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NOTAS DE LA GUIONISTA...
'La luz con el tiempo dentro' intenta ser un viaje por vida y alma de Juan Ramón. Él no sólo es el protagonista, sino, en la medida de lo posible, el narrador. Con este objetivo se ha extraído todo el material posible de su vida y obra, se ha intentado que el poeta hable con su propia voz. Gran parte de su discurso está rescatado por Teresa Calo, guionista de 'La luz con el tiempo dentro' de su biografía, de su poesía y de su prosa, hasta el punto de que, algunas secuencias, son reproducciones adaptadas de relatos suyos.
Podrían llenarse folios y folios hablando de la dificultad que entraña resumir en un largometraje una vida como la de Juan Ramón Jiménez, tan fecunda, atormentada, gozada, sufrida, exprimida, despreciada, atesorada, inquieta, intensa, azarosa… y un sinfín de adjetivos que me ahorraré por respeto al poeta, que los detestaba: “El sustantivo es la virtud, el adjetivo es el vicio”.
Cualquiera que se haya asomado a su obra y a su vida, se habrá visto abrumado por tanta información, a menudo, además -sobre todo en lo que a su personalidad se refiere-, contradictoria. Egoísta, narcisista, insociable, antipático según algunos autores. Espiritual, reservado, trabajador, generoso, cariñoso, comprometido y un etcétera muy largo para otros.
Pero es que no estamos hablando de un hombre corriente, sino de un genio que, además padeció la enfermedad de Crohn, desconocida en su tiempo. La sintomatología que padeció se atribuyó a trastornos síquicos. Todo ello condicionó su vida y fue la causa, desde su juventud de varios ingresos hospitalarios. Entonces se le diagnosticó una neurosis depresiva con episodios de grave hipocondría. Probablemente, su enfermedad acrecentó un evidente trastorno bipolar. ¿Pudo ser acaso ese rasgo que tanto le complicó la existencia, el responsable de su obra irrepetible? Es una pregunta sin respuesta. Porque, además, este “esbozo de su vida” que quiere ser La luz con el tiempo dentro, se aleja deliberadamente de respuestas, críticas, adulaciones o juicios.
De esa vida inabarcable, de esa maraña de acontecimientos, padecimientos, circunstancias, relaciones, peregrinaje y creación doliente que fue la existencia de Juan Ramón, se ha querido extraer la esencia del hombre y del poeta, intentar un humilde viaje por el paisaje árido y a la vez exuberante de su alma.
'La luz con el tiempo dentro', título que tomamos prestado de su descripción de Moguer, podría, refiriéndose a él, convertirse en La luz con las sombras dentro, o La sombra con la luz dentro, que viene a ser lo mismo. Pero es que, más que “contar” al espectador quién o cómo fue Juan Ramón, lo que se ha buscado es que Juan Ramón mismo se cuente. ¿Quién mejor?
Con ese objeto, se ha hurgado en su biografía y se ha extraído de su pensamiento y obra tanto su propia voz como sus símbolos, que, sin perder su significado ni su fuerza expresiva, son utilizados en la película como recursos narrativos. De Juan Ramón Jiménez, de sus símbolos, se vale La luz con el tiempo dentro, para contar su historia.