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LONGLEGS
INFORMACIÓN
Titulo original: Longlegs
Año Producción: 2024
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 101 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Terror
Director: Oz Perkins
Guión: Oz Perkins
Fotografía: Andres Arochi
Música: Zilgy
FECHA DE ESTRENO
España: 2 Agosto 2024
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
DeaPlaneta


SINOPSIS

Mientras el FBI intenta atrapar a un retorcido asesino en serie, una agente descubre una serie de pistas que podrían llevarla hasta el criminal y poner fin a su terrorífica ola de asesinatos...

INTÉRPRETES

NICOLAS CAGE, ALICIA WITT, MAIKA MONROE, BLAIR UNDERWOOD, DAKOTA DAULBY, ERIN BOYES, VANESSA WALSH, RrYLA McINTOSH, CHARLES JARMAN, MICHELLE CYR, ANITA WITTENBERG, LAUREN ACALA, MARLEA CLEVELAND

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LA PRODUCCIÓN...
   ¿Y si una película pudiera sentirse como una pesadilla? Algunos filmes provocan pesadillas y, desde luego, Longlegs, el nuevo largo del guionista y director Osgood Perkins, no se queda corta en ese sentido. Pero la pregunta es, ¿y si una película pudiera replicar esa angustiante y a la par desconcertante sensación de aprisionamiento en las profundidades de nuestro subconsciente? Un lugar donde los miedos infantiles más básicos se dieran la mano con las terroríficas ansiedades y responsabilidades de la vida adulta. La siniestra magia de Longlegs toma una experiencia vivida en el mundo consciente y la utiliza como sedimento de los sueños.
  A lo largo de su visionaria carrera, Perkins se ha posicionado como un maestro de lo turbio, moviéndose como pez en el agua por la oscuridad. Con títulos como Soy la bonita criatura que vive en esta casa o La enviada del mal, el director y guionista ha demostrado con creces su capacidad para narrar los cuentos más sombríos, más allá de darle su toque personal a la historia de Hansel y Gretel. Con Longlegs, ha llevado su compleja relación con Hollywood y el terror a otro nivel, creando una mitología propia digna de entrar en el panteón de los grandes del género.
  «[El filme] es como una especie de mixtape de terror», explica Perkins. «Esta película combina muchos elementos clásicos del género. Tenemos una matanza con un hacha, un asesino en serie, encuentros con el diablo, agentes del FBI, muñecas espeluznantes y graneros inquietantes. Es como un cóctel delicioso». Longlegs se centra en Lee Harker (Maika Monroe), una agente del FBI recién licenciada que vive en una zona boscosa de Oregón, rodeada de paisajes verdes y cielos grises. Harker se estrena con un primer caso que requerirá grandes dosis de ingenio y una insólita capacidad de percepción para dar caza a un asesino. El director, quien ha hablado abiertamente de la influencia de El silencio de los corderos, comenta que Harker es como su agente Starling.
  «El silencio de los corderos ha marcado mucho la película, sin duda», comenta Monroe, que también buscó inspiración entre sus thrillers oscuros favoritos. «He tirado mucho del trabajo de Rooney Mara en Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres. Ambas mujeres se sienten alejadas de un mundo donde no encajan y se refugian en resolver crímenes de este tipo».
  Al igual que Lisbeth Salander, la mítica hacker creada por Steig Larson, Harker no se desenvuelve bien en situaciones sociales. Lo suyo no es la gente, pero disfruta de trabajar en solitario. Por otra parte, al contrario que sus compañeros, tiene un sentido de la intuición muy desarrollado. «Muchas veces vemos que le da una especie de corazonada para explicar algo inexplicable», apunta Monroe. «No entendemos cómo sabe lo que sabe, pero está muy en contacto con el entorno. Por eso hace tan bien su trabajo y de ahí que le encarguen este caso».
  La naturaleza exacta de las habilidades de Harker se deja a libre interpretación, pero como bien le dice su compañera, la veterana agente Carter (Blair Underwood), nunca están de más las sensibilidades especiales cuando se trata de pillar a un asesino. En palabras de Perkins, «Sabemos que tiene un don especial, es una mujer muy inteligente con una capacidad de percepción estratosférica. Sabemos que es diferente, no por algo tangible, pero vemos claramente que tiene un talento descomunal».
  Gracias a ese talento y esa habilidad especial, le encargan a Harker un caso que trae de cabeza al FBI desde hace décadas. Se trata de una serie de asesinatos que se perpetúan en el tiempo: un padre mata a toda su familia antes de quitarse la vida. En cada caso, el autor asesina a personas diferentes en casas diferentes con armas diferentes, pero siempre deja una marca muy personal que permite hilar todas las tragedias. Deja mensajes en clave para la policía que firma siempre con el mismo nombre: Longlegs. No sabemos quién o qué es Longlegs, porque no deja huellas ni pruebas físicas. No hay duda de que los asesinatos los comete un miembro de la familia, pero la responsabilidad parece surgir de un vínculo común entre todos. Longlegs.

UN AMBIENTE MALROLLERO...
  En cuanto la agente Harker se pone al frente del caso para descifrar los códigos de Longlegs, este empieza a infiltrarse en la película como una neblina, helando el ambiente y desdibujando la forma de las cosas. Está en ninguna parte y en todas a la vez. La agente Harker no puede verle, pero empieza a oírle y casi puede sentirle. «Con los primeros visionados, el público decía, “Esta película tiene algo espeluznante y antinatural”, que parece supurar de los fotogramas», le contó Perkins al actor Nicolas Cage durante una charla para Fangoria. «Se cuela por las grietas de la historia». Cage respondió, «La gente va a salir del cine preguntándose si le han echado un maleficio».
  Una de las claves del ambiente malrollero de Longlegs es el sonido. Huelga decir que el diseño de sonido y la música desempeñan un papel muy importante a la hora de crear un filme de terror de calidad, pero Longlegs lo utiliza con una sutileza y opera a un nivel tal de subconsciente que consigue impregnar la película de un aura de peligro. Ya desde el principio, los pasos resuenan muy alto, lo que subraya la sensación de paranoia de tener a alguien vigilándonos. Los personajes se mueven en espacios que transmiten tranquilidad y serenidad, incluso cuando se han convertido en escenarios de crímenes sangrientos, por lo que el más mínimo ruido resuena con una potencia atronadora.
  El diseñador y montador de sonido Eugenio Battaglia es un apasionado del género y siente especial debilidad por las historias satánicas. Gracias a su trabajo en podcasts de ficción narrativa ha aprendido cómo hacer avanzar una historia sin depender de lo visual. Su experiencia le vino de perlas para darlo todo en una película de miedo en la que sabía que su trabajo sería uno de los elementos clave. «Como diseñador de sonido, me gusta el papel protagonista del sonido en el cine del terror», dice. «Es uno de los ejes sobre los que gira la historia».
  Longlegs encajaba perfectamente con su forma de entender el cine y cuando se pusieron en contacto con Battaglia para proponerle participar, empezó a darle vueltas a todas las cosas que podría probar. Su primera sugerencia fue utilizar de forma recurrente el rock and roll y a Perkins le pareció muy buena idea poblar el paisaje sonoro de elementos «hipnóticos y subliminales». Se inspiró en el vínculo histórico entre el heavy metal y lo oculto. «Siempre había querido crear sonidos subliminales», confiesa Battaglia. «En los discos de los setenta y en las grabaciones de rock en general se habla mucho de que al escuchar los vinilos al revés se oyen mensajes satánicos subliminales».
  En el mundo de Longlegs hay algo que no encaja. De primeras parece un lugar normal, con habitantes normales, pero al mirar con atención se ve que todo está descentrado. Además de crear los sonidos del subconsciente, Battaglia también reprodujo algunas grabaciones al revés, como el Padre Nuestro («se dice que sirve para invocar al demonio») o sus pisadas al subir o bajar las escaleras de su estudio de grabación («al poner los sonidos al revés, conseguí una especie de palpitación desconcertante que se escucha en todo el largo»).
  Y como Longlegs parece supurar malignidad, Battaglia utilizó un micrófono binaural para captar sonidos con un efecto tridimensional realista que envolviera al público. Se grababa susurrando o frotando el parabrisas y después filtraba el sonido para crear resonancias tipo ASMR que le sumían en una especie de trance. Así podría sobresaltar a la audiencia con sonidos agudos y chirriantes.
  El proceso de ir metiendo significados ocultos encajaba perfectamente con la temática general del filme, que analiza cómo el hecho de repetir una mentira de forma dogmática hasta la saciedad hace que ésta se confunda con una verdad. Un buen ejemplo son las historias de miedo que nos cuentan en la infancia y el esfuerzo que debemos hacer para librarnos de esos temores de adultos.
  «El filme habla del poder que tenemos sobre nuestros hijos y de cómo cambiamos su percepción de las cosas», apunta Perkins, que vincula la experiencia a su niñez y recuerda que se les ocultaban ciertas cosas a él y a su hermano. «Habla de cómo las madres mienten a sus hijos supuestamente por su bien. A veces están entre la espada y la pared y recurren a la mentira para salvar la situación. Podemos ver la mitología de la familia y las tapaderas que las madres crean para proteger a sus hijos de la verdadera trama familiar».
  Según el director, Longlegs es una película con «muchas capas». Está envuelta en una gasa fina, pero por sutil que sean, todas esas capas acaban velando la realidad. Todo se vuelve opaco y resulta imposible descifrar lo que tenemos delante de nuestros ojos. Esto le ocurre a la agente Harker en relación con su infancia y al propio Longlegs, en sentido literal y figurado.

DEMASIADO ESPACIO PARA PENSAR...
  Por escurridizo que sea, Harker comparte un vínculo con Longlegs. Quiere atraparle para resolver los asesinatos, pero al mismo tiempo se siente profundamente atraída hacia él. Harker no le ve, pero es como si Longlegs llevara a la agente de la mano. A medida que va adentrándose en el misterio y en su pasado en busca de respuestas, el filme utiliza herramientas técnicas para sumergirnos en el viaje interior de la protagonista.
  La relación de aspecto se expande y amplía, hasta el punto de envolver a Harker, dándole a la imagen un aspecto ominoso. ¿Quién o qué va a surgir del espacio que le rodea? El director de fotografía Andres Arochi habla de la decisión de filmar a Monroe en espacios tan amplios y vacíos: «Lo diseñamos específicamente para Lee Harker. Empecé a pensar en la protagonista y después lo trasladé al resto. Me gustaba que este fuera el universo que habitaran los personajes».
  Arochi cuenta que durante una llamada de toma de contacto con Perkins, director y cinematógrafo descubrieron una pasión compartida por Gus Van Sant, cuyos filmes suelen estar ambientados en Oregón y la zona del Noroeste del Pacífico. Con sus oscuros inviernos pasados por agua, la región ofrece una monótona sucesión de estaciones grises y el goteo constante del agua acaba con los nervios de cualquiera. El director de fotografía quería invocar esa sensación de aislamiento neblinoso del Portland de Van Sant, y alejarse del centro de la ciudad para darle amplitud y crear una sensación de otredad mayor.
  «Quería crear un pueblo donde hubiera mucho espacio vacío, porque esa topografía invita a darle al coco», dice Arochi. «Lee Harker tiene una filosofía muy existencialista. Siempre está sola y eso le anima a darle demasiadas vueltas a todo. Al tener demasiado espacio para pensar, la mente entra en bucle con pensamientos circulares». Monroe entendió perfectamente qué buscaban Arochi y Perkins, pero inicialmente se mostró un tanto escéptica al pensar que, al contar con tanto espacio, podrían perderse algunos de los matices de las interpretaciones de los actores. No obstante, cuando vio el resultado final en la pantalla, quedó encantada. «Al ver el filme por primera vez me quedé alucinada», cuenta Monroe. «Es muy ominosa y transmite una sensación de soledad muy desconcertante. Es un filme brillante y creo que Andres tiene un talento descomunal. Eso es lo que más impresionó tras el primer visionado».
  Utilizar espacios tan amplios no solo aumenta las posibilidades de conseguir una toma perfecta, sino que también traslada ese estado reflexivo de la agente Harker al público. Ella busca y el público busca con ella. Y cuando parece que Longlegs está a punto de exponerse, ante la ley y ante los espectadores, la cámara frustra la acción una y otra vez, ocultándonos la verdad. Cuando estamos a punto de hacer un descubrimiento, nos envuelve otra capa y nos impide ver qué está pasando.

MANTENER EL MISTERIO DE LONGLEGS...
  La primera escena de Longlegs dice mucho del personaje, creando una sensación de terror basada en mostrar y ofuscar. Se le ve de pie, delante de la cámara, hablando con una niña con una voz temblorosa, antinatural y aguda. La niña le ve de cuerpo entero, pero a nosotros la relación de aspecto de 4:3 solo nos permite verle desde las rodillas a la nariz. El encuadre ya nos da una pista de que algo no está bien. Todo es inquietante, desde la talla y el color de la ropa hasta su tono de voz y esa barbilla tan rara.
  Nuestro cerebro se pone en marcha para intentar componer la imagen completa de lo que nos intimida. Incluso ladeamos la cabeza un poco, pensando que así podremos burlar a la cámara y vislumbrar quién es ese hombre que nos produce una sensación tan incómoda. Y justo cuando estamos a punto de lograrlo, la escena se corta. La amenaza está ante nosotros, pero se nos impide descubrirla.
  «El secreto de Longlegs estaba en conseguir que no se viera», explica Arochi. «He intentado ocultar su rostro todo lo posible, pero crear una imagen que aun así resultara escalofriante. Necesitábamos un enemigo». El escurridizo Longlegs incluso tiene un encontronazo con la hija del propio director, Bea Perkins, que interpreta a la empleada de una tienda de bricolaje que debe lidiar con su inquietante presencia. En la escena, vemos a Longlegs de hombros para arriba, pero al extender los dedos oculta su rostro. El público siente cada vez más angustia por conocer la verdadera naturaleza de Longlegs, una sensación que conoce bien Monroe, que no vio al personaje hasta su primera interacción con Cage en el rodaje.
  «Maika es una intérprete de primera, y se volcó con esa primera toma», comenta Perkins sobre ese encuentro de la agente Harker con el villano. «Transmite intriga, nervios, miedo, tristeza, emoción. De todo». Ver a Cage con todo el maquillaje y los efectos prostéticos causó tanto impacto en Monroe, que el micrófono que llevaba bajo la blusa recogió el latido de su corazón. Battaglia explica que no es raro que eso ocurra, pero la frecuencia cardiaca no suele subir a 150 pulsaciones por minuto, como en este caso. Monroe estaba sentada mirando a Cage y su pulso marcaba un ritmo más habitual de estar haciendo un entrenamiento de cardio.
  «Cuando trabajas en una película de terror, la gente te pregunta si todo da miedo o malestar. Y no suele ser el caso, porque se ven todos los trucos y la sangre de mentira. Pero en esta ocasión por primera vez sentí esa ansiedad y congoja. No quería abrir la puerta por no enfrentarme a lo que habría detrás», confiesa la actriz sobre el primer encuentro de Harker con Longlegs. «Oz no me dejó ver fotos ni nada. Sabía que [Cage] se pasaba varias horas en maquillaje y peluquería, pero no tenía ni idea de lo que tramaban. ¡Fue una experiencia bastante surrealista que no olvidaré en la vida!».
  Cuando la agente Harker conoce por fin a Longlegs, el público acaba de verle la cara por primera vez y el filme consigue que los espectadores compartan la intriga que siente Monroe. Por fin le hemos visto el rostro, pero esa imagen alterada suscita más preguntas que respuestas. Vemos ante nosotros un hombre, pero está desfigurado de tal manera que parece un humano que aspira a ser real.
  Lo que contemplamos es un rostro pálido, con ronchones de talco, estirado y con un volumen antinatural. El paso del tiempo y la gravedad han causado estragos y ahora la piel empieza a descolgarse, como si fuera una vela derritiéndose. Lleva el pelo largo y descuidado, aunque parece que antes tuviera una buena melena. La paleta monocromática del traje y los zapatos blancos denotan una intención, un estilismo que ha salido mal. Son prendas de otra época. Longlegs quiere ir hecho un pincel, pero los años se han cebado con él. Hemos descubierto una capa pero inmediatamente ha aparecido otra.

LA ESTÉTICA DE LONGLEGS...
  Harlow MacFarlane, quien se encarga del maquillaje y los efectos especiales, comenta cómo fueron sus primeras conversaciones con Perkins sobre el rostro de Longlegs. «Oz tenía claro desde el principio que buscaba una estética de glam rock». Las greñas, el maquillaje, esa fijación superficial con la estética que puede llevar a alguien a someterse a operaciones para parecer siempre joven. Pero más que centrar al personaje en una estética concreta, querían retratar a Longlegs como un hombre movido por una devoción obsesiva.
  «Él quiere cambiar su imagen para gustar al diablo», explica MacFarlane. «Está enamorado del diablo y quiere impresionarle, así que se ha sometido a montones de operaciones de estética chapuceras para ponerse tan guapo como pueda. Todo lo hace para impresionar a esta fuerza del mal que rige su vida». En una conversación entre Perkins y Cage para Fangoria, el intérprete habló sobre las fuentes de inspiración para el personaje: «Quería que Longlegs fuera muy andrógino. Pensaba en Guilietta de los espíritus de Fellini y en esa búsqueda de la belleza para impresionar al otro. Interioricé algunos de esos discursos y empecé a atusarme el pelo y a preguntarle a Maika si me veía guapo».
  Para los primeros diseños, MacFarlane trabajó con versiones muy exageradas de rostros operados de forma chapucera, pero no quería pasarse, sabiendo que sería Cage quien daría vida al personaje. Incluso se plantearon un rostro mutilado como el del personaje de Mason Verger, que interpreta Gary Oldman en la película Hannibal, pero no acababa de quedar bien. Además, a un actor capaz de alcanzar las cotas interpretativas de Besos de vampiro y Color Out Of Space no le hacía falta que el maquillaje le quitara protagonismo.
  «No queríamos pasarnos y que pareciera ridículo», apunta MacFarlane. Y, por otra parte, no querían que Longlegs diera la nota. Es decir, tenía que poder caminar tranquilamente por la calle, si bien transmitiría un aire inquietante si le mirabas. Encontraron un gran referente en el personaje que interpreta F. Murray Abraham en Amadeus, el cortesano Antonio Salieri que hace todo lo posible por arruinar la carrera de su rival Mozart, dedicándole años de traiciones y manipulaciones. Lo realmente terrorífico de Longlegs es que podría ser real y que demuestra que una persona normal podría ser capaz de llevar a cabo los actos más atroces.
  Para conseguir el aspecto glam sádico, primero tuvieron que informarse sobre las operaciones estéticas disponibles a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980 en las zonas rurales de Oregón, donde viven los personajes. Después de documentarse sobre ese tema, pudieron ir planteando todas las chapuzas que podría haberse hecho para rellenar la piel y las cicatrices que le hubieran quedado. Capas de dolor para ocultar más capas de dolor. «Te lo puedes imaginar entrando en una consulta turbia para hacerse esos tratamientos», dice MacFarlane, que trabajó estrechamente con Perkins y Cage para lograr la estética del personaje.
  Como fan del maestro del cine mudo Lon Chaney, conocido por sus interpretaciones de hombres grotescos y torturados, Cage utilizó su papel en Longlegs para rendirle tributo creando un personaje digno del actor. Soñaba con crear su propio Fantasma de la ópera, no-nariz incluida. A MacFarlane le echó un poco para atrás la idea de utilizar una nariz tipo Fantasma para Longlegs, porque pensaba que quedaría demasiado exagerado. No obstante, al probar los diseños con Cage, entre la nariz que prefería MacFarlane y la propuesta de Cage, Perkins se decantó por seguir los instintos de Cage para el rostro de su personaje en la película. La versión final es algo más contenida que la versión que sugería el actor, puesto que proponía que en un momento del filme Longlegs incluso se arrancase la nariz.
  Con el rostro de su personaje definido, Cage ya tenía todo lo que necesitaba para meterse en la piel del hombre que da título al filme. «Me pregunté qué podía hacer para aportar vulnerabilidad a Longlegs tal y como había surgido de la mente de Oz», explicaba el actor en Fangoria. «Lo que me gusta de los monstruos de Lon Chaney es que tienen un gran corazón y con su interpretación conseguía que me dieran pena. Entonces pensé que quería que Longlegs tratara sobre mi madre. Así es, convertí a mi madre en una asesina en serie. Es algo que puedes hacer cuando le das un giro artístico al planteamiento. Utilicé a mi padre como referente para Drácula y a mi madre, para Longlegs».
  Para el director Oz Perkins, tener a Cage en el reparto era como contar con una fuerza de la naturaleza que hacía y deshacía a su ritmo. «Es una suerte que haya querido participar en el proyecto. Algo así pasa una vez en la vida y hay que aprovecharlo», dice Perkins. Cage es uno de los intérpretes favoritos del director, que comenta que haber sido demasiado cuadriculado con el guion hubiera coartado los instintos de un actor como Cage, hasta el punto de que hubiera sido contraproducente. «Es como llevar un tigre al rodaje. El tigre se va a comportar como un tigre, porque es lo que es, y no sería sensato interponerse en el camino de un animal salvaje».

UNA PELÍCULA PREDESTINADA...
  Lo más habitual es preguntarle al equipo de una película de terror si tiene alguna anécdota curiosa del rodaje. Perkins será un director conocido por sus películas asfixiantes y aterradoras, pero algunas de las personas que trabajaron en Longlegs sintieron que estaban predestinadas a participar en el filme. Arochi dice que le preocupaba que al final se echaran atrás, porque no tenía mucha experiencia en cine al llegar a Longlegs, pero que todo el mundo le arropó.
  El director de fotografía también comenta que una de sus escenas favoritas de la película ocurrió por pura casualidad. El equipo tenía montada una escenografía de luces muy compleja, pero se levantó un viento muy feo que obligó a desmontar las torres más altas por cuestiones de seguridad. Cuando parecía que el calendario se iba al traste, la luz se tornó crepuscular y pudieron rodar la escena con luz natural. El resultado final superó con creces lo que Arochi esperaba conseguir con complicados procesos tecnológicos.
  Otro día nevó lo suficiente como para rodar con nieve en polvo, logrando escenas que no hubieran podido obtener de haber utilizado técnicas artificiales. Lo mejor es que se derritió por la noche y al día siguiente pudieron seguir el plan de rodaje como si nada. «Creo que ha sido uno de los proyectos más sencillos en los que he trabajado. Todo ha ido como la seda. El equipo ha sido increíble», comenta Arochi. «A veces ni siquiera parecía que estuviéramos trabajando. Es como que las cosas iban encajando sobre la marcha. Esta producción ha tenido una sinergia muy especial».
  El productor Dan Kagen comparte esa sensación de que Longlegs estaba predestinada por «la cantidad de momentos de serendipia». Pasaron muchas cosas de carambola, tantas que parecía que «esta película estaba predestinada». Por ejemplo, tuvieron que lidiar con problemas logísticos como que les fallara la tienda de bricolaje una semana antes del rodaje, pero todo se resolvió al dar con una segunda localización que acabó siendo mucho mejor que la original porque tenía un acceso más sencillo y era más cómoda para mover la cámara. «Yo estaba en plan, es una señal. Estábamos destinados a acabar en esta localización», comenta Kagen.
  Por otra parte, se dieron grandes casualidades como que Perkins decidiera que el personaje de Alicia Witt, que interpreta a la madre de Lee, Ruth Harker, llevara el pelo muy largo. Las fotos que le envió al equipo de peluquería resultaron ser imágenes de la propia madre de Witt, que había entrado en el Libro Guinness por tener la melena más larga del mundo. Witt también dice que sentía que los arropaba una especie de fuerza protectora. «Durante el rodaje han ocurrido un montón de pequeños milagros, guiños y señales», apunta. También compartió una anécdota sobre la improbable colaboración de insectos locales cuando una nube de moscas se arremolinó alrededor de una ventana, justo como aparecía en el guion de Perkins. «Estábamos a mediados de enero en Vancouver. La temperatura estaba bajo cero», explica Witt. «¿Cómo iba a haber moscas? Pero venían en el guion de lo que teníamos que rodar ese mismo día». Los especialistas que habían contratado para la escena no tuvieron que hacer nada porque las moscas llegaron de forma natural.
  Para rodar una gran película hace falta mucha técnica, pero también hace falta contar con algunas pildoritas de suerte para llevar el proyecto a buen puerto. Longlegs tuvo suerte, pero Kagen dice que Perkins también contribuye al buen rollo creando un ambiente en el que el equipo técnico y el reparto se sentía a gusto para trabajar. «Oz saca lo mejor de la gente que le rodea y anima a todo el mundo a explorar su faceta más creativa», comenta el productor. «Desprende una energía especial, estaba claro que esta película tenía que salir como ha salido».
  Perkins comenta que para sacar lo mejor del equipo la clavé está en escribir el guion con un estilo más prosaico y literario, poniendo el foco sobre los elementos técnicos. «Intento enganchar a la gente desde el minuto uno para que todos estemos de acuerdo en lo que queremos hacer, y también reconocer el trabajo de todos los departamentos de forma independiente, algo que no suele ocurrir en los guiones», comenta el director sobre el proceso de contratación. A partir de ahí, se reúne con los colaboradores para ver si comparten gustos y referencias artísticas. Si Perkins encuentra puntos de contacto en esos campos, sabe que el proyecto estará en buenas manos y no tendrá que estar supervisando cada paso que da el equipo.
  «No soy nada controlador». Perkins sabe que no todos los directores piensan así, aunque le extraña. Es decir, un director no es nadie si no está rodeado de un buen equipo, y rodar una película es un proyecto de tanta envergadura que no todo el peso puede recaer sobre una sola persona. «Llegados a cierto punto te das cuenta de que todo el mundo quiere que la película sea increíble. Todo el mundo quiere que su aportación sea la parte más llamativa. Todo el mundo quiere estar a la altura. Esta profesión no es cosa de una sola persona. De hecho, es todo lo contrario. Yo repaso el trabajo de todo el equipo y veo con qué me quedo y con qué no, así que la mía es más bien una tarea de selección».
  Según Monroe, el hecho de que Perkins tuviera las cosas muy claras no significaba que fuera inamovible. Explica que pudo trabajar con director el personaje de Lee Harker: «Me impresionó que fuera tan abierto a las ideas que le proponía o a cosas que para mí eran importantes. Ha sido un lujo poder trabajar así con él». MacFarlane, que había colaborado en dos películas anteriores del director, comenta que la forma de trabajar de Perkins conlleva darles una gran autonomía a los equipos, algo de lo que no había disfrutado con otros realizadores. «Me dice lo que quiere y luego me da vía libre», comenta MacFarlane. «Como artista, puedo trabajar a mis anchas y presentar mis ideas. Es genial tener esa libertad creativa».
  Ver Longlegs es como quedar bajo el influjo de un hechizo —o de un maleficio, como dice Cage—, pero incluso la magia se compone de arte y ciencia. Es el cóctel perfecto de habilidades, intuición, herramientas, temperamento, dedicación e intención. El hecho de que un filme llegue a las salas y se proyecte ante un público ya es todo un milagro, que conlleva un esfuerzo hercúleo de todo el equipo implicado. Al hablar sobre cómo logra esos milagros, Perkins no profundiza demasiado en detalles. No es porque quiera ocultar algo, es simplemente porque, como dice su hija adolescente, «Tampoco es para tanto».
  «Creo que nadie puede decir “He estado dando vueltas toda la noche y he dado con la combinación perfecta de cosas que pueden triunfar en este momento”. Las cosas no funcionan así. Hay muchos elementos en juego. Es como si quisieras hacer una pasta de verduras e intentaras que el brócoli estuviera a una distancia exacta de la zanahoria y del pimiento y tuvieras diez espaguetis en el plato. Y si no sale como quieres, no vale. No va de eso. Vas a tope con lo que crees que funciona. Trabajas con el mejor equipo posible. Me encanta cuando alguien me propone una idea que me parece mejor que mi intención original. Para mí eso significa que las cosas están saliendo bien», explica Perkins.
  «Estamos aquí para intentar hacerlo lo mejor posible. Hay que ir con todo. Hay que intentar crear algo interesante».

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