algún personaje real?...
Nos hemos inspirado en diferentes personajes que han influido en la historia del alpinismo y que he admirado personalmente a lo largo de los años, y en parte, también en sus historias. Algunos de los referentes han sido Edurne Pasaban, por ser la primera mujer en coronar los 14 ochomiles. Iñaki Ochoa de Olza, que perdió la vida en su intento por alcanzar la cima del Annapurna en 2008, o Kilian Jornet, por su estilo ‘libre y ligero’ a la hora de alcanzar las cimas más altas del mundo.
Pero también me he inspirado en otras historias comunes, en historias propias, en libros, en películas, etc, para explorar la psicología de ambos personajes. La
tendencia de algunas personas en tratar de superar la pérdida de forma camicace me parece arriesgado, pero me interesa. El cómo enfrentarse al vacío cuando tu vida deja de tener sentido y cómo poder salir de ese agujero, etc.

Habéis contado con la experiencia del escalador y alpinista Jordi Tosas, ¿cómo os ha asesorado en esta película?...
Jordi es íntimo amigo de Albert Pascual, el director de fotografía y lo conocí durante el rodaje del documental ‘Kilian Jornet: Path to Everest’. Es un gran tipo, alpinista puro y místico y que se ha volcado al 200% con nosotros. No solo nos asesoró, sino que entrenó a Javi y Patricia e hizo de especialista en varias escenas de la película.
Creamos un equipo maravilloso de alpinistas para esa segunda unidad, que rodó en situaciones difíciles planos que le dan mucha veracidad a la historia.
Gracias a todos: Jordi Tosas, Nacho Segorbe, Rubén Subías, Clara Cotoré, Jordi Florensa, Narcís Villa, Xabi Rebordosa.

Habéis tenido que rodar a muy bajas temperaturas y en época de pandemia, ¿ha sido tu rodaje más difícil?...
Ha sido toda una aventura, que es lo que debe ser la montaña. Muchos días rodamos a -17ºC y con fuertes vientos, sufrimos el temporal Filomena, una tempestad de arena del Sáhara nos pintó las montañas marrones varios días y por si no fuera suficiente, tuvimos que parar durante dos semanas por culpa del Coronavirus.
Vi nacer a mi hija Rita en streaming desde la habitación de un hotel en Benasque porque tuve que permanecer confinado por Covid. Se puede decir que ha sido una aventura en toda regla.

La montaña y la naturaleza en general es un protagonista más de esta historia. ¿Has escogido el Annapurna por alguna razón especial?...
La montaña y la naturaleza son el tercer personaje protagonista de esta película. En la montaña encontramos el yin y el yan. Nos da paisajes increíbles, luces y sitios maravillosos, y también se puede torcer y darnos toda la violencia y oscuridad más absoluta.
El Annapurna es la montaña más mortífera de todos los ochomiles. Quise que esa fuera la montaña por su peligrosidad. Mateo, sin ser un alpinista profesional se enfrenta a la peor montaña del mundo con el objetivo de cumplir una antigua
promesa. Esta experiencia extrema le ayudará a superar un trauma del pasado, a conectar consigo mismo y a recuperar el sentido de su vida.
Para Ione, escalar esa montaña ya no tiene ningún sentido, ya lo ha hecho y no le aporta nada. Es más, el haberla ascendido, es quizás el detonante que da origen a su conflicto interno y vacío personal.

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