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SINOPSIS
Gira en torno a la corresponsal de guerra Lee Miller en su viaje a las primeras filas de la Segunda Guerra Mundial para embarcarse en la misión de destapar las verdades ocultas del Tercer Reich. Pero a consecuencia de la traición, llegará un ajuste de cuentas sobre las verdades de su propio pasado...
INTÉRPRETES
KATE WINSLET, MARION COTILLARD, ALEXANDER SKARSGARD, ANDREA RISEBOROUGH, JOSH O'CONNOR, ANDY SAMBERG, NOÉMIE MERLANT, JAMES MURRAY, SAMUEL BARNETT, ENRIQUE ARCE, ZITA HANROT, ARINZÉ KENE, SEAN DUGGAN
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DESCUBRIENDO A LEE MILLER...
Elizabeth 'Lee' Miller, nacida en 1907 en Poughkeepsie, Nueva York, era, tal y como explica Kate Winslet, «una fuerza imparable de la naturaleza con unas inmensas ansias de vivir». Descubierta por el mismísimo Conde Nast, tuvo una exitosa carrera como modelo. Trabajó para muchas publicaciones, entre ellas Vogue, antes de cansarse de ser observada a través de un objetivo por la mirada masculina.
Cambió de profesión y se trasladó a París, donde estudió fotografía surrealista con Man Ray. Fue Lee quien descubrió la técnica conocida como solarización (algo que, durante mucho tiempo, se atribuyó Man Ray). Pronto se independizó para montar su propio estudio de fotografía.
Unos años más tarde, al estallar la Segunda Guerra Mundial, una charla con el marchante de arte inglés Roland Penrose volvió a dar un giro radical a su vida. Roland y Lee se enamoraron perdidamente y, de nuevo, ella dejó todo para trasladarse a Londres con Roland.
Lee Miller, una mujer de mediana edad en un mundo de hombres, se negó a quedarse quieta y a «cumplir con su deber», como se esperaba de todas las mujeres de Inglaterra durante la guerra. Lee, sin embargo, decidió desafiar al patriarcado y tuvo que superar numerosos obstáculos para poder viajar sola al frente de Europa y poder informar sobre la guerra a las lectoras de la edición británica de la revista Vogue.
Su profunda comprensión de las mujeres sin voz y de la difícil situación de las víctimas de la guerra, combinada con su capacidad para captar la fragilidad y la ferocidad en igual delicada medida, dieron lugar a sus célebres imágenes de la Segunda Guerra Mundial y otros trabajos que le han otorgado un más que merecido lugar en la historia como una de las fotógrafas más destacadas del siglo XX.
Fue algo casual lo que desembocó en un encuentro con una parte del pasado de Lee Miller y lo que hizo de catalizador para que Kate Winslet se embarcara en el largometraje. Como ella misma explica: «Hace nueve años, un buen amigo mío que vive en Cornualles y trabaja como investigador para una casa de subastas, me llamó por teléfono y me dijo: “Kate, hay una mesa increíble que saldrá próximamente a subasta. Tienes que pujar por ella, ¡la historia que tiene detrás es increíble!” Conociendo mi pasión por la cocina, las grandes cenas, y mi amor por las mesas antiguas, mi amigo sabía que eso despertaría mi interés. Así que, sin pensármelo dos veces, la compré. Es preciosa, vieja y nudosa, con una superficie áspera y desigual. Tiene capacidad para ocho personas».
La mesa perteneció a Annie Penrose, cuñada de Roland Penrose, que más tarde se convertiría en el marido de Lee Miller. La mesa había sido la pieza central de la cocina de la casa en Cornualles donde Lee Miller pasó muchos veranos felices con artistas de la talla de Roland, Max Ernst, Noel Coward y Paul Éluard, por nombrar algunos. Durante esos veranos de amor, risas y alegría sin fin, estos artistas preparaban comidas, comían, discutían ideas y creaban en torno a esta mesa. Su adquisición impulsó a Winslet en su posterior viaje creativo.
Su afán por descubrir cosas sobre Lee Miller llevó a Winslet a plantearse una pregunta: «¿Por qué nadie había hecho una película sobre una figura tan interesante como la de Lee Miller?». Winslet estaba decidida a averiguar todo lo posible sobre ella. Contactó con Antony Penrose, hijo de Lee Miller y Roland Penrose, y este le dijo: «Muchos hombres han intentado hacer una película sobre Lee, tenemos una caja llena de guiones que nunca se han hecho en el desván». Cuando Winslet le preguntó a qué se debía, Antony respondió: «Simplemente no la entendieron».
Winslet no tardó en darse cuenta de que ninguno de los libros escritos sobre ella supo captar a la auténtica Lee Miller. Durante los siguientes años, Winslet, en estrecha colaboración con Antony Penrose, comenzó un largo proceso creativo para adentrarse y conocer la auténtica y extraordinaria vida de Miller.
Tomando como punto de partida el libro de Antony, Las vidas de Lee Miller, Winslet se propuso comprender los aspectos más profundos de Lee. Gracias al acceso total y completo que obtuvo a los archivos de Lee Miller, Winslet descubrió las complejidades de esta mujer brillante, cálida, carismática y audaz. Se remontó hasta su infancia y cómo ésta influyó en gran medida en su capacidad para vivir la vida a pleno rendimiento. Considerada a menudo como modelo y musa, Winslet pronto comprendió que la imagen pública de Lee contrastaba enormemente con la realidad de esta mujer de mediana edad, decidida, poderosa pero llena de defectos, que tuvo el valor de arriesgarse y adentrarse, completamente sola, en la primera línea de fuego.
La estructura del guion iba a ser el mayor reto. «Lee vivió muchas vidas y decidir cuál fue el periodo más decisivo de su vida para centrarnos en él fue, sin duda, la elección más difícil a la que tuvimos que enfrentamos», dice Winslet. «Nos decíamos una y otra vez: esto no puede caer en la trampa de ser un biopic. No nos interesaba esa estructura narrativa. Además, habría sido imposible contar la historia de Lee Miller de principio a fin en un largometraje, porque, a lo largo de su vida, se reinventó muchas veces».
Tal y como explica Penrose: «Lo que hicieron los productores fue seleccionar los momentos más destacados de su vida y aquellos que representaban más fielmente su personalidad». En palabras de la productora Kate Solomon: «No queríamos retratar el drama de la vida de Lee, sino su vida interior, cómo se sentía y aquello que la impulsaba a seguir adelante. Es la historia de una mujer, un ser humano con corazón y alma, y de cómo le afectaron los horrores de la guerra.»
Para Winslet, centrar el guion en una década concreta de la vida de Miller era una forma de «desprenderse de todas las ideas preconcebidas sobre Lee Miller como modelo y objeto de la mirada de muchos artistas masculinos». «Queríamos contar la verdad absoluta de quién era Lee y en quién se convirtió al fotografiar la guerra». «Fue al centramos en sus años de madurez como fotógrafa trabajando para la edición británica de Vogue y en su incursión en el frente como corresponsal de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, cuando sentimos que esa sería la década específica de su vida en la que queríamos centrarnos».
Solomon explica: «Se trataba de encontrar el periodo de su vida que explicara el quid de su esencia. Para Lee, ese periodo eran los diez años que iban desde los días soleados de antes de la guerra en el sur de Francia, donde pasaba el tiempo con sus amigos artistas, hasta el corazón de las tinieblas de Dachau».
El reto consistía en encontrar la manera de que el guion pudiera pasar por todos estos momentos de su vida y transicionar entre ellos manteniendo al público conectado con el viaje emocional interno de Lee como mujer en un mundo de hombres, mientras ve los horrores de la guerra sucederse ante sus ojos. Emplear el recurso de que un joven, interpretado por Josh O'Connor, entreviste a una Miller mucho mayor (también interpretada por Winslet) sobre sus años de juventud, permitió al equipo dar forma a la narrativa del guion y anclarla en un lugar de reflexión y resonancia emocional. Como explica Penrose: «Observar a Lee, en la última etapa de su vida, siendo entrevistada sobre las fotografías de su pasado, nos permite acceder a su mundo interior y avanzar con ella a medida que el periodista va descubriendo su pasado. Esto nos permitió pasar de forma muy precisa de un acontecimiento al siguiente». Winslet coincide: «Cuando encajó ese elemento, sentí que ya teníamos una estructura viable para realizar una película veraz sobre su figura».
Descubrir qué impulsaba a Lee Miller desveló a Winslet lo imparable que era y lo relevante que era su historia: «Era una fuerza vital a tener muy en cuenta, no era, como muchos creían, un simple objeto de las miradas de los famosos con los que se la relacionó. Esta mujer era fotógrafa, escritora y reportera. Todo lo que hacía lo hacía con amor, pasión y valentía. Su figura es toda una inspiración de aquello que puedes conseguir, de lo que puedes soportar y de lo que puedes hacer si te atreves a vivir la vida a todo gas».
Durante la preproducción, Winslet empezó a profundizar en la interpretación del papel. «Lee Miller buscaba y contaba la verdad. Eso era lo que la impulsaba y la razón por la que quería revelar la verdad de las atrocidades del régimen nazi. Era una mujer fiel a sí misma, aunque a veces le supusiera un enorme coste emocional y personal. Fue espejo de las muchas caras horribles del mal, siendo ella misma una observadora desinteresada y audaz», explica la actriz.
Fueron estas cualidades las que atrajeron a Winslet y la impulsaron a contar su historia, como ella misma explica: «Me cautivó su forma de vivir, el hecho de que no le importara lo que la gente pensara de ella, ni sus decisiones y opiniones, la libertad con la que mostraba su afecto, su capacidad para conectar con otras mujeres y revelar la verdad, decir la verdad y animar a otras personas a hacer exactamente eso. Interpretar a alguien a quien realmente admiro, adoro, respeto y a quien aspiro a parecerme, es un enorme privilegio».
Al pasar mucho tiempo con Winslet durante el periodo de preproducción, Penrose descubrió que había muchas similitudes entre Kate y su difunta madre, Lee. Los paralelismos entre las dos mujeres iban mucho más allá de la estética, como explica: «Hablando con Kate, a menudo se filtraban en nuestras conversaciones pequeñas cosas que eran inquietantemente similares a lo que Lee habría dicho. Kate hacía las mismas preguntas que Lee habría hecho, siempre escarbando bajo la capa superficial y queriendo saber por qué y cómo. Hay una cualidad de inmersión en Kate que también estaba muy presente en Lee. Si Lee quería averiguar cómo entrar en un edificio cerrado, lo hacía, o si quería averiguar cómo cocinar un plato nuevo, se metía en los detalles más increíbles para aprender cómo y, al final, sabía tanto como cualquier maestro de cocina. Ese es exactamente el tipo de actitud que Kate tiene hacia Lee y hacia esta película. No dejó piedra sin remover. Y cuando les había dado la vuelta a todas, iba a buscar más».
Lee Miller vivió muchas vidas, reinventándose a sí misma con el deseo de liberarse de los estereotipos, de saber más, aprender más y ser más. De ser una líder entre las mujeres y, como dijo ella en su famosa frase: «Prefiero hacer una foto que ser una». Fue una mujer increíble, por lo que no es de extrañar que Winslet quisiera contar su historia y ser ella quien sacara a la luz sus extraordinarios logros y su sobrecogedor viaje emocional.
¿QUIÉN ERA LEE MILLER?...
Elizabeth «Lee» Miller (1907-1977) fue una modelo de moda, fotógrafa y fotoperiodista nacida en Poughkeepsie, conocida sobre todo por ser corresponsal de guerra en la Segunda Guerra Mundial para Vogue.
La relación de Miller con la publicación comenzó en 1927, cuando se salvó, por poco, de ser atropellada gracias a la intervención del célebre editor de Vogue Condé Nast. Este fortuito encuentro contribuyó a impulsar su carrera de modelo. Su icónica aparición con un sombrero azul y perlas instauró la imagen que la publicación tenía de la imagen de «chica moderna». Tras un tiempo siendo una de las modelos más solicitadas de Nueva York, Lee quiso retomar su afición por el arte y fue entonces cuando encontró su vocación en la fotografía.
Estudió y colaboró con el fotógrafo surrealista Man Ray en París. A ambos se les atribuye el desarrollo de la técnica de solarización en fotografía (un feliz accidente, según Lee). Al regresar a Nueva York Lee abrió su estudio de fotografía, donde, según la biografía de su hijo Anthony Penrose, Las vidas de Lee Miler, «ser fotografiada por Lee Miller se convirtió en algo digno de mención en un cóctel».
Cuando se declaró la guerra en 1939, Lee volvió a trabajar como fotógrafa de guerra para Vogue, convirtiéndose en una de las primeras, si no la primera, corresponsal de guerra femenina de la historia. Su objetivo era documentar fielmente las atrocidades de la guerra y contextualizar los acontecimientos.
Sus raíces surrealistas brillaban en sus imágenes, que mezclaban arte y periodismo en provocadores, y a menudo espeluznantes acontecimientos de los que fue testigo. Entre ellos se encuentran el bombardeo con napalm de St Malo, la liberación de París, la batalla de Alsacia y las terribles escenas de los campos de concentración de Buchenwald y Dachau. Apareció en una foto ya icónica, hecha casualmente el día del suicidio de Adolf Hitler, en la que está en la bañera personal de Hitler, ensuciando intencionadamente el suelo con la suciedad de Dachau.
La guerra pasó factura a Miller. Sus experiencias —especialmente las de los campos de concentración— la perseguirían el resto de su vida. En los años siguientes tuvo que luchar contra el alcoholismo, posiblemente provocado por el trastorno de estrés postraumático, y una depresión posparto tras el nacimiento de su hijo Antony.
Aunque de vez en cuando trabajaba para Vogue, terminó abandonando la fotografía para dedicarse a la cocina, convirtiéndose en chef gourmet.
Miller murió de cáncer en 1977 en su casa de Farleys Farm House, en East Sussex, Inglaterra.
LA PREPRODUCCIÓN...
Como explica Penrose, «Lee Miller no aceptaba un no por respuesta y siempre lograba lo que se proponía». Fue con esta misma energía y espíritu con la que Kate Winslet llevó la película a la preproducción, como explica la productora Kate Solomon: «Kate montó esta película con la misma pasión y energía que Lee Miller montaba las cosas, haciendo sentir a la gente que reunía que iban a vivir toda una aventura.»
Su compañero de reparto Andy Samberg está totalmente de acuerdo: «Kate lleva más de ocho años intentando que esta película se hiciera realidad, porque pensaba que era importante. Estoy seguro de que mucha gente ha dicho que no a Kate al igual que años atrás muchos dijeron que no a Lee. Ninguna de las dos permitió que eso las detuviera y gracias a esa tenacidad hemos logrado hacer esta película».
Con el guion listo, la siguiente decisión creativa fue determinar qué fotografías originales de Miller se incluirían en la película. Como explica Winslet: «Solo cuando tuvimos clara la estructura de nuestra historia, buscamos entre las imágenes de Lee las que mejor encajaran en esos momentos clave». Momentos como el apartamento de Hitler y Dachau fueron cruciales, pero también estaban las imágenes de los suicidios en Leipzig, cuando familias nazis enteras se suicidaron. «Hay una imagen muy famosa de la hija del Bürgermeister tomada por Lee en la que está tan cerca de la cara de esta joven de 15 años, que parece una muñeca de Dresde, que se pueden ver claramente sus bonitos y perfectos dientecitos. Esta niña nazi había sido obligada por su padre a quitarse la vida, es una imagen horrible y devastadora», cuenta Winslet.
Fueron estas imágenes las que distinguieron a Miller como una fotógrafa de guerra excepcional y, por lo tanto, era importante incluirlas en la película, no solo para mostrar sus habilidades detrás de la cámara, sino también para revelar algo de la mujer que era. «Es un trabajo poderoso y valiente, y ahí es donde su trabajo realmente destacó. Miller se negó a permitir que se encubrieran cosas, en parte porque ella misma estaba encubriendo un trauma de su juventud, pero también porque se sentía obligada a dar a conocer al mayor número posible de personas las atrocidades del régimen nazi. Y lo hizo», explica Winslet.
Las imágenes tomadas en Dachau son un testimonio de la tenacidad de Miller como corresponsal de guerra y de su compromiso con la verdad. Para Winslet era vital que se incluyeran: «En lugar de tomar fotografías desde la distancia, Lee subió al tren lleno de cadáveres, se colocó entre ellos y fotografió los rostros de los médicos del ejército estadounidense que los observaban. Quería mostrar el horror de lo que realmente había sucedido y el impacto que estaba teniendo en la gente de ambos bandos de la guerra, algo que en casa la gente no sabía».
Como explica Winslet, Miller también era una escritora increíble: «Escribió a Audrey Withers junto con su artículo implorando a la gente que “se lo creyera”. Resulta sorprendente lo encubiertas que estuvieron grandes partes del Holocausto. El encubrimiento fue extraordinario, pero Lee se negó a vivir así, la arruinó por completo.
Pero esto fue lo extraordinario de ella, siguió adelante sin que nada le importara». Fue su libertad de espíritu y de expresión lo que le permitió ir a la primera línea de la guerra y fotografiarla de una forma nunca antes vista. Como dice Solomon, «tenía un enfoque único de la vida y eso fue lo que la hizo a ella y a su obra tan únicas».
Para Penrose, incluir esas imágenes en la película no sólo fue un recurso útil, sino «una maravillosa celebración de su trabajo» que también permitía al público descubrir mucho más sobre Miller, ya que, como explica, «la clave que define su fotografía es la compasión. Sabía lo que era ser marginada, maltratada. Lo que era estar en peligro y todo eso se reflejaba en su fotografía». La propia Miller sufrió malos tratos a una edad muy temprana, pero en lugar de permitir que eso la destruyera, fue capaz de sentar las bases de una empatía que utilizó como forma de entender el mundo que la rodeaba.
Al hacer una película sobre una mujer extraordinaria, era muy importante para Winslet que fuera contada por mujeres. Por ello, la elección de una directora fue muy consciente. Ellen Kuras conocía a Winslet desde que trabajaron en ¡Olvídate de mí! en 2003, donde Kuras era directora de fotografía, y Winslet estaba dispuesta a ofrecerle la oportunidad de dirigir su primer largometraje. Kuras estaba encantada de que la invitaran a dirigir la película, y explica: «Todo lo que hacía Lee Miller, lo hacía con pasión. Cuando se hizo fotógrafa, se volcó en ello, y cuando ya era una mujer de mediana edad, se fue a la guerra y lo hizo de lleno, con el corazón, la cabeza y el alma».
Al plantearse el enfoque cinematográfico del guion, ambas coincidieron en que querían que la película se metiera en la piel de Miller y la observara con una mirada femenina. Así lo explica Kuras: «Queríamos estar con ella, oírla respirar, ver lo que veía, vivir estos acontecimientos con ella y captar de forma vicaria y visceral por lo que estaba pasando para poder comprenderla mejor como persona y entenderla como una mujer que se lanzó al corazón de las tinieblas». Tener total acceso al archivo de Miller fue una baza de valor incalculable para el proceso creativo, según Kuras, «fue realmente un tesoro» del que pudieron nutrirse. «Poder ver las fotos de Lee, así como sus hojas de contacto, nos dio una idea de lo que veía y de lo que pensaba al hacer esas fotos. En cierto modo, eran un mapa de lo que ella experimentaba fotografiando y nos permitían ver entre bastidores algunas de sus imágenes más icónicas».
Normalmente, el proceso de casting de una película comienza una vez que el director está a bordo, pero, como ocurrió con muchos aspectos de esta película, muchas de las decisiones creativas habían sido tomadas por Winslet antes de que Kuras llegara al proyecto. Como Winslet llevaba varios años trabajando en el proyecto, tenía una visión muy clara del mismo, como explica Kuras: «Kate lo organizó todo y ha sido fundamental a la hora de dar forma a la visión de la película». Tras elaborar una lista de actores que querían participar en la película, Winslet se puso en contacto directo con ellos y todos aceptaron participar en la producción. Algunos incluso dos años antes. Como dice Kuras, «todas las personas que estaban en la lista de Kate dijeron que sí y se quedaron con nosotros. Eso tiene mucho mérito».
Sin embargo, para el casting de David E. Scherman, fue la coguionista, Marion Hume, quien sugirió a Winslet que pidiera a Andy Samberg que interpretara el papel. «¡Se parece mucho a él!», dijo. Al ver imágenes de Scherman, Winslet no pudo negar el parecido entre ambos, pero como ella misma explica: «Es conocido por comedias, así que estaba muy nerviosa por si este no era el tipo de historia que le interesaría, pero me atreví a pedírselo y ¡dijo que sí!». Samberg reveló después que estaba «aterrorizado» por las ideas preconcebidas que tenía la gente de que él era el «tío gracioso». Para aliviar esos temores, Winslet le dijo: «En cuanto llegues al plató, el primer día, te convertirás en David E. Scherman, y todos esos miedos desaparecerán de golpe». Y así fue.
El nivel del reparto es mérito de Winslet y del propio proyecto, con Samberg en el papel del fotógrafo de la revista LIFE David E. Scherman; Alexander Skarsgård en el del pintor, fotógrafo, poeta y biógrafo surrealista inglés Roland Penrose; Marion Cotillard en el de Solange D'Ayen, duquesa, directora de moda de Vogue Francia y amiga íntima de Miller; Josh O'Connor en el de un joven periodista y Andrea Riseborough en el de la editora de Vogue británica Audrey Withers. Otros miembros del reparto son Noemie Merlant, en el papel de Nusch Eluard; Arinzé Kene, en el de Major Jonesy; Vincent Colombe, en el de Paul Eluard; Patrick Mille, en el de Jean D'Ayen; Samuel Barnett, en el de Cecil Beaton, y Zita Hanrot, en el de Ady Fidelin.
«Que la gente quisiera estar aquí y se sintiera agradecida por haber formado parte de esta historia fue realmente una sensación abrumadora para mí», revela Winslet. Al igual que para algunos miembros del reparto, el compromiso de Winslet fue igualmente increíble. El espíritu integrador de Kate fue primordial durante toda la producción, como explica Skarsgard: «Su pasión era contagiosa. Era evidente lo mucho que sabía de cada personaje y todo lo que se preocupaba por ellos, y eso hizo que muchos de nosotros estuviéramos entusiasmados por formar parte del equipo». La capacidad de Winslet para atraer a actores tan asombrosos no sorprendió a Cotillard: «No fue nada difícil tomar la decisión de decir sí a Kate Winslet, y a una historia tan increíble y tan bien escrita».
Igual que hizo con el reparto, Winslet también tiró de las amistades y relaciones que había cultivado a lo largo de su carrera, para permitir a la producción reunir a su increíble y premiado equipo, entre los que se incluyen el director de fotografía Pawel Edelman (El pianista, Ray), la diseñadora de producción Gemma Jackson (Aladdín, The Gentlemen: Los señores de la mafia), el diseñador de vestuario Michael O'Connor (Ammonite, La duquesa), la diseñadora de peluquería y maquillaje Ivana Primorac (The Reader (El lector), El instante más oscuro, Expiación, más allá de la pasión) y el compositor Alexandre Desplat (La forma del agua, El gran hotel Budapest), ganador de dos premios de la Academia. «Al igual que Miller, Winslet tiene una gran capacidad para reunir y conectar a la gente», afirma Solomon.
«Sin duda, Kate ha sido la fuerza motriz para todos nosotros», explica Primorac, «Normalmente, como jefes de departamento, todos intervenimos y hablamos con los actores, especialmente con el protagonista, sobre lo que hemos aprendido al investigar sobre el personaje. Esta vez era Kate quien nos lo contaba, porque llevaba más de ocho años investigando para esto».
Winslet insistió en que la película se ambientara en un mundo en el que el público se sintiera inmerso: «Eso no se consigue solo con palabras e interpretaciones, sino con la ropa, la luz, la música, el aspecto y la sensación de los espacios por los que se mueven los personajes. Nuestro trabajo consiste en recrear todo eso y guiar al público en su viaje», explica Winslet.
Un momento emotivo para Kuras y Winslet llegó cuando se atrevieron a llamar al compositor Alexandre Desplat para ofrecerle que fuera el compositor de la película. Así lo recuerda Winslet: «Tuvimos una reunión por Zoom con Alexandre y, al final de la llamada, nos dijo: “Bueno, estoy muy emocionado por unirme a vosotras”. A las dos se nos saltaron las lágrimas; no podíamos creer que hubiera dicho que sí». Al igual que Desplat, todos los creativos aprovecharon la oportunidad de trabajar en el proyecto para dar comienzo al proceso creativo.
Para crear el mundo de Lee, el equipo de diseño de producción comenzó la minuciosa búsqueda de las numerosas localizaciones necesarias. Recorriendo Croacia y Budapest, encontraron los escenarios para escenas como las de Dachau, el apartamento de Hitler en Múnich, las oficinas de Vogue en Londres, la villa en el sur de Francia, las calles de París o un hospital de campaña en Normandía, entre otras.
El guion permite al público entrar y salir de las imágenes de Miller, y las imágenes reales sirvieron de inspiración al equipo creativo, como explica el director de fotografía Pawel Edelman: «Estudiamos muchas de sus fotografías, buscando entre todo el material de archivo los lugares en los que estuvo, y eso, influyó en nuestras decisiones creativas».
Para el diseñador de vestuario Michael O'Connor, el acceso al archivo también brindó la oportunidad de utilizar la ropa original de Miller de una forma única, como explica: «Pudimos copiar con láser las telas para recrear muchas de las prendas de Lee que Kate lleva en la película. Esto fue posible gracias al sorprendente hallazgo en Farley's House de varias cajas etiquetadas como “trapos”, ¡que resultaron estar llenas de ropa de Lee Miller!». «Si la película se hubiera rodado tres años antes, no habríamos podido utilizar su ropa porque aún no se había descubierto», revela Winslet.
Además de estas prendas, O'Connor tuvo acceso al uniforme militar original de Miller e incluso se le permitió que lo copiaran sastres de Savile Row, donde la propia Lee se hizo confeccionar su uniforme. Como dice Penrose, «ese es el tipo de integridad y exigencia por el detalle que estaba en el corazón de la producción».
Para Winslet, tener acceso total al archivo fue de un valor incalculable, ya que le dio algunas de las pistas que necesitaba para acceder al mundo interior de Miller mientras se preparaba para el papel: «Poder ver todas sus fotografías fue vital, pero, sobre todo, lo que más me ayudó fue leer las cartas que Lee escribió a Roland y Audrey, así como las horas que pasé con su hijo Antony Penrose en su cocina con todas sus cosas a nuestro alrededor. Eso es lo que me dio la verdadera sensación de quién era ella detrás del objetivo».
Winslet también estudió fotografía con un experto en Rolleiflex para preparar su papel y hacer las fotos de la película. Durante el rodaje, su cámara Rolleiflex se cargó con película real.
Después de todos los años de investigación, escritura, planificación y lucha, había llegado el momento de poner arrancar la producción y, en los momentos de preocupación o duda, Winslet sintió siempre la presencia de Miller animándola e inspirándola para seguir adelante: «Tuve un par de momentos en los que cuando estaba estresada o preocupada por algo, oía a Lee decir: “¡Oh, ponte a ello!” Y al igual que ella, pensé: “Deja de hablar de ello, deja de analizarlo demasiado. ¡Hagámoslo y ya está!”».
EL RODAJE...
Dado el enorme número de localizaciones a las que la producción iba a viajar en tres países en un periodo de rodaje de nueve semanas, la magnitud de lo que estaban intentando conseguir era una propuesta muy intimidante y hubo momentos que pondrían a prueba su convicción de que podían hacerlo, como recuerda Winslet: «El día antes de empezar a rodar, me resbalé y me lesioné la espalda, apenas podía andar. No me lo podía creer y pensé ¿por qué me ha pasado esto? Luego pensé que era un recordatorio oportuno del hecho de que Miller pasó la mayor parte del tiempo durante la guerra lidiando con un dolor de espalda crónico. Me hizo gracia, ¡vaya ironía! Me resultaba muy difícil mantenerme de pie durante largos periodos de tiempo, por no hablar de correr por las calles de Saint-Malo mientras me disparaban, o incluso hacer buenas fotos con la cámara Rolleiflex. Esto me hizo comprender de qué estaba realmente hecha». Al más puro estilo Miller, Winslet siguió adelante y el rodaje comenzó en Kupari, Dubrovnik, Croacia, en septiembre de 2022.
El primer día de rodaje, la producción filmó la secuencia inicial del asedio de St. Malo, en 1944. Como recuerda la directora Ellen Kuras: «Desde el principio, el calendario fue muy exigente. Los dos primeros días rodamos escenas de guerra, explosiones y con muchos efectos visuales». Fue un proyecto enorme, para el que se logró reunir a equipo extraordinario.
El equipo eligió Kupari, un hotel abandonado, destruido en la década de los 90, en la guerra de Yugoslavia, como explica el director artístico Nick Pallace: «Encontrar un edificio en ruinas como este nos proporcionó un gran telón de fondo para empezar.». Aunque estructuralmente el sitio era adecuado, tuvo que ser completamente transformado por el equipo, tal y como explica la diseñadora de producción Gemma Jackson: «Tuvimos que cortar una auténtica jungla de maleza de más de cinco metros de altura; con excavadoras quitamos grandes cantidades de hormigón para colocar en su lugar un suelo de adoquines recreados, que nuestro equipo de Budapest, había hecho a mano. Tras pintar el decorado para conseguir los colores correctos, trajeron camiones cargados de escombros, maderas rotas, muebles y vehículos para ambientarlo». El equipo estuvo semanas recreando cuidadosamente las escenas de St. Malo que aparecían en las fotografías originales de Miller. La atención al detalle fue meticulosa y el esfuerzo enorme, pero como admite Jackson, «mereció la pena».
El primer día de rosdaje, al entrar en el plató, el reparto y el equipo quedaron sorprendidos por lo real que parecía todo. Para Nick Palace, director artístico de la película, era vital: «Lo que pretendemos es que los actores puedan entrar en el plató y sentir que allí, todo es real».
Como dice la productora Kate Solomon: «Queríamos realismo, no queríamos nada bonito ni que pareciera demasiado cuidado, y esta secuencia tenía que marcar realmente el tono de la película.» Con esto en mente, Edelman filmó cámara en mano para captar la acción de la forma más natural y dinámica posible.
Para Michael O'Connor, el físico que requería este papel tuvo que tenerse en cuenta en el diseño del vestuario, como explica: «Kate tiene muchas escenas de acción en esta película, así que confeccionamos los uniformes con una tela más ligera que los materiales originales para que pudiera moverse sin problema. Pero seguimos la trama y utilizamos un material más ligero que se tiñó del color correcto». Esta atención al detalle fue notable, recuerda Penrose, «A menos que te comprometas al 100% con el tema, los detalles no van a venir a ti, y la forma en que el equipo ha cuidado tanto los detalles en cada aspecto de esta película están a la vista».
Es en esta escena en la que el público ve por primera vez a Miller y la primera vez que el equipo veía a Winslet convertida en ella. Verla con su uniforme militar, cubierta de polvo, sacando fotos con su cámara Rolleiflex mientras las balas la pasaban rozando fue algo asombroso, como explica Kuras: «Con suciedad bajo las uñas, en el pelo, en las botas y mientras corría entre los escombros, sacando fotos mientras la disparaban, resultó evidente el realismo y el compromiso que Kate aportaba al papel».
Dejando atrás el polvo y la suciedad de St. Malo, devastada por la guerra, la unidad se trasladó a su siguiente localización en Trsteno, un pequeño y hermoso asentamiento costero situado a 20 km al norte de Dubrovnik. Allí se filmó el pueblo pesquero que aparece en la secuencia inicial de la película y la villa de Mougins, en el sur de Francia, ambos escenarios de los días hedonistas de preguerra en los que Miller y sus amigos surrealistas pasaban las vacaciones en el sur de Francia. Pasar de las escenas devastadas por la guerra de St. Malo a las escenas de picnic de antes de la guerra en la villa fue «surrealista», dice Solomon.
En cuanto al tono y el ambiente, Kuras recuerda las primeras conversaciones creativas sobre lo que querían conseguir: «Cuando estamos en el sur de Francia, hablamos de que hubiera más color, más luz. Allí se respiraba ligereza. Y queríamos transmitir esa sensibilidad y esa sensación a través de la fotografía, los decorados y el vestuario. Queríamos captar la sensación de despreocupación de esos días, a la vez que el ruido subyacente del ascenso de Hitler».
Mantener el aspecto y el tono general de la película fue todo un reto para mantener la coherencia, pero como dice Edelman: «Fue un reto, pero también un placer. Poder rodar en distintos lugares y presentar los múltiples colores de la película es mucho más interesante para un director de fotografía que rodar en un solo lugar y creo que además aporta mucho a la película».
Para algunos de los actores esta era la primera vez que rodaban en Croacia, como afirma la actriz Marion Cotillard: «Fue impresionante me sentía como en Francia». Al igual que muchos miembros del equipo, Cotillard «se alucinó con el lugar en sí y con su luz» elemento que, según ella, era «una parte muy importante de la película porque Lee Miller era fotógrafa, por lo que la luz era uno de los protagonistas de este proyecto». Su compañero de reparto Alexander Skarsgard recuerda con gran cariño el rodaje de esas escenas: «¡Fue una delicia! En mi primera semana de rodaje rodamos la secuencia en la que Roland y Lee se ven por primera vez. Estaban al sol con sus amigos, comiendo, bebiendo y pasándoselo en grande, ¡y nosotros también!».
Winslet, Solomon y Kuras habían creado un ambiente en el set de rodaje que recordaba a muchos el mundo que habitaba este grupo de surrealistas: «Un espacio para las sugerencias creativas, para la diversión, para las sorpresas y para la benevolencia», explica Noemie Merlant, miembro del reparto. Para Cotillard, la escena del picnic supuso un importante acercamiento a la vida de Miller: «El diálogo entre todos estos personajes es fuerte, profundo. Claro cuando tiene que ser claro y oscuro cuando es oscuro. Lee y sus amigos eran muy inteligentes. Puedes saber mucho de una persona cuando ves a sus amigos y esta escena nos dice mucho sobre la creatividad, la humanidad, el amor y la vida de Lee».
Cotillard se sintió muy afortunada de formar parte de este equipo: «Nos convertimos en un grupo de amigos, y compartíamos la energía que nos transmitían Kate y Ellen. Todos queríamos dar lo mejor de nosotros. Creo que los proyectos especiales atraen a gente especial».
Como contraste a los románticos días de preguerra de Mougins, llega una de las escenas más conmovedoras de la película en la que, unos años más tarde, Lee descubre a su amiga Solange (interpretada por Cotillard) en la antigua grandeza de la mansión Ayen, su hogar familiar, ahora devastada por la guerra.
Como explica Solomon: «En esta escena, Lee regresa a París durante la guerra e intenta encontrar a sus amigos. Ella, por supuesto, va inmediatamente a la mansión parisina donde Solange y Jean solían vivir, una mansión muy opulenta. Nada más cruzar la puerta, ve la bandera nazi y la destrucción que los nazis han dejado a su paso. Allí tropieza con una mujer, torturada, delgada, rota, que barre el suelo. Se trata de Solange. Ese reencuentro es absolutamente desgarrador, y se siente como el principio del fin de lo que una vez fue una hermosa amistad».
Para encontrar la localización perfecta, el equipo buscó por toda Croacia, pero «fue difícil encontrar edificios con los adornos arquitectónicos adecuados», explica Jackson. Al final, Solomon recordó una localización que había visitado anteriormente, «tenía unas paredes pintadas preciosas y su fuerza le daba una cualidad mágica especial. Era bastante elegante». El departamento artístico hizo un trabajo increíble para darle un aspecto muy elegante y rodar ahí una de las escenas más impactantes y conmovedoras de la película.
Como explica Solomon: «La escena en la que Lee encuentra a Solange en la mansión ahora en ruinas cambió de repente el tono. Era una escena muy emotiva que en el guion ocupaba tres páginas y media. Era el primer día de rodaje de Marion, así que fue un gran día para ella y para Kate. Gemma y su equipo habían hecho un trabajo increíble creando los decorados y la iluminación de Pawel era impresionante. Ver la escena entre Marion (Solange) y Kate (Lee) fue como asistir a una clase magistral de interpretación. Fue un verdadero privilegio ver a estas dos increíbles actrices trabajar juntas para crear una de las escenas más conmovedoras de la película».
Al llegar al plató, Cotillard quedó asombrada por la calidad de la producción: «Cuando entré en la primera localización, quedé impresionada tanto por el lugar en sí como por la luz, porque ya estaba iluminado, y pude sentir la emoción en la iluminación».
La escena resultó ser una de sus favoritas: «Siempre fue la escena que me resultó más conmovedora. En esa escena vemos cómo sus vidas, como las de tantos otros, quedaron destrozadas por las atrocidades de la guerra. Era algo muy real y las interpretaciones favorecían ese realismo».
Al trasladarse a Budapest, la producción pudo aprovechar la hermosa arquitectura del Imperio Austrohúngaro, los apartamentos decadentes y los enormes bulevares que coincidían con los de París. Sus localizaciones servirían para recrear las oficinas de Vogue, el apartamento de Hitler, Dachau, así como la construcción de varios decorados en un estudio.
«El decorado de la oficina de Vogue era espectacular», recuerda la actriz Andrea Riseborough. Era un decorado que a Jackson le había «entusiasmado mucho crear». «Hasta el servicio de té era envidiable. Lo que también era maravilloso era la forma en que Gemma había dispuesto las portadas originales de Vogue, que en su mayoría estaban pintadas a mano, y una de ellas era de Lee. Estas reliquias de una época pasada eran la prueba de los logros de Vogue. Era un decorado precioso y fue maravilloso estar allí», admite Riseborough.
El director de fotografía Pawel Edelman está de acuerdo: «Gemma Jackson es una artista increíble, y creó localizaciones preciosas para la película, con colores y otros elementos con los que podíamos jugar. Todos estos elementos nos sirvieron mucho y nos ayudaron a construir las imágenes».
Además de los decorados, Riseborough explica cómo todo el equipo ayudó a crear el entorno perfecto para los actores: «La parte técnica de lo que hacemos es muy importante para mí como actriz y cuando trabajas con gente como Ellen y Pawel, el nivel de confianza y de entrega es muy alto. Toda la película ha sido cuidadosamente elaborada por personas que realmente han creído en el deseo de compartir la historia de Lee con el mundo de una forma que tenga sentido. Creo que ella no habría querido que su historia se compartiera de otra forma que no fuera extraordinaria».
Otro de los grandes momentos de la película, y uno de los más delicados de rodar en Budapest, fueron las escenas en las que Miller y Scherman entran en Dachau para fotografiar la liberación del campo. Conscientes de que se trataba de uno de los momentos más oscuros de la historia de Miller, la producción estaba preparada para que emocionalmente fuera uno de los momentos más difíciles de rodar.
A Miller y a Scherman nada podía haberles preparado para lo que vieron al cruzar esas puertas, y ver, a Winslet y Samberg interpretar ese momento fue profundamente conmovedor. Edelman utilizó una steadicam para seguir a los actores a lo largo de la angustiosa secuencia, permitiendo al público acompañarles y ver lo que veían hasta que se acercan para ver sus rostros.
Como recuerda Edelman, «desde el momento en que leí esta escena en el guion pensé que debía ser casi en blanco y negro, como su fotografía». Por ese motivo, decidió «desaturar los colores de esta secuencia para que fueran lo más crudos, oscuros y monocromáticos» posible.
El silencio que reinaba en el lugar de rodaje, en alguna ocasión, se vio interrumpido por otro sonido inquietante, ya que el lugar era una base militar húngara en activo y, en ocasiones, se oían ametralladoras de fondo. «Era imposible no recordar los paralelismos con la guerra que asolaba Ucrania al otro lado de la frontera. Creo que todos sentimos su peso», afirma Kuras.
Samberg recuerda lo conmovedor que fue estar allí y cómo «ha sido un oportuno recordatorio de los horrores de todo aquello. Espero que todo esto, conecte de alguna manera con la gente para seguir hablando de ello y honrar así a las víctimas de esas atrocidades». Winslet recuerda cómo, al ver las imágenes reales de Dachau tomadas por Miller, sintió «una abrumadora sensación de responsabilidad por hacerlo bien», por lo que se sintió aliviada de trabajar con Samberg, con quien había podido establecer una sólida relación que, en muchos aspectos, reflejaba la de Miller y Scherman. Como ella dice: «Ha sido como mi Davie: firme como una roca, completamente comprensivo, totalmente comprometido, un poco abrumado a veces por lo duro que es este tema, pero también asombrado de hasta dónde se le puede presionar. He tenido mucha suerte de compartir esta experiencia con él».
Desde allí, la producción se dirigió al apartamento de Hitler, donde recrearían una de las imágenes más icónicas del siglo XX, la de Miller en la bañera de Hitler.
«Siempre supimos que teníamos que incluir en la película la imagen de Lee en el baño de Hitler. Es todo un icono. Los historiadores han teorizado sobre ella y la han analizado tanto como nosotros a lo largo de los años, pero nadie sabe realmente lo que ocurrió en esa habitación ni cómo surgió esa imagen», dice Winslet. «Con una imagen como esa, no hace falta desviarse de los hechos o de la verdad, es lo que es. Es una imagen icónica. Pero nos llevó mucho tiempo llegar a un acuerdo sobre cómo pudo producirse el momento, las cosas que se dijeron, la energía entre ambos y el aspecto técnico de cómo se tomaron las imágenes», continúa.
En realidad, la localizacíón preferida para el apartamento de Hitler, un apartamento abandonado en Budapest, ni siquiera tenía cuarto de baño, como recuerda Jackson: «Habíamos hablado mucho de que el espacio debía permitirnos ver a Lee y Davie caminar por el apartamento y darnos la sensación de estaba vacío, era casi una atracción turística para los soldados locales que lo conocían. Luego seguiríamos a Lee y David hasta el fondo del apartamento, donde estaba el cuarto de baño. Pero en nuestra localización no había baño, ¡así que tuvimos que construir uno!». El resultado fue una réplica asombrosa del original, hasta el más mínimo detalle.
Samberg recuerda que fue un momento increíblemente conmovedor en la historia: «Creo que Lee y Davie se vieron el uno al otro, habiendo vivido algo increíblemente intenso y angustioso y saliendo por el otro lado, y eso realmente tiene mucho valor. Este fue el final de nuestro viaje y del suyo hasta cierto punto, pero es un consuelo saber que su legado permanece y permanecerá». Para Winslet es increíble pensar que «esa mañana Lee y Davie habían estado en Dachau fotografiando la liberación del campo y se quitaron el polvo de Dachau en la bañera de Hitler mientras él y Eva Braun se suicidaban en su búnker de Berlín. Es increíble pensarlo».
Fue una escena icónica no sólo para los cineastas, sino también para la legendaria fotógrafa Annie Leibovitz, que estaba en el plató para reproducir esa toma icónica para Vogue. «Fue un meta momento, cuando Annie Leibovitz fotografiaba a Kate Winslet en el plató como Lee Miller mientras ella se fotografiaba a sí misma como Lee. Fue una verdadera reunión de mujeres pioneras», dice Solomon.
La producción finalizó el rodaje en Londres en noviembre de 2022. Para Winslet, fue el punto y final a un viaje de ocho años descubriendo a Miller: «Al entrar en esto, pensé: “Debo ser mi yo más libre porque así era Lee”. La gente adoraba a Lee, volvía locos a los hombres; sin maquillaje, siempre fiel a sí misma. Y eso es lo que he querido transmitir al interpretarla: una mujer caótica, desordenada, de mediana edad, a veces catastrófica, que sabía valerse por sí misma y decir “esta soy yo, sí”. Hay algo increíblemente poderoso en ello, y también una verdadera lección. Me ha encantado descubrir todas las facetas de Lee. Interpretarla también me ha enseñado algo sobre mí misma, siempre me he esforzado por usar mi voz para apoyar a otras mujeres, pero Lee me inspira a hacerlo aún mucho más».
Para todos los implicados, la película conllevaba un claro mensaje de la propia Miller, como dice Winslet: «Contar esta historia sobre una mujer que vio el mundo a su manera, y que dio voz a quienes no tenían el poder de usar la suya, una mujer que supo ser mujer por sí misma encarnando su feminidad y su poder... Ese es el mensaje de Lee y con él, a día de hoy, nos sigue mostrando a todos el camino».
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