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MEN
INFORMACIÓN
Titulo original: Men
Año Producción: 2022
Nacionalidad: Inglaterra
Duración: 100 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 16 años
Género: Terror, Ciencia ficción
Director: Alex Garland
Guión: Alex Garland
Fotografía: Rob Hardy
Música: Ben Salisbury Geoff
FECHA DE ESTRENO
España: 22 Julio 2022
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Vértice cine


SINOPSIS

Tras sufrir una tragedia personal, Harper se retira sola a la hermosa campiña inglesa, con la esperanza de haber encontrado el lugar ideal para curarse. Pero algo o alguien parece estar acechándola. Lo que comienza como un pavor latente terminará convirtiéndose en una auténtica pesadilla, habitada por sus recuerdos y miedos más oscuros...

INTÉRPRETES

JESSIE BUCKLEY, RORY KINNEAR, GAYLE RANKIN, PAAPA ESSIEDU, SARA TWOMEY, ZAK ROTHERA-OXLEY, SONOYA MIZUNO

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- Festival de Cannes 2022

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LA PRODUCCIÓN...
    Una mujer sola en una casa grande y aislada; un paseo por el
bosque y un extraño que la vigila desde los arbustos.
Esto podría parecer una clásica película de terror, pero MEN no es una película de terror convencional, aunque emplea hábilmente los elementos más impresionantes del género para adentrarse en lo más profundo de tu sistema sensorial.
  En esencia, es una historia sobre la crisis central de nuestros tiempos: la masculinidad y cómo se manifiesta, las agresiones grandes y pequeñas, el arrepentimiento, los ciclos perniciosos, las ideas arcaicas y desenfrenadas, y las expectativas culturales. Es una película con un interés único en los mitos fundacionales que mueven nuestra cultura y que el públicolleva consigo al cine.
  "Trata temas sobre los que llevo pensando durante mucho tiempo y algunos ya los he tratado en mis películas anteriores" dice Garland. "Pero con esta película lo que buscaba era que el espectador pudiera proyectar lo más posible, haciéndole partícipe de la narrativa. La película funciona un poco como un espejo en el que las personas proyectarán sus propias ideas sobre lo que creen o no que se está contando, adquiriendo así un significado personal para ellas".
  Esto sucedió así incluso con el elenco de MEN. Los dos actores principales aportaron sus propias ideas a la historia. Jessie Buckley como Harper, cuyo refugio es invadido repetidamente, y Rory Kinnear en una actuación polimórfica como múltiples personas con la misma cara.
  Sus roles tenían que funcionar en sincronía absoluta, ya que aunque Harper trata de lidiar con su reciente dolor y el violento giro que sufrió su matrimonio en sus inquietantes días finales, no puede escapar de un pueblo repleto de hombres que la invaden y la amenazan. Hombres, todos con la misma cara, interpretados por Kinnear como variaciones sobre un tema.
  En este siniestro desfile de arquetipos hay algo cada vez más extraño.
Todos parecen tener un origen común, conectados entre sí como fragmentos rotos, mientras su necesidad que todo lo consume rodea a Harper.
  "Veo la película como parte de la intensa conversación entre hombres y mujeres que estamos viviendo en la actualidad. Es algo que ha sucedido tanto política como socialmente en los últimos años, y creo que MEN más que una respuesta es una provocación", afirma Buckley.
  "Creo que la película desarrolla tropos de horror para
mostrar algo sobre las interacciones entre hombres y mujeres, sobre lo que los hombres son capaces de hacer tanto en la sociedad como en las relaciones. Espero que el público sienta, y profundamente, como lo hice yo cuando lo leí por primera vez, que ofrece una gran profundidad temática que sorprende continuamente y que luego se fusiona convirtiéndose en algo hermoso y revelador sobre quiénes somos todos", agrega Kinnear.
  Esta película es la tercera de Garland como guionista y director. Se ha establecido con una voz cinematográfica singular, sintiéndose cómodo explorando la filosofía, la ciencia, la ética y las preguntas incrustadas en nuestros tiempos a través del marco (y la subversión) del género. Sus proyectos tienden a desafiar, confrontar y alimentar conversaciones.
  Sus dos primeras películas, Ex Machina y Aniquilación, son obras de ciencia ficción que te vuelan la cabeza. Y en MEN están presentes todos los ingredientes elementales del terror popular: aislamiento, naturaleza, extraños, religión, fertilidad, violación y lo insólito. Fiel a las bases del género, la tensión
incesante de la película construye un clímax salvajemente rico con imágenes sorprendentes. Las imágenes de alucinaciones de MEN reflejan directamente las interacciones reales, los dictados sociales y las divisiones abismales que todos vemos en nuestro entorno cotidiano.
  "La creatividad de Alex no tiene fin, pero siempre hay una gran pregunta en el epicentro de su trabajo", observa Buckley. "Y la pregunta de este guion era la de la masculinidad y cómo se relaciona con lo que estamos experimentando culturalmente en la actualidad.
  Es una exploración más profunda de eso. Mientras rodábamos la película y teníamos muchas conversaciones, se revelaban cosas nuevas constantemente, pero cuando se trata de estas preguntas, creo que todos seguimos buscando".
  El personaje de Buckley, Harper, aparece en casi todos los fotogramas de la película. Va a la campiña inglesa para encontrar la paz a raíz de la desesperación y la confusión por su matrimonio, pero desde el primer saludo con el propietario de la casa que alquila, la paz parece desvanecerse. Y en lugar de eso, cada inquietante encuentro conduce a otro. Primero con el misterioso hombre silencioso y luego con un policía, un vicario, un niño gruñón, un camarero y un par de granjeros. "Por mucho que puedan asustarme, creo que todos, con sus heridas y todas esas cosas que los humanos ponen a su alrededor para aparentar ser o actuar de cierta manera, son muy tristes", dice Buckley.
  El proceso creativo entre Buckley, Kinnear y Garland fue muy intenso desde el primer momento y, como sucede en muchas películas, comenzó con discusiones durante un largo período de ensayo. Pero aquí había una diferencia: Garland seguía revolviendo esos diálogos en la narrativa. Toda la película fue diseñada no solo para estimular el diálogo, sino para ser un diálogo que responda a lo que quieren transmitir sus creadores.
  Para Kinnear, este espíritu de colaboración proporcionó la red de seguridad necesaria para asumir riesgos en lo que necesitaba ser una actuación absolutamente inquebrantable, mientras se sumergía en una serie prismática de comportamientos hostiles y necesarios desde diversos ángulos.
  "Durante dos semanas, antes de que empezáramos a filmar, Jessie, Alex y yo nos sentamos a charlar en una habitación sobre todos los temas de la película. Sobre lo que nos gustaría cambiar, cómo nos sentíamos y cómo veíamos personalmente el desarrollo de las cosas", explica.
  "Fue una experiencia realmente rara. No solo tener esa cantidad de tiempo de ensayo, sino que el ensayo se alimentara tan directamente de la narrativa, las escenas y los personajes".
  Tratando los miedos más primarios y mitos culturales duraderos, la película plantea muchas preguntas abiertas con las que Garland espera atraer a la audiencia. "Esta película se inclina fuertemente hacia la idea de que una historia está dividida a partes iguales entre los narradores y los receptores de la historia", señala. "Esta película anticipa más que cualquier otra película en la que haya trabajado. Aquí, la audiencia se suma a la conversación".
  Sin embargo, la historia no podría estar construida de una manera aún más meticulosa y, en última instancia, MEN hechiza a la audiencia mediante los mismos tropos que utiliza para derribar la estructura tradicional de las películas de terror. La fuerza malévola, en lugar de fortalecerse, parece cada vez más vulnerable y desesperada.
  "Fue interesante trabajar en ello porque elimina lo que, en términos puramente de género, hace que una película de terror dé miedo y es el poder del monstruo de ser invulnerable a los ataques y hacer daño. Aquí hemos mermado ese poder masivamente a medida que esa fuerza se vuelve cada vez más patética, por lo que tal vez esto genere un tipo diferente de respuesta", dice Garland.

EL REPARTO...
Jessie Buckley:
  Para interpretar a Harper, Jessie Buckley tuvo que ponerse en la cuerda floja tanto emocional como intelectualmente, perfeccionando todas las reacciones físicas y psicológicas del personaje a los hombres que la rodean y acosan en las circunstancias más complicadas. "Harper está lidiando con el dolor, el luto y la pérdida, y este viaje a la campiña la rompe de dentro hacia fuera", describe Buckley.
  Nativa de Irlanda, la fama Buckley ha subido como la espuma en los últimos años. Ha participado en una serie de intrincados papeles cinematográficos y televisivos, como en la serie de Craig Mazin Chernobyl, el drama de terror de Charlie Kaufman Estoy pensando en dejarlo, el exitoso programa Fargo, y el debut como directora de Maggie Gyllenhaal La hija oscura, por el que obtuvo su primera nominación al Oscar.
  La profundidad con la que Buckley entendió el papel e influyó en él asombró a Garland. "Jessie y yo hablamos el mismo lenguaje interno", comenta. "Teníamos una relación muy estrecha y la forma en la que realzó un tema tan difícil fue realmente asombrosa".
  Para Garland, las aportaciones de Buckley fueron la clave para formar el personaje de Harper. "Siempre he apreciado el carácter colaborativo del cine”, dice Garland, “y esta película, en particular, es el resultado de las ideas e instintos creativos de todos los que han participado. Gran parte de la forma en que funciona la película es producto de mis conversaciones con Jessie. Hablamos sobre cuáles eran los argumentos desde su punto de vista, así como desde el mío, y luego trasladamos todo eso de nuevo a la historia".
  "Diría que al menos la mitad del tiempo de ensayo de Jessie no fue leyendo sus líneas, sino más bien discutiendo las reacciones de Harper, las diferentes formas en que podrían darse y cómo eso cambiaría su significado. De una manera muy técnica, lo que Jessie hizo fue participar directamente en la narrativa, justo como espero que también lo haga la audiencia", continúa diciendo Garland.
  Esta forma exploratoria de entrar en el papel entusiasmó a Buckley. “Mi primera lectura de guion con Alex fue una colaboración basada en el debate y el cuestionamiento.
  No imponía ninguna idea, estaba abierto a ellas, y eso lo convirtió en un espacio más interesante y desafiante donde trabajar", dice. Harper llega a la casa de campo en un estado de luto contenido en silencio y cuestionándose varios temas que la reconcomen en su interior, como el amor, la pérdida, la comunicación y la violencia basada en una relación íntima.
  Su agitación se vuelve cada vez más extrema a medida que continúa experimentando una serie de agresiones e invasiones, pero para Buckley, lo que Harper experimenta según va desarrollándose la historia es algo parecido a un renacimiento.
  "Dejar cualquier relación es difícil, pero creo que al final de esta historia Harper puede pararse a pensar: "todavía puedo elegir mi vida". Incluso a través de todas estas invasiones que experimenta, hay algo que me emociona de la experiencia de Harper ", dice Buckley. "La vida la sacude.
  Todo lo que estaba tratando de contener en su interior se agrieta y dentro de esa barrera está su verdadera y cruda feminidad".

Rory Kinnear:
  Si bien los dobles y los doppelgängers tienen un hogar establecido en la historia del cine, la oportunidad de interpretar un amplio abanico de personajes, o, tal vez, los muchos fractales de una personalidad, rara vez llega a lo largo de la carrera de un actor. En la mayoría de los casos, solo sucede en sátiras. Alec Guinness interpretó nueve papeles en Ocho sentencias de muerte, Eddie Murphy siete en El profesor chiflado y Peter Sellers tres en ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú. La tarea de Rory Kinnear era una más oscura y psicológica, pero la oportunidad de jugar con toda una cadena de facetas masculinas como variaciones sobre un mismo tema lo atrajo como un imán.
  Miembro de la Royal Shakespeare Company, una conocida estrella del teatro y la televisión británica, ganador de dos premios Olivier y con una nominación a los Premios BAFTA, Kinnear es más conocido como Bill Tanner, jefe de personal del MI6 en la serie Bond. Su mayor pasión es ir más allá de los límites y así fue cómo la visión intransigente y única de MEN lo enganchó desde la primera lectura.
  "Me encanta hacer cosas que no he visto antes, cosas distintivas y atrevidas. Cuando supe que daría vida a varios personajes en MEN, me sentí atrapado enseguida por esa mezcla de sensaciones de no saber si iba a funcionar y querer ver qué saldría de ahí", explica Kinnear.
  "Me gustan los desafíos y estar bajo presión.
La actuación no solo requería destreza y una considerable desnudez, sino también audacia, ya que sus personajes recursivos se dan literalmente a luz unos a otros en el clímax de la película. Rory tuvo que ser un actor muy valiente", reflexiona Garland. "Tuvo que confiar plenamente en la película para conseguir hacer lo que hizo, que fue emocional y psicológicamente muy difícil".
  Kinnear comenzó dibujando pequeños bocetos de todos sus personajes. Puede que cada uno de los hombres se pudiese identificar a simple vista, pero él quería conocer específicamente la edad, la corporalidad y el temperamento de cada uno de ellos. Utilizó estos bocetos no solo para su propia investigación, sino también para ayudar al equipo de peluquería y maquillaje a desarrollar estilos detallados individuales. Mientras encarnaba a los hombres en el set, Kinnear descubrió que cada uno traía consigo un aura distinta. "Era increíble verme salir del camión de maquillaje como un personaje diferente, ver cuánto cambiaba", recuerda Kinnear. "No era solo cómo me veía, sino cómo le hablaba a la gente y cómo ellos me respondían".
  "Cuando Geoffrey, el dueño de la casa, estaba en el plató, todos se lo pasaban genial. Cuando llegaba el vicario, a todos se les helaba la sangre. Cuando era el policía el que estaba en el plató, todo el mundo sentía náuseas. A veces las reacciones eran tan fuertes que me daban ganas de decir: "Sigo siendo yo, ¿vale, chicos?", continúa Kinnear.
  "Pero de lo que me di cuenta con eso, es de lo mucho que las personas imponen a los demás con su aspecto físico".
En una escena clave en el bar, cinco de los personajes de Kinnear interactúan en pantalla simultáneamente. Aunque se filmó con suplentes, que hicieron que la escena fluyera, Kinnear tuvo que zambullirse en el surrealismo de la película. “Para esa escena tuve que seguir un riguroso proceso y traté de mantener la cabeza fría", reflexiona Kinnear. "Coordiné lo que estaba haciendo cada uno de los personajes y cómo se respondían el uno al otro. Disfruté muchísimo de la experiencia".
  "Técnicamente, intenté asegurarme de que todo estuviera bien atado. Es decir, que pareciese que en escena solo había dos actores divirtiéndose mucho. Es una escena muy divertida, pero también escalofriante. Jessie y Rory se inclinaron hacia esos contrastes", afirma Garland de esa escena.
  El cambio de aspecto de Kinnear se ve realzado por las prótesis y el maquillaje, aunque los numerosos cambios corporales fueron todo un desafío. "Usé diferentes juegos de dientes protésicos, que afectan al habla y eso, a su vez, alteraba completamente cómo me comportaba y me movía", señala. “Me gustaba tener el pelo más largo para interpretar al vicario. La ropa, diseñada por Lisa Duncan, quien hizo el vestuario para el episodio Mangrove de la exitosa miniserie de Steve McQueen Small Axe, también fue de gran ayuda".
  A medida que los actores se fueron volviendo más creativos, Kinnear creo un vínculo muy necesario con Buckley. "Lo que más me llamó la atención de Jessie, además de que era muy divertida, agradable y simpática, es que no sentía ningún tipo de vergüenza ni frente a la cámara ni detrás de ella", dice Kinnear. "A menudo hacía cosas inesperadas, pero siempre resultaban naturales.
  Creo que, actualmente, es la actriz más interesante e importante de Gran Bretaña".
Buckley también siente su compenetración con Kinnear como el eje sobre el que gira toda la película. "Fue increíble ver como Rory se metía en sus diferentes personajes. Gracias a que logró que cada uno fuera tan fuerte y preciso, yo pude responderles de una forma tan plena".

Los hombres:
  El primer hombre al que Harper conoce al llegar a la idílica casa rural que ha alquilado es a Geoffrey, el dueño de la casa, que, aunque parece un poco confuso, incómodo y entrometido, también parece bastante amable. "Sin duda, Geoffrey es el más divertido y gracioso de todas las personas que conoce Harper".   Kinnear describe a Geoffrey como "un escudero campestre y torpe que está dispuesto a hacer que Harper se sienta bienvenida, a pesar de que podría estar demasiado interesado en sus asuntos. Es una presencia amable que no quiere hacer daño, pero tropieza con las sutilezas y las costumbres de hoy en día. A mi modo de ver, su familia aristocrática, probablemente, ha sido dueña de esta casa durante siglos, pero ahora ha tenido que mudarse a un lugar más pequeño y alquilar la casa para salir adelante".
  Después de que Geoffrey le enseñe a Harper la casa y le explique las reglas del lugar, Harper sale a dar un paseo e inspeccionar la zona. Para su sorpresa, descubre a un hombre totalmente desnudo, que está aparentemente herido, y no entiende qué hace en su propiedad. "Esa es una experiencia bastante aterradora para Harper, porque afortunadamente no es algo habitual encontrarnos algo así frente a nosotros", señala Buckley.
  En última instancia, esta figura clave se transforma en el mítico Hombre Verde , que requiere la foliación completa de la cara y el cuerpo de Kinnear. "En la fase final el proceso de colocar las prótesis pieza por pieza duró un día completo. Luego tuve que ensuciarme y cubrirme de sangre de arriba a abajo para, finalmente, estar fuera completamente desnudo y muriéndome de frío a las 3 de la mañana", reflexiona Kinnear.
  Harper también conoce a Samuel, un misterioso niño de 9 años, que la insulta sin pelos en la lengua. Aunque tiene el cuerpo de un niño, también tiene la cara de Kinnear. "Samuel es un pequeño delincuente.
  Puede que sea joven, pero, desde el primer momento, sientes cómo la ira y la violencia hierven dentro de él y están a punto de explotar", describe Buckley.
Luego está el vicario, que se acerca a Harper en la iglesia con intenciones poco claras para entrometerse en sus emociones y terminar mostrando su propia sensación de fracaso. "Dios, el vicario es el peor", reacciona Buckley.
  "Pero, en mi opinión, lo que pasa con todos estos hombres es que son víctimas de su propia represión. El vicario es, sin duda, el más amenazador y el más emocionalmente violento. Tiene una personalidad muy desconcertante y fue, sin duda alguna, el personaje más difícil de todos aquellos con los que interactué".
  Otro personaje que interpretó Kinnear fue Jimmy, el policía engreído que "está bastante satisfecho con su posición", dice Kinnear. "Y luego tenemos a Franklin, el propietario del pub. Por último, tenemos a los dos hermanos, unos campesinos que llevan en el pueblo toda su vida, y aunque no dicen nada, representan el prototipo de presencia intimidante y acosadora".

James:
  Mientras Harper se instala con sus desasosegantes recuerdos y emociones en la casa de Geoffrey, hay otro hombre que la atormenta: su ex marido James. Una serie de inquietantes acontecimientos se cernieron sobre ellos al final de su vida juntos.
  Un acto aterrador de brutalidad, discusiones que no llevaban a ninguna parte y una misteriosa y espantosa caída. Ahora Harper necesita reconciliarse con todo aquello. Tomando el desafiante papel de un hombre que solo aparece en destellos y en un profundo estado de crisis, pero que aún así está en el centro de las preguntas de la película, tenemos a la creciente estrella británica Paapa Essiedu. Essiedu debutó con varios papeles aclamados de la Royal Shakespeare Company y, recientemente, ha ganado un Emmy y un British Academy of Television Award por su papel en la serie Podría destruirte de Michaela Cole. "El papel de James es bastante complicado a diferentes niveles", reconoce Garland.
  "Paapa logró algo realmente maravilloso. Evitó que su personaje fuera simplemente grosero o básico, y te hace sentir intensamente su dolor y confusión. James comete un acto transgresor, que podia haber hecho que cambiáramos lo que sentimos sobre su personaje, pero Paapa se aferró a la agonía de James impidiendo que nos olvidásemos de ella".
  Essiedu se sintió agitado al leer el guión. "Me emocioné al instante", recuerda. "Estaba aterrorizado, tenso y muy angustiado. Poco después, Alex y yo nos sentamos y hablamos de nuestras cosas, nuestras vidas y objetivos y enseguida quedó claro que ambos estábamos en la misma onda".
  Y esa conexión pronto se hizo más profunda. Al igual que con Buckley y Kinnear, Garland quería escuchar todo lo que Essiedu pensaba y sentía en lugar de proscribir cualquier versión definitiva de la película. Essiedu estaba eufórico por ello. "Creo que la mayor parte del trabajo de Alex consiste en investigar esos aspectos dudosos que existen más allá de las opiniones binarias y como director se niega a posicionarse", señala Essiedu. "Pero, en mi opinión, la película plantea preguntas importantes sobre lo que algunos hombres hacen a otros hombres y también sobre lo que las mujeres hacen a los hombres. Nos hace cuestionarnos quién tiene la culpa y si alguna vez seremos capaces de deshacernos de los demonios de nuestro pasado".
  Todas estas preguntas están arraigadas en la relación de Harper y James. Essiedu la reconoció de inmediato. "Muchos de nosotros hemos estado en una relación que parece estar viva, pero que, en el fondo, se está muriendo", reflexiona.
  "Jessie y yo intentamos capturar ese momento en el que la relación es como un gran tiburón blanco que arrasa con todo a su paso. Dices y haces cosas que, por lo general, nunca harías o dirías". No fue una situación sencilla de mantener, sobre todo dados los impulsos destructivos de James, pero Essiedu intentó meterse en la mente terrorífica de James en el contexto de una vida que no vemos en la pantalla.
  "Lo veo como un hombre que aunque es capaz de amar muy profundamente, en este momento está completamente frustrado, desesperado y muy asustado", explica.
  "Las respuestas de James a su frustración reverberan a lo largo de toda la película", señala Essiedu. Él tiene una influencia que cala en todos los hombres a los que conoce Harper durante su viaje y luego, en los últimos fotogramas de la película, tenemos la oportunidad de ver una versión diferente de James". Garland encontró las escenas entre Buckley y Essiedu tan reales que podían llegar a ser desgarradoras. "Personalmente, una de las escenas que me resultó más difícil de rodar de toda la película fue la de su ruptura, que está filmada esencialmente de perfil con Jessie y Paapa cara a cara. Podía sentir el dolor de esa escena. Dejó de ser algo técnico y se convirtió en algo tan palpable dentro del plató que nos resultó difícil coexistir con ella", afirma Garland.
  En ese momento, la audacia de Buckley puso un listón que, según Essiedu, fue emocionante alcanzar. "Jesse tiene un coraje infinito y no deja nada a medias", puntualiza. "Su nivel de compromiso es tan sumamente alto que a veces daba miedo".
  Las diversas emociones de esa escena estaban tan concentradas que, no se sabe cómo, Essiedu terminó torciéndose el tobillo a pesar de que la acción era prácticamente estática. "Había tanta tensión en la habitación que, de repente, la empecé a sentir por todo el cuerpo", reflexiona.

La Sheela-Na-Gig y el Hombre Verde:
  Una historia sobre cosas que persisten y se regeneran. MEN está plagada de imágenes que podrían percibirse como reproductivas en la naturaleza: túneles, pasadizos, semillas, huecos, ecos, etc.
  Pero hay un par de símbolos más concretos que también relucen en la película, como la talla figurativa conocida como Sheela-Na-Gig. Se trata de objetos de adoración hechos de piedra que representan a una mujer desnuda y en cuclillas mostrando su vulva. Su equivalente masculino es el Hombre Verde, famoso por la maraña de hojas, enredaderas y ramas que expulsa por la boca y emanan de su piel.
  Ambos están siempre envueltos en un halo de misterio, a pesar de estar omnipresentes en iglesias, castillos y pórticos por todo el mundo. Los historiadores del arte han expuesto varias teorías y una de ellas es que la función de la Sheela-Na-Gig era prevenir contra la lujuria y honrar la fertilidad femenina para proteger del mal o rendir homenaje a alguna diosa pagana desconocida. Incluso se ha llegado a decir que son bromas arquitectónicas hechas por los masones medievales. Su nombre gaélico ha demostrado ser infranqueable. Se ha traducido, entre otros, como "la anciana de los pechos grandes", "el agujero vacío", sencillamente por el nombre de sus genitales o mediante términos absurdos del estilo carentes de significado. Y aún así, estas esculturas resuenan en nuestros tiempos como unas de las representaciones más descaradas que existen. Podría hasta decirse que son imágenes empoderantes de la forma femenina en la historia de Europa.
  Asimismo, el Hombre Verde se resiste a tener una explicación definitiva. Está en una zona gris entre el simbolismo pagano y el cristiano. Se dice que esta criatura folclórica con aspecto de árbol, que a menudo decora las tabernas, representa la primavera, los nuevos brotes, el anhelo por la naturaleza, la potencia sexual del hombre o es tan solo un artículo decorativo muy llamativo que ha terminado convirtiéndose en un meme.
  "Sabemos que estos símbolos son antiguos, poderosos y que nos afectan en mayor o menor medida, pero realmente no sabemos lo que significan y es complicado discernir entre qué es mitología y qué no", señala Garland.
  "Eso los hizo perfectos para la película. Una de las cosas que me gusta de la Sheela-Na-Gig es su franqueza inalterable. Al verla, la gente reacciona de distintas maneras, pero termina cautivándolos y eso es lo que pretende la película".
  Según continúa diciendo, "la Sheela-Na-Gig sobrevivió a muchos siglos de dura represión durante los que se la comparaba con cualquier elemento de carácter sexual.
  Mientras los victorianos estaban ocupados cubriendo todos los genitales en el arte clásico, en las iglesias aún se encontraban estas tallas que a los ojos de la gente se consideraban imágenes descaradas y conflictivas de la sexualidad. "¿Es sexualidad, reproducción o simplemente una declaración de intenciones?". "¿Cómo han cambiado nuestras ideas desde entonces?". Todas estas cuestiones se mezclan en la narrativa".
  Desde que el Hombre Verde cobra vida en la película, invocado por Kinnear, los actores tuvieron su propia visión de cómo actúa el personaje en la historia. "Veo al Hombre Verde como una especie de hombre arquetípico caído, el nivel más básico del hombre. De naturaleza primitiva. pertenece a la tierra. Básicamente, es la vida y la muerte. Ha vivido durante miles de años y está formado por una serie de complicados elementos, por todas las heridas de los hombres y de la masculinidad; pero también cuenta con el potencial de la vida", declara Buckley.
  "El Hombre Verde es una figura que cambia y se desarrolla a lo largo de la película, al parecer, obsesionando a Harper y cuidando de ella. Nunca sabemos si está ahí para protegerla o atormentarla, pero, en mi opinión, representa ese renacer que necesita alguien después de sufrir tanto dolor. Él es una de las fuerzas primordiales con las que siempre trabajamos, que se encuentran en el fondo de la historia, pero que a día de hoy nos siguen acompañando", añade Kinnear.

La casa:
  La casa, el lugar de todos nuestros deseos y aspiraciones domésticas, ha sido durante mucho tiempo uno de los tropos más frecuentes en el terror porque rompe la fachada de la seguridad cotidiana.
  En MEN, la casa que Harper alquila para su escapada pasa de ser un edén repleto de frutas a convertirse en un escenario lleno de amenazas y espiritualidad. "La casa es un personaje más de la película", afirma Buckley. "La cantidad de detalles que usó el equipo de diseño para mejorarla consiguieron que pareciera una criatura más. Es un lugar donde las paredes corren siempre el riesgo de romperse y la puerta es como un vórtice donde las cosas pueden cambiar de repente".
  El equipo de producción encontró esta gran finca en Gloucestershire, en el próspero suroeste rural de Inglaterra. Los Cotswold es una zona plagada de pueblos medievales con casas de piedra, senderos bordeados por setos y bosques tranquilos donde se escucha el murmullo de los ríos. Su refinada presencia lo convertía en la base de operaciones perfecta para explorar las represiones y agresiones. La casa era un alquiler vacacional, pero el diseñador de producción Mark Digby y la diseñadora de decorados Michelle Day, que ya habían trabajado con Garland en sus anteriores películas, la convirtieron en un lugar plácido, a la vez que escalofriante.
  "Encontrar la casa perfecta fue como encontrar al actor perfecto", declara Garland. "La sensación fue la misma que cuando un actor entra en la habitación e inmediatamente sientes que es la persona adecuada. La casa disponía de cosas muy útiles en un nivel puramente técnico. Muchas casas de campo y viviendas inglesas de ese período tienen habitaciones muy pequeñas, y los techos tan bajos que eso supone un problema para los equipos de filmación; pero, sorprendentemente, esta casa era muy espaciosa y tenía muchísima personalidad. Era preciosa incluso cuando resultaba siniestra".
  El esqueleto de la casa ya estaba allí y Digby y Day le dieron la energía que Buckley tomó como inspiración. Desde el principio, decidieron hacer que las paredes resultaran sutilmente alarmantes, como si tuviesen heridas o pareciesen sepulcrales, en contraste con el intenso verde campestre.
  "Tuvimos que cambiar el típico encanto inglés de las colinas y las casitas de campo de color miel por algo más malevolo", explica Garland. "Al pintar el pasillo de rojo, se convirtió en un lugar completamente diferente".
  "Terminó siendo un lugar donde se sentían muchas cosas a la vez, un lugar de auto-descubrimiento, la típica casa encantada.
Y si a eso le añadimos la forma en la que las paredes estaban estructuradas y cómo la cámara se tambaleaba por los pasillos, todo daba la sensación de ser algo muy primitivo", describe Kinnear.
  El director de fotografía Rob Hardy, que trabajó con Garland en Ex Machina, Aniquilación y Devs, reforzó la sensación de las fuerzas primarias y el ímpetu caótico mediante la paradoja de varias composiciones precisas. "A Rob se le da muy bien desenvolverse en un espacio y encontrar los fotogramas más increíbles", dice Garland.
  "Parece que nos leemos la mente y veces no hace falta ni que hablemos porque con una simple mirada, ya sé qué es lo que quiere hacer y viceversa. Confío plenamente en su habilidad con la cámara".

Consecuencias congénitas:
  Cada elemento de MEN: fotografía, diseño de producción, vestuario, maquillaje, sonido, interpretación y efectos visuales, forman entre sí imágenes extremas de las escenas culminantes de la película. En cada secuencia se siente tanto como se ve, a medida que una fantasmagoría de ramas heridas y vegetación facial da paso a unas imágenes sin precedentes de un parto masculino. Un hombre da a luz a otro a través de su carne deformada, como si transmitiera algo que no puede dejar de regenerarse.
  Por supuesto, Garland es consciente de que los espectadores tendrán diferentes interpretaciones de esta escena y que los dejará sin palabras, quizás en parte, porque sublima un proceso que no estamos acostumbrados a ver representado y, mucho menos, alterado radicalmente. "Me parece interesante que algunas de las cosas que más incomodan de la película no sean las ya arraigadas en el cine de terror, sino las que relacionadas concretamente con el nacimiento.
  Todos hemos llegado a este mundo de la misma manera", señala. Las imágenes evolucionaron con el tiempo, de la misma forma que la historia. "Al principio, algunos hablábamos y trabajábamos en ello, jugamos con las imágenes de la Sheela-Na-Gig y el Hombre Verde y terminamos creando a un hombre con una vagina en el pecho", dice Garland.
  Pero una cosa era esbozar la idea y otra representar en pantalla unas variaciones tan sorprendentes del parto.
Filmar la escena requería una intensa combinación de concentración e instintos primarios. "Fue muy difícil de filmar y hacía mucho frío cuando la rodamos", recuerda Garland. Rory se comprometió al máximo y fue muy valiente, y Jessie reaccionó de una forma tan inteligente que ambos crearon su propio espacio ilógico". "Tuve que estar con los ojos bien abiertos porque cada momento era una sorpresa", recuerda Kinnear sobre la escena.
  Más adelante, el director de efectos especiales David Simpson (Alita: Ángel de combate; Thor: Ragnarok) y su equipo se encontraron en un territorio extraño e inexplorado. "No hay muchos precedentes gráficos respecto al nacimiento de esa forma y eso nos supuso un gran desafío técnico", declara Garland. "En algunos aspectos nos recordó a Ex Machina, donde el equipo de efectos especiales y los maquilladores protésicos se convirtieron en el pilar fundamental de la estructura de la película. No puedo dejar de recalcar que esta película no la he creado únicamente yo, sino que es el resultado de muchas personas que han unidos todas sus ideas, opiniones e instintos creativos".

La música:
  Bookending Men son dos versiones del clásico melancólico "Love Song" de la cantante y compositora británica Lesley Duncan. La versión original en solitario se grabó en 1969 y es la canción que abre la película.
  Al final, justo después de las últimas líneas, que te dejan el corazón en un puño, suena una versión acústica de Elton John, un dueto que armoniza con Duncan, de su álbum Tumbleweed Connection de 1971. La única versión de una canción en todo el álbum. (La canción ha sido versionada por más de 150 artistas, incluyendo a David Bowie, Barry White, Peggy Lee y Dionne Warwick).
  "Es como si hubieras sufrido todo este dolor, horror y consternación, y escuchases esta hermosa canción que tiene un toque dulce de tristeza", explica Garland. "Por lo general, cuando la gente canta una canción, tienden a cambiarla, pero lo que llamó mi atención fue que la versión de Elton John es muy parecida a la de Lesley y que ella canta con él. La letra de la canción es muy simple, pero también muy real, y siempre me han gustado las cosas que incomodan a la gente excesivamente educada. Creo que hay una especie de optimismo cómico al final y la canción le va como anillo al dedo".
  La partitura coral de la película está compuesta por dos colaboradores habituales de Garland: Geoff Barrow y Ben Salisbury. "Geoff y Ben son unos compañeros fantásticos que siempre han estado ahí", comenta Garland. "Desde el principio, decidimos centrarnos principalmente en la voz.
  Algunas de las primeras conversaciones que tuvimos fueron sobre usar a un contratenor (una voz masculina que canta en el rango de una mezzosoprano) y la calidad que este tipo de voz podría proporcionarnos".
  Al igual que las imágenes, la partitura crea un riff que no para de resonar, especialmente cuando Harper produce un eco inquietante mientras está cantando en un túnel en el bosque.
  "La idea era sintetizar la música con la historia, cruzar los límites entre ambas", explica Garland. "A veces el actor forma parte de la partitura, que es otra forma en la que el público se convierte en partícipe de la película. Esto no sucede solo en el túnel, sino también cuando Harper grita en la iglesia, donde canta una nota que se une a la partitura. Aunque también podría decirse que es la partitura la que se une a ella".
  Esto fue posible gracias a que Buckley dotó de una musicalidad innata al papel (ella es pianista, otro instrumento que aparece dentro de la historia). "En la escena de la iglesia, Jessie estaba tan consumida por el dolor y la ira de Harper que todo eso la llevó de forma natural a alcanzar esa nota tan prístina que sale de ella y que luego vuelve a plegarse en la resolución de ese dolor y esa ira musicalmente. Presenciar cómo lo hizo fue impresionante. Fue como ver a un jugador de Wimbledon dándolo todo en una final".
  Buckley y Kinnear sintieron el impulso de explorar sus límites exteriores debido a la ambientación, que no solo puso en marcha Garland, sino todos en el plató, mientras cada uno lidiaba con las entrañas de la película, con los problemas culturales y psicológicos en los que se basa la historia, y la lucha íntima que generan. "A todos los miembros del equipo, de cualquier departamento, se les dio la oportunidad de ser reflexivos y creativos", afirma Buckley.
  "Todos nos metimos tanto en esa tarea que no solo queríamos ir a lo previsible, sino mucho más allá".

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