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'Looper' vuelve a reunir a Gordon-Levitt con Johnson, que han mantenido una estrecha amistad desde que rodaron el éxito independiente “Brick” hace ya unos años. “Rian y yo nos conocimos hace casi diez años”, recuerda Gordon-Levitt. “No fue mucho después de rodar ‘Brick’ cuando empezó a hablarme de su idea para ‘Looper’. Acabó escribiendo al protagonista expresamente para mí, que es algo que es la primera vez que me pasa como actor, así que fue un gran honor para mí tener la ocasión de interpretarlo”.
“La primera vez que Joe y yo hablamos de ‘Looper’, nada más rodar ‘Brick’, no tenía más que la premisa de la película”, reconoce el guionista y director. “Lo que me gustaba de la idea era el aprieto en el que se encuentra Joe, sabe lo que le depara el futuro, y tiene que tomar una decisión moral sobre hacia dónde va a ir”.
A la hora de crear la historia de viajes en el tiempo, Johnson decidió mantener las cosas suficientemente simples. “Te meten en la máquina en la década de 2070 y te envían de vuelta – ¡zas! – 30 años, hasta un lugar predeterminado”, explica.
La película se centra en los Loopers, sicarios de bajo rango encargados de liquidar a las víctimas del crimen organizado del futuro.
Para definir el aspecto visual de la película, Johnson recurrió al director de fotografía Steve Yedlin y al diseñador de producción Ed Verreaux. La película está ambientada en el futuro cercano, una decisión que permitió a Johnson mantenerse a caballo entre la ciencia ficción y una realidad más cercana. “Quería que estuviera ambientada en un futuro lo suficientemente lejano para poder hacer un par de cosas divertidas, pero no tan lejano como para no poder contar con un mundo cercano y reconocible”, explica.
“El futuro es un lugar bastante sombrío”, prosigue Johnson. “Todo está un poco destartalado; la gente aún conduce coches de 2010, que han tenido que mantener durante 30 años”.
“No queríamos un futuro completamente destrozado, ni tampoco uno completamente brillante y maravilloso”, recuerda Verreaux, el diseñador de producción. “Es un futuro en el que las cosas no han salido bien, la economía se ha venido abajo, el grueso de la fabricación se ha parado. Por eso todos los coches de nuestra película tienen 30 años de antigüedad. Hay unos cuantos modelos nuevos especiales de coches para los super-ricos, pero todos los demás llevan coches viejos”.
“La idea era que el aspecto derivara de un cambio sociopolítico, en lugar de un cambio tecnológico”, explica Yedlin.
En cuanto al diseño de la propia máquina del tiempo, Johnson y Verreaux se fijaron en la historia. “Rian me mostró una foto de la primerísima bomba atómica, que se llamaba ‘el artilugio’”, comenta Verreaux. La bomba tiene un diseño retro-futurista, una maraña de cables, alambres y cajas alrededor de una gran esfera. “En cuanto lo vi, supe lo que tenía que hacer. Optamos por un estilo retro, simple, crudo y sucio. Lo importante era transmitir la idea de que la máquina del tiempo funciona, más allá de eso, es más importante centrarse en la narración de la película”.
“Era importante que la máquina del tiempo pareciera montada a base de piezas sueltas, como si no costara mucho dinero hacerla”, plantea Bergman. “No está pulida, tiene pinta de chatarra. Consiguen ponerla en marcha por los pelos, y poco más”.
La mayor parte de la película se rodó en Nueva Orleans pero, durante dos semanas, también filmaron en exteriores de China. “Al principio, cuando escribí el guión, la secuencia estaba ambientada en París. Pensábamos simularla en Nueva Orleans, no es lo ideal, pero es algo que se puede conseguir con la magia del cine”, sugiere Johnson. “Pero entonces, nuestro distribuidor chino nos hizo una oferta: ¿y si pudiéramos rodar una parte en Shanghái? Y, cuanto más lo pensé, más sentido tenía para la historia, Joe idealiza París, pero China es un lugar al que un joven iría en el futuro. No solo eso, sino que es divertido, en vez de simular París, tuvimos la Shanghái de verdad. No había que pensárselo dos veces”.