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Titulo original: The Girl On The Train
Año Producción: 2016
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 111 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Thriller
Director: Tate Taylor
Guión: Erin Cressida Wilson. Basada en la novela escrita por Paula Hawkins
Fotografía: Charlotte Bruss Christensen
Música: Danny Elfman
FECHAS DE ESTRENO
España: 21 Octubre 2016
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
DeaPlaneta


SINOPSIS


Rachel se dirige en tren hasta la ciudad de Londres. En el trayecto es testigo principal de la sinergia existente entre Scott y Megan, pero todo se viene abajo en esta pareja viéndose involucrada Rachel en la relación...

INTÉRPRETES

REBECCA FERGUSON, EMILY BLUNT, EDGAR RAMIREZ, LAURA PREPON, LUKE EVANS, JUSTIN THEROUX, HALEY BENNETT, ALLISON JANNEY, LISA KUDROW, DARREN GOLDSTEIN

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LA PRODUCCIÓN...
   Paula Hawkins había escrito varios libros “en la sombra” mientras trabajaba de periodista, pero “La chica del tren” fue la primera novela que publicó bajo su propio nombre. Salió a la venta en enero de 2015 y rápidamente se convirtió en un éxito de ventas, con más de 15 millones de copias vendidas en todo el mundo. “La chica del tren” se colocó en lo alto de la lista de ventas de The New York Times en su primera semana. De hecho, encabezó la lista durante gran parte de ese año. En 2015 fue el libro en papel más vendido, el libro más deseado y el libro digital más vendido en Amazon, y Hawkins fue nombrada Autora del año por USA Today.
  La fuente de inspiración para esta apasionante historia sobre testigos que se convierten en sospechosos fueron sus experiencias yendo a trabajar todos los días en tren desde las afueras al centro de Londres. “El tren se averiaba siempre en uno de los trayectos y me quedaba absorta mirando los bloques de pisos. Solía poder ver lo que estaba pasando en el salón de alguien”, recuerda. “Ojalá hubiera visto algo interesante algún día, pero nunca pasó nada. Aún así, esas experiencias plantaron la semillita para la novela”.
  La historia se articula a través de la perspectiva de tres mujeres, aunque la voz cantante la lleva Rachel, una chica de treinta y tantos años que coge el tren todos los días para ir a trabajar. Su vida es un desastre, su matrimonio se ha acabado y su problema con la bebida le ha costado el trabajo, pero va al centro a diario para que su compañera de piso piense que lo tiene todo controlado. Y así, Rachel empieza a obsesionarse con la vida de los demás mientras da tragos furtivos a una botella de agua llena de alcohol.
  En la versión impresa, Rachel está tan al límite de su alcoholismo que la bebida nubla sus recuerdos y también alimenta su paranoia cuando empieza a temer que pueda estar relacionada con la desaparición de Megan. “En ese momento descubrimos que Rachel no es un testigo muy fiable y que tiene un montón de problemas que la vinculan con la historia”, comenta Hawkins. “La pérdida de memoria está íntimamente ligada con la noción que tiene de sí misma. Se deja llevar por el sentimiento de culpa y responsabilidad porque no recuerda los hechos”. Pero Hawkins ve a su protagonista como una mujer fuerte a pesar de la situación tan dramática en la que se encuentra. “Según va avanzando la trama vamos viendo que Rachel se impone a las circunstancias”.
  El productor Marc Platt y DreamWorks adquirieron los derechos sobre el debut de Hawkins en 2014, antes de la publicación de la novela. “Mi compañero Jared LeBoff leyó las galeradas y se quedó prendado de la historia”, recuerda Platt. “Me las pasó y me encantó. En DreamWorks también les gustó la historia, así que celebramos un matrimonio a varias bandas, compramos los derechos de la película y la desarrollamos”.
  Platt describe por qué sabía que la novela de Hawkins era material perfecto para la gran pantalla: “Tiene los elementos de un thriller clásico, pero a su vez es muy contemporáneo en cuanto a que presenta personajes interesantes e imperfectos. Todos somos un poco voyeurs y la idea de ir en tren cada día, de formar parte de una multitud, de pasar desapercibido mientras se observa la vida de otra persona (y de repente ver algo muy desconcertante) es muy Hitchcock, muy La ventana indiscreta. Eso engancha”.
  Pero para Platt, y los millones de lectores que siguen devorando la novela de Hawkins, el libro es mucho más que un seductor misterio con bastante carga sexual. “Además de ser emocionante, presenta a un personaje que tiene que superar un reto”, comenta. “En realidad es la historia de un personaje que se renueva y consigue salir del pozo”.
  A la hora de trasladar al cine la novela de Hawkins, el equipo de Platt recurrió a Erin Cressida Wilson, reconocida por su buena mano para adaptar historias protagonizadas por mujeres, como Chloe, Retrato de una obsesión (Fur) y Secretary, por la que recibió un premio Independent Spirit. “Queríamos trabajar con una guionista y llevábamos tiempo siguiendo la trayectoria de Erin”, afirma el productor. “Tampoco queríamos forzar que fuera una guionista, pero sí nos parecía que una mujer podría transmitir mejor la voz de las mujeres que protagonizan la historia de Paula”.
  Wilson, que describe “La chica del tren” como La ventana indiscreta sobre raíles, también ha viajado mucho en tren. “Me encanta eso de ir en tren mirando por la ventanilla y viendo los jardines de los demás”, dice. “Paula ha captado muy bien esa sensación de dejar que el tren te vaya meciendo y de darle alas a la imaginación a través del voyerismo”.
  Wilson confiesa algo que no muchos se atreven a decir. “Siempre me ha interesado el voyerismo, tanto de forma personal como desde el punto de vista de la narrativa cinematográfica. Siempre ha tenido un puntito pervertido”, comenta riéndose. “Paula ha sabido quitarle ese matiz y convertirlo en una historia para todo el mundo”.
  Aunque algunos de los capítulos de “La chica del tren” están narrados por Megan, una de las partes de la pareja perfecta a la que espía Rachel, y otros por Anna, la esposa del ex marido de Rachel, Wilson sabía que Rachel era el eje sobre el que giraría la adaptación. “Tenía clarísimo que la película se escribiría desde el punto de vista de Rachel. Ella sería la narradora principal, igual que en el libro”, confirma. “Vemos la historia a través de sus ojos. Los ojos de una desconocida, que lo observa todo desde la distancia. Es una mirada frustrada, enfurecida y poética. Podríamos decir que a veces tenía que emborrachar a la cámara. Tenía que escribir como si la cámara estuviera bebida, y eso fue muy divertido”.
  Platt comprendió que trasladar el libro a un guión de cine supondría todo un reto. “Me ha gustado mucho el enfoque de Erin”, comenta. “No se aleja demasiado de la novela, por lo que los fans estarán contentos. Pero Erin también ha encontrado cómo subrayar algunos elementos que dan más fuerza al lenguaje cinematográfico... sin perder la esencia del material original”.
  Uno de los mayores cambios con respecto a la novela es que la película está ambientada en Nueva York y la línea Metro-North, que une el condado de Westchester con el centro de la ciudad. La línea Hudson de Metro-North es la ruta más occidental de todas las que salen de Grand Central Station y pasa por Harlem y el Bronx antes llegar al río Hudson. El tren recorre los pueblos que bordean el río, los bosques y parques de la zona y los suburbios frondosos de Westchester, con lo que ofrecía todo un abanico de escenarios para la producción.
Aunque la novela está ambientada en Londres, una ciudad a la que llegan cada día miles de trabajadores a bordo de un complicado sistema ferroviario, los realizadores optaron por trasladar el thriller a Manhattan. “Nos pareció que Nueva York podía funcionar igual de bien que   Londres porque aquí también viene a trabajar mucha gente que vive en las afueras”, comenta Platt. “Además, ambientar la historia en la Gran Manzana nos ayuda a conectar mejor con el público nacional, aunque en realidad la ciudad es lo de menos, porque la dinámica de la historia sigue siendo la misma”.
  El cambio de escenario lo hizo todavía más interesante para la guionista. “Nunca se me había ocurrido ambientar la película en Inglaterra, principalmente porque no sabíamos que el libro fuera a ser tal pelotazo”, añade Wilson. “Desde el principio dije que quería que todo ocurriera en la línea Hudson. Me vinieron a la cabeza filmes como Enamorarse e Infiel y me encanta esa ruta y la forma en la que se ha retratado en el cine”.
  Contaron también con el beneplácito de Hawkins, a quien consideran la espectadora más importante de la cinta. Para la escritora, los temas universales del voyerismo, la soledad, la adicción y la pasión que se tocan en “La chica del tren” hacen que la historia pueda trasladarse a cualquier ciudad que tenga una gran red de transporte público. “Visité Westchester y me encantó. Me gusta mucho cómo aparece en la película”, dice. Es perfecto”.
  Por casualidades de la vida, Wilson entregó el primer borrador del guión la misma semana que se publicó el libro de Hawkins. Entonces nadie podría haber sabido que la novela se convertiría en todo un éxito de ventas. “No esperaba que fuera a venderse tan bien a este lado del Atlántico”, confiesa la escritora. “Ha sido increíble”.
  Al adaptar la obra de Hawkins, Wilson sintió que la autora había dado con un aspecto de nuestra época que nos hace sentir a todos tan humanos. “Cuando todo es producto de tu imaginación, tu pareja nunca te decepciona. Nunca es aburrido. Se convierte en lo que tú quieres que sea”, comenta Wilson. “Rachel sueña con tener una vida perfecta, como la de la joven pareja que ve todos los días desde el tren. Y eso es algo con lo que se va a identificar mucha gente, sobre todo desde el auge de las redes sociales donde todo el mundo siempre parece ser feliz. Vemos las relaciones de los demás y creemos que son perfectas”. “Pero hay muchas cosas que no vemos”.
  Platt acudió a Tate Taylor, director del aclamado drama Criadas y señoras y el impresionante biopic I feel good - La historia de James para dirigir La chica del tren. Criadas y señoras fue candidata a un Óscar a la mejor película y también fue nominada en varias categorías interpretativas, con Octavia Spencer haciéndose con la estatuilla a mejor actriz secundaria. “Admiro el trabajo de Tate desde hace tiempo”, dice Platt entusiasmado. “Su punto fuerte es que comprende bien al ser humano y tiene especial afinidad con las mujeres. Le atraen estos personajes y conoce bien a gente que le ha ganado la batalla a la adicción”.
  “Tate es un director impresionante y ha enfocado la película desde un punto de vista muy parecido al mío”, añade Hawkins. “Hablamos de mantener el ambiente paranoico y claustrofóbico, y el fundamento del filme es el mismo”.
  Taylor describe cómo fue volver al estudio con el que había tenido una relación muy cercana en una de sus primeras películas: “Holly Bario, presidenta de producción de DreamWorks, me llamó y me pidió que leyera “La chica del tren” para ver si me interesaría dirigir la película. Según avanzaba vi que encajaba muy bien con mi estilo, así que la llamé y le dije que quería hacerlo. Así empezó todo”. Como ya pasó la última vez que trabajaron juntos, el fenómeno literario estaba a punto de despegar. “Cuando hicimos Criadas y señoras todo ocurrió más o menos a la vez”.
  Para el director es un lujo poder contar con material original que le permita ahondar y explorar a los personajes que retrata en pantalla. “El proyecto me interesó en cuanto vi que era otro libro contado desde la mirada de tres mujeres”, comenta, “y me pareció interesante probar suerte con un thriller. Los temas universales de la soledad, la desesperación y la lucha contra la adicción también me llaman. Me pareció muy importante hablar de ellos y retratarlos de forma realista”. De hecho, esto es una de las pocas cosas que le pidió Hawkins. “Me dijo: ‘Haz una buena película, que sea realista’”, recuerda.
  Taylor volvió a ver muchos de sus thrillers favoritos para preparar el rodaje, pero sentía que a muchos de estos clásicos les faltaba un ingrediente. “Muchos estaban rodados con muy buen gusto, pero ninguno ahondaba en los personajes. Quizá es que antes no se entendían así los thrillers. Pero gracias al libro de Paula vi que con esta película podría crear suspense y también retratar bien a los personajes. Por eso lo definiría como un thriller dramático. Cuando más se profundiza en los personajes y los elementos dramáticos, más suspense se crea. Los espectadores tienen que intentar entender a todos los componentes de este puzle psicológico”, apunta.

EL REPARTO...
   En cuanto saltó la noticia de la adaptación cinematográfica de La chica del tren, el personaje de Rachel Watson se convirtió en un papel muy codiciado. En un Hollywood en el que los personajes femeninos bien escritos y complejos brillan por su ausencia, lo que los productores recibieron solicitudes de montones de actrices ansiosas por protagonizar la cinta. Pero un nombre sobresalió por encima de todas las candidatas: Emily Blunt.
  La actriz, galardonada con un Globo de Oro, ha demostrado su versatilidad en películas tan diferentes como la comedia El diablo vista de Prada, el drama La reina Victoria o películas de acción como Al filo del mañana y Sicario. “Emily es una actriz impresionante y fue nuestra primera elección”, aplaude Platt, que había trabajado antes con ella en Into the woods, la adaptación del musical de Stephen Sondheim. “No solo tiene el talento que buscábamos, sino que siempre consigue conectar con el público. Rachel se castiga mucho, bebe un montón y tiene un comportamiento autodestructivo. Emily es capaz de crear personajes complejos y oscuros, pero que siguen resultando simpáticos, comprensibles y accesibles”.
  Hawkins quedó encantada al saber que sería Blunt quien protagonizaría el filme. “Emily es perfecta para el papel”, y el director también se deshace en halagos. “Su Rachel es impresionante”, comenta Taylor. Aunque la historia ha cruzado el Atlántico, Taylor insistió en que la actriz británica mantuviera su acento. “El hecho de que la protagonista sea del Reino Unido y esté obligada a quedarse en EE. UU. sin su marido y con la vida hecha trizas añade otro punto más de soledad y aislamiento. Emily ha hecho un trabajo fantástico. El público va a alucinar con su actuación”.
  Blunt se hizo eco del fenómeno de “La chica del tren” a través de su hermana Felicity, que es agente literario. “Me dijo que el libro se estaba vendiendo como rosquillas. Cada vez que pasaba por un aeropuerto lo veía en la estantería de los más vendidos. La gente lo leía en el metro y en el avión. Así que ya sabía que estaba siendo toda una revolución antes de que los productores se pusieran en contacto conmigo. Dicho lo cual, he de confesar que no me lo leí hasta que me preguntaron si me interesaba reunirme con ellos para hablar de la película. Y entonces lo devoré en dos días”.
  La intérprete admite que le sorprendió que el thriller fuera tan visceral y quedó todavía más impresionada al leer la adaptación de Wilson para la gran pantalla. “Me encanta que el guión haya captado la intensidad de Rachel y el hecho de que la historia se cuente con falta de definición porque la protagonista es alcohólica y, por tanto, su credibilidad es muy dudosa”.
  “Tenía mucho interés por ver cómo iban a lograr captar esa sensación de voyerismo y adicción”, añade. “Cómo iban a transmitir cómo diferenciamos lo que creemos ver de lo que no, de lo que creemos recordar de lo que no... y la línea tan borrosa que se traza entre esos aspectos”. De hecho, ese compromiso con la narrativa inesperada fue lo que más le atrajo del filme y de la historia. “Me gusta que tanto el libro como el guión consiguen retratar a mujeres traumatizadas. No suele haber muchos papeles así en el cine, porque las mujeres suelen formarse según un ideal masculino. Pero el libro y el guión se alejan de ese concepto”.
  Blunt es la primera en admitir que solo le interesan personajes que tienen una profundidad inesperada, en el género que sea. “Como intérprete intento entender a la persona que estoy llevando a la pantalla. Según vamos conociendo a Rachel nos damos cuenta de que tiene un problema con la bebida y que es una persona muy inestable”, comparte. “A Rachel le pueden la culpa, la soledad y la desesperación y además necesita sentir amor y cercanía. Acaba encontrando el consuelo en las personas por las que se obsesiona. Esa pareja perfecta que contempla desde el tren parece compartir un amor como el que ella ha perdido. Empatizo mucho con ella”.
  Para interpretar a Anna, la mujer con la que se ha casado el ex marido de Rachel, recurrieron a la actriz sueca Rebecca Ferguson, que se convirtió en una cara conocida para el público internacional gracias a su magnífica interpretación en Misión imposible: Nación secreta. “Rebecca es una gran actriz. Va a comerse el mundo”, dice Platt. “Enamora a la cámara”.
  Anna acaba de dar a luz y ha dejado atrás su vida en el sector de la inmobiliaria para dedicarse a crear el hogar perfecto para su recién formada familia. “Veo a Anna como una mujer con una lista de tareas”, comenta Ferguson. “Cuando era más joven sentía que tenía que ir tachando cosas de una lista impuesta por los demás: ‘A esta edad tienes que haberte casado, a esta edad tienes que haber ganado tanto o cuanto y tienes que tener hijos'. Anna ha ido cumpliendo todo lo que tenía en su lista y ahora intenta vivir según ella. Su hija es lo más importante para ella y la protegerá cueste lo que cueste”.
  A Anna no le gusta nada la presencia de la ex mujer de Tom en su vida. Rachel le sigue mandando mensajes y Anna sospecha que las llamadas perdidas que recibe en mitad de la noche también son cosa de su ex. “Anna vive la vida de sus sueños, pero no la puede controlar”, añade Ferguson. “Siente que Rachel es una amenaza, pero no dejará que nadie se de cuenta. Ella vive la vida perfecta de una ama de casa en las afueras”.
  Aunque los personajes son enemigas mortales al principio de la película, Blunt se llevó a las mil maravillas con Ferguson desde el primer minuto. “Rebecca es preciosa y tiene una expresividad impresionante. Consigue revelar mucho con muy pocos gestos”, dice entusiasmada. “Estoy contentísima de que la escogieran para interpretar a Anna porque el papel se podría haber limitado a la típica rubia con chaquetita de lana que es una madre perfecta. Rebecca le ha aportado lucha al personaje al demostrar lo duro que es ser madre y ama de casa”.
  Aunque el thriller parte de la chica del tren, la narrativa rápidamente se desvía hacia la historia de Megan Hipwell, la mujer perfecta con la que se obsesionado Rachel y cuya belleza oculta su enorme infelicidad. Los espectadores acompañan a Megan cuando sale a correr por Ardsley, el pueblecito en el que vive a un par de puertas de Anna y Tom y para quienes hace de canguro. Una criatura en constante reinvención según ella misma y “una sirena que vino rota de fábrica” según Taylor, Megan es un enigma incluso para su marido Scott, un hombre muy celoso que besa el suelo por el que pisa su esposa.
  “Es muy guapa y superinteligente, pero no sabe qué hacer con todas sus cualidades”, explica Wilson. “Tiene mucho potencial, pero lo desperdicia, como tantas mujeres. Siente que no ha sabido cómo demostrar su valía más allá de su sexualidad”.
  Haley Bennett, conocida por sus papeles en T'ú la letra, yo la música' y 'The Equalizer' (El protector), interpreta a Megan. “De estas tres mujeres, Megan es la que está más perdida”, explica Platt. “Todas tienen algo que ocultar, pero Megan en particular tiene un pasado muy oscuro que la sigue persiguiendo. Además de su capacidad como actriz, hay algo en el ADN de Haley que resulta inquietante y le pega mucho a Megan. Nunca sabes por dónde va a salir”.
  La intérprete describe al personaje como una mujer con una vida mucho menos perfecta de lo que imagina Rachel. “Megan es muy infeliz y vive en las afueras como una paria social”, dice Bennet. “Se siente muy sola y está inquieta y desesperada. Creo que todo el mundo sabe lo que es sentirse como Megan, Rachel o Anna”.
  Bennet descubrió que la actriz que interpreta al personaje que se obsesiona con Megan admiraba su trabajo. “Me alegré un montón de poder trabajar con Haley”, comenta Blunt. “Recuerdo verla en The Equalizer (El protector) con Denzel Washington, que es uno de los mejores actores de nuestra época, y ella se come la pantalla. Le ha añadido mucha vulnerabilidad y complejidad al papel de Megan”.
  Dar con los dos protagonistas masculinos también era muy importante, comenta Platt. “Es interesante trabajar en un filme tan centrado en las mujeres”, añade. “Por norma, los personajes masculinos suelen llevar la voz cantante, son más complejos y están mejor escritos. El papel de las actrices suele reducirse a ser una ‘chica’. Pero en esta ocasión el reto ha sido desarrollar personajes masculinos que estuvieran a la altura de las protagonistas. Los hombres también tienen mucho peso en la historia”.
  Para el papel de Tom, un padre dividido entre su esposa y una ex que está cayendo en una espiral de locura por culpa del alcohol, los realizadores contrataron a Justin Theroux, que actualmente protagoniza la exitosa serie The Leftovers. “Justin es un actor capaz de sorprenderte”, comenta Platt. “En cuanto a su personaje, no queda claro si es un tipo turbio pero simpático o un tipo simpático con un aire turbio. Resulta muy interesante”.
  Para Theroux, La chica del tren es una historia sobre las apariencias. “Está ambientada en las afueras de la ciudad, en una zona acomodada. Todas esas casitas con sus jardines ideales añaden un elemento de intriga: ¿Qué se oculta tras esas persianas y esas cortinas tan perfectas?”, comenta. La vista resulta un poco más íntima para una pasajera que lo contempla cada día desde el tren. “Hay algo invasivo en observar el jardín de las casas desde el tren. Sobre todo porque vemos la parte de atrás de las viviendas, donde se esconde la ropa sucia, por así decirlo”.
  El actor hace referencia a un tema del que suelen hablar los lectores de Hawkins: el hecho de que el personaje principal tenga un problema de adicción añade un toque diferente a la fiabilidad de Rachel. “No es un thriller tradicional”, comenta Theroux. “Sino que se presenta con un enfoque muy humano. Rachel, la testigo principal, tiene nula credibilidad para el resto de personajes”.
  Para interpretar a Scott, el marido de Megan y otra de las obsesiones de Rachel, los realizadores contaron con Luke Evans, conocido por sus papeles en la saga El hobbit y las películas de Fast & Furious. “Luke es un tipo normal, pero tiene algo que lo hace un poco diferente”, comenta Platt, que vio en la versatilidad del intérprete galés justo lo que necesitaba su personaje. “El público no tiene claro si Scott es buena persona o si tiene un pronto muy repentino. Como espectador no sé quién está diciendo la verdad, quién se está asomando al abismo ni quién es capaz de cometer actos horribles”.
  Al igual que Platt y Blunt, Evans admite que le encantaron los personajes tan complejos de la novela de Hawkins, de la que disfrutó mucho. “Me enganché al libro en cuanto me lo empecé”, comenta. “No me extraña que haya tenido tanto éxito. La historia se centra en un ser humano algo entrometido cuya curiosidad desencadena una espiral de caos. Me resulta fascinante”.
  El intérprete galés quedó prendado de las obsesiones de Rachel y enseguida aceptó meterse en la piel de uno de las principales figuras que habitan en su mundo. Describe a Scott como un hombre que tiene una relación complicada con Megan. Por culpa de los celos, inevitablemente se convierte en el principal sospechoso tras la desaparición de su mujer. “Se cuestiona mucho a sí mismo y a las mujeres de su vida y cómo le han tratado”, dice. “Así que tiene mucha rabia y es muy desconfiado”.
  Para saciar su curiosidad sobre lo que le pasó a Megan, Rachel visita al psiquiatra que la trataba, el Dr. Kamal Abdic, de quien tanto Rachel como la policía sospechan en su desaparición. Según avanza la historia, los espectadores comprenden que la relación de Abdic y Megan era más que profesional. “Entre Megan y su doctor pasa algo muy divertido para el público”, comenta Bennett. “Ella se siente sola y le seduce. Y él se deja seducir”.
  El Dr. Abdic llega a la pantalla a través de Edgar Ramírez, conocido por películas como La noche más oscura (Zero Dark Thirty), Joy y Hands of Stone. “Edgar es un gran actor”, comenta Platt. “Tanto por lo que dice como por lo que calla. Ha sabido interpretar muy bien a este psiquiatra que es muy inquisitivo, pero también un ser sensible y con necesidades”.
  “Kamal Abdic es un hombre de pocas palabras”, dice Ramírez. “Le encanta escuchar a estas mujeres porque le fascina, o incluso le pone, su desesperación. Escucha a todas, pero se enamora de Megan. Es por esa especie de inocencia, y porque sabe que utiliza el sexo para conectar con los hombres”.
  Rachel empieza haciéndose pasar por paciente para descubrir todo lo que pueda sobre Abdic, pero acaba contándole más de lo que quería. Le habla del dolor que le supuso saber que no podría tener hijos, de su divorcio y de las faltas de memoria provocadas por el alcohol. “Abdic es el único que escucha los secretos de estas mujeres”, comenta el actor venezolano. No obstante, paga caro sus indiscreciones con sus pacientes. “Él sabe todo lo que está pasado y acaba siendo el primer sospechoso, lo cual resulta bastante irónico”. Y añade: “Traspasamos los límites impuestos porque nos sentimos solos y buscamos sentir esa conexión”.
  Completan el reparto la reconocida actriz Lisa Kudrow, considerada casi una de la familia por su papel en Friends y en la serie The Comeback, además de su participación en producciones como Postdata: Te quiero y Malditos vecinos. Kudrow da vida a Martha, una amiga a la que está perdiendo Rachel por culpa de su adicción. Años atrás, cuando todavía estaba casada con Tom, Rachel se emborrachó y armó una buena en una fiesta en casa de Martha.
  Laura Prepon (Orange Is the New Black) encarna a Cathy, una amiga de Rachel de toda la vida que dejó que se quedara en casa después de su divorcio, pero que no aguanta más la situación que ha provocado la afición a la bebida de Rachel. “Los espectadores entenderán enseguida la relación de estas dos mujeres y se darán cuenta de que Cathy conoce muy bien a Rachel”, comenta Prepon. “Es casi como su madrina, porque si no, no entiendo que ayude tanto a su amiga”.
  Rachel ya va ebria cuando se sube al tren, pero se siente todavía más avergonzada cuando otros pasajeros (una madre o un señor trajeado) se dan cuenta de que está bebiendo. El señor trajeado, interpretado por Darren Goldstein (The Affair), parece estar siguiéndola. Rachel le ve en la estación, en el tren, en un bar y cree haberle visto en el paso subterráneo cerca de la estación de tren de Ardsley el día que desapareció Megan. Pero también sabe que no puede fiarse de sus recuerdos. Esa misma noche Rachel llega a casa cubierta de sangre... y no tiene ni idea de qué ha pasado.
  Cuando la detective Riley de la comisaría de Ardsley aparece en casa de Cathy para interrogar a Rachel sobre la desaparición de Megan, Rachel niega tener nada que ver... pero en realidad no las tiene todas consigo. Las dos mujeres empiezan con mal pie y la detective se basa en esta primera impresión para componerse una imagen mental de Rachel y su problema con el alcohol.
Encarna a la detective Riley, Allison Janney (ganadora de un Emmy), con la que Taylor ha contado en todas sus películas. “Riley tiene algo en contra de las personas que abusan del alcohol”, comenta Janney. “Le caen mal y no aguanta estar con ellas. Cree que Rachel es culpable de asesinato”.
  No es ninguna casualidad que la actriz y el director hayan trabajado tantas veces juntos. “Tate es un narrador exquisito”, comenta Janney. “Ojalá hubiera más Tate Taylors y directores que valoran de verdad a las mujeres y su importancia en el cine, y que cuentan historias con las que se pueden identificar los espectadores. Lo que más me gustó del libro de Paula fue encontrarme una historia buenísima sobre todas estas mujeres”.
  Taylor habla sobre la decisión de cambiar el sexo de los personajes de la novela de Hawkins en la película (en el libro, el superior es un hombre y la agente que sospecha de Rachel es su subordinada). “Es una historia muy interesante sobre mujeres y me pareció un poco típico que el detective principal fuera un hombre. Gran parte de la película trata sobre la relación entre las mujeres y del efecto y las consecuencias que tienen sus decisiones. Me parecía interesante que la detective principal encargada de resolver este caso fuera una mujer”.
  Platt cree que el thriller gusta tanto al público por la manera en la que retrata a tres mujeres que están pasando por un mal momento y por cómo analiza sus sueños y aspiraciones. “Cada uno de los tres personajes femeninos principales busca algo que se le escapa”, sugiere. “Anna quiere tener la vida perfecta con la familia perfecta, Rachel busca escapar del dolor de su divorcio y Megan quiere dejar atrás los secretos de su pasado”.

EL DISEÑO...
   'La chica del tren' se rodó en la zona de Nueva York entre noviembre de 2015 y enero de 2016. Muchas escenas se filmaron en trenes reales o en un vagón construido en un plató en el condado de Westchester, al norte de Manhattan. La gélida temperatura neoyorquina sin duda contribuyó a la interpretación de los actores.

Diseño de producción...
  Durante la preproducción, el diseñador de producción Kevin Thompson (Michael Clayton y Birdman) se afanó en dar con la línea de tren perfecta que se amoldara a la visión que tenía Taylor para ambientar la historia. “Me pasé las primeras seis semanas con JOE GUEST, el responsable de localizaciones, cogiendo todas las líneas de tren para adaptar el proyecto a la ciudad de Nueva York”, comenta Thompson, que reside en la Gran Manzana. “Teníamos muy claro que no queríamos que pareciera que estábamos en Londres. Esta es una historia sobre Nueva York”.
  Los realizadores estudiaron todas las líneas, incluidas las tres ramas del Metropolitan Transportation Authority en la línea Metro-North y las ocho de Long Island Rail Road, utilizadas a diario por medio millón de personas que van a trabajar a Manhattan. De hecho, son dos de las tres vías más concurridas de Estados Unidos.
  “Poco a poco fuimos dando con la estética que visualizaba Tate para el filme”, añade Thompson. “Al final nos decantamos por la línea Hudson Metro-North porque es espectacular. El recorrido ya empieza bordeando el río, y al cruzarlo son todo casitas ajardinadas. Fue muy especial rodar un thriller en una zona con un aire tan bucólico y bonito”.
  Las escenas se filmaron en colaboración con la línea Metro-North, en la que viajan los habitantes de los condados septentrionales de Westchester, Putnam y Dutchess para llegar al centro. Para ello utilizaron su propio tren de la línea Hudson a lo largo de varios fines de semana, cuando hay menos frecuencia de trenes. “Todas las escenas en las que el tren está en movimiento y se ve desde fuera se rodaron con un tren de verdad en una estación real”, explica el diseñador de producción. Las escenas en movimiento se filmaron en dos domingos en la estación de Ardsley-on-Hudson, donde transcurre gran parte de la historia de 'La chica del tren.
  Algunas escenas también se rodaron en una de las joyas arquitectónicas de la ciudad: la terminal Grand Central. “Tate quería que Rachel cogiera el tren para llegar al centro y Gran Central tiene un papel importante en su vida; se ha convertido casi en su bar habitual”,
comparte Thompson. Los amantes del libro quizá reconozcan a uno de los pasajeros que van a bordo del tren: Paula Hawkins hace un cameo en uno de los trenes que llegan a Grand Central.
  El legendario Oyster Bar & Restaurant de Grand Central (que abrió sus puertas en 1913, el mismo año que la histórica estación) también sirvió para ambientar una de las escenas principales de la historia. A Taylor siempre le ha parecido que el local tenía mucho encanto y le pareció adecuado incluirlo en la película. “Metro-North nos ayudó muchísimo”, añade Thompson. “Nos reunimos un montón de veces y ha sido facilísimo trabajar con ellos”.
  Debido a las restricciones de espacio que impone un vagón de tren real, también construyeron un vagón de Metro-North a escala y con la característica raya azul de la línea Hudson en un plató en Yonkers, Nueva York.
  El equipo de Thompson trabajó a partir de la estructura de un vagón de Ohio para crear una réplica del vagón de Metro-North, con los elementos y mejoras necesarias para adaptarlo a una producción cinematográfica. Algunas de las secciones de madera se construyeron de tal manera que pudieran desmontarse y colocar la cámara. Además, las ventanas se fabricaron con un vidrio más claro que el de Metro-North. El pasillo central también es más ancho para colocar los raíles del dolly y otros equipos de cámara.
  El coordinador de efectos especiales Jeff Brink supervisó el diseño y la construcción de una plataforma especial sobre la que se colocó el tren para simular que estaba en movimiento. El equipo de Brink creó una estructura de dos celosías separadas por dos bolsas de aire conectadas al sistema hidráulico. Al cambiar la presión del aire se movía el tren, tanto de arriba abajo como de lado a lado, para dar la sensación de movimiento cuando se rodaban escenas en el interior del vagón. Pero no todas las herramientas fueron mecánicas. “También empleamos una palanca de dos por cuatro que podíamos colocar entre las celosías para mover el vagón manualmente”, dice Thompson. “Era muy útil porque podíamos echar mano de ello en cuanto lo necesitábamos y el efecto era inmediato”.
  La estructura entera estaba colocada sobre unos raíles algo más largos que el andén. “Teníamos un metro de margen para las escenas en las que el tren parece frenar o arrancar”, explica Thompson. “Es bastante recorrido y queda realista desde el interior del vagón”.
Las escenas se rodaron sobre una pantalla verde para que en postproducción el supervisor de efectos visuales Mitch Ferm y su equipo pudieran sobreponer las imágenes que va viendo Rachel, rodadas desde la ventanilla de un tren.
  Guiándose por esas vistas, diseñaron una secuencia de luces para reproducir esa iluminación dentro del vagón. Para ello colocaron una fila de luces LED en lo alto del tren. “El sistema de luces LED que rodea el tren se maneja por ordenador para cuadrar la iluminación con la que teníamos de las fotos de rodaje”, explica Thompson. “Así, cuando estamos en el interior del vagón, la luz que entra por la ventanilla es similar a la de las fotos de rodaje. Se va suavizando según se va parando el tren y se acelera cuando el tren avanza más rápido”.
  A la hora de diseñar los escenarios que vería Rachel desde el tren, Taylor sabía muy bien qué tipo de viviendas serían. “Tate quería que hubiera bastante vegetación virgen que fuera subiendo desde el río hacia los jardines de estas casas tan típicas de las afueras de Nueva York”, apunta Thompson. Por consejo del supervisor de efectos especiales, el diseñador de producción buscó viviendas que casaran con el estilo que tenía Tate en mente y que además estuvieran en un terreno llano y tuvieran profundidad suficiente para montar una plataforma para rodar desde la perspectiva del tren. Descartaron directamente utilizar casas que daban hacia una vía en uso, en primer lugar por motivos de seguridad y también por el ruido ambiental.
  La ambientación también difiere de los escenarios de la novela, pero a Hawkins le entusiasmó la elección. “La configuración geografía de las viviendas no tienen nada que ver con la novela de Paula”, confiesa Taylor, “pero nos dijo que el entorno rural y esa sensación de estar en medio de la nada añadía un punto interesante a la historia de estas mujeres. Me alegro mucho de que le pareciera bien el cambio”.
Al final, los realizadores encontraron una calle en la zona de Gedney Farms en White Plains (Nueva York) donde se encuentran las casas que Rachel observa desde la ventana: la casa en la que vive la “pareja perfecta” y en la que ella vivía con su marido. No solo daban a un terreno llano donde antaño hubo un campo de golf, sino que también estaban construidas en el estilo arquitectónico que buscaban los realizadores. “Son típicas casas de clase media”, dice Thompson. “Combinamos la localización y la línea de tren con efectos prácticos y visuales como árboles, pantanos y juncos, y así conseguimos dar la sensación de unidad”.

Fotografía...
  Aunque Rachel no sabe ni cómo se llaman, lleva tiempo observando a Megan y Scott en el jardín de su casita blanca, a dos puertas de la casa en la que vivía Rachel, una construcción colonial azul con techo a dos aguas. Desde allí, Anna, la esposa actual de Tom y madre de su hija, ve los trenes por detrás de la valla de su jardín.
  Si bien Rachel es la narradora principal, Taylor quería que La chica del tren se contara desde el punto de vista de las tres mujeres. Y para ello contó con la cámara de la directora de fotografía Charlotte Bruus Christensen, una joven danesa que ha trabajado en La caza y Lejos del mundanal ruido.
  Christensen utilizó una cámara de mano para rodar las escenas de Rachel, a menudo colocándose a menos de un metro de Blunt. “La mayoría del filme transcurre dentro de su cabeza”, explica Christensen. “Es una perspectiva muy íntima, de ahí que sean unos planos tan cerrados”.
A la hora de rodar las escenas de Anna, una ama de casa que vive en las afueras, Christensen empleó una cámara estática, con muchos planos de Anna desde detrás de la ventana, para crear una sensación de distancia entre el personaje y el público.
Para la tercera en discordia, la cámara suele estar en movimiento, puesto que Megan se siente feliz cuando sale a correr. “Esta chica está huyendo”, dice Christensen. “Hemos usado una Steadicam para las escenas en las que está en movimiento. Parece como si estuviera flotando, como si sus pies no rozaran el suelo”.
  Platt presenta la historia de forma subjetiva al permitir que los espectadores perciban la realidad según cada uno de los personajes y comprueben cómo esa percepción afecta los acontecimientos de su vida. “La historia se plantea desde diferentes puntos de vista”, explica. “Queríamos encontrar un lenguaje que fuera específico para cada una de las mujeres, pero que también fuera coherente para con la película. Charlotte entendió ese lenguaje visual a la primera y esa ha sido su gran aportación a la producción”.
  Taylor y Christensen también decidieron rodar en formato físico, algo cada vez menos frecuente en nuestra era digital. La directora de fotografía habla de las sombras que se crean en la película y su importancia en un thriller como este: “Quería conseguir oscuridad. Hay muchas sombras, oscuridad, negros puros y personajes que salen de, o a los que envuelven, las tinieblas”.
  La actriz principal se deshace en halagos sobre la persona con la que pasó gran parte de la producción. “Cuando se rueda un thriller hay que tener cuidado de no quedar demasiado maquiavélico”, comenta Blunt. “Queríamos que quedara moderno, realista, complejo y sorprendente. Y por otra parte están los flashbacks, con los que hay andarse con ojo para presentarlos con fidelidad sin que queden casposos. Ha sido impresionante trabajar con Charlotte en ese sentido. Es un genio visual, y ha sido una suerte enorme contar con ella en esta
producción, porque es una película muy visual. Su cámara no se despegaba de mí, era como si fuera mi pareja de baile. Charlotte ha sabido hacerlo de una forma muy elegante”.

Vestuario y escenarios adicionales...
  Completan el equipo técnico la oscarizada diseñadora de vestuario Anne Roth y su colaboradora habitual, Michelle Matland, que trabajaron en equipo en La chica del tren. Vistieron a Rachel con ropa más bien oscura: el personaje de Blunt suele llevar un abrigo gris que se pierde entre el gentío que espera el tren.
  Anna (Rebecca Ferguson) lleva camisas holgadas y pantalones cómodos, típicos de haber dado a luz hace poco, mientras que Megan (Haley Bennett) viste con ropa de sport y se arregla mucho para las visitas a su psiquiatra, cuando viste con faltas ajustadas y camisetas con escote.
  Las sesiones con el Dr. Abdic se filmaron en el histórico Alder Manor en Yonkers (Nueva York), mientras que una casa de Pleasantville diseñada por Frank Lloyd Wright hizo las veces del hogar del doctor. El rodaje de La chica del tren también se trasladó a Hastings-on-Hudson para los exteriores de la casa de Rachel y a Irvington, cuyo ayuntamiento se convirtió en la comisaría de Ardsley. Por último, se utilizó también un paso subterráneo en Station Road en Irvington y en el bosque más grande del condado de Southern Westchester: Irvington Woods.
  En Central Park encontraron una imagen visual que Taylor utilizó para enmarcar la historia: una escultura de tres mujeres bailando en la Fuente Untermeyer, ubicada cerca del Conservatory Garden, un jardín afrancesado a la altura de la calle 105 con la Quinta Avenida. Al inicio de la historia, Rachel pasa las horas muertas ebria en la fuente. Más adelante, vuelve estando sobria y ve con otros ojos a estas tres mujeres que bailan alegres dándose la mano para rodear la fuente. “Tate vinculó la imagen de las tres mujeres de la escultura con las tres protagonistas de nuestra historia”, comenta Thompson. “La imagen de la fuente le resultó poética”.

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