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SINOPSIS
Un juez de una población retirada del mundanal ruido termina enamorándose de la médico del lugar que además forma parte del jurado popular del juicio que tiene entre manos...
INTÉRPRETES
SIDSE BABETT KNUDSEN, FABRICE LUCHINI, MISS MING, BERENICE SAND, CLAIRE ASSALI, FLORIAN POTIEZ, EVA LALLIER, CORINNE MASIERO, SIMON FERRANTE
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https://cineymax.es/estrenos/fichas/111-l/97719-l-hermine-el-juez-2015#sigProId6639720904
PREMIOS Y FESTIVALES
- Festival de Venecia 2015: Copa Volpi Mejor actor Fabrice Luchini, Mejor guion Christian Vincent
- César del cine francés 2016: César Mejor actriz reparto y Mejor guion
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INFORMACIÓN EXCLUSIVA
ENTREVISTA CON EL DIRECTOR...
¿Cómo nació el proyecto de 'El juez'?...
.- De mi deseo, compartido con mi productor, Matthieu Tarot, de recuperar a Fabrice Luchini veinticinco años después de 'La discréte'. Faltaba encontrar un personaje y una historia. Hablando con Matthieu (apasionado del mundo judicial), imaginamos a Fabrice como presidente de un tribunal de lo penal. Me pareció que le sentaría muy bien la toga roja y el cuello de armiño. Como yo no sabía nada sobre el mundo de la justicia, empecé por asistir a un juicio. Allí descubrí que una sala de un tribunal es como un teatro, con su público, sus actores, su dramaturgia y sus bambalinas. Es un orden regulado que solo necesita ser desbaratado. Pero principalmente es un lugar de palabra, fundada esencialmente en la oralidad de los debates. Un lugar donde algunos dominan el lenguaje, donde otros, en ocasiones, ni siquiera comprenden las preguntas que se les plantean. Hay de todo en un juicio. Hay angustia humana, arrebatos apasionados, momentos de aburrimiento, intrusiones en la intimidad, bandos que se enfrentan, personas que mienten, verdades que se oponen y muchas preguntas que quedan sin respuesta. Al final de la audiencia, a veces triunfa la verdad. Pero no siempre. La mayoría de las veces, no se sabe.
¿Desde qué perspectiva abordó la realización del guion?...
.- Empecé por presentarme en el tribunal de Bobigny. cuatro jóvenes estaban acusados de violación colectiva en un cuarto de basuras. A pesar de que era un juicio a puerta cerrada, con el consentimiento de las partes pude asistir del lado del tribunal, como cualquier otro magistrado. En todas las suspensiones de sesión, acompañaba al presidente, Olivier Leurent, sus dos jueces asesores, su secretaria judicial y los nueve miembros del jurado, a lo que podrían llamarse «bambalinas».
Vi a los jurados hacer preguntas a los magistrados, presentarse, hablar entre ellos sobre lo que habían escuchado. Vi a los magistrados atentos a sus solicitudes, respondiendo a cada una de sus preguntas; todo ello durante cinco días… E inmediatamente reviví la experiencia, esta vez en el Tribunal de primera instancia de París. Un joven estaba acusado de haber degollado a su amante. Ya podía comenzar a escribir. Contaba con todos los elementos que me permitían hacerlo. Para que la película fuera justa, era necesario que la parte documental lo fuera.
Quedaba la historia…
.- La historia procedió simple y naturalmente de la personalidad del magistrado. Yo me imaginaba a un presidente de tribunal cerca de la jubilación. Un hombre respetado y temido en el Palacio de Justicia, pero menospreciado e ignorado en su hogar. En casa, todos, salvo su perro, le muestran poco afecto, mientras que en el tribunal se le da el trato de “señor presidente”. Por lo tanto, me imaginaba un hombre amargo, poco propenso al disfrute. Un hombre que, solo una vez en la vida, se había enamorado de una mujer. Esto ocurrió cinco o seis años atrás. Un accidente le había sumido en un coma. Al despertarse, el rostro de una mujer se encontraba inclinado sobre él. Había sido una iluminación. Sin embargo, esa mujer reaparece en su vida. Forma parte del jurado en un juicio que él va a dirigir. Va a tener que vivir junto a ella durante varios días… Había encontrado la historia.
¿Cómo construyó el personaje de Ditte?...
.- En contraposición al personaje de Racine. Racine es la noche, el lado oscuro de cada uno de nosotros, mientras que Ditte es la luz. Racine castiga cuando Ditte devuelve la vida. Al crear este personaje, tenía en mente al personaje cinematográfico de Christine (interpretado por Nora Gregor) en 'Las reglas del juego', de Jean Renoir. Un aviador se enamora perdidamente de ella simplemente porque ha sido amable con él. «Entonces, en Francia, ¿no existe el derecho a ser amable con un hombre?» le pregunta ella a Octave, interpretado por Jean Renoir. «No, no existe el derecho», responde él. «Entonces estoy equivocada.», concluye ella.
Veinticinco años después de 'La discréte', ¿cómo fue el reencuentro con Fabrice Luchini?...
.- Fabrice sabía que yo escribía pensando en él. Una vez que Matthieu Tarot y yo consideramos que podíamos hacer que leyera algo, me cité con él. Me presenté en su apartamento del distrito XVIII de París. Conocí a Shiba, su perrita de 2 años. Tomamos un café en su cocina. Recuerdo que la conversación giró en torno al mercado inmobiliario, los tipos de crédito vigentes y el barrio en el que vive y del que nunca ha salido. Antes de marcharme, le entregué el guion de 'El juez'. Al día siguiente, me llamó diciendo que hacía la película.
Fabrice encarna el rol de magistrado con sobriedad. ¿Le dirigió usted en ese sentido?...
.- No fue necesario. Fabrice está muy alejado del método «actor’s studio» y de todas las técnicas que predican la introspección, la búsqueda psicológica o la identificación. Sin embargo, antes de empezar a rodar, quiso conocer al presidente del tribunal que me había recibido en dos ocasiones. Un día, vino al Palacio de Justicia de París para asistir a medio día de juicio. Vio la sobriedad con la que el presidente dirigía el juicio. Ni una palabra más alta que otra. Transcurrida una hora, ya había comprendido.
¿Cómo transcurrió el rodaje entre Fabrice y Sidse?...
.- De una manera espantosamente normal, es decir, terriblemente profesional. Los dos venían de mundos completamente diferentes, y eso ayudó a su entendimiento, su complicidad. Sidse nunca había rodado en Francia. Ella observaba nuestra manera de trabajar con asombro, nuestro ritmo de trabajo, nuestras pausas para almorzar, nuestra distensión, nuestra aparente improvisación… Todo ello le desconcertaba y divertía al mismo tiempo.
¿Por qué ha rodado los exteriores en el norte?...
.- Es superior a mí. Siempre recurro al norte. Allí me siento bien. No sé por qué exactamente. Por el gusto por una cierta forma de melancolía, tal vez… y al mismo tiempo, en el norte está la auténtica gracia, una auténtica alegría que nada tiene que ver con la espantosa bonhomía de la gente del sur.
¿Qué representa esta película para usted?...
.- Hace mucho tiempo, cuando me preguntaban por qué hacía películas, respondía que era la profesión que mejor me permitía aprovechar el tiempo… La alternancia entre los periodos de escritura solitaria, la excitación de los rodajes durante los que hay que tirar de un ejército de colaboradores, el replanteamiento personal del montaje… momentos de duda, momentos de euforia. Hoy en día, cuando me preguntan por qué hago cine, respondo que quiero filmar mi país y la diversidad de sus territorios, lenguas y culturas. Si decidí rodar en un Palacio de Justicia, es por ese motivo. Un juicio es uno de los pocos lugares de la sociedad donde todas las palabras se cruzan, donde todas las culturas cohabitan y donde todas las clases sociales se rozan. Es lo opuesto al ensimismamiento.