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SINOPSIS
Tres universitarios se dirigen por carretera para llevar a la novia de uno de ellos a Nevada. En el camino se ven obligados a dar un rodeo para verse con un informático. Cuando por fin establecen contacto todo se oscurece y cuando uno de ellos recobra el conocimiento, comienza a vivir una auténtica pesadilla, ya que no encuentra a ninguno de sus amigos. La única pista que tiene es el hombre que le interroga...
INTÉRPRETES
BRENTON THWAITES, OLIVIA COOKE, BEAU KNAPP, LAURENCE FISHBURNE, PATRICK DAVIDSON, JEFFREY GROVER, ROY KENNY, RICARDO CAMPOS, DREW SYKES, LIN SHAYE
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ENTREVISTA CON EL DIRECTOR...
¿Cómo fue la génesis de este proyecto concreto, particularmente como película narrativa? Escribiste LA SEÑAL con otros dos guionistas... .- Bueno, mi último filme, “Love”, era un proyecto más vanguardista. Pero soy un gran fan de “En los límites de la realidad (La dimensión desconocida - The Twilight Zone)”, de lo que Rod Serling solía hacer como narrador, y siempre había querido hacer una de esas, una historia con elementos intangibles y extraños que te hagan pensar: “¿Qué rayos está pasando?”. Había estado dándole vueltas al concepto de un individuo que se ve metido en una situación concreta y extrema, cuya auténtica naturaleza tendría que descubrir esta persona. Lo que me gusta de películas como “La fuga de Logan” es que el protagonista principal es como los espectadores, comparte tu punto de vista; el público siente una conexión, sobre todo si es un personaje agradable. También admiro el concepto de Roman Polanski de estar, en la medida de lo posible, “mirando por encima del hombro”, de modo que estás descubriendo y reaccionando a lo que sucede junto con el protagonista principal y la película se vuelve así más interactiva. Así que, mientras terminaba de montar “Love”, estuve hablando con mi amigo David Frigerio y se nos ocurrió la idea de LA SEÑAL; empezamos a escribir el nuevo guión antes incluso de terminar el montaje. Además, ¡me apetecía hacer algo que fuera a ver más gente que “Love”! [Ríe]
Y tu hermano, Carlyle Eubank, también empezó a trabajar en el guión...
.- Entró a formar parte desde el primer momento. Trabajamos bien juntos; curiosamente, cuando escribimos, yo tiendo a pensar de forma más lineal y mi hermano tiende más a lo extravagante con sus ideas. Es el yin de mi yang.
'La señal' explora la estética de las “metodologías anticuadas”. Desde el principio, hay un contraste entre la tecnología más avanzada y la menos. Hoy en día, existe la posibilidad de rastrear a cualquiera a través de un ordenador...
.- Y también hay alguien trabajando con un bloc de papel y una pluma, que es algo que se comenta; con ellos, hay un cierto elemento de rol para el personaje que los utiliza. Me he quedado enfrascado más de una vez pensando cómo ciertas tecnologías conducen a otras tecnologías y, aun así, todos podemos vernos atrapados en la rutina usando siempre las mismas cosas.
Al concebir esta película, ¿te inspiró la obra de cualquier otro director?... .- Visualmente, creo que sí: aquellos cuya obra veo y pienso: “Esto es lo que creo que pretende este tipo”. Quería que 'La señal' tuviera un comienzo realista, como la vida misma, para que luego pudiéramos pasar directamente al tema extraño, con un estilo lo más parecido posible al de Stanley Kubrick, en el que todo tiene líneas, es agudo y firme. Más adelante, y no sé cómo pasó, las cosas se ponen mucho más David Lynch. [Ríe]
Hay una serena elegancia en la forma de filmar, que parecía en formato panorámico...
.- Sí, la rodamos en [relación de aspecto panorámica] 2:40. Ninguna otra proporción te permite mirar directamente a los ojos de un actor; la interpretación puede así brillar. Ayudó con otras facetas de la película, como los planos de Nuevo México o conducir por la carretera y que parezca que se te viene encima. Esta no es más que mi segunda película, así que voy aprendiendo cosas sobre mí mismo sobre la marcha. Para mí todo tiende a ser muy visual. Empecé como director de fotografía y siempre me pareció que esa era la forma de entrar en el bosque de la realización cinematográfica. En los primeros planos, creo que los rostros quedan mejor en la pantalla cuando cortas la barbilla y la parte superior de la cabeza...
Sí, Laurence Fishburne es una actor icónico con una gran presencia, y a menudo lo bisecas en un rostro y una voz; es imponente, y aun así tiendes a mostrarlo por encima del cuello en 'La señal'...
.- Bueno, él sabe cuánto peso aporta su voz a las escenas y sabe cómo sacar el máximo partido a la más mínima expresión. Pero, la primera vez que nos reunimos, me preguntó si tenía que llevar todo el tiempo el traje [protector] de su personaje. Le dije que sí. Y me respondió: “¿Estás seguro?”. “Sí”. “Entonces, de acuerdo, me apunto; sólo quería asegurarme”. Me explicó que le preocupaba cómo a veces se pueden perder los matices de una interpretación. Le comenté que estaba de acuerdo, pero que, tal como iba a filmarlo todo, estaría muy cerca de él, ¡probablemente demasiado tiempo! Le dije que me aseguraría de que sus matices pudieran verse en pantalla y él confió en mí. Luego, durante el rodaje, hubo momentos en los que apenas podía ver porque tenía la cámara pegada a la cara... Pero estamos hablando de Laurence Fishburne, así que quería que se le viera bien. Era una elección artística, pero también necesaria; se combina todo eso y llegamos a su personaje. Una vez tomadas esas decisiones, entonces tenía que resolver ciertas cuestiones relacionadas con la grabación del sonido. Pero la fuerza que aporta tiende a apreciarse por encima de todo lo demás.
¿Cómo es su proceso?...
.- Le va mucho explorar distintas posibilidades. Lo mismo te pide probar a hacer algo de otra manera, o añadirle un detalle; algunas de esas cosas acabaron en el montaje final y otras no. Le encanta meterse en su personaje, más allá de lo que otros actores se meterían; no teme arriesgarse con las elecciones de su persona, así que consigue que funcionen. No había trabajado nunca con un actor de su talla. Asumió un riesgo al decir que le encantaba el guión y que quería hacer la película. Durante el rodaje, se acercaba a mí y me felicitaría por mi atención al detalle. Que te ofrezca esa confianza... es un tipo genial.
Pero, al hacer una película independiente, las limitaciones de presupuesto y tiempo obligan a seguir avanzando constantemente, ¿no es así?...
.- Por supuesto. En 'La señal', teníamos un calendario de rodaje de 28-29 días. Fuimos ambiciosos para nuestro presupuesto; por ejemplo, contamos con prostéticos del estudio de efectos Legacy. Ayudé a diseñar esas piezas; Legacy las creó e hizo un trabajo sensacional. Entonces, cuando tuvimos que cumplir [los plazos de tiempo que teníamos en] un día de rodaje de 12 horas en medio de una tormenta de arena en el desierto, tuvimos que intentar ver cómo aplicar el maquillaje y los prostéticos. Me gusta ocuparme de todo personalmente y me cuesta mucho dejar que lo hagan otros. Después de dos años de preparación, fue como, “¡Esta es la diana y vas a acertar de lleno!”. Cuando te metes a rodar, están pasando tantas cosas a la vez que necesitas tener tus ideas creativas bien claras desde antes, cuando tenías tiempo para respirar. Es de esperar que tengas la parte creativa ya lista, de modo que te puedas ocupar de todo lo demás que va surgiendo.
¿Qué es lo que te resulta más increíble de poder haber hecho por fin la película?...
.- Que la hiciéramos en tan poco tiempo. Además del viento y la lluvia de Nuevo México, o que cerráramos el puente de Taos, como ya hicieran en “Terminator Salvation”, ¡pero no era una película de nuestra envergadura!
Volviendo al tema de las necesidades de la creatividad y a planificar por adelantado, ¿trabajar con poco presupuesto te animó a asumir mayores riesgos, alentó tus ambiciones visuales y narrativas? ¿O más bien las cohibió? ¿O un poco de ambas?...
.- Al emprender el proyecto, ya conoces los retos creativos, los encuadres, por ejemplo, con tan poco presupuesto. Pero, lo primero, se trata de crear algo con lo que la gente se identifique y tal vez no hayan visto nunca antes, y sea factible con ese presupuesto. Me implico muy directamente con lo que filmo y la forma de hacerlo, así que siempre estoy intentando pensar en los efectos y en cómo hacer las cosas. Hago pruebas de antemano con pequeñas videocámaras. Para alguno de los momentos de locos de Jonah [Beau Knapp], mi hermano Carlyle y yo hicimos muchas pruebas y resolvimos cómo hacerlo con camas elásticas. El día del rodaje, estábamos allí montándolo todo. En segundo lugar, siempre intentas rodearte de la mejor gente posible. En producciones de bajo presupuesto, si no tienes mucho dinero para hacer cosas, aún puedes reunir a una buena familia creativa. En 'La señal', contamos con Mark Rayner como coordinador de especialistas, que trabajó con Christopher Nolan en “Origen”; fue una gran suerte poder contar con alguien así para realizar la planificación conmigo. Eso nos permitió además contar con Nash Edgerton como especialista –que es, él mismo, un cineasta de talento– y con Darrin Prescott para encargarse de la seguridad con el agua, porque es amigo de Mark. Gracias a Mark, conseguimos a lo mejor de lo mejor. Es especialmente importante colaborar estrechamente con tu ayudante de dirección. En 'La señal', Jim Grayford nos consiguió gran cantidad de auténticos milagros. Y luego, en el proceso de montaje, se producen toda clase de cosas interesantes. Nuestro excelente montador, Brian Berdan, empezó con David Lynch, en “Terciopelo azul” y luego trabajó en la serie “Twin Peaks”. Brian tiene una sensibilidad distinta de la mía; en mi primera película, “Love”, me di cuenta de que Brian tenía otra forma de ver las cosas diferente a la mía. He llegado a apreciar mucho su perspectiva, su punto de vista nuevo. ¡Sus aportaciones pueden ser tan fuera de lo corriente! Tengo unos diarios en los que voy anotando cosas. Todo lo que hago va a parar a mi diario, incluidos esquemas dibujados de preplanificación. Cuando se trata de hacer una película, estamos hablando de dos años de ideas...
¿Hay también dibujos en esos diarios?...
.- Sí, utilizo papel milimetrado. Cuando empiezo a trabajar en un proyecto, tengo diferentes capas en mente y tengo “diarios iniciales” que llevo a cuestas conmigo para que no se me olvide ninguna idea. Cuando entro en la fase de escritura del guión, suele haber otro diario para ese proceso. Cuando por fin dicen “vamos a hacer esta película”, voy a comprar el cuaderno grande de marca Moleskine, exactamente como el del personaje de Matthew McConaughey en “True Detective”. ¡Sólo que el mío acaba con mucha mejor pinta! [Ríe] En este es donde hago los storyboards de la mayor parte de la película, abordo todas las escenas, me enfrento a la película desde una perspectiva de rodaje. Lo dibujo todo a lápiz, hago diagramas, anoto mis ideas sobre los personajes de cada escena. Eso me lleva casi tanto hacerlo como escribir el guión. Me llevo este diario tan grande al set de rodaje, donde continúa engordando cada vez más.
¿Cómo fue la experiencia de presentar 'La señal' como estreno mundial en Sundance? No era tu primera película pero, ¿crees que había allí cierta sensación de descubrimiento hacia ti, como cineasta?...
.- La verdad es que solía ir a Sundance. Fui 4-5 veces, como técnico de cámara, para Panavision; básicamente, me sentaba y hablaba maravillas de las cámaras digitales. Las primeras, como la F-900 que se usó en “Collateral”. Veía todas las demás cosas que pasaban a mi alrededor y soñaba con poder ir. Cuando no estaba trabajando, iba a ver películas. Mi abuelo vivía en Salt Lake City por entonces, y me lo llevaba a cenar a costa de Panavision; fue director de fotografía en la Armada. Solía decirme: “¡Algún día, irás a ese festival!”. Falleció hace un par de años, así que no llegó a verme ir por fin. Fue muy especial estar allí, acordándome de él. Sundance fue un sueño. Estaba abrumado de verme allí. Me sentí como si me hubieran dedicado una estrella; si la realización es una progresión, Sundance es un nivel al que esperas llegar. No sé si alguno de mis demás filmes volverá a ser una “película de Sundance”, pero esa experiencia fue increíble, sentir la energía de toda la gente. Tener ocasión de compartir mi cinta con ellos fue algo único, y tuvo una gran acogida. Cada pase fue cada vez mejor. Creo que puse el volumen demasiado bajo en el primer pase, aunque todo el mundo dijo que fue genial; seguí subiéndolo en cada proyección posterior. Ver la película con público, fue un gusto descubrir poco a poco dónde reaccionaban. Las sesiones de preguntas y respuestas fueron divertidas; la gente se quedaba boquiabierta al oír hablar a Brenton, porque no sabían que fuera australiano.
GALERÍA DE FOTOS
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