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SINOPSIS
La madrugada del 16 de noviembre de 1989, en plena guerra civil salvadoreña, seis sacerdotes jesuitas, profesores universitarios, y dos empleadas fueron asesinados en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) en San Salvador. La noticia tiene una inmediata repercusión internacional, porque además de la barbarie, entre los sacerdotes asesinados se encuentra un intelectual de prestigio, Ignacio Ellacuría. La posición de los Jesuitas de la UCA era inmejorable para mediar en un previsible acuerdo de paz y su talante sin tacha, la herramienta ideal para poner fin a una década de guerra cruenta. Inmediatamente el Gobierno culpabiliza a la guerrilla del FMLN, pero una testigo presencial echa por tierra la versión oficial. Se llama Lucía Barrera de Cerna y trabaja como empleada de la limpieza en la UCA. Aquella noche ella vio quiénes son los verdaderos asesinos: el Ejército. Su testimonio será clave para esclarecer la verdad y hacer justicia, pero además cambiará para siempre su vida y la de su familia...
INTÉRPRETES
JUANA ACOSTA, ÁNGEL BONANNI, KARRA ELEJALDE, CARMELO GÓMEZ, HARLYS BECERRA, MANU FULLOLA, GERALD B. FILLMORE, CRISTHIAN ESQUIVEL, JOSÉ ROBERTO DÍAZ, ERIC FRANCÉS, IVÁN GISBERT
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Imanol Uribe se pone de nuevo tras las cámaras para dirigir un apasionante guion basado en la historia real de la única testigo del crimen de los jesuitas en El Salvador en la que fue asesinado el sacerdote y teólogo de la liberación, Ignacio Ellacuría.
Rodada entre España y Colombia, la película que originalmente se anunció bajo el título “La Mirada de Lucía”, se presentará definitivamente como LLEGARON DE NOCHE, en alusión a la premonición del propio Ellacuría a quien en un momento de la cinta se escucha decir: “Si me matan de día sabrán que ha sido la guerrilla, pero si llegan de noche serán los militares los que me maten”.
La película, que recoge los acontecimientos que sobrecogieron a toda una generación, es, más allá de su trasfondo político y social, una historia de personajes, de su lucha por la verdad y la justicia en un país en guerra y de su afán por superar ese momento de horror.
Juana Acosta da vida a Lucía, la empleada de la limpieza que fortuitamente presenció la matanza sin que los asesinos repararan en ella. Una mujer anónima y valiente empeñada en que prevalezca la verdad. Junto a ella, el colombiano Juan Carlos Martínez en el papel de su marido y leal compañero de viaje.
Carmelo Gómez encarna al Padre Tojeira, el otro protagonista vivo de la historia, siempre dispuesto a buscar el entendimiento, en defensa de la verdad y la justicia. El propio Tojeira ha colaborado en el proceso de elaboración del guion aportando detalles precisos y que contribuyen a construir una historia fiel a lo que ocurrió aquellos días. Por su parte, Ben Temple interpreta al apasionado y beligerante Padre Tipton, probablemente uno de los más influyentes de la época en Estados Unidos. Y Karra Elejalde se mete en la piel del Padre Ellacuría, el sacerdote vasco que junto a sus compañeros de la Compañía de Jesús proclamaba la teología de la liberación dando voz a los más desfavorecidos, haciendo frente tanto a la guerrilla como a la férrea dictadura militar que gobernaba el país en aquel momento.
Con guion de Daniel Cebrián, escrito tras un exhaustivo trabajo que ha supuesto varios años de documentación, la historia de LLEGARON DE NOCHE cobra plena actualidad cuando se ha reabierto el caso en El Salvador hace apenas unas semanas, tras la anulación el pasado año del proceso contra los autores intelectuales del asesinato. El rodaje coincidió de pleno con el juicio celebrado en la Audiencia Nacional de España y en el que el excoronel y exviceministro de Seguridad Pública de El Salvador, Inocencio Montano, uno de los militares salvadoreños implicados en el crimen, extraditado a nuestro país por EEUU hace tres años, resultó condenado a 133 años y 4 meses de cárcel por el asesinato de los jesuitas españoles aquella noche del 15 al 16 de noviembre de 1989.
Mientras tanto, la única testigo de los hechos continúa fuera de El Salvador en un discreto lugar que aún prefiere no dar a conocer, donde ha rehecho su vida.
“Mi nacimiento en El Salvador, mi educación con los Jesuitas y la admiración que sentía por Ellacuría y su grupo, están en el origen de esta película” – afirma el director, ganador de tres premios Goya. – “El caso Ellacuría, la matanza de los jesuitas en El Salvador en 1989, es uno de los acontecimientos informativos que personalmente más me han impactado en el momento de conocerlo. En mi memoria ocupa el mismo rango de sorpresa y desconcierto que me produjeron en su día el asesinato del presidente Kennedy o la muerte de Carrero Blanco.” confiesa Imanol Uribe.
El guion cuenta con el visto bueno de la Compañía de Jesús, que ha asesorado en los últimos meses a los productores tanto desde España como desde El Salvador. “Tomamos la idea de Uribe de hacer esta película con una gran ilusión. Lo importante del proyecto es que nos invita a tener memoria. A no caer en el olvido de lo que ocurrió en 1989 y de lo que ha estado ocurriendo en muchos lugares de Latinoamérica y Centroamérica que es la vivencia persistente de la injusticia y la violencia y que todavía hoy, la Compañía de Jesús trata de responder a través de las instituciones que tiene en esos países” – apuntó el provincial de la Compañía en nuestro país, Antonio España, quien visitó el rodaje el mismo día que arrancaba.
NOTAS DEL DIRECTOR...
El caso Ellacuría, la matanza de los jesuitas en El Salvador en 1989, es uno de los acontecimientos informativos que personalmente más me han impactado en el momento de conocerlo. En mi memoria ocupa el mismo rango de sorpresa y desconcierto que me produjeron en su día el asesinato del presidente Kennedy o la muerte de Carrero Blanco.
Recuerdo la impresión brutal que me provocó la noticia. Recuerdo dónde estaba, qué hacía en ese instante. Se me quedó grabada la decoración del restaurante dónde me enteré mientras localizábamos para una serie que no llegaría a hacerse nunca. Eran años convulsos en el mundo y Ellacuría era un referente intelectual y moral para mucha gente. A mí, además, la historia me tocaba personalmente: soy salvadoreño de nacimiento y estudié en los jesuitas, primero en el Externado de San José en San Salvador, y luego en Tudela, en el mismo colegio al que había acudido Ellacuría... incluso le conocí personalmente, aunque fuese de manera breve y casual.
Implicación personal aparte, el desarrollo posterior de los acontecimientos reales parece escrito por un guionista de cine con el encargo expreso de hacer una película que beba de las mismas fuentes que algunos clásicos del cine contemporáneo, como All the President’s Men, Missing o JFK. Una historia sólida y materiales narrativos conmovedores no podían sino despertar mi interés más entusiasta por el proyecto, que además conecta con muchas películas de mi filmografía, de trasfondo político y social.
Inicialmente, la idea de hacer la película surgió de la lectura de “Noviembre” de Jorge Galán. Una novela estupenda que narra la matanza de los jesuitas en paralelo con una historia novelada por el propio Jorge. Pensamos incluso en comprarle los derechos, pero la historia que a mí me interesó desde el principio era la de Lucía , que no tiene tanto peso en la novela. Jorge, su agente y nosotros pensamos que era mejor dejar libres los derechos de la novela y centrarnos en la parte que más nos interesaba, aunque película y novela comparten telón de fondo: los hechos reales, el asesinato de Ellacuría y sus compañeros.
Hubo una primera versión del guion basada en el recuento de los hechos: mucha hemeroteca y materiales de archivo. Pero la película cobró sentido y vida cuando Daniel Cebrián, el guionista, y yo viajamos para entrevistarnos con Lucía y Jorge Cerna en California, y con el padre José María Tojeira, provincial de los jesuitas en el momento de los asesinatos, en El Salvador, donde además pudimos localizar los escenarios naturales de la historia; de hecho, durante la semana que pasamos en El Salvador, vivíamos en la misma Universidad donde sucedieron los asesinatos. Visitar los lugares donde todo ocurrió, hablar con quienes vivieron en primera persona lo que, para nosotros, era hasta entonces una trama de ficción era mi asalto decisivo al relato, mi intento definitivo de atrapar a historia, de hacerla mía. El guion y la película están construidos casi exclusivamente a partir de los testimonios del padre Tojeira y de los Cerna.
Localizamos a Lucía en una pequeña población de California (a ella todavía no le gusta que se divulgue su actual lugar de residencia), adonde se ha mudado recientemente con su marido, Jorge Cerna, para vivir cerca de Geraldina, su hija, que también participó en la historia y que trabaja hoy como enfermera titulada en un hospital de veteranos.
Lucía es una mujer impresionante , una fuerza de la naturaleza. Su periplo vital daría para varias películas. Los momentos que pasamos junto a ella y su marido, Jorge, fueron el empujón final que nos impulsó a hacer la película. Nuestra impresión es que no había contado la historia entera nunca. Su recuerdo fluyó nítido, consistente y, sobre todo, muy emocionado, recordando la masacre de los padres o su posterior secuestro por el FBI.
Después viajamos a El Salvador, donde visitamos la UCA y pudimos recorrer los escenarios reales donde se desarrollaron los acontecimientos, el sitio exacto donde tuvo lugar la masacre. Tras meses tratando de imaginar el ataque de los soldados, la muerte de los jesuitas, la ventana por la que Lucía identificó los uniformes, pudimos hacerlo en el lugar verdadero, donde todo encajó como lo hacen las piezas de un puzzle. Nuestra conciencia de los hechos se hizo más real, pero también más dolorosa.
En San Salvador conocimos en profundidad al jesuita José María Tojeria, el otro protagonista de nuestra historia. Hoy es director del IDHUCA, el instituto de Derechos Humanos de la UCA, tras haber fungido como Rector de la Universidad entre 1997 y 2011.
Chema, como él mismo prefiere que lo llamen, nos confió su memoria con generosidad ilimitada. Los hechos vividos en primera persona tomaban cuerpo gracias a esa memoria privilegiada; pero también el contexto, la realidad de El Salvador, las pequeñas historias de cada uno de los personajes, y, por supuesto, su crítica certera desde el amor por el país del que ya es parte.
Escuchar la narración de los protagonistas de la historia de primera mano y revisitar los lugares reales, donde los hechos tuvieron lugar nos permitió dotar a la película de una veracidad casi periodística, cualidad necesaria, desde mi punto de vista, para narrar esta historia.
Si la película trata de algo es de la defensa de la verdad. En un tiempo de relativismo moral, encontrar a alguien como Lucía, dispuesta a darlo todo por defender el relato veraz de lo que vivió ,cuando la postura cómoda habría sido la contraria, me emocionó profundamente. Por eso quise contar la historia de esta mujer y de los acontecimientos que le cambiaron la vida y casi acaban con ella.
Desde nuestro viaje allá, estaba claro que en El Salvador no podíamos rodar. Razones de seguridad lo desaconsejaban, y mucho. Fueron los jesuitas, aquí en España, quienes primero nos advirtieron de que en Colombia podríamos encontrar localizaciones parecidas. Para el personaje de Lucía yo solo veía a Juana Acosta, que es colombiana. A partir de ahí, el productor también contactó con una productora de ese país y el resto cayó todo en su sitio.
Una aportación fabulosa de los colombianos fue el director de arte, Diego López, que consiguió que los exteriores de Cali y los interiores rodados en Navarra se complementaran perfectamente.
Este es el proyecto en el que más tiempo he invertido en realizarlo, cinco años largos. Por diversos motivos, pero la pandemia fue la última piedra en el camino. Nos mandaron de vuelta a casa, prácticamente en el último avión, cuando estábamos en la semana menos dos para empezar el rodaje en Cali. Era marzo de 2020, el inicio del confinamiento. Durante muchos meses conseguimos mantener el compromiso de los actores - españoles, colombianos, cubanos, peruanos, uruguayos, norteamericanos - que interpretan a una cuarentena de personajes. Ese fue para nosotros el mayor reto al que nos enfrentamos durante la pandemia.
GALERÍA DE FOTOS
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