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INFORMACIÓN
Titulo original: Les Chaises Musicales
Año Producción: 2015
Nacionalidad: Francia
Duración: 83 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 7 años
Género: Comedia, Drama
Director: Marie Belhomme
Guión: Marie Belhomme, Michel Leclerc
Fotografía: Pénélope Purriat
Música: Alexis Hk 
FECHAS DE ESTRENO
España: 28 Agosto 2015
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Surtsey Films


SINOPSIS

 Camille es una mujer que aun no ha encontrado su verdadero sitio en la vida. Se dedica a la música profesional y además trabaja como animadora en todo tipo de celebraciones. Pero un día camille provoca un accidente, en el que un hombre entra en coma tras caer en un vertedero. El sentimiento de culpa que se adueña de ella, hará todo lo posible para que este hombre despierte...

INTÉRPRETES

ISABEL CARRÉ, CARMEN MAURA, PHILIPPE REBBOT, NINA MEURSSE, CAMILLE LOUBENS, CÉLINE POLI, CHRISTINE DEFAY, LAURENT QUERE, ARNAUD DULERY, EMMANUELLE GIRON

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ENTREVISTA CON LA DIRECTORA...
¿Cómo nace la idea de la película?...
.- Más que una historia o una situación, mi punto de partida es el personaje de Perrine. Al principio, quería rodar la crónica de una joven un poco loca, un poco torpe, huyendo continuamente. De hecho, corre mucho durante toda la película… Como si, en el juego de las sillas musicales, no hubiera encontrado todavía la suya. Ya sabes como se juega: los participantes bailan alrededor de las sillas y cuando para la música, tienen que coger una y sentarse… A Perrine, al final, no le queda otra que sentarse en la silla de otro: el hombre que está en coma por su culpa y del que va a ir, poco a poco, apropiándose de su vida. Me gustaba la idea de ese accidente, que sirve de motor de arranque para la dramaturgia de la película: Perrine, que se pasa la vida pidiendo perdón, por todo, pero sobre todo por nada, termina siendo responsable de algo realmente grave...
 
Por lo tanto, todo parte de Perrine y, en realidad, es ella la que lleva el peso de la película. Háblenos de ella...
.- Perrine es una “casi”. "Casi" música, como se autodefine: casi adulta. Aún muy niña en ciertos aspectos. Trabaja de animadora en las meriendas de cumpleaños, se disfraza, salta en los charcos… Al mismo tiempo, tiene un lado serio. Si se pasa el día “sintiéndolo mucho” es porque realmente “siente” estar ahí. Si corre, también es porque huye de sus responsabilidades. Ésa es realmente la razón de que se enamore de un hombre en coma: al menos no tiene riesgo alguno. Puede decir lo que quiera e imaginarse lo que quiera. En este caso, no tiene la sensación de molestar, mientras que con todos los demás padece el síndrome del impostor. La gente la quiere pero le cuesta mucho darse cuenta: no entiende bien qué pinta ahí. La frase de Groucho Marx le va como anillo al dedo: "nunca aceptaría pertenecer a un club que me aceptara como socio". Yo tengo debilidad por las personas un poco torpes, que no saben dónde meterse, como los personajes de Tati, siempre un poco demasiado grandes.

¿Hay algo de Perrine en usted?...
.- ¡Ah! El síndrome del impostor, sí, yo también lo he vivido. Durante mucho tiempo, como Perrine, me he movido entre el reírme de mí misma y el autodenigrarme. Y además, siempre he visto la vida a través de un prisma un poco desfasado o desenfocado. Como a ella, me parece que la vida va demasiado deprisa. Aspiro a una especie de serenidad, una relación sencilla con las cosas y con los seres… Nos obligan a ser siempre super eficaces: ¡todo el tiempo, tenemos que demostrar que somos el auténtico winner! Y a mí eso me cuesta mucho… Aunque yo, de vez en cuando, caigo en la trampa y les sigo el juego. Perrine, sin embargo, pasa olímpicamente de la mirada de los demás: goza de una auténtica libertad. Por eso sí, el personaje parte de mí pero, al mismo tiempo, no tiene nada que ver conmigo. Ante todo, como autora, lo que buscaba realmente era una ficción: he tenido el mismo coche que Perrine, por ejemplo, pero yo, si hubiera atropellado a alguien y le hubiera arrojado a un volquete, no me hubiera dado a la fuga. Por otro lado, me sentía casi obligada a situar la película en Bretaña, porque he vivido mucho tiempo allí y conozco lo suficientemente bien la zona como para dar verosimilitud a la historia. Era necesario. Estaba buscando una ficción, pero lo que más me importaba es que fuera creíble. Al fin y al cabo, Perrine es sobre todo un personaje poético, un personaje fuera del tiempo que vive en su burbuja, en algún lugar entre la infancia y el mundo de los adultos.

Es una comedia romántica y, al mismo tiempo, se divierte jugando con los códigos del género…
.- De hecho, creo que es una “no” comedia romántica: es verdad que hay una historia de amor, pero la .- protagonista se enamora de un tipo que no la ve. En cuanto a él, se ve embarcado en esta historia sin poder participar en ella porque está en coma. Y además, me gustaba la idea de introducir esa ambigüedad: ella quiere que se despierte y, al mismo tiempo, es lo último que querría. Ella es entrañable, uno quiere quererla y, al mismo tiempo, está robándole la vida a una persona que está en el hospital por su culpa… Todo eso es el resultado del cruce de varios deseos. Al principio, quería que pudiéramos tomarnos el tiempo necesario para dejarnos cautivar por el personaje. Paralelamente, tenía en mente las comedias americanas de los años cincuenta, historias caprichosas, a veces, en las que se mete el espectador porque el ritmo está muy bien trabajado y la narración muy bien dramatizada. De ahí esta dramaturgia, con forma de bola de nieve. En cuanto al tono, me gustaban tanto las comedias puras como los universos un poco "al filo del género". La primera versión del guión era más claramente cómica pero quería que la sinceridad fuera el elemento preponderante. Que la diversión y la risa no nos hiciera perder de vista la emoción. Junto con Michel Leclerc escribí varias versiones del guión, para llegar a esta mezcla de escenas chispeantes y otras más melancólicas. En el fondo, durante la escritura me fui acercando un poco a mí misma. Fui ajustando los límites para ir a lo esencial, asumir al personaje y sus emociones. Por este motivo necesitaba a alguien como Isabel Carré para encarnar al personaje.

¿Fue su primera opción?...
.-Sí, quería hacer una película humana, llena de emoción. Dejando a un lado el hecho de que es una de nuestras mejores actrices, tiene esa sencillez, y esa sinceridad que te enternece... Y, al mismo tiempo, es muy divertida. Cuando nos conocimos, yo estaba como petrificada. Pero ella era tal y como me la esperaba: muy buena persona, adorable. ¡No hay que olvidar que decidió confiar en alguien casi sin experiencia! Y se lo agradezco muchísimo. La conexión fue bastante sencilla entre nosotras: nos parecemos, en muchas cosas. Ambas podemos ser un poco lunáticas, un poco alocadas y, al mismo tiempo, tener algo de muy concreto, una especie de determinación. Como Perrine, a la que también se parece. Era una intuición. Me cuesta mucho imaginarme a actores que no se parezcan en nada al personaje, y mi intuición se confirmó durante el rodaje. EEn un plató, Isabelle es impresionante, tiene antenas por todas partes, lo oye todo, lo capta todo, y además, puede interpretar cualquier cosa, sin que parezca difícil. Siempre va directa al grano, a lo esencial. La sencillez es un verdadero talento.

También ha cuidado mucho la elección de los actores que la rodean…

.- Fue Agnès Vallée, mi productora, la que me habló de Philippe Rebbot, para hacer de Fabrice. Me convenció desde el primer momento. Le había visto, entre otras pelis, en 'Boda en Mendoza'. Él también es un tipo enternecedor, tiene un encanto increíble, relieve, profundidad, Y a veces tiene un no sé qué de "pero, qué estoy haciendo aquí". En cuanto a Carmen Maura, me la sugirió la directora de casting. Al principio, puede parecer un poco exótico, incluso fuera de lugar, una española en la campiña bretona... Salvo que con ella, ganamos sobre todo en cuanto a frescura y nos proporciona una buena dosis de elementos inesperados. Ella es exactamente lo que yo quería para este equipo de actores: humana y sencilla. ¡Y no podéis imaginar lo que sientes cuando una actriz de su calibre, una chica Almodóvar, te dice que sí a tu primera película!

Efectivamente, es su primera película, ¿eso la asustaba?...
.- Soy una persona que duda siempre de todo pero, al mismo tiempo, cuando te has pasado tanto tiempo desarrollando un guión y encuentras financiación para la película, se convierte en algo factible, piensas sobre todo que tienes una suerte increíble. En la actualidad, corren tiempos duros para el cine y poco a poco, al ir conociendo a todos los que iban a formar parte del equipo, las dudas se iban disipando. Me sentía muy respaldada, muy bien rodeada. En realidad, no estás sola en absoluto. Una película es una aventura colectiva y humana, sobre todo. Y resulta que lo humano no me asusta. Evidentemente, la víspera del primer día de rodaje, vuelves a tener un nudo en el estómago... ¡Pero cuando trabajas con un equipo de buena gente y profesional todo puede terminar siendo hasta muy agradable!

Precisamente, ¿cómo fue el rodaje?...
.- Sencillamente, encontré mi lugar: me sentía bien. Todo el mundo estaba en la misma longitud de onda. Afortunadamente, porque el tiempo de rodaje era bastante corto, lo que te obliga, de golpe, a ser eficaz. En ese momento, el guión tiene que medirse con el mundo real y hay que adaptarse. Me gusta eso, tomarme las cosas como vienen y ver qué puedo sacar de positivo. En el montaje, es más de lo mismo. Ves lo que funciona bien, lo que funciona peor… En cierto modo, vuelves a escribir la película. Puede ser agotador, pero también muy estimulante.

Y, al final, ¿su película se parece a lo que se había imaginado?...
.- Puede parecer paradójico, pero está al mismo tiempo muy lejos y es exactamente lo imaginado. Isabelle ha llevado su personaje a tal grado de sinceridad que he tenido que borrar mucho de ese tono burlesco que había escrito. La sinceridad de su interpretación implicaba una continuidad emocional. Es más empatía hacia el personaje, es más sonrisa que carcajada. En realidad, Isabelle ha sabido buscar la poesía de Perrine, la tenía en un rincón de mi cabeza pero creo que, durante la escritura del guión, la había ido enterrando, sin duda por timidez, o por pudor, e Isabelle se atrevió a indagar en ese terreno. Dio ese paso por mí. Hizo surgir algo que ya estaba dentro de mí.

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