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COMENTARIOS DEL DIRECTOR...
‘La mosquitera’ quiere ser una película en aparente tono menor, como su mismo título sugiere. Los personajes de la película creen que lo único que han de temer son los mosquitos. Piensan que poniendo límites a la corriente huidiza de la vida podrán conseguir la felicidad. Pero esta felicidad está estancada. Y el agua estancada se pudre. Y los mosquitos pueden volverse lobos.
La película habla de una familia urbana, acomodada, cuyos miembros son víctimas de un oscuro sentimiento de culpa: la madre hacia su hijo; el padre hacia la mujer de la limpieza; y el hijo hacia toda forma de vida, sobre todo sus gatos y perros. Todos ellos luchan desesperadamente por poner límites a unos sentimientos que no controlan. Sienten continuamente la sensación de peligro, de estar traspasando un límite, y por ello luchan por poner nombre a aquello que no conocen.
Viven una vida hecha a su medida, empequeñecida, Y han convertido la línea invisible que separa el bien del mal en un muro. Por eso, cuando hay una grieta y aparece un verdadero conflicto, la naturaleza de éste se plantea únicamente en términos lingüísticos: ¿es “maltrato”, o no lo es?; ¿es “violación”?... ¿es “prostitución”?, etc.
Esta pasión por delimitar sus actos provoca una sucesión de malentendidos en todas sus relaciones.
Malentendidos obstinados que provocan confusión, situaciones cómicas y trágicas al mismo tiempo. La vida protegida por la mosquitera los aleja de los peligros menores. Y si estos son peligros mayores se los disminuye. La película es una comedia sobre la imposibilidad de tragedia.
Situaciones del guión que están llenas de suspense, de tensión, se explican con una apariencia de normalidad, respetando los escrúpulos “políticamente correctos” de los personajes. Sin culparlos, mostrándolos de la manera más humana posible en la lucha por vencer sus dudas.
Los personajes no son nunca caricaturas de sí mismos ni siquiera cuando actúan mostrándose crueles o están al límite de la moral, o la transgreden. Ni hay cinismo cuando la discusión por sus acciones se reduce a una absurda especulación lingüística.
Una mezcla de melodrama social y alta comedia. Estructurada en tres actos, culmina en una parodia de final feliz, que no es ni final ni feliz, y que permitirá dejar abierto el desenlace del conflicto.