PREMIOS Y FESTIVALES

- Festival de San Sebastián: Premio nuevos directores

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INFORMACIÓN EXCLUSIVA

ENTREVISTA AL DIRECTOR...
Cómo nace el proyecto?...
.- Yo ya había dirigido dos cortometrajes sobre la adolescencia, '13 ans' y 'Aglaée'. Quería seguir moviéndome en ese universo y mi objetivo era contar una historia que fuera al mismo tiempo personal y universal. La figura del novato se impuso casi sola. Creo que el tema me rondaba por dentro desde siempre y que siempre tuve problemas para integrarme por mi timidez. Y además, todo el mundo ha sido “el nuevo” alguna vez en su vida…

¿Por qué le interesa tanto esta edad en particular?...
.-  Los adolescentes son muy divertidos a la hora de expresar sus sentimientos. A menudo, podemos adivinar lo que sienten porque todavía no han aprendido a disimular bien, como suelen hacer los adultos. Me divierte y, a la vez, me enternece.
Sin duda, también es por nostalgia, porque me gusta volver a conectar con este período de mi vida, a través de mis recuerdos. Es precisamente la clase de 2º de la ESO la que me interesa. En Francia, es un curso bisagra en donde el contraste de madurez entre los alumnos es flagrante. En donde, a pesar de tener la misma edad, no están todos en la misma etapa: algunos están claramente aún en la infancia, se siguen chupando el dedo, llevan carpeta... y otros, que se han convertido en adolescentes puros y duros, fuman, organizan fiestas y salen con chicas. Me parecía que la confrontación entre esos dos mundos ofrecería un campo abonado para la comedia.

¿Cómo trabajó los diálogos para que pareciesen tan naturales y nunca falsamente “adolescentes”?...
.- Estaba obsesionado con no describir en ningún caso a la generación actual. Los jóvenes de ahora se expresan con frases de moda y utilizan las redes sociales, pero todo eso habrá pasado de moda dentro de unos años. Sin embargo, las situaciones de malestar y embarazosas, los momentos de diversión, la voluntad de pertenecer a un grupo, las ganas de ser guay, etc… todo esto es atemporal. He tratado, por tanto, de borrar, en la medida de lo posible, las muletillas. Me parece que este tipo de artificio, en algunas películas de adolescentes, puede dar una sensación de algo fabricado o casi de marketing, como si tuviéramos que demostrar a los jóvenes que sabemos copiarlos.
Por otro lado, la película tenía que llegar a todo el mundo. Quería que el adulto nostálgico o el adolescente actual se identificara con los personajes, más allá de una canción de moda o de una palabra del vocabulario actual. Por este motivo, para la música de la película, lo último que quería eran canciones o músicas actuales. Por ejemplo, he utilizado un tema de Ray Charles e incluso uno de David Guetta, de los años 2000. Pero fue por este tema por lo que durante el rodaje, algunos adolescentes fueron muy duros con la película. Me decían: “¡es una chorrada, la música no es conocida, no se nos ve nunca entrar en las redes sociales, no bebemos, es bastante cutre!”. Sin embargo, y para mi sorpresa, cuando vieron las primeras proyecciones, les encantó la película.

La película nos recuerda a 'Los 400 golpes'...
.- Quería hacer una película con adolescentes que meten la pata y hacen estupideces. En mis recuerdos de adolescencia y de amistad hacíamos auténticas gilipolleces: mi mejor amigo de la infancia era precisamente Max Boublil, el actor que hace del tío. En su casa, nos pasábamos el día tirando coca cola por la ventana – vivía encima de una peluquería -, gastando bromas por teléfono, pintando las paredes de su salón con sopa… toda la película se construye en torno a este deseo. Quería filmar a unos chicos divirtiéndose haciendo cosas un poco estúpidas, y estas cosas hacen que vaya naciendo su historia de amistad de manera más natural. Películas sobre pandillas de amigos ya formadas ya hay muchas.   Con LE NOUVEAU, la idea era asomarse al instante inmediatamente anterior e interesarse por la génesis de una banda, por su nacimiento. Me parece que hay algo muy hermoso en esa edad. Sin conocerte, te haces amigo en cinco segundos, y la amistad puede durar una semana o toda la vida. El nacimiento de la amistad a esa edad - esa chispa que se enciende - es muy emocionante. Hay algo de profundo y de adorable de lo que los adolescentes, obviamente, no son conscientes. Hacerse un amigo de mayor, de adulto, también es muy bonito, pero probablemente más consciente, menos espontáneo.

Dónde rodó?...
.- En el colegio Montaigne de París. Insistí mucho en rodar allí porque está situado en un barrio que responde exactamente al universo que quería retratar: un lugar en donde sentimos la importancia de los códigos sociales y ese puntito exclusivo de algunos alumnos. La mayor parte de los extras son de allí. La idea subyacente de la historia que he querido contar es que la verdadera victoria consiste en liberarse de la mirada de los demás. Es lo que Benoît, el nuevo, termina logrando. El contraste de aspecto tenía que ser fuerte entre los marginales – la pandilla de Benoît – y los otros alumnos, para que el camino recorrido sea perceptible para el público de manera evidente. Y además, a unas pocas calles, está el colegio Henri IV, en el que se rodó 'La fiesta', película de referencia...

¿Cómo fue el casting con los niños?...
.- Escribí el guion a la vez que realizaba el casting. Había llegado a un acuerdo con los productores: si el guión no era lo bastante bueno, independientemente de lo avanzados que fuéramos en la elección de los actores, deberíamos estar preparados para abandonar la aventura, y si no encontrábamos el casting ideal, también renunciaríamos al proyecto. De hecho, hasta el último mes antes del rodaje, como no habíamos encontrado al actor para interpretar a Benoît, el protagonista de la película, pensamos en rodar al año siguiente o nunca…
El casting salvaje duró casi 10 meses. Buscaba prioritariamente a niños que nunca hubieran actuado. Para encontrarlos pusimos a trabajar a unas treinta personas por toda Francia, y también en Suecia y en Bélgica. Incluso nos dieron permiso para acceder a colegios y comedores escolares. Gracias a eso, vimos a más de 5.000 jóvenes en las pruebas. Durante todo el período del casting, insistí para que vinieran los peores alumnos, los últimos de la clase, los marginados, los que suelen estar castigados o excluidos. Lo que claramente no necesitaba eran niños buenos, alumnos modelo: necesitábamos chicos a los que les gusta montarla, portarse mal y divertirse. Y terminamos encontrándolos, aunque posteriormente el rodaje no fue una balsa de aceite. Para nosotros fue una experiencia agotadora, aunque con algunos momentos de total felicidad. Yo era su colega, su hermano mayor, pero también el director, con lo que, de vez en cuando, podía ir de duro con ellos. La suerte que tuvimos es que realmente nos llevábamos muy bien.

¿Hay mucha improvisación en el plató?...
.- Sí, en parte. Rodaba sin cortes, filmaba a los chicos en los ensayos y divirtiéndose esperando a rodar. Buscaba, esperaba, ¡y así me encontré con 250 horas de material! Como os podéis imaginar, el montaje fue muy largo – siete meses en total - y tuve que poner a trabajar a varios montadores y ayudantes que trabajaban con la Jefa de Montaje. Yo también terminé montando un montón de escenas. Todos esos esfuerzos, espero, pasen desapercibidos para el espectador. El objetivo es que todo parezca fácil y espontáneo. Como si no hubiera habido trabajo por detrás. Los chicos, cuando les pones delante de una cámara, pueden ser un desastre si están mal dirigidos. Pero, cuando se lanzan, y salen en la dirección correcta, aportan una gracia extraordinaria. Lo que más me gusta es que las cosas ocurran de verdad, por ejemplo, los ataques de risa son auténticos, ya se trate de la escena en la que Max les está enseñando a vacilar a la gente y a hacer bromas o cuando se ponen un condón en la cabeza. La pandilla de amigos ha existido de verdad… Esto se ve muy bien en el making off.