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NOTAS DE LA DIRECTORA...
   LA SUSTANCIA es una película sobre los cuerpos femeninos.
Sobre como se examina, se fantasea, se critica el cuerpo de las mujeres en lugares públicos.
  Sobre cómo, al ser mujeres, se nos convence de que no tenemos elección, solo nos queda ser perfectas/sexy/sonrientes/jóvenes/guapas si queremos que la sociedad nos valore.
  Sobre lo imposible que resulta para las mujeres escapar de esto por mucho que hayan estudiado, por fuertes e independientes que sean…
Porque durante más de 2.000 años, el cuerpo de las mujeres ha sido moldeado y controlado por el deseo de aquellos que las miraban…
  Todo lo que nos rodea, anuncios, películas, revistas, escaparates, muestra versiones fantaseadas de nosotras mismas. Siempre guapas. Delgadas.
  Jóvenes. Sexy. La versión de la “mujer ideal” que, supuestamente, nos traerá amor. Éxito. Felicidad.
Cuando salimos del modelo, sea por la edad, el peso, las curvas, la sociedad no se calla y nos dice: “Estás acabada. Ya no queremos verte. No te queremos en las pantallas. No te queremos en la portada de las revistas”.
  “Te borraremos del espacio público”.
“Ya no mereces el tiempo y la atención de la sociedad”.
  Y esto está empeorando para las más jóvenes debido a las redes sociales…
Creo sinceramente que esa es nuestra cárcel. Una cárcel con la que la sociedad nos ha rodeado y que se ha convertido en un gigantesco instrumento de control y dominación. Una cárcel que incluso creemos que queremos.
  Y esta película dice algo muy claro: ha llegado la hora de que todo esto explote por los aires. Vamos a ver, ¿cómo puede semejante mierda seguir en el año 2024?
  No conozco a una sola mujer que no tenga una relación problemática con su cuerpo, que no haya vivido un trastorno alimentario en algún momento de su vida, que no haya odiado a su cuerpo y a sí misma por no dar la imagen que la sociedad le requería.
  A punto de cumplir los 40, empecé a deprimirme porque pensé: “Vale, es el final. El final de mi vida. Ya no gustaré a nadie, nadie me valorará, me querrá, se interesará por mí, se dará cuenta de mí…”
  Solo tenía 40 años, pero me habían enseñado que mi vida había terminado.
Estudié Ciencias Políticas, soy feminista… pero incluso así. Esa mierda había encontrado la forma de inmiscuirse en mi cabeza.
  Estaba convencida de que a partir de cierta edad, ya no valdría anda. Exactamente de la misma forma que, cuando era más joven, estaba absolutamente convencida de que si no estaba delgada y no tenía un cuerpo perfecto, no valía nada.
  Y ahora, una afirmación política para el mundo: es hora de deshacernos de esta mierda.
El cine de género es político. Para mí, como cineasta, es una forma genial de enfrentarme a asuntos políticos y personales a través del objetivo del entretenimiento, de la diversión y del exceso.
  Y metiéndome de lleno en el exceso, quiero liberar a mi monstruo interior.
O, mejor dicho, lo que la sociedad me hizo ver como a un monstruo: esta parte imperfecta/que envejece/que cambia de mí misma que me enseñaron a esconder porque, como “mujer”, se supone que una no debe parecer/comportarse/pensar así.
  Por eso os traigo esta historia hoy.
Habla de jugar con la destrucción de los cuerpos femeninos para liberarnos de estas restricciones que encorsetan el cuerpo de las mujeres desde siempre.
  Llevan desde siempre diciéndonos que nos controlemos y retengamos.
Hagamos exactamente lo opuesto.
  Aquí se tiranizará, ridiculizará, destruirá los cuerpos de la misma forma en que creo sinceramente que la sociedad destruye a las mujeres con todas las reglas que nos enseñan a seguir en silencio.
  Esta película va a ser de lo más sangrienta.
Pero también va a ser de lo más divertida porque no conozco mejor arma que la sátira para mostrar al mundo lo absurdas que son sus reglas.
  Y lo más importante: va a ser muy oportuna.
De eso va la película, de liberación.
  De empoderamiento.

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