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SINOPSIS
Tarzán abandonó unos años atrás la selva para convertirse en Lord Greystoke junto a su esposa Jane. Ahora le ofrecen la oportunidad de viajar hasta el Congo como embajador del área de comercio del parlamento. Pero la realidad es otra bien distinta, pues este viaje forma parte de un plan ideado por el vengativo y avaricioso capitán Leon Rom...
INTÉRPRETES
ALEXANDER SKARSGARD, MARGOT ROBBIE, CHRISTOPH WALTZ, SAMUEL L. JACKSON, DJIMON HOUNSOU, ALEX FERNS, LASCO ATKINS, OSY IKHILE, CLIVE AITKINS, ADAM GANNE, JIM BROADBENT, BEN CHAPLIN
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El caballero al que el Primer Ministro inglés ha convocado en el número 10 de Downing Street es John Clayton III, quinto Conde de Greystoke y miembro de la Cámara de los Lores. Sin embargo, a medio mundo de allí, y parece que hace una eternidad, tenía un nombre que se ha convertido en leyenda: Tarzán.
Después de trabajar en las cuatro últimas películas de la saga Harry Potter, el director David Yates confiesa que esperaba encontrar otro proyecto "épico y lleno de acción y de espectáculo, y entonces me llegó este guion. Me enganchó desde el primer momento; era un enfoque totalmente nuevo de este emblemático personaje".
Alexander Skarsgård, que interpreta el papel principal en la película, está de acuerdo: "Me sorprendió mucho el guion. Tiene toda la emoción que te esperas, pero también presenta personajes y relaciones tridimensionales que están diseñados de una forma increíble. Me encantan las películas grandes y divertidas, pero también las que invierten en la gente y se preocupan de lo que les pasa".
El productor David Barron subraya que la película lleva al personaje más allá de lo que el público espera. "Tarzán es uno de los héroes de acción originales, pero esta película va a sorprender a la gente que cree que conoce la historia. Creció en la jungla, lo criaron los simios, así que sus poderes son su increíble fuerza y sus sentidos, que están muy agudizados".
En esta nueva aventura, Tarzán se enfrenta a un temible enemigo que amenaza con destruir todo y a todos a su alrededor. Sin embargo, después de varios años entre la alta burguesía británica, también se enfrenta a un serio peligro por parte de antiguos adversarios que han estado esperando su retorno a África.
Yates cuenta que, cuando empieza la película, "el rey Leopoldo de Bélgica invita a John a regresar al Congo, supuestamente para que vea todas las obras de caridad que lleva a cabo en el país, pero este gesto aparentemente amable es una treta y una eficaz trampa. En realidad es Leon Rom, enviado traicionero del rey, el que le seduce para capturarlo y entregarlo a un antiguo enemigo a cambio de una fortuna en diamantes".
"John creció entre simios, pero ha estado lejos de ese mundo casi diez años, así que no sabe si volver será una buena idea", explica Skarsgård. "Tiene enemigos en el Congo; sin duda allí hay una historia peligrosa. Y lo que es más curioso: yo creo que teme al hombre que un día fue, así que tiene miedo a regresar".
Por si fuera poco, su querida esposa, Jane, insiste en acompañar a su marido a África, lugar que ella todavía considera su hogar. En contra de su buen juicio, John cede.
A Margot Robbie, que interpreta a Jane, le gustó el enfoque más contemporáneo de esta película en cuanto a la pareja. "Está ambientada en 1800, pero da sensación de modernidad y trata temas universales propios de cualquier época", opina la actriz. "Es una aventura fantástica que gira en torno a un increíble romance. Me gustó que no fuese la historia original que cuenta cómo se conocen Tarzán y Jane en la jungla. Ahora su relación es más compleja".
Adam Cozad y Craig Brewer escribieron el guion para La leyenda de Tarzán basándose en su propia historia. "Una de las cosas más importantes para mí, que también le comenté a David Yates, era el romance arrollador entre John, o Tarzán, y Jane", admite Cozad.
"Yo era un gran aficionado de los libros", recuerda Brewer, "así que me pareció fundamental incluir algunos personajes y escenarios de los cuentos clásicos de Burroughs y, sin duda, eso incluye a Tarzán y a Jane. Pero queríamos relacionar esta historia con los hechos históricos vinculados a la ocupación del Congo por parte del rey Leopoldo, así que resultó interesante asociarlos con gente de esa época y ese lugar”.
Aunque Tarzán y Jane son personajes de ficción, interactúan con otros dos personajes basados en parte en personas reales: George Washington Williams, un valiente soldado que se convirtió en filántropo, interpretado por Samuel L. Jackson, y el principal antagonista, Leon Rom, al que da vida Christoph Waltz.
"La historia surge en el contexto histórico de lo que sucedía en el Congo en esa época, algo que me pareció fascinante", comenta Yates. "También trata temas que siempre me intrigan, con un personaje que todavía está averiguando quién es y a dónde pertenece. Y lo más importante: cuando leí el guion por primera vez, sentí que había encontrado algo que tenía un corazón grande y vivo".
Alan Riche, que participó en la producción de la película junto con su socio Tony Ludwig, comenta: "El desarrollo de la película fue toda una experiencia, pero David Yates nos llevó por el camino correcto. Su increíble talento se combinó con el de los miembros del elenco y del equipo para hacer de esta película una gran experiencia".
"David reflejó toda su veteranía en el mundo del cine en La leyenda de Tarzán" explica Barron, que ya había colaborado con Yates en las películas de Harry Potter. "Su naturalidad a la hora de trabajar en una producción con un gran elenco, escenarios enormes y maniobras importantes, además de su conocimiento de efectos visuales complejos, es exactamente lo que se necesita en una película como esta. También es la persona más amable del mundo, un hombre con integridad y un gusto exquisito, y tras esa fachada afable se esconde un corazón de acero. Tiene un punto de vista fijo y está seguro de lo que quiere y de lo que no. Es un oyente inteligente, siempre dispuesto a escuchar consejos, cuando es un buen consejo".
"David tenía una visión muy particular, pero estaba siempre abierto a sugerencias, así que fue muy gratificante sentirse escuchado", afirma Christoph Waltz. "Tenía el colosal trabajo de juntar todas las piezas que forman la producción y convertirlas en una obra espectacular, y yo quería hacer todo lo posible para ayudarle. Es la persona más amable que te puedes imaginar. Por eso consigue todo lo que se propone ", añade el actor con una sonrisa.
Samuel L. Jackson comparte esta opinión: "La película trata en gran medida de las relaciones, no solo entre nuestros personajes, sino también con la tierra, con las tribus, con los animales y con todo lo que se encuentran", afirma el actor. “David tuvo eso en cuenta y nos dejó matizar ciertas cosas de tal manera que la gente se implicara en las relaciones humanas y en el impacto emocional tanto como en la aventura".
"David es un visionario y trabajar con él fue una experiencia increíble", cuenta Robbie. "La atmósfera en un estudio de rodaje la crea el director, y estar en nuestro estudio era un placer. Eso fue gracias a David; tiene un comportamiento de lo más amable".
Hubo otra presencia en el estudio que dejó huella en todo el equipo: el productor Jerry Weintraub. El elenco y los cineastas agradecen haber podido trabajar junto a uno de los gigantes de la industria: "Que Jerry Weintraub produjese la película fue una de las cosas que más me atrajeron del proyecto", confiesa Skarsgård. "Fue un gran productor y una gran persona. Simplemente un hombre encantador".
"Jerry era amable pero duro, perspicaz, divertido... Un completo showman", afirma Yates. "Tenía una fe plena en las personas que escogía para trabajar, y les hacía sentirse lo más importante del mundo. Fue un auténtico campeón en La leyenda de Tarzán, una película que llevaba años preparando. Para nosotros fue un verdadero honor dar vida a una película que él estaba tan decidido a mostrar al mundo. Le echamos muchísimo de menos".
"Decir que era grande es una frase muy manida, pero en el caso de Jerry Weintraub es totalmente cierto", opina Barron. "Era realmente único: apasionado, elocuente, atento, experimentado y divertido. Mostraba un gran entusiasmo por todo, pero sobre todo por Tarzán, y sé que habría estado muy orgulloso de la película. Disfruté tremendamente de nuestra breve colaboración y me da pena que no vaya a haber más".
La película reunió a Yates y a Barron con varios de sus colaboradores en Harry Potter: el diseñador de producción Stuart Craig, el editor Mark Day y el supervisor de efectos especiales Tim Burke. El equipo creativo también incluyó al director de fotografía Henry Braham, a la diseñadora de vestuario Ruth Myers y al compositor Rupert Gregson-Williams. Para terminar la película fueron necesarias toda su capacidad y experiencia, además de una estrecha colaboración entre sus departamentos.
La producción de 'La leyenda de Tarzán' supuso la fusión de un diseño brillante, una fotografía aérea innovadora y unos efectos visuales de vanguardia. Todos se unieron para presentar los espectaculares paisajes y a los salvajes habitantes de África, mientras que la película se rodaba en su mayor parte en los estudios de Leavesden (Inglaterra). Aunque los personajes humanos interactúan con diferentes especies africanas, no se emplearon animales reales en el rodaje de la película. Se dio vida a todas las criaturas, desde gorilas a leones o elefantes, de una forma increíblemente realista mediante la vanguardista tecnología CGI.
Durante la pre-producción, Josh Ponte, que ha pasado los últimos 15 años luchando por preservar la fauna y los recursos naturales de Gabón (África), se sirvió de un helicóptero militar para mostrarle a David Yates el esplendor de los frondosos bosques, los acantilados, los ríos y las cascadas del país. El director pasó cuatro días maravillándose ante la belleza del terreno que se abría bajo sus pies y supo que había encontrado el escenario perfecto. Estos paisajes remotos, capturados en seis semanas de rodaje después de la grabación en Leavesden, proporcionaron la riqueza de diferentes contextos geográficos que se fundieron perfectamente con los escenarios de Stuart Craig.
Después de guiar este primer viaje de exploración a Gabón, Ponte siguió colaborando con el proyecto como asesor técnico experto en África y se convirtió en un consejero inestimable para prácticamente todos los departamentos: "Fue increíble poder contar con Josh", confirma Barron. "Ha pasado mucho tiempo trabajando en África, en Gabón en particular, y conoce todos los aspectos, desde el contexto histórico de nuestra película hasta la cultura del pueblo o los animales".
"La leyenda de Tarzán' nos traslada a un mundo de aventura en lo más profundo de África, un continente tan exótico e impresionante como cualquier otro lugar del mundo", opina Yates. "Queríamos hacer una película emocionante a la par que conmovedora, que tratase los temas de la familia, de la comunidad y de la conservación de la naturaleza. Celebra la majestuosidad de esos paisajes, la dignidad y la gracia de la gente que vive allí, y la belleza de sus animales. La historia muestra muchas facetas que creemos que la convierten en una experiencia rica y emocionante en el cine".
No todas las reuniones son con humanos. La leyenda de Tarzán presenta una gran variedad de magníficas criaturas. Sin embargo, no se utilizaron animales reales en el rodaje. "No podíamos usar animales reales porque es muy difícil que animales salvajes como felinos, elefantes y simios, hagan lo que tú quieres tratándolos de forma humana, como debe tratárseles. Y con los avances tecnológicos de los que disponemos hoy en día, no es necesario. Los animales creados por ordenador hacen exactamente lo que quieres y cuando quieres, lo cual es estupendo", explica David Barron.
El supervisor de efectos especiales Tim Burke colaboró con varias empresas de efectos visuales, incluidas Framestore, MPC y Rodeo FX, para llevar a la gran pantalla una variada colección de animales de forma sorprendentemente realista. En todos los casos los diferentes equipos empezaron viendo documentales para estudiar los comportamientos de los animales en la naturaleza. Algunos de ellos también visitaron zoos para observarlos en persona, y repararon en que se comportaban de diferente manera en cautividad que en sus hábitats naturales. En base a esos materiales de referencia, los animadores informáticos recrearon fielmente la fauna nativa de la película, que incluye gorilas, leones, elefantes, gacelas, cebras, hipopótamos, avestruces, ñus y cocodrilos, entre otros.
La variedad de especies se lo puso más difícil a los equipos de efectos visuales. "Las técnicas se han desarrollado para crear pelo, plumas y piel, pero es muy difícil cuando se trata de algo a gran escala, de representar un gran número de elementos en tantas tomas. Intentar algo de tal magnitud y saber que puedes conseguirlo solo es posible desde hace unos años. El listón está cada vez más alto y tenemos que seguir progresando", cuenta Burke.
El listón se puso incluso más alto en las escenas en que Tarzán interactuaba directamente con los animales, ya fuese acariciando a una leona, maravillándose con los movimientos de los elefantes o volviendo a relacionarse con los gorilas Mangani a los que en el pasado consideraba su familia. "Una de las cosas que más me gustan de Tarzán es su capacidad para comunicarse con los animales", cuenta Yates. "Creo que es uno de los aspectos más mágicos de la película".
En esas escenas, un actor vestido con un traje gris hacía de doble del animal, lo que permitía que Skarsgård y el equipo de efectos visuales tuvieran puntos de referencia correctos para la acción. Un buen ejemplo es la pelea entre Tarzán y Akut, su hermano gorila. "Diseñamos un traje acolchado enorme, además de un casco transparente, que dotaban al actor de las dimensiones de Akut. Era muy importante darle a Alex algo con lo que trabajar que fuese del mismo tamaño y forma que Akut; si no, luego tendríamos toda clase de problemas, como que Alex pasase el brazo a través del cuerpo de Akut o se cruzase con partes con las que no debería cruzarse. No fue captura de movimientos, sino que se utilizó como guía para los actores y los animadores, pero fue de gran ayuda", recuerda Burke.
Como guía, no solo era importante que el tamaño de los actores fuese similar al de los gorilas, sino que también debían imitar sus acciones. Con ese fin, el equipo de actores dirigido por el coordinador Buster Reeves colaboró con el coreógrafo de movimientos Wayne McGregor. "No tenían que moverse exactamente como los gorilas", aclara McGregor, "pero sí tenían que reflejar su esencia. Eso suponía no pensar como un humano, así que realizamos varios talleres para entender mejor qué significaba eso. ¿Qué le pasa a tu postura cuando tu peso cambia excesivamente? ¿Cómo es caminar a cuatro patas y luego cambiar a posición bípeda? ¿Qué les ocurre a tu cabeza, hombros, brazos y piernas? ¿Qué expresan los diferentes gestos?
"Wayne y yo trabajamos mucho juntos para sacar lo mejor de la acción. Lo más difícil para mi equipo era no actuar como personas, porque la inclinación natural, sobre todo en una escena de lucha, es moverse como lo haría un humano. Mantenerse dentro del reino animal era el mayor reto", añade Reeves.
Skarsgård, sin embargo, tenía una tarea aún más exigente: canalizar la división menguante entre John Clayton y Tarzán. "Una parte importante a la hora de interpretar al personaje es encontrar ese cambio: empezar como un lord británico estirado y luego dejar que su lado más salvaje vaya saliendo a la superficie", explica el actor. "Esa transición fue algo de lo que David, Wayne y yo hablamos mucho. Al principio de la película, cuando John está en Londres, vemos un par de momentos que son un tanto extraños, y a medida que avanza su viaje, su postura y la forma de moverse cambia".
"Wayne aportó un proceso de pensamiento muy original a la hora de explorar el físico de Tarzán", cuenta Yates. "Siempre le daba a Alex ideas sorprendentes que añadían un valor enorme a nuestra exploración del personaje".
Para preparar su papel, Skarsgård siguió un estricto régimen de entrenamiento que, según el preparador físico Magnus Lydgback, fue hecho a medida para su personaje. "Empezamos con levantamientos pesados y ejercicios de cardio, y disponíamos de un gimnasio portátil en el estudio. Pero si estás interpretando a alguien como Tarzán, que tiene que estar más definido y moverse por la jungla como una pantera, no puedes trabajar en el gimnasio todo el tiempo, así que lo combinamos con natación, running, boxeo y diferentes tipos de artes marciales".
Yates se quedó impresionado con el compromiso del protagonista. "Alex no paraba nunca. Hacía ejercicio durante dos horas al empezar el día y luego volvía a hacerlo al acabar. Hizo todo lo que estuvo en su mano para ser el Tarzán perfecto. Y, para mí, lo es".
Sin duda, un aspecto importante para ser el Tarzán ideal es ese método suyo para atravesar la jungla que desafía a la gravedad. "No puedes hacer una película sobre Tarzán sin que aparezca colgándose de lianas en la jungla, pero la queríamos hacer todavía más espectacular", explica el director.
Burke admite que la única manera de lograr la distancia, la velocidad y la fluidez de movimientos deseados era utilizar efectos creados por ordenador. "Para las secuencias de Tarzán haciendo cosas como colgarse de un árbol a otro y tirarse de acantilados, decidimos crear un personaje íntegramente por ordenador solo para darnos la libertad de movimientos que necesitábamos". Un trapecista del Circo del Sol sirvió como modelo para los animadores mostrando la forma y el movimiento adecuados.
Sin embargo, la cara pertenece solo a Skarsgård. "Para esta película desarrollamos una forma muy interesante de rodar sus tomas faciales. Construimos una gran plataforma circular de cámaras 16 RED Dragon para grabar las expresiones faciales de Alex en tiempo real. A partir de ahí pudimos generar una geometría en tiempo real de su cara, con texturas lisas moldeadas, que luego aplicamos al personaje creado por ordenador. Eso nos permitió emplear su actuación real con sus propias características faciales, que luego se remodelaron para que se ajustasen a cada escena. Así que, aunque el cuerpo está creado por ordenador, el público ve la cara de Alex".
A un nivel totalmente diferente, el equipo de producción innovó con el uso de pequeñas cámaras RED 6K para grabar los impresionantes paisajes de Gabón que servirían como escenario principal de la historia. Meses antes del inicio de la fotografía principal, Josh Ponte se las arregló para disponer de un helicóptero del presidente del país que llevase a Yates en un vuelo de exploración. "David estaba como un niño en una tienda de golosinas, con la nariz pegada a la ventana", recuerda Ponte. "Estaba viendo lugares que antes solo había imaginado. Todos nos hacemos una idea de cómo debería ser el mundo de Tarzán, pero eso era real".
Sin embargo, llevar a un equipo entero de producción a la indómita naturaleza de Gabón para rodar gran parte de la película sería imposible desde un punto de vista logístico y medioambiental. En su lugar, los productores idearon una forma de captar la belleza de Gabón desde el aire. Encargaron fabricar una carcasa para las seis cámaras, que se encajó en un soporte construido por Shotover, una empresa especializada en sistemas de cámara aérea para el cine. El conjunto de cámaras, en dos filas de tres, se montó en un helicóptero, lo que permitió al director de fotografía Henry Braham captar diferentes terrenos de Gabón con gran detalle.
"Supuso una diferencia enorme para mí grabar este material yo mismo, porque sabía exactamente qué condiciones de luz y qué paisaje necesitaba para cada escena, y pude grabar los fondos para que coincidiesen perfectamente, lo cual es difícil en un ambiente tropical", explica Braham. "También rodamos material adicional de paisajes para darle una mayor escala visual a la película".
Para ciertas escenas en las que descendían ríos o se movían por la jungla, emplearon una vieja técnica: colgar el conjunto de cámaras, o una cámara convencional, de un cable a 15 metros de altitud, lo que permitió a las cámaras grabar en lugares inaccesibles desde el suelo.
La localización del rodaje durante seis semanas proporcionó al equipo de efectos visuales de Burke placas fotográficas de fondos superpuestos que, juntos, formaban una imagen en movimiento más grande. "Las seis cámaras nos dieron un campo visual de casi 180 grados, pero luego dimos otra pasada mirando adelante, otra mirando atrás y luego desde los lados, que sí nos dieron ese enfoque de 360 grados que era real a nivel fotográfico y que podía usarse en cualquier escena. Los resultados son geniales porque tenemos acción real combinada con acción real, así que parece que todo es auténtico y continuo. Yo diría que sin duda superamos los límites del rodaje con placas fotográficas. Al menos yo nunca he hecho nada tan avanzado o atrevido antes".
Durante la fotografía principal, Braham también utilizó las mismas cámaras en lo que él describe como "el extremo opuesto a la grabación desde el helicóptero". "Para el lenguaje visual de la película, David quería emplear muchos primeros planos para contrarrestar la amplia escala cinematográfica y para ganar una perspectiva emocionalmente íntima que desarrollamos durante el rodaje de la película. Para lograr esa versatilidad que necesitábamos, trabajamos con RED para hacer sus cámaras 6K de nueva generación aptas para este tipo de retos. La combinación de la tecnología ligera y compacta y la gran área ayudaron a producir imágenes sorprendentes. La leyenda de Tarzán es una de las primeras películas que se ruedan con esta tecnología", explica.
"Henry fue una fuerza de la naturaleza", explica Yates, que colaboraba con Braham por primera vez. "Hacía de todo: se encargaba de la iluminación, del Steadicam, corría de un lado a otro con los dispositivos portátiles... Después de cuatro días, le aparté del grupo y le dije que su trabajo era brillante, que todo era perfecto, pero que era un rodaje largo, así que quizás sería mejor si le dejase a alguien encargarse de la Steadicam o los dispositivos móviles. Sin embargo, él me respondió que no había ningún problema, y al final del rodaje todavía estaba en forma. Contribuyó mucho a la estética de la película. Fue un auténtico colaborador".
'La leyenda de Tarzán' ha sido la quinta colaboración de Yates con el diseñador de producción Stuart Craig, en quien el director confió plenamente para llevar África a Leavesden. "Después de los años que pasamos juntos en Harry Potter, sabía que él podría construir este mundo. Queríamos que diese la sensación de que estábamos en África, pero con una versión más exuberante y romántica del continente que añadía a la película una sensación épica y arrolladora. El proceso empezó con Stuart y sus diseños, y luego sintetizamos esos escenarios con las extensiones de Gabón creadas por ordenador, que nos dieron un control completo sobre el entorno".
Craig y su equipo "construyeron" en dos escenarios junglas enteras que tenían que cambiarse constantemente a medida que los personajes se movían a través de ellas. "En total había siete versiones diferentes de los decorados de la jungla, de modo que no parecía que estuviésemos siempre en el mismo lugar", explica Craig. “Para el departamento artístico, reproducir la naturaleza a esa escala es una tarea ardua, y el escenario cambiante supuso otro reto".
"Una de las competencias de Stuart, que trabajaba codo con codo con James Hambidge (supervisor de la dirección artística), era reinventar los decorados de la jungla a medida que la historia iba avanzando", cuenta Yates. "Al principio nos preguntamos si seríamos capaces de hacer que funcionase, pero Stuart lo clavó. Fue capaz de reestructurar los espacios de manera que pareciesen diferentes aunque todos estuviesen en el mismo escenario".
Anna Pinnock, decoradora de escenarios, y Lucinda McLean, supervisora de flora, viajaron a los Países Bajos para conseguir una gran variedad de plantas exóticas que necesitaban para llenar la selva. Se instalaron luces especiales y un sistema de riego para mantener las plantas que convirtieron los decorados en invernaderos reales.
El departamento artístico fabricó diferentes árboles para mezclarlos con las plantas naturales, "diseñándolos como si fuesen esculturas", comenta Craig. "A medida que avanzábamos, nos dimos cuenta de que el truco estaba en no cubrir los árboles con el follaje, sino colocar el follaje detrás de ellos para que se viese la silueta. Es como el arreglo floral, pero a gran escala", añade riéndose.
Los efectos visuales también fueron un componente clave a la hora de construir la jungla y otros decorados, incluso más vastos, extendiéndolos hasta donde llegaba la vista.
El estudio de Leavesden acogió varios escenarios grandes, incluida la aldea Kuba, con sus cabañas con techos de paja, y la guarida de Mbonga, rodeada de acantilados escarpados e irregulares. Las gigantescas formaciones rocosas se diseñaron a partir de grandes moldes hechos a partir de una cantera de pizarra de Gales. El terreno montañoso que formaba el fondo del decorado se basó en las Dolomitas, al norte de Italia.
La pieza central del escenario fue la cascada que bajaba desde la montaña. "Parte de R&D se centró en hacer que pareciese real y en que no diese la sensación de ser agua que caía desde lo alto del decorado", explica David Watkins, supervisor de efectos especiales. "Utilizamos bombas de gasóleo enormes en línea con las que pulverizamos agua sobre placas deflectoras. Así se separaba el agua en capas".
"Básicamente fueron dos cascadas cayendo desde un acantilado de 30 metros de altura", añade Craig. "Era un volumen enorme de agua y el resultado fue más espectacular de lo que había imaginado. Y, a diferencia de una cascada real, podíamos apagarla, lo que fue una gran ventaja".
Los actores también se quedaron impresionados. "Los decorados eran increíbles", declara Skarsgård. "Nunca había visto algo así, y fue una gran ayuda para los actores, para que sintiésemos que estábamos de verdad en esos entornos".
"Tener decorados tan grandes, con cascadas, ríos y junglas... Las posibilidades eran casi ilimitadas, y todo era precioso", opina Waltz.
El equipo de efectos especiales también colaboró con el departamento artístico de Craig en la construcción del gran puerto de madera, erigido en el borde del tanque de agua de Leavesden y que se destruía en una escena importante. "Era una estructura grande, de 30 metros de largo por 12 de alto, y se demolió casi por completo, así que fue una tarea ardua", explica Watkins. "Supuso una enorme preparación, ya que en un principio tenía que servir de pieza funcional que fuese segura para el elenco y el equipo. Luego eliminamos todas las medidas de seguridad para que pudiese colapsar en el debido momento".
Varias escenas tienen lugar en el barco de vapor de Leon Rom, que era un medio flotante real. "Se construyó siguiendo el ejemplo de los pontones flotantes de estilo militar", explica el director artístico Christian Huband, especialista en embarcaciones. "Creamos una superestructura para transportar las plataformas, las cabinas y máquinas que parece que impulsan la embarcación. En realidad estaba controlada por motores fuera borda puestos en marcha desde posiciones ocultas alrededor del barco. No tenía casco como tal, pero contaba con lados que se extendían unos centímetros bajo el agua".
La embarcación se utilizó por primera vez en el lago Virginia Water Lake del Windsor Great Park, y luego de desmontó y se transportó a Leavesden, donde se reconstruyó dentro del tanque.
También se rodaron escenas en diferentes localizaciones del Reino Unido, como en la majestuosa Kedleston Hall, que representaba Greystoke Manor. La histórica casa del siglo XVIII del condado de Derbyshire, ahora propiedad del National Trust británico, contaba con todas las características que buscaban los cineastas para el hogar de los Clayton. "Es una casa enorme con inmensas columnas de mármol; una obra arquitectónica neoclásica bellísima", opina Craig. “Su austeridad fue un aspecto clave, porque necesitábamos esa sensación de prohibición que contribuye a nuestra percepción de la situación de John Clayton".
El increíble cedro en el que John y Jane comparten un momento romántico se escogió por sus enormes ramas horizontales. Lo encontraron en los terrenos del castillo Highclere, famoso gracias a la serie Downton Abbey.
La ropa de Alexander Skarsgård, diseñada por Ruth Myers, también refleja la situación del personaje y experimenta una metamorfosis gradual pero inconfundible a medida que Tarzán resurge. "Era muy importante que pareciese que la ropa que John Clayton utiliza en Londres le oprime, así que aunque está increíblemente bien hecha, al principio parece muy asfixiante. Luego, a medida que pasa el tiempo, su vestimenta se vuelve más descuidada hasta el punto de estar llena de suciedad y barro, lo que le da una apariencia completamente natural", cuenta Myers.
El armario de Jane también empieza siendo más restrictivo aunque, incluso en Londres, muestra signos de rebeldía en contra de la moda de la época. "Queríamos que, al verla por primera vez, diese la sensación de que Inglaterra la está oprimiendo, porque su educación en África había sido muy libre. Por ese motivo, su vestuario se diseñó con la época en mente pero no de forma completamente exacta. Nunca lleva enaguas, una prenda que cualquier mujer de la época llevaría siempre. Da la impresión de que es un poco rebelde".
Margot Robbie confiesa que le gustó especialmente que Jane se quitase el corsé en cuanto tenía la oportunidad. "Me encantó, porque solo pensar en llevar un corsé durante meses, sobre todo corriendo por ahí, fue horrible. Así que estuve totalmente de acuerdo con eso, y creo que para el personaje funcionó de maravilla. El glamour de Inglaterra no le importa, y no va a embutirse en un corsé en la jungla simplemente porque no es práctico".
El color también desempeñó un papel importante. "Vemos a Margot por primera vez con un vestido azul, que le queda de maravilla, pero el azul representaba el frío de Londres", explica Myers. “Luego, cuando viaja a África, vuelve a la luz".
Leon Rom viste casi por completo de blanco porque "es un hombre pedante e inmaculado", comenta Myers. "Cada vez que se mancha el traje, se pone uno nuevo".
"Aunque el vestuario es la esencia de la época, David y yo acordamos que no debería ser totalmente genuino", añade la diseñadora. “Hicimos algunas trampas, pero tenían cabida porque queríamos dotar a nuestro mundo de una realidad acentuada".
"Ruth fue una colaboradora que me inspiró mucho", confiesa Yates. "Trabajó con mucha pasión y entusiasmo, y realizó una gran labor”.
A Myers le gustó especialmente poder ser creativa con la ropa de la tribu, sobre todo con el vestido de guerrero de leopardo que lleva Djimon Hounsou, que naturalmente no estaba hecho de piel de leopardo real. "Fue un gran reto", explica Myers. "El tocado y las garras nos llevaron mucho tiempo. David Yates y yo pasamos horas revisando toda clase de prototipos antes de elegir el look final". El traje en sí era imponente, con hombreras gigantescas y el tocado, que se supone que debe asustar”.
Hounsou confirma que el traje tuvo el efecto deseado. "Desde una perspectiva cultural, para los africanos, si estás intentando imitar a un animal, debes convertirse en ese animal, así que Mbonga lleva las garras, la piel y la calavera de un leopardo para literalmente encarnar al leopardo. Debo reconocer que el look es impresionante; todos los componentes indican que Mbonga es una fuerza que se debe tener en cuenta. Cuando me puse el traje me sentí como un guerrero. Sentí que de verdad me podía mover como un leopardo".
La temática africana también se refleja en la banda sonora compuesta por Rupert Gregson-Williams. "Era esencial que sintiésemos la fuerza emotiva que tiene África para Tarzán", afirma. "La película empieza con la preciosa voz de Zoe Mthiyane llamándonos. Utilizamos diferentes instrumentos: muchos tambores, por supuesto, y también flautas del oeste de África".
El compositor también creó temas para los diferentes personajes. "Tarzán tiene un tema valiente y emotivo, y también compuse una canción romántica para él y para Jane. Tarzán está desesperado por rescatarla de las garras del capitán Rom, así que la melodía los conecta a través de la jungla", cuenta Gregson.
"La música es orquestal, pero también muy tonal y atmosférica, e incorpora elementos africanos", añade Yates. "No se trata simplemente de rellenar los espacios; es mucho más que eso. Quería que la música explorase los personajes con nosotros y que nos acompañase a lo largo del viaje".
"Lo mejor de hacer películas es que puedes llevar al público a un lugar como África, y eso es increíble. No tienen la necesidad de viajar; simplemente pueden ir al cine y se transportarán a otra época y a un mundo que puede que jamás hayan imaginado. Eso es un enorme privilegio para un director".
Al principio de la película, cuenta Yates, "John ha dejado atrás su vida como Tarzán y ha asumido el papel de Lord Greystoke, acompañado de su mujer Jane".
Aun así, a pesar de haber vivido allí durante muchos años, "John todavía está intentando acostumbrarse a la vida de la Inglaterra victoriana", explica Skarsgård. "Hay una parte de él que ha logrado mantener escondida todo este tiempo, y entender eso fue un paso importante a la hora de encontrar al personaje. La dualidad entre el hombre y la bestia siempre me ha resultado fascinante, y cuando se trata de un personaje como John esta dicotomía es enorme. Empiezas viéndolo como un lord británico estirado y luego va quitándose lentamente las capas hasta convertirse otra vez en Tarzán. Fue increíble interpretar esa transformación".
Yates confiesa que supo por varias razones que Skarsgård era el actor indicado para representar el papel principal. "Lo tenía todo, empezando por que es un actor con un gran talento. Sin duda poseía la altura y los atributos heroicos de Tarzán, pero también podía buscar en lo más profundo para expresar su fragilidad y vulnerabilidad. Esa combinación lo hizo perfecto, porque nuestro Tarzán es en realidad un ser humano complejo. Alex fue capaz de darnos todo eso".
Un aspecto clave en el casting de Skarsgård y Robbie fue la química entre los dos actores. "Era esencial sentir de inmediato el amor entre John y Jane", afirma Yates, "porque se separan poco después de llegar a África. A pesar de esta separación durante un considerable periodo de tiempo, tienes que creer que su unión es irrompible".
"Creo que su romance es lo que hace que te emocione el resultado de la historia porque, al final, lo que quieres es que acaben juntos", cuenta Robbie. "Me pierde una buena historia de amor, y la simple idea de que Tarzán sea capaz de ir al fin del mundo a buscar a Jane te emociona un poco, sobre todo cuando se trata de Alexander Skarsgård", añade con una sonrisa. "Tiene un gran físico y estaba muy comprometido con el papel, pero además es un tipo súper amable y es un verdadero placer trabajar con él".
El sentimiento era mutuo: "Margot es encantadora y tiene una personalidad muy efervescente", opina Skarsgård. "Me lo pasé muy bien trabajando con ella. También es una australiana bastante dura, cosa que, sin duda, aprovechó para interpretar a Jane".
El dictador apunta directamente a la fuerza innata de Robbie como el motivo por el que la quería para el papel. "Jane tiene que ser resuelta y apasionada. No es una flor marchita que espera que la salven; se las arregla bien sola. Margot no solo es una actriz increíble, sino que tiene coraje, y eso es algo que me encanta de ella. Convirtió a Jane en una mujer contemporánea extraordinaria".
Robbie deja claro que no lo habría hecho de otra manera: "Nunca he querido interpretar a una damisela en apuros, y Jane es cualquier cosa menos eso", afirma. "David y yo estuvimos de acuerdo en que el público debería verla como una persona apasionada y fuerte, y eso me encantó. Es capaz de pelear, y eso también crea una dinámica genial con el personaje de Christoph Waltz, que es el villano principal. Entre ellos hay batallas más intelectuales, lo cual resulta muy interesante porque se ve este tipo de peleas a la vez que las físicas".
Waltz interpreta a Leon Rom, un capitán belga que ha llegado a un acuerdo diabólico: intercambiar la vida de Tarzán por una fortuna en diamantes, lo suficiente para llenar las arcas vacías del rey Leopoldo. Rom tiende la trampa invitando a Lord Greystoke a regresar al Congo, pero nunca imagina que será Jane la que caiga en ella. Sin embargo, una vez allí, Jane se convierte en un instrumento valioso en su peligroso juego: el cebo de su trampa.
"Rom es un personaje aterrador y para Jane resulta algo abrumador competir con él", explica Robbie. "Y, sin duda, la idea de actuar junto a Christoph en la vida real también era muy intimidante al principio. Me hizo mantenerme alerta, y fue muy divertido".
"Margot es una de las personas más encantadoras que existen y es un placer trabajar con ella", afirma Waltz.
Aunque es un retrato ficticio, el personaje de Leon Rom está en parte basado en una persona real de esa época. "Para la película supone un ancla en la historia, algo que no te esperas de una aventura de este tipo", comenta Waltz. "Y en este caso se ha hecho de manera bastante elegante".
"Fue toda una experiencia desarrollar el personaje junto con Christoph y él aportó mucho al proceso, algo que agradecimos enormemente", recuerda Yates. "Sus instintos van más allá del mero personaje, siempre aporta a la historia y al contexto, y eso lo convierte en un socio increíble en el proceso de realización. Tuvimos debates muy profundos y, en ese proceso, descubrimos a un Rom que nos intrigó a los dos".
"Christoph es hipnótico desde el primer momento en que aparece en la pantalla. Sin duda Rom es despiadado, pero dota de humor al personaje de maneras sorprendentes. Es tremendamente inteligente y muy cortés, sin mencionar que trabaja muy bien en equipo: todo lo que se puede pedir”, afirma Barron.
Rom no es el único que quiere que Tarzán regrese a África. Cuando John Clayton declina la invitación del rey Leopoldo, un estadounidense llamado George Washington Williams le ruega que acepte, si bien por un motivo totalmente diferente al de Rom. Samuel L. Jackson interpreta a este personaje, que también está basado en parte en una persona real de esa época. "George quiere que Tarzán vaya al Congo para poder ir con él", explica el actor. "Necesita encontrar pruebas de algo que sospecha que es cierto: aunque todo el mundo afirma lo contrario; existe la esclavitud".
Curiosamente, Jackson se había enterado no mucho antes de que sus antepasados procedían de Gabón, lo que, según él, le dio "una base de la que partir a nivel emocional y para entender quién es el personaje a nivel artístico. George Washington Williams fue, en realidad, uno de los primeros afroamericanos en ir al Congo después de que el rey Leopoldo lo reclamase. Si hubiese nacido una generación antes, probablemente habría sido capturado y vendido como esclavo. En la película esto es algo que obviamente le conmueve y que me dio la oportunidad de entenderle a nivel personal".
A nivel físico, George no tenía ni idea de dónde se estaba metiendo y no estaba preparando para aguantar el ritmo de Tarzán en la jungla, lo que generó tanto tensión como humor. "Es un terreno que no conoce, así que John le advierte que no va a poder aguantar su nivel", explica Skarsgård. "Pero luego George siempre está ahí, un par de pasos por detrás... jadeando", comenta entre risas el actor.
"Con el tiempo empiezan a conectar y crean un vínculo", añade Yates. "Siempre tuve claro que quería a Sam para el papel de George, porque para mí es uno de los mejores actores del mundo, y punto. Le dio al personaje autoridad, dignidad y convicción, además de sentido del humor".
Leon Rom hace la negociación con un antiguo enemigo de Tarzán: Mbonga, jefe de la tribu Mbolonga, los guardianes de la región de Opar, rica en minerales... incluidos los diamantes.
Djimon Hounsou da vida al personaje: "Mbonga conoce la riqueza que posee su país, pero quizás no entiende que también puede ser una responsabilidad seria en las manos equivocadas. Es un personaje poderoso pero asustado a nivel emocional por algo que le ocurrió en el pasado con Tarzán. Después de todos esos años, su enfado ha aumentado y se ha llevado lo mejor de él. Hace un trato con Leon Rom para atraer a Tarzán de vuelta a África, pero está cegado por la venganza y no se da cuenta de que está pactando con el diablo".
"Siempre me ha maravillado la belleza de África pero, por desgracia, es un continente que no tenía voz, ni la tiene a día de hoy en muchos aspectos", añade Hounsou, nativo africano. "Así que, aunque la historia es completamente ficticia, algunos de los temas que trata todavía son relevantes de una manera orgánica".
"Djimon es fantástico", opina Yates. "Lo quería a toda costa para el papel de Mbonga y me alegró mucho que aceptase. Necesitaba a un actor que tuviese un fondo real, elegancia y poder, con una calidad emotiva genuina, y Djimon posee todo eso".
Cuando llegan a África, John y Jane se reúnen con su extensa familia, la tribu Kuba, que los recibe con alegría y cánticos. Las canciones y gran parte de los diálogos de los actores que interpretaban a los miembros de Kuba, además de los de Skarsgård y Robbie, estaban en lingala.
"Hablar en lingala fue con diferencia lo más difícil", confiesa Robbie. "Había una escena en la que Jane tiene mucho diálogo en este idioma, y yo era incapaz de decir una de las frases. Después de intentarlo varias veces, empezó a hacernos gracia y todo el mundo se partía de risa, lo que no lo hizo más fácil. Fue divertidísimo".
"No sé si el lingala era el idioma de la tribu Kuba real en la década de 1890. Imagino que tendrían su propia lengua", especula Ponte, "pero en la región se hablan unos 50 idiomas, así que era cuestión de escoger una, y se decantaron por el lingala. Un especialista vino a ayudar a los actores con el dialecto".
Ponte, todo un experto en la historia africana del siglo XIX, dio charlas a los actores y a los extras nacidos en Gran Bretaña. También ayudó a componer algunas de las canciones que se oyen en la aldea en base a su propio conocimiento y experiencia, pero se dio cuenta de que hay cosas que simplemente no se pueden enseñar. "Empecé poniéndoles una canción de pregunta y respuesta que había grabado y la pillaron inmediatamente. Le dije a David que tenía que dejarles a su aire. En Gabón le llaman 'la llegada de los espíritus'. Y los espíritus aparecieron".
"Queríamos reflejar el sentido de comunidad en la película y los Kuba lo personifican especialmente, así que pasamos mucho tiempo juntando a la tribu. Todos aportaron mucha calidez a la experiencia de rodar esas escenas; la energía era tangible. Entrabas a la aldea recreada en el estudio y de repente te transportabas a otro lugar".