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SINOPSIS
Anna María Dalí es la hermana de Salvador. Ambos se adoran y disfrutan del ambiente progresista que envuelve a la España republicana pero todo su mundo se rompe cuando estallan las guerras europeas...
INTÉRPRETES
CLAIRE BLOOM, SIÁN PHILLIPS, ALLAN CORDUNER, VICKY PEÑA, BERTA CASTAÑÉ, JOSEP MARÍA POU, JOSÉ SOSPEDRA, MERCÉ PONS, KARME MÁLAGA, RACHEL LASCAR, MARTA ANGELAT, JOAN PERA, TIMOTHY CORDUKES, MINNIE MARX, JOAN CARRERAS
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La sorpresa y la belleza fascinante que produce Cadaqués proviene del contraste de encontrar una población de borde mar, y el mar misma, en un paisaje pirenaico. Hay quien considera que es uno de los lugares más bellos del Mediterráneo. Otros, empequeñeciendo este mar, proclamaban, a los cuatro vientos, que Cadaqués es el pueblo más bonito del mundo. Por ejemplo, Salvador Dalí. Una manifestación que implica una gran, noble y considerable añoranza que comparto desde hace casi cincuenta años. Son los que he tenido el privilegio de disfrutar de esta maravillosa y fascinante zona de mi país.
En el extremo noreste de la Península Ibérica se encuentran las estribaciones orientales de los Pirineos que talmente habrían podido formar una isla. Sentiréis, sobre todo, las sensaciones que dan las islas: una obsesión de recogimiento, una seguridad - real o ficticia - y un sentimiento de lejanía. La convicción, tan satisfactoria, que la gente que no tiene suerte de vivir, es de una infelicidad completa.
Pero Cadaqués no es una isla, es una península incomodísima que tiene como característica esencial la de haber sido difícilmente asequible por tierra, durante siglos. Este hecho no le ha servido, apenas, para nada, al revés, aunque la ha aislado más y ha acentuado los sentimientos insulares de sus habitantes. Del lado de tierra siempre ha habido el miedo de ver venir gente extraña, leyes incomprensibles, dolorosas o inexplicables, desprovistas de sentido.
La única puerta de salida de Cadaqués era la mar, por donde llegaba de todo, las penas y las glorias, los planes y la buena vida. Su manera de ser y de pensar se compran así, no sólo es su espléndida orografía, la estratigrafía geológica montañosa, las montañas que la ahogan un poco. Es la mar que, a veces, tiene tanta calma que parece un ojo dormido, estático, como un lago cambiando de color constantemente, bajo una bóveda inmensa, altísima. El cielo suscitador de un deseo constante, infinito, duro, rutilante, sobre un paisaje oscuro, de un verdor gris, apagada, triste. El territorio de Cadaqués, el puerto natural mejor del litoral catalán, con tempestad de mistral, de norte o provenzales, con temporales de levante que han configurado el carácter tan especial de sus habitantes.
La magnífica bahía donde se esconde el pueblo, las calas abrigadas de un agua purísima, Jonquet, Cala Bona, Portaló, Tudela, Culip ... se encuentran al final de esta engolfada perturbada entre el Canigó y los Alpes. Los días de tramontana tienen un deslumbramiento de magia, el viento sale enloquecido de la tierra y se lleva el mar, a revuelos. Las rachas de viento se vuelcan violentamente deslizante en el horizonte. La joya luminosa del caos. El embate contrario, los días del viento del sur nebulosos, cargados de humedad, descabellado Cadaqués, el crepúsculo se realiza sobre una tristeza, melancolía y vacío irreparable, como una fatiga bochornosa y mórbida, descoyuntadas. Todo esto lo explica Josep Pla.
Portlligat, la cala donde se estableció Dalí, ofrece, además, unas tonalidades originalísimas que le dan un aspecto raro, la absoluta tranquilidad y el reposo de todos sus elementos que produce, en los años de la acción que presentamos, una extraña sensación de tragedia incruenta, de soledad despiadada, que solo puede ser repetida gracias a la creación artificial. En este rincón olvidado nacieron la mayor parte de las obras maestras de uno de los personajes más extraños e interesantes de la pintura del siglo XX, la personalidad es motivo más que sabroso para cualquier narrador que quiera ser testigo. Siempre fue la piedra de toque para los elogios más entusiastas y para las críticas más violentas, pero lo que resulta evidente es que Salvador Dalí personificó y construir actualidad y noticia en todo momento, para lo cual era absolutamente necesaria una habilidad y una inteligencia fuera de serie.
Este paisaje es el marco fantástico, insuperable, que empuja esta historia, y al mismo tiempo la pasión que despierta a todos sus protagonistas. También es lo que hace única esta tragedia contemporánea que fue la vida de Anna Maria y Salvador Dalí. Dos personalidades genuinas, dos hermanos que, a pesar del amor que mutuamente se tuvieron toda la vida, dejaron de tratarse durante casi cuarenta años, marcados, como en un drama griego, por sus caracteres, por sus amores, por sus espíritus libres, por sus traiciones, por ser hijos de quienes eran, por haber vivido intensamente los años más convulsos y apasionantes de un siglo, rebosante de guerras, dictaduras y de cambios culturales, sociales, políticos y artísticos.
Dos hermanos que disfrutaron del gran ambiente progresista de la España republicana, confraternizando con creadores de primer orden, García Lorca, Buñuel, Miró, Éluard, Breton ... y la siempre misteriosa Gala. Dos hermanos que después serán víctimas de miserias de las guerras pero sobre todo del éxito mundial de Salvador, buscado y trabajado, como ningún artista del S. XX ha conseguido, un éxito a costa de pagar humanamente, en su relación, un precio muy alto. La figura del genial pintor ha quedado ligada a la codicia y la voluntaria sumisión a la dictadura franquista que aniquilar las libertades, durante cuarenta interminables años, de todos nuestros conciudadanos. Una historia casi irreal de amor pero también de rencores, mezquindades, ambiciones y sobre todo del poder que al final acabó astilla y troceando la naturaleza de unas relaciones fraternales, explicada por un testigo excepcional, la paciente Anna Maria Dalí.
He sido testigo, he conocido y tratado durante muchos años a los personajes que presento, especialmente a Salvador Dalí pero también a su entorno que no he podido situar y desarrollar en el guión para un problema de síntesis cinematográfica. La relación con su fiel ayudante pintor durante treinta años, el gran escenógrafo Isidor Beà, con el que trabajé en mis años teatrales, y en particular con las figuras de Amanda Lear y Carlos Lozano, a los que me unió amistad y que también han dejado testimonio escrito de sus vidas junto al gran pintor.
De Dalí he recibido sus confidencias, he compartido salidas en barca por las calas de Cap de Creus, largas tardes y noches en su casa de Portlligat y en mi de Cadaqués; en el su suite del antiguo Ritz de Barcelona y en la inauguración parisina de su primera gran exposición en el Centro Pompidou. Me ha llevado muchos años reflexionar sobre mi contribución, como narrador, a divulgar no únicamente la historia de una familia singular, sino también del profundo arraigo y amor que comparto con un paisaje que también es el de mi vida, donde he escrito la mayor parte de los guiones de mis películas y he acabado los dos libros que he publicado, el de memorias y el del diario de la vuelta al mundo.
No se trata de apostar sobre un personaje, Salvador Dalí, un caballo ganador en cualquier lugar del mundo, como prueba el interés que despierta después de veinte y cinco años de su muerte. Creo que vale la pena reflejar un tiempo y un espíritu que me ha sido explicado en primera persona, y vivido en parte, en un film lleno de sinceridad, afecto y una cierta desolación ante el comportamiento de los humanos.
Una historia marcada por la tramontana, el viento que aventar el Empordà y Cadaqués, con fuerza y violencia, que origina a sus habitantes el carácter surrealista más puro y de lo que el divino Dalí quiso ser, por encima de todo y de todos , el máximo exponente.
GALERÍA DE FOTOS
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