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CRITICA
Por: PACO CASADO
No es nada extraño que el cine, una vez más, adapte un best seller a la gran pantalla, como lo viene haciendo desde tiempo inmemorial y de nuevo vuelve a ocurrir con la novela de la inglesa Paula Hawkins publicada en 2015 que da título a este thriller psicológico, que han leído ya once millones de personas.
En la adaptación cambia algunas cosas como trasladar la acción de Inglaterra a Estados Unidos, complicar la lineal narrativa o el perfil físico de la protagonista para hacerla más atractiva.
Una película de intriga interesante que tiene un planteamiento entretenido desde el punto de vista de una mujer, Rachel Watson, recién divorciada, que está amargada y alcoholizada desde que su marido la dejó por otra y que imagina las vidas de la gente que ve al pasar desde el tren de las 8.04 que toma cada día para ir a trabajar a Nueva York que pasa por delante de su antigua casa donde ahora vive Tom, su marido, con Anna su nueva esposa y su hijo, algo que ella no pudo darle.
Uno de sus objetivos principales es una pareja enamorada que vive cerca de donde ella vivía antes, que siente que les conoce y se inventa una vida perfecta algo que ella no tiene.
Una tarde sigue a Megan, la chica que a diario observa desde la ventanilla del tren, la joven desaparece misteriosamente y ella no se acuerda de lo que pasó porque estaba borracha. Todo sucede muy deprisa, pero es suficiente como para meterse en problemas debido a sus lagunas de memoria motivadas por el alcohol.
El film tiene un planteamiento muy de suspense, respetando los puntos fuertes de la novela ofreciendo un thriller clásico con giros inesperados, cuyo peso de la acción recae principalmente en las tres mujeres: Rachel la protagonista, Anna la nueva mujer de su ex marido y Megan su vecina. Cada vez que una de ellas cuenta lo que pasó ofrece su propia y diferente versión de la historia.
El guion juega con los saltos en el tiempo atrás y adelante según lo que se quiere desvelar en cada escena y al ser ella alcohólica no se sabe si lo que dice o vive es verdad o ficción.
Tiene un planteamiento curioso, con unas interpretaciones interesantes, lo que prima sobre manejar bien el suspense y la intriga.
Thriller psicológico pausado que parte de una premisa muy sencilla en la que el director centra una narración con múltiples giros que hace las delicias de los espectadores que se metan en la trama, lo que no es fácil, porque en determinados pasajes abusa de secuencias largas y tramas secundarias sobre celos de parejas, que la hacen más interesante y suplen los posibles fallos de la narración.
El encargado de dirigir esta historia es Tate Taylor, a quien se le debe también otra adaptación de un best seller, 'Criadas y señoras' (2011), que es un buen director de actrices y aquí tiene a su disposición tres de ellas que están muy bien en sus respectivos papeles, siendo de lo mejor de esta cinta, como también sucedió en el título antes indicado por el que Octavia Spencer se llevó el Oscar.
La cuestión es que mientras que en aquella se trataba de un drama aquí se pasa al policiaco que posiblemente no domine tan bien, sobre todo cuando tiene una intriga tan complicada como la que ofrecía la novela que en su transformación en imágenes se hace a veces algo truculenta.
No obstante resulta un producto que entretiene, que capta bien la atención del espectador, al que recomendamos no pestañee para no perder el hilo, que se deje engañar y lo pasará bien.
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