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SINOPSIS
María es una mujer judía, que tuvo que abandonar la ciudad de Viena tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Sesenta años después, María decide reclamar las posesiones que le arrebataron los nazis. Un joven abogado le acompañará en su lucha, teniendo que enfrentarse a una serie de fantasmas de su propio pasado...
INTÉRPRETES
HELEN MIRREN, RYAN REYNOLDS, TATIANA MASLANY, ELZIABETH McGOVERN, KATIE HOLMES, CHARLES DANCE, MAX IRONS, DANIEL BRÜHL, MORITZ BLEIBTREU, ANTJE TRAUE, JONATHAN PRYCE, ANTHONY HOWELLTOM SCHILLING
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El director Simon Curtis conoció a Maria Altmann a través de un documental de la serie Imagine (BBC) titulado “Stealing Klimt” presentado por su amigo Alan Yentob. El programa contaba la historia del cuadro, de la familia y de cómo Maria había luchado por recuperar las obras que en tiempos decoraron las paredes de su casa. También incluía entrevistas exclusivas con Altmann, y conversaciones con Randol Schoenberg y Hubertus Czernin, que desempeñaron un papel fundamental en conseguir que el caso concluyera con éxito.
Curtis se emocionó muchísimo con la odisea por la que había pasado Maria Altmann y se lo planteó a Christine Langan, Directora de BBC Films, como idea para un largometraje. “Hacía referencia a un montón de cosas que me resultan fascinantes y me parecía muy interesante la forma en la que vinculaba la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto con el panorama de la actualidad en Estados Unidos”, comenta Curtis, que había terminado de rodar su aclamado debut como director, 'Mi semana con Marilyn', para BBC Films y Weinstein Company. “Tanto el cuadro como la figura de Maria Altmann me parecen representativos de todo el siglo XX: ambos surgieron de la época dorada de Viena a principios de siglos y ambos acabaron en Estados Unidos a finales del siglo”.
Langan se contagió del entusiasmo de Curtis por la historia y habló con David M. Thompson, fundador y director de BBC Films, para que se uniera al proyecto como productor. Langan y Thompson creyeron que 'La dama de oro' estaba hecha a medida de la sensibilidad de Curtis, sobre todo teniendo en cuenta la mano del realizador para guiar a un reparto coral y componer una narrativa vibrante y apasionante, como ya hiciera en 'Mi semana con Marilyn'. “Me encanta empaparme de todos detalles y bucear por montones de material de referencia”, dice Curtis. “Nos allana mucho el camino a la hora de explicarle a la gente el tipo de película que queremos hacer. Para 'La dama de oro' busqué fotografías de Viena de la época en la que Maria vivió allí para recrear cómo hubiera sido la ciudad entonces”.
A continuación el equipo se puso en contacto con el galardonado guionista Alexi Kaye Campbell, que debutó con la obra “The Pride” en el Royal Court Theatre. Aunque 'La dama de oro' supone su debut en el cine, Curtis y Thompson quedaron impresionados con su estilo inteligente y conciso y con su capacidad para hilar diferentes épocas históricas. “Pule muchísimo los personajes y escribe diálogos muy agudos”, observa Thompson. “Nos pareció que sabría enfrentarse a una trama de esta magnitud y crear un relato coherente e interesante. Y no nos ha defraudado”.
Campbell se quedó prendado de la historia, en particular le interesaron los aspectos históricos y la yuxtaposición que planteaba entre el nuevo mundo de Los Ángeles y el viejo mundo de Viena. También se enamoró de los dos personajes principales. Curtis, Langan y Thompson acordaron desde el principio que ambientarían el filme en el mundo contemporáneo, pero también decidieron retratar cómo era la vida de Maria en Austria, los acontecimientos que desembocaron en la creación del Anschluss, la expoliación de los nazis y la huida de Maria a Estados Unidos.
Algunos directores se hubieran conformado con actores que hablaran inglés con acento alemán en las secuencias rodadas en la Viena, pero Curtis exigió que los flashbacks históricos se rodaran en alemán. “La película gira entorno a la identidad y, de hecho, se pregunta si cuenta más la procedencia o la residencia”, apunta el director. “Hay una escena hacia el final de la película en la que el padre de Maria le dice a su hija, ‘Ahora hablo inglés, el idioma de tu futuro’. Es un momento clave, así que me alegro de que todos estuvieran de acuerdo con la decisión de rodar en alemán”.
La misión de Campbell era darle coherencia y emotividad a la historia y evitar que todo el lío judicial se comiera el lado más humano de la película. Maria Altmann falleció en 2011, pero Schoenberg seguía con vida y participó durante la fase de desarrollo del film, leyéndose todos los borradores del guión. Campbell recuerda haber viajado a California para conocerle en persona y hablar de los pormenores del complejo caso que construyó para ir a juicio. “Recuerdo que le dije: ‘Randy, tú explícamelo como si fuera un chaval de seis años. Dámelo todo bien masticadito’. Fue muy útil”.
Además de presentar el caso de Altmann y de recordar el pasado de Viena, 'La dama de oro' también narra otro viaje: el de Schoenberg, que pasa de ser un joven abogado con muchas agallas a convertirse en un letrado seguro de sí mismo que lleva el caso de María ante el Tribunal Supremo de EE. UU. Al comienzo de la película Randy Schoenberg no está muy vinculado a sus raíces austriacas, pero va sintiendo una conexión muy fuerte a la historia de Viena según avanza la trama. “La vuelta de ambos a Viena le dio un toque muy cercano a la película”, comenta Campbell. “Maria revive un montón de recuerdos y emociones”.
La pena más grande para todo el equipo es no haber conocido a Maria Altmann. Campbell se ha basado en documentación escrita, información de primera mano y varias entrevistas que concedió para conocer los detalles sobre la fascinante vida de esta señora austriaca. La huida de Viena tanto de Maria como de otros miembros de su familia serviría como trama de una película en sí misma. “Nos contaron que el hermano de Maria logró salir de Austria porque ayudó al sobrino de Hitler después de un accidente de esquí”, dice Campbell. “Dos años más tarde, el sobrino lo llamó a las oficinas del partido y le entregó papeles para salir del país”.
“Es una trama muy compleja que Alexi ha domado con gran maestría hasta convertirla en un guión inteligente e inteligible”, comenta Curtis. Entre su trabajo como director en la BBC con 'David Copperfield' (1999) y 'Cranford' y su debut para la gran pantalla 'Mi semana con Marilyn', Curtis había demostrado su capacidad para trabajar con repartos corales. En 'La dama de oro', el peso de la película recae sobre dos actores principales que van acompañados de 75 personajes con diálogo en dos idiomas. “Los actores queremos que trabajar con un director comprometido”, comenta Mirren. “Y eso es algo que ocurre con Simon. Su familia es de Europa del Este y tiene ascendencia judía, así que la historia le resulta muy cercana”.
Según Thompson, nunca había presentado un guión que suscitara tantas expectativas como 'La dama de oro'. Varias empresas entraron en liza, pero Thompson y Langan decidieron asociarse con The Weinstein Company, en parte por su gran reputación para las producciones independientes. “Harvey se sintió identificado con la película porque algunos miembros de su familia murieron durante el Holocausto”, apunta Thompson. “Y aunque el filme no se centra estrictamente en ese tema, sí cuenta la historia de personas que intentan superar una pérdida enorme. Habla de la familia y de la importancia de los objetos personales que van pasando de una generación a otra; y de la justicia; y de gente que encuentra un vínculo emocional con su pasado”.
'La dama de oro' se ha rodado en tres países y retrata tres épocas diferentes, por lo que los realizadores recurrieron al productor Kris Thykier para ocuparse de los retos de la fase de preproducción. Una de las muchas sugerencias de Harvey Weinstein fue contratar a Ross Emery, que había bordado esa misma función en el drama 'The Giver', de la misma productora. “Es uno de los mejores directores de fotografía con los que he trabajado”, comenta Thykier. “Como productor, me encanta su habilidad técnica y su capacidad para trabajar con varias cámaras a toda marcha sin perder ni un ápice de calidad. También entendió a la perfección el material, por lo que me pareció el compañero perfecto para Simon”.
Curtis y Emery optaron por utilizar un estilo algo descolorido para recrear el pasado y rodar las escenas contemporáneas con la intensidad y vitalidad del cine actual estadounidense. La música original de 'La dama de oro' surge de una colaboración entre Martin Phipps y el oscarizado Hans Zimmer.
El rodaje principal de 'La dama de oro' comenzó el 23 de mayo de 2014 y duró ocho semanas a caballo entre tres ciudades. El equipo técnico y el reparto se trasladó a Londres para el primer mes de rodaje. Si bien la capital británica no aparece en la película como tal, algunos de sus edificios históricos se utilizaron para las escenas de interiores. Goldsmith’s Hall y el ayuntamiento de Wandsworth, ambos en Londres, hicieron las veces de la sala donde se celebra el arbitraje final en Viena y el Ministerio de Cultura austriaco respectivamente. El interior del bufete de Schoenberg en Los Ángeles se rodó en Hemel Hempstead, mientras que la casa del abogado, el chalet donde vivieron Altmann en Los Ángeles y el impresionante apartamento de los Bloch-Bauer en la Viena de 1938 se construyeron en los Twickenham Studios.
“No es la primera vez que ruedo en Londres y siempre disfruto mucho”, comenta Reynolds, que se montó un viaje en moto por los Alpes austriacos con su hermano después de terminar el rodaje. “Me encanta rodar en destinos lejanos, llevarme a la familia, alquilar un apartamento y sumergirme en las ciudades donde trabajo. Es uno de los grandes privilegios que tenemos los actores”.
Los exteriores de Los Ángeles se rodaron durante los cinco últimos días de la producción, aunque las escenas en la ciudad (como el entierro de la hermana de Altmann y las primeras reuniones de Maria y Schoenberg) transcurren en el acto inicial de la película. Siendo una historia sobre la lucha de una refugiada judía por recuperar el patrimonio de su familia, la posibilidad de rodar gran parte de la película en Viena era muy golosa. Las escenas contemporáneas y los flashbacks tienen mucha fuerza visual. Curtis incluso recreó el Anschluss (cuando las tropas de la Wehrmacht marcharon hasta Viena para completar la anexión de su vecino germanoparlante) para las escenas de 1938. Los Bloch-Bauer sabían que la ocupación nazi era un peligro para los judíos. Las escenas en las que Maria huye de Austria con Fritz y el saqueo de la valiosa colección de arte de la familia están rodadas con una inmediatez sorprendente.
Dado el peso de la historia, trasladarse a Austria fue muy especial para Curtis y todo el equipo. “Me afectó muchísimo rodar en Viena”, confiesa. “Hemos recreado el fin de la comunidad judía en la ciudad. Fue todo muy abrumador”.
Tras haberse estudiado a fondo ingentes fotografías de la época, pudo recrear el desfile de los nazis por Viena y retratar con fidelidad cómo fueron recibidos por las multitudes austriacas. El ayuntamiento les permitió colgar las impresionantes banderas con esvásticas en el edificio, y la exactitud de la recreación impresionó muchísimo a todo el reparto de 'La dama de oro'. “Había esvásticas por toda la avenida y nazis desfilando por la calle. Menudo espectáculo”, dice Irons alucinado. “Puede que algunos de los actores de figuración lo vivieran de primera mano. Hacerme a la idea de lo que significaba ser judío en ese momento y el miedo que debieron sentir me impresionó mucho”.
Para Curtis, las escenas del apartamento de los Bloch-Bauer en Viena son el corazón de la película y quería darle autenticidad a cada uno de los momentos. Por desgracia, había obras en el edificio en el que vivieron los Bloch-Bauer y un andamio tapaba el exterior, pero el equipo de localizaciones encontró una construcción similar que hizo de sustituto perfecto. Las escenas del interior se rodaron en el Palais Auersperg de Viena, una impresionante construcción barroca con grandes salones cuyas paredes se forraron con reproducciones de la impresionante colección de arte de los Bloch-Bauer. Durante el saqueo de los nazis, cuando se llevan el retrato de Adele, uno de los oficiales levanta una copa de plata que perteneció al bisabuelo polaco de Curtis.
“La boda de Maria fue el último evento social celebrado antes de la llegada de los nazis”, comenta. “Quería que el baile nupcial de Maria y Fritz, el tradicional Mezinke que se baila al casarse el hijo menor, significara el fin de una era”.
Aunque se ha criticado a Austria por negar su parte de culpa en la expansión de Hitler y la absorción del país dentro del Tercer Reich, muchos han hablado abiertamente de la necesidad de enfrentarse al pasado. Curtis y los productores agradecieron la amabilidad de las autoridades vienesas y el sentimiento general de apoyo de los ciudadanos hacia el caso de Maria, que subraya el apoyo austriaco a los nazis. “No fue fácil, porque estamos recreando un momento complejo de la historia cultural de Viena: un debate sobre la pertinencia de devolver las obras a la familia o mantenerlas en el museo”, comenta Curtis. “Y por si eso fuera poco, también se recrea el peor trauma vivido por el país. Siempre anduvimos con mucho tacto, y afortunadamente la gente ha sido muy hospitalaria, amable y comprensiva”.
“Me impactó muchísimo caminar por esas calles por las que paseó Maria y donde Hitler había sido recibido con los brazos abiertos entre vítores”, comenta Mirren. “Ahora es una ciudad preciosa, un lujo para los turistas, con todos esos museos de arte. La arquitectura ha cambiado muy poco porque no sufrió muchos daños durante la Segunda Guerra Mundial. En esas calles se perpetraron unas injusticias terribles contra toda una clase y una sección de la sociedad. A las dos semanas de la invasión nazi se empezaron a tomar medidas contra la población judía”. Dicho eso, la actriz también señala el cariño que ha recibido en la Viena actual. El alcalde incluso le entregó las llaves de la ciudad, una pequeña réplica de un soldado que corona el ayuntamiento vienés.
“En realidad no creo que fuera para mí, sino para Maria Altmann”, dice Mirren. “El alcalde me comentó que los esfuerzos de Maria por recuperar las obras habían obligado a la ciudad de Viena a enfrentarse a su pasado. Es decir, Maria ha desempeñado un papel clave en la historia de la capital".
Los acontecimientos de 'La dama de oro' se presentan a través de un relato franco, alentador y devastador que transmite a los espectadores la importancia de los logros de Maria Altmann: intentó honrar a su familia y recomponer las piezas de su vida al recuperar a su tía Adele, de forma figurada y espiritual.
Si bien parte de la población se opuso a la devolución de una obra maestra que consideraban un tesoro nacional, la mayoría aceptó de buena gana que el cuadro volviera a las manos de Maria Altmann. “Entiendo el vínculo que un pueblo o una nación puede sentir hacia algunas obras de arte, sobre todo cuando se trata de una creación tan icónica y única como 'La dama de oro”, comenta Brühl. “Pero muchos austriacos estaban a favor de devolvérsela a Maria, puesto que se sentían propietarios ilegítimos de una obra robada a una familia. Al final se hizo lo correcto”.
Altmann y su familia acabaron vendiendo los cinco cuadros de Klimt. El magnate de la cosmética Ronald Lauder desembolsó 135 millones de dólares (una cifra récord) por el retrato de Adele. Maria impuso una condición: que estuviera siempre expuesto al público. Hoy está colgada en la Neue Galerie de Lauder en Nueva York. “No creo que el valor del cuadro pueda calcularse con dinero”, dice Mirren. “El patrimonio ha vuelto a sus propietarios originales. Estas obras se robaron en unas condiciones terribles y luego ese hurto fue sepultado bajo años de burocracia y papeleos. No se le puede dar la espalda a algo así”.
“El guión nos toca la fibra sensible por todo lo que lograron Maria y su abogado”, comenta Thompson. “Es muy fácil sentirse identificado con la película. Para ellos no se trataba sólo de recuperar la obra, sino de restaurar una pérdida emocional y corregir una injusticia”.
Maria Altmann falleció en 2011 a los 94 años. Tras ganar el caso, Schoenberg ha seguido luchando por la devolución del arte robado y ha montado una empresa dedicada a ese fin. También destinó parte del importe que recibió tras la venta del cuadro de Klimt a fundar una nueva ala del Museo del Holocausto de Los Ángeles, para mantener vivo el recuerdo para las generaciones futuras. Reynolds espera que ese objetivo lo consiga también 'La dama de oro'. “Espero que el filme conecte con los espectadores más jóvenes, a los que representa Randy en la película”, comenta Reynolds. “Es una historia increíble sobre la redención y la justicia. Por eso creo que es importante que la vean los espectadores jóvenes y también los más mayores, para que no se les olvide”.
Mirren comparte su opinión: “Como dice Maria en la película, ‘La gente tiene mala memoria’. Y es cierto. El caso de Maria es muy importante y la ventaja del cine es que nos permite recuperarla y preservarla”.
LA HISTORIA DE MARIA ALTMANN...
Maria Altmann, la benjamina de cinco hermanos, nació en Viena en 1916, nueve años después de que Gustav Klimt completara el retrato dorado de la hermana de su madre, Adele. Las hermanas Bauer se habían casado con los hermanos Ferdinand y Gustav Bloch, y los cuatro vivían en un apartamento señorial en una de las principales avenidas de la capital, Elisabethstrasse. Los Bloch-Bauer (sobre todo Adele y su marido Ferdinand) eran destacadas figuras de la floreciente comunidad judía vienesa y fueron grandes mecenas del arte. La propia Adele organizó una exposición en Viena que visitaron figuras de la talla de Gustav Mahler, Arthur Schnitzler y Gustav Klimt.
Klimt fue uno de los alumnos aventajados de la escuela del Art Nouveau de Viena. Sus obras eran conocidas por su erotismo, y Adele Bloch-Bauer fue una de sus modelos favoritas. El retrato dorado convierte a la tía de Maria en una reina egipcia vestida con oro y joyas. Adele murió de meningitis en 1925, pero años después Maria recibió el collar que luce Adele en la obra como regalo de bodas de parte de su tío.
Cuando tenía 21 años, Maria se casó con un cantante de ópera en ciernes llamado Fritz Altmann. Seis semanas más tarde, el 13 de marzo de 1938, la Alemania de Hitler anexionó Austria al Tercer Reich y las tropas fueron recibidas con vítores y flores por las amplias avenidas del "Anschluss". Los nazis austriacos adoptaron rápidamente los métodos de sus homólogos alemanes, cortando de raíz la edad de oro de la comunidad judía austríaca. Los nazis entraron a la fuerza en empresas y domicilios judíos, y los Bloch-Bauer lo perdieron todo. Después de que Fritz fuera detenido y pasara un corto periodo retenido en Dachau, uno de los primeros campos de concentración, él y Maria diseñaron un plan para huir de Viena. Su primer destino fue Inglaterra y desde allí pusieron rumbo a Estados Unidos.
El padre de Maria se quedó en Austria y murió al poco de marcharse ella. El apartamento de Elisabethstrasse se quedó vacío y los nazis lo saquearon y expoliaron todo el contenido de valor. El collar de Adele, el regalo de Maria, acabó en posesión de Emmy, la mujer de Hermann Goering. En 1943, bajo el auspicio de los nazis austriacos, aquellas obras de Klimt se incluyeron en una exposición y fue entonces cuando el Retrato de Adele Bloch-Bauer I se convirtió en “La dama de oro”.
Al llegar a Estados Unidos, Maria y Fritz se instalaron en California, donde tuvieron cuatro hijos. En su testamento, el tío de María legó todas sus pertenencias a las tres sobrinas que seguían con vida, pero el gobierno austriaco medió para que las herederas renunciaran a los cuadros de Klimt a cambio de recuperar las obras menores de la colección de Ferdinand.
En 1998, Maria se puso en contacto con Randy Schoenberg, un joven letrado amigo de la familia (nieto de otro refugiado vienés, el compositor Arnold Schoenberg), y le pidió que montara un caso contra el gobierno austriaco para impugnar la apropiación indebida de la obra de Klimt. El origen de los cuadros fue motivo de gran polémica, puesto que la voluntad de Adele Bloch-Bauer había sido legar las obras a la Galería Nacional de Austria. Adele murió en 1925, años antes de la invasión nazi, y su marido Ferdinand redactó un nuevo testamento legal en el que nombraba como herederas a sus sobrinas. Cuando Austria rechazó la petición de Maria, la austriaca y Schoenberg decidieron tramitar el caso a través del sistema judicial estadounidense, que permite a los ciudadanos de EE. UU. poner en marcha un proceso legal para llevar a juicio a un gobierno extranjero.
Altmann y Schoenberg fueron sumando victorias legales y Austria acabó apelando al Tribunal Supremo de Estados Unidos en un intento desesperado por ganar el caso. Al ver que la sentencia de nuevo favorecía a Altmann, Austria finalmente accedió a presentarse ante un panel de arbitraje compuesto por tres jueces austriacos. Todo parecía estar a favor de Austria, pero el 17 de enero de 2006 se anunció la sentencia: los cinco cuadros de Klimt debían ser devueltos a Maria Altmann y su familia. Ese mismo año, las obras se expusieron en Los Ángeles, la ciudad adoptiva de Maria, antes de ir a subasta y venderse a colecciones privadas. El magnate de la cosmética Ronald Lauder compró el Retrato de Adele Bloch-Bauer I por 135 millones de dólares para exponerlo en la Neue Galerie, su galería de Nueva York. Seis décadas después de que los nazis saquearan el patrimonio de Maria Altmann y su familia, por fin se hizo justicia. Maria murió en 2011 a los 94 años.