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NOTAS DE LA DIRECTORA...
   Después de algo menos de un año de terminado el rodaje, el 18 de agosto se estrenó MIGAS DE PAN en Montevideo. Esta es su primera presentación, la presentación mundial como se dice en el medio, a la que seguirá otro estreno en España y Argentina. Pero este primero, tenía que ser aquí, en Uruguay, en el lugar dónde viven las mujeres que inspiraron la película y dónde ocurrieron los hechos que en ella se relatan.
  Es la primera película de ficción sobre el período dictatorial que se
 La protagonista de la película, Liliana Pereira, una mujer, un personaje en dos épocas de su vida. Una mujer cuyos sueños fueron truncados por una dictadura que dejaría en ella una dolorosa huella con la que vive en la actualidad su día a día.
  Una mujer que ni se rindió ni se rinde, que a los cincuenta y muchos años intenta poner en orden su relación con un hijo al que no pudo criar. Una mujer que no renuncia a que algún día se haga justicia.
  MIGAS DE PAN no habla de la acompañante de algún heroico varón. Liliana Pereira, nuestra protagonista, está en el centro del relato de esta película en la que contaremos, simplemente, su aventura de vida. Con sus sueños, sus reveses y su infatigable energía para volver a levantarse.
  MIGAS DE PAN habla también de otras mujeres, las que acompañaron a nuestra protagonista en sus años de cárcel. Habla de ese grupo de jóvenes que, como decía Ivonne Trías, con la sabiduría de los 20 años decidieron resistir a la destrucción que les tenían programada y lo consiguieron. Y habla, espero, de todos nosotros. Porque su historia nos interpela a todos. Para pedirnos que sintamos lo que sintieron y sienten quienes la vivieron.
  Esta película es la reconstrucción de una vida cuyo camino fue trazado con volátiles migas de pan.
 Preparar y rodar MIGAS DE PAN fue para mi un reto muy especial. Por un lado, porque era la primera vez que rodaba en Uruguay y lo hacía contando una historia que me importa y me emociona: la vida de muchas de mis amigas. Por otro lado porque me exigía, dada la importancia de lo que iba a contar, encontrar una línea estética acorde, alejada de cualquier forma de estereotipo, paternalismo o complacencia y que respetase tanto a los personajes como al público.
  Las imágenes de MIGAS De PAN debían ser justas, sin artificios, sin morbo, sin adornos. Sin la música que suaviza y edulcora las situaciones. Como en su día apuntó Jacques Rivette y formuló Jean Luc Godard, el travelling es una cuestión de moral. Y enfrentarme a las prácticas de una dictadura, a sus consecuencias, a las distintas maneras que se inventaron las víctimas para sobrevivir no es otra cosa que una cuestión de moral, incompatible con cualquier voluntad de lucimiento, cualquier forma de indolencia, cualquier excusa.
  Quisiera que MIGAS DE PAN ayude a compartir una experiencia entre las uruguayas y uruguayos que la sufrieron y los que no.
  Conté con dos actrices excepcionales para protagonizar esta película, Cecilia Roth y Justina Bustos. Pero fue también un placer muy especial comprobar y disfrutar el talento de las actrices y actores uruguayos. Tanto las generaciones más veteranas como las más jóvenes me han dado una alegría inmensa con su aportación llena de sensibilidad e inteligencia.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS...
   Desde que hay historia sabemos que las violaciones de los vencidos, principalmente de las mujeres, son una suerte de afirmación victoriosa de los ejércitos de ocupación.
  A lo largo del siglo XX, en los innumerables conflictos armados, las mujeres pertenecientes al bando enemigo fueron consideradas botín de guerra por los vencedores. Como forma de tortura, amenaza y escarmiento las mujeres de los vencidos fueron sistemáticamente esclavizadas, prostituidas, convertidas en esposas y amantes.
  Los nazis en los campos de concentración esclavizaron sexualmente decenas de miles de mujeres y niñas; el ejército soviético en su avanzada hacia Alemania, sobre el final de la Segunda Guerra Mundial, violó también a decenas de miles de mujeres. Los recientes conflictos armados en la antigua Yugoslavia, en Kosovo o en Irak son una muestra más de la actitud de los ejércitos vencedores en relación a las mujeres de los derrotados.
  En América Latina la tortura y la violación sistemáticas fueron una herramienta del terrorismo de Estado para intentar la destrucción psicológica de los que se le oponían.
  En junio de 1973 el ejército uruguayo, con el beneplácito de un grupo de civiles, da un Golpe de Estado y se hace con el poder decretando el estado de excepción y desatando una persecución militar y policial contra cualquier grupo que formulase oposición.
  La represión desatada fue especialmente violenta y ajena a cualquier protocolo legal, extendiéndose en secuestros, torturas y asesinatos sistemáticos de los que a día de hoy no están dilucidadas todas las responsabilidades.
  El golpe y la consecuente represión diezmaron, no solamente a los grupos opositores, sino a la sociedad entera provocando el exilio generalizado de buena parte de la población. Especialmente llamativo fue el  cartel que dejaron en el puerto de Montevideo a la salida de uno de los barcos hacia el exterior: "El último en salir que apague la luz".
  Que el humor no llegase a desaparecer entre las víctimas no debe echar duda ninguna sobre la brutalidad sistemática, sobre el despojo material y moral a los que se les sometió.

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