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SINOPSIS
Emma quiere aprender a comunicarse con el espíritu de una niña que lleva siglos atrapada en una ermita y por eso intenta convencer a Carol, una incrédula y falsa médium de que la ayude. Contactar con el espíritu le ayudará a seguir unida a su madre enferma cuando esta muera. Lo que Carol no sospecha es que Emma posee realmente ‘el don’ y que, si la niña sigue intentando usarlo sin su ayuda, pondrá su pequeña vida en peligro...
INTÉRPRETES
BELÉN RUEDA, JON OLIVARES, LORETO MAULEÓN, ELENA IRURETA, JOSEAN BENGOETXEA, NAGORE ARAMBURU, MAIA ZAITEGI
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PREMIERE
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
NOTAS DE DIRECCIÓN...
¿Por qué ‘La Ermita’?...
Cuando en 2020 Laura Fernández se acercó a mí con la historia de Emma, conecté desde el primer momento.
Nos encontrábamos en medio de lo peor de la pandemia y, como nuestros antepasados ante la peste, nos enfrentábamos a la muerte, la pérdida, al miedo mientras reafirmábamos que los vínculos sociales son los que construyen una sociedad más fuerte.
Como ellos, también olvidamos rápido las lecciones aprendidas por la experiencia. Bajo la vuelta a la normalidad quedaba latente el trauma generacional por lo vivido.
Mi hija se enfrentó por primera vez a la muerte cercana de seres queridos. Mi pareja y yo a la posibilidad real de no tener a nadie que se hiciera cargo de ella si algo nos sucedía. La muerte nos había pasado muy de cerca mostrando nuestra vulnerabilidad.
No creo que se tenga que escribir sobre lo que uno sepa, sino sobre lo que a uno le interesa, pero en aquel primer guion de Albert y Carmelo intuía la posibilidad de hacer ambas cosas.
‘La Ermita’ recupera el espíritu de las películas de la vieja escuela donde personajes realistas y lo mundano se mezclan con lo sobrenatural y lo horroroso. Aventuras que devoraba de niña, que me hicieron enamorarme del cine.
Cuando más grande, más ruidoso, más rápido es el lema, nosotros reclamamos lo atmosférico, la construcción de la tensión de los thrillers que conduce a la catarsis, la susurrada tradición oral de historias contadas junto al fuego. Después de todo, ¿qué son los fantasmas sino la proyección de nuestros miedos?
Euskadi...
Uno de los directores más talentosos con los que he trabajado solía decir que la localización es el 90 por ciento del plano.
Tiene mucha razón, aunque para mí, lo es el personaje, el ser humano. La actriz o actor que nos lleva de la mano. En este caso, los ojos de talentosa Maia Zaitegi. Pura magia frágil y poderosa increíblemente acompañada por Belén Rueda, Loreto Mauleón y Josean Bengoetxea, entre otros.
La localización también es el tema, es el tono. No entiendo ‘La Ermita’ sin Euskadi, así como ‘Cerdita’ sin Extremadura. La belleza de los paisajes de Euskadi y Navarra, su belleza evocadora, llenan el plano y le otorgan poesía.
La fuerza de la naturaleza en su esplendor, los pueblos (Leizta, Artikutza), la ermita de Itxasperri, el clima, añaden una capa mítica que toda historia de fantasmas necesita, sin ahogarla.
Porque el País Vasco consigue lo imposible. Aquí conviven las tradiciones con la modernidad de manera homogénea y bella. Pocos lugares de la península con la riqueza de mitos y leyendas del País Vasco.
¿Qué mejor lugar para contar una historia de brujas, madre e hijas, que en la tierra de la diosa Mari? ¿Qué mejor lugar para hablar de la creación de mitos? En su honor, abrimos la película sobrevolando las cumbres de las montañas vascas donde la diosa hechicera tiene su hogar.
Un pueblo vasco reconocible en su humor y sus contradicciones y la mítica de sus fiestas populares. Las txosnas, los cabezudos, zampantzares y la sensación de que, en esos días, se para el tiempo. Para mí es una referencia constante el cine coreano (con producciones como “El Extraño”) y el cine de Bong Joon-ho. En este hacer de lo local algo universal dentro de los parámetros del género.
Estas raíces locales, de la tierra, tan reconocibles, nos ayudan a huir de lo grandilocuente. Nos ayudan a centrarnos en la historia de relaciones, la historia de Emma y Carol.
Estética...
Hemos jugado desde el guion a mezclar la tradición con la modernidad. La realidad y la mítica. Tanto en la concepción del género fantástico como en el tono y la estética.
Los colores del otoño. Diversas tonalidades de marrones, ocres, verdes y grises, colores apagados, desaturados. Una atmósfera densa, incluso en los exteriores, donde la lluvia, la niebla o el humo de las hogueras o los petardos serán una constante. La fuerza icónica del azul en nuestra cultura resaltando al personaje principal, jugando con la tradición y la convención en contraste con el naturalismo. Hermanamos visualmente la mítica de la narración de la leyenda de Uxoa del inicio con el final de la película. Emma y Carol incluidas para siempre en la leyenda.
Una estética que bebe tanto de ‘E.T.’ (ejemplo cumbre de llevar a lo cotidiano una historia fantástica) como de las atmósferas de Tarkovsky o la apuesta estética de Gorka Gómez Andrés en ‘Lost Village’. Una raíz muy local basada en la acepción de la pintura tenebrista de Caravaggio por Velázquez y los pintores del barroco español. Sobre todo, en la cumbre y origen del fantástico español: Francisco de Goya. “Cuando en el naturalismo se enfrenta a algo que deja de ser humano, entiendes de veras la humanidad”, dijo un maestro del género.
La peste...
El País Vasco sufrió con dureza la peste desde el siglo XIV hasta finales del XVII. Siempre me ha interesado la historia y me espeluznaban los relatos de esas ciudades tapiadas para combatir la plaga. Navarra perdió la mitad de su población a la enfermedad, con la población rural especialmente vulnerable tras siglos de guerras, sequías y hambrunas.
En aquellos encierros, la sensación de que no había escapatoria a la muerte se veía enturbiada por la amenaza de la condena eterna, ya que aquello era justicia divina. Como en el caso de la ermita de Santa Brígida de Olite (conocida por los famosos sucesos paranormales), tapiada para contener a los enfermos y a los médicos que luchaban por salvarlos. Aquella solo era una de las miles de historias que se repetían en la región. Historias de terror.
Si algún sitio iba a estar marcado por el trauma y el dolor, iban a ser aquellos y ¿qué mejor monstruo que aquel que piensa que cumple su deber, ciego a la razón, condenado a su brutalidad por los siglos de los siglos?
Los médicos de la peste, parte militares, parte sacerdotes de la muerte, con sus máscaras y sus varas para protegerse del contagio y un sentido del deber que los llevaba a sacrificar su vida por contener lo incontenible. Una medicina que muchas veces bebía más de la superstición que de la ciencia. Sus máscaras se asociaban a la muerte, provocando terror entre la población civil otorgándoles el nombre de “hombres pájaro”.
“Los hombres pájaro” brindaban la iconografía perfecta para representar la putrefacción, atrapados ellos mismos en el trauma. Convertidos en monstruos a su pesar.
Unos personajes que beben de la historia negra del país, evolucionado al folklore actual. Un folclore que aprende a vivir con la globalización, intentado no perder sus raíces.
Lo fantástico anclado en la verdad.
‘La Ermita’ es una historia que, desde la modernidad del tono, cumple con las 5 reglas clásicas que marcó el maestro de las historias de fantasmas, M.R. James:
1. Pretensión de autenticidad.
2. Terror que produce placer.
3. No derramamiento de sangre ni sexo explícito.
4. No explicación evidente de la maquinaria.
5. El escenario del autor de ese momento.
Esta envoltura la utilizamos para explicar una historia de trauma y perdón, basándonos en la psicología de los personajes y cómo les afectan los hechos del pasado al presente. Desde este paradigma buscamos la verdad que da la experiencia personal real. ‘La Ermita’ es una película pensada desde mi madre para mi hija, aunque aún sea muy pequeña para verla.
Mi pasado en hospitales ha hecho de mí una acérrima defensora de ‘Los viajes de Sullivan’ de Preston Sturges. Quiero que la gente disfrute pero que de ese “tren de la bruja” salgan con cierta catarsis. Ya desde los inicios, el relato de fantasmas clásico está unido al arte de entretener. De esa manera, las historias nos ayudan a entender la vida.
En esos hospitales de mi juventud escuché algo que no se me ha borrado de la memoria: “Cuando eres hija echas en cara muchas cosas a tu madre, pero no te preocupes, que ya te lo echarán en cara tus hijas a ti algún día”.
No llegamos a entender a nuestros padres hasta que somos adultos. No es posible superar el duelo si no se acepta que hay que pasarlo. No se puede escapar del dolor. Es necesario crear vínculos, abrirse, para poder vivir con una salud mental adecuada. Me interesaba explorar todo esto en el marco de una película fantástica, mi pasión.
Hablar de mujeres en el pasado y cómo podemos intentar entenderlas una vez han muerto. Hablar de encontrar tu voz y la necesidad de mentores que te ayuden en el camino. Mujeres que saben ver el dolor y el talento y se abren paso unas a otras, de generación en generación.
La magia como la religión surge del miedo a la muerte, a lo desconocido, como una manera de explicar y controlar ese mundo. La catarsis emocional del tren de la bruja es otra forma de exorcizar nuestros miedos.
Amo el cine de género. La libertad formal y temática que ofrece. Cómo abre a un público muy diverso la exploración de todo tipo temática. Un cine que divierte, hace pasar un buen rato y deja un poso duradero.
Un famoso proverbio africano reza que para criar a un niño se necesita un pueblo entero. ‘La Ermita’ bebe de temas y personas que conozco y amo, dibujado a raíz de la experiencia personal y de la mano de un equipo entregado de inmenso talento que admiro y adoro. Para hacer una película se necesita a una familia entera. Juntos, os presentamos la historia de la pequeña Emma.
NOTAS DE PRODUCCIÓN...
“Hace tiempo había leído un pequeño artículo que me atrapó. La peste asolaba Europa en el siglo XVII. Los médicos, con largos picos para no contagiarse, llevaban a los enfermos a una iglesia para verlos morir. Una niña enferma de peste había sido arrancada de su madre. Antes de ser encerrada, su muñeco se le cayó de los brazos, la niña lloraba con desesperación. Trescientos años después, ese llanto de la niña seguía resonando en la iglesia donde fue arrebatada.
Esta historia me atrapó y estuve unas semanas pensando en esa niña y en por qué después de tantos años seguía llorando. ¿Sería por la muñeca o sería por estar sola sin poder encontrar a su madre?
Contacté con Albert Bertran, uno de los guionistas, y le expliqué todo lo que tenía en mi cabeza y por qué no se me iba. Albert no había escrito todavía ningún guion, pero había tenido la oportunidad de leer un texto maravilloso suyo. Con ese texto intentamos hacer un guion, pero finalmente se convirtió en una preciosa novela hoy ya editada en castellano y en varios idiomas. Pensé que él tenía el talento y la sensibilidad para escribir esta historia. Junto con Carmelo, coescribieron un maravilloso guion que mezclaba el humor, con la intriga, el misterio y una niña más madura de lo que le tocaría ser. Solo me faltaba la directora.
Estuve mucho tiempo con el proyecto parado pensando quién podría ser el director o directora ideal para esta película. Estuve viendo muchos cortometrajes, no específicamente para encontrar al director de ‘La Ermita’, sino como parte de mi trabajo. Pero me crucé con los cortometrajes de Carlota. Su fuerza visual, su estilo, lo que cuentan y cómo lo cuentan, los temas que tocaban, todo me gustaba. Les veía fuerza, cortometrajes con historias muy frescas, modernas, pero explicadas desde un punto de vista y con un lenguaje distinto. Recuerdo pensar que Carlota era la directora para esta película.
Tuve suerte, a Carlota le entusiasmó el proyecto. Había conectado con la niña y con su historia. Carlota estaba mucho más ligada emocionalmente a la niña de lo yo me pensaba pues Carlota había perdido a su madre también siendo una niña. Hablamos del guion, necesitaba reescribirse, Carlota tenía que hacer suya esa historia, contarla como ella quería, con su lenguaje tan único y especial. Recuerdo que en un momento dado Carlota me dijo “Laura, todavía no he filmado mi primera peli, ‘Cerdita’” y yo le dije “pues yo quiero firmar ya tu segunda peli”. Queríamos una historia que reflejara las relaciones entre madres e hijas, en lo que una persona se convierte por lo heredado, y reflejar que no todas las madres somos iguales. Cuando una madre se va, independientemente de la relación que hayas tenido con ella, buena o mala, hay un poso que se queda en uno mismo. Te falta algo. El poder del perdón y del último adiós, el abandono, la esperanza, la fe… todo esto es lo que mueve a los personajes de ‘La Ermita’. Dentro del drama de nuestros personajes, queríamos explicarlo en una atmósfera de misterio, suspense y toques fantásticos. Sin olvidar que toda la historia pasa en un pueblo del País Vasco. Los personajes tenían que ser muy reales, muy de verdad, es parte del sello de Carlota. La mezcla de lo real, con la fantasía, el misterio y el humor. Es un reto ambicioso querer juntar todo en una película, pero Carlota conoce bien ese lenguaje.
Los paisajes verdes, frondosos, con niebla, fríos, con caseríos, ermitas y leyendas, nos llevaban al País Vasco, que se convierte en un personaje más de nuestra historia. Se lo presentamos a Iñaki Gómez, de Bixagu. La sintonía fue instantánea.
El proyecto fue creciendo cuando Belén Rueda se enamoró de la historia. Trabajar con Maia Zaitegi, la niña de 8 años que interpreta a Emma, era también un reto. Maia nos ha enamorado a todos con sus pequitas y su interpretación.
‘La Ermita’ ha sido un esfuerzo de producción en varios ámbitos, en la escenografía, la recreación de un escenario del siglo XVII, la construcción de una ermita con materiales ignífugos, el vestuario, los efectos digitales, la música, por cierto, maravillosa, por citar algunos.
A todos los que nos han apoyado, instituciones, televisiones, plataformas… sin ellos no habría sido posible hacer la película. A todos ellos, gracias”
DECLARACIÓN DE LA DIRECTORA...
Cuando Laura Fernández me propuso la historia de ‘LA ERMITA’ aún no habíamos rodado ‘Cerdita’. Había algo en el guion de Albert Bertran Bas y Carmelo Viera que resonó en mí y que conectó de manera brutal con mi propia experiencia como hija y como madre y decidí desarrollarla con ellos. Así, en cierto sentido, se puede decir que es una historia muy personal. Repito con mi núcleo de equipo más cercano, que me acompaña desde siempre, y con actrices como Belén Rueda y Loreto Mauleón. Así, en familia, no nos da apuro exponernos, mostrarnos vulnerables. Porque ‘LA ERMITA’ es una historia de terror, sí, pero sobre todo, es la historia de lo difícil que es ser madre e hija y cómo, a veces, no llegamos a entendernos hasta que somos adultos, como en toda historia de fantasmas, hasta que ya es demasiado tarde. O tal vez no lo sea.
GALERÍA DE FOTOS
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