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INFORMACIÓN
Titulo original: Mauvais Sang
Año Producción: 1986
Nacionalidad: Francia
Duración: 116 Minutos
Calificación: Autorizada para todos los públicos
Género: Crimen, Drama, Romance
Director: Leos Carax
Guión: Leos Carax
Fotografía: Jean Yves Escoffier
Música: Benjamin Britter, Serguei Prokofiev
FECHAS DE ESTRENO
España: 14 Agosto 2015
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Avalon


SINOPSIS

Marc y Hans, dos ladrones de poca monta, deben dinero a una mujer que les emplaza en dos semanas a que le paguen. Asi estos deciden robar un nuevo antídoto para el virus del sida...

INTÉRPRETES

JULIETTE BINOCHE, JULIE DELPY, MICHEL PICCOLI, DENIS LAVANT, HANS MEYER, HUGO PRATT, SERGE REGGIANI, CARROLL BROOKS

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   Leos Carax comenzó a rodar 'Mala sangre' con tan solo 25 años. Después del éxito de crítica y público cosechado con 'Chico conoce chica', su primer largometraje, estrenado dos años antes, en 1984, la prometedora estrella del cine francés contó con unas condiciones excepcionales para un cineasta tan joven. De nuevo, fue financiado por su amigo y productor Alain Dahan, y también recibió una considerable subvención del Centro Nacional del Cine de Francia (Centre National du Cinéma) que le permitió rodar en estudio y construir escenarios para conseguir su insólito universo visual. Para esta película, contó con un leal equipo con el que ya había trabajado en 'Chico conoce chica': el director de fotografía, Jean-Yves Escoffier, y los actores Carroll Brooks, Hans Meyer y Mireille Perrier, a los que además añadió nuevos fichajes de prestigio: actores reconocidos como Michel Piccoli y Serge Reggiani, y jóvenes promesas como Julie Delpy y Juliette Binoche, quien, un año antes, había aparecido en la película 'La cita', de André Téchiné. También cabe mencionar el extraordinario cameo de Hugo Pratt, creador de los cómics 'Corto Maltese', como Boris, uno de los esbirros de la mafia.

  Fue durante 'Mala sangre' cuando se establecieron esos lazos artísticos y emocionales entre Carax y su actor favorito, el maravilloso Denis Lavant, un año más joven que él. Un enérgico actor gestual con múltiples talentos: artista de mimo, bailarín, acróbata y mago. Lavant ha sido compañero de fatigas y el alter ego de Carax durante toda su carrera, representando los papeles de «Alex», el nombre real del director. Leos Carax lo considera una verdadera fuente de inspiración para sus producciones: «Denis es indispensable. Cuando me planteo hacer una película, antes de las ideas, antes de las imágenes, tengo la necesidad de modelar algo con él. Denis es una escultura, alguien que se mueve, se balancea, alguien que baila como nadie en el mundo. En 'Chico conoce chica' no lo veía, así que tuve que resarcirme...». Como el crítico Serge Daney escribió en Libération, el cine francés no había visto una comunión entre director y actor como esta desde el dúo formado por Jean-Luc Godard y el ídolo de Carax, Jean-Paul Belmondo. De esta película surgió también otro tándem. Juliette Binoche se convirtió para Carax en lo que Anna Karina había sido para Godard: su musa, su actriz y su compañera. Rara vez se ve a un cineasta dirigiendo a su alter ego y haciendo así brillar a la actriz a la que ama. Durante el rodaje, el trío formó un equipo inseparable. Comían y dormían juntos en el hotel y construyeron una relación muy íntima que intensifica la emoción del filme y que se prolongó hasta el rodaje de su siguiente película, 'Los amantes del Pont-Neuf', en 1991, durante el cual Carax y Binoche terminaron su relación.

  El amor a primera vista y la pasión salvaje prevalecen en las películas de Carax.
 Siguiendo la estela de 'Chico conoce chica', 'Mala sangre' actualiza el romanticismo puro y la poesía propia del cine francés. El argumento de la película, que raya en las claves del cine negro, sirve en realidad de pretexto para crear una historia de amor absoluta e imposible: el joven Alex participa en el robo de la vacuna para un nuevo virus, el STBO (una referencia directa al VIH), y se enamora de Anna, la jovencísima amante de su compinche, un ladrón de la vieja escuela.
  'Mala sangre' evoca los mitos del amor trágico y recrea particularmente la leyenda de Tristán e Isolda. Al igual que hiciera Tristán, Alex se enamora de la novia de un hombre mayor que él (el personaje de Piccoli se llama Marc, como el rey Marco en la leyenda) y ella también se enamora de él. El objeto de deseo de todos, la vacuna contra el STBO, evoca la poción de amor, y Lise, la exnovia de Alex, representa a Isolda de las blancas manos, el primer amor de Tristán que acude a salvarlo cuando está a punto de morir. Carax resucita el mito medieval e incorpora su historia de amor moderna a la tradición de pureza y la fatalidad de las historias de amor de antaño.

  Aunque Leos Carax revisa una historia de amor clásica, ambienta su película en su el presente. Se sitúa en los años 80, década en la que Francia despertó de repente. Un momento en que las ideologías políticas cambiaron, el orden mundial se desmoronó y la gente empezó a ser consciente de la magnitud de los peligros medioambientales.
  'Mala sangre' se hizo en el año en que ocurrió la catástrofe nuclear de Chernóbil. Los 80 fueron una época en que los jóvenes perdieron el rumbo y se mostraron escépticos con el futuro. Incluso la libertad sexual que habían logrado en los años anteriores se vio frenada por el descubrimiento del Sida en 1983, convirtiéndose así 'Mala sangre' en una de las primeras películas en hacer referencia a la enfermedad. Los jóvenes de los 80 fueron una generación desencantada, atormentada ante la pérdida de una vida despreocupada. El desempleo cada vez afectaba a más gente, la población era cada vez más pobre y la expansión urbana se había descontrolado. Los jóvenes no tenían perspectivas de futuro y el mundo parecía estar sumergido en la ansiedad de fin de siglo y en el miedo a una catástrofe inminente.

  'Mala sangre' nos presenta a unos personajes que viven en un entorno que les parece hostil. Son seres solitarios, sin ataduras, abandonados a su suerte y sometidos a su propio desasosiego. No pertenecen a ningún grupo social, son inconformistas rechazados por la sociedad que viven muy alejados del reconfortante cobijo de la familia o la comunidad. De hecho, la figura del huérfano está muy presente en las
películas de Carax: Alex pierde a su padre al principio de la película, al cual no había visto desde la muerte de su madre; Lise perdió a su padre y Anna parece que no tiene ninguna relación con el suyo. Por ello, estas almas atormentadas recrean una unidad de familia adoptiva: Marc se convierte en amante y padre de Anna y en el padre de Alex, el más joven de la banda de ladrones. El grupo vive en un mundo abandonado, un barrio de pequeños estudios que recuerda a las afueras de París. Las localizaciones son fantasmales, como la antigua carnicería donde viven los personajes. Predominan los tonos sombríos: los decorados están diseñados para resultar angostos, algo que se refuerza aún más por los encuadres cerrados de Carax, con el fin de expresar la sensación de confinamiento de los personajes, atrapados por sus destinos pesimistas.
  No es un mundo retratado de forma realista, se ha estilizado y poetizado para crear una atmósfera particular, que resulte a la vez familiar y primitiva. Evoca los barrios obreros de las películas del realismo francés, pero arrastra también un sentimiento de seriedad, tristeza y, de algún modo, metafísica. Este universo, que es a la vez cercano y distante, da a la película el tono de un cuento de hadas moderno. Atrapados en este mundo indolente e inhóspito, los personajes de Carax están en perpetua búsqueda de la absolución y tratan de liberarse de la inevitabilidad de su condición para alcanzar el bienestar.

  Los personajes de Mala Sangre, en particular Alex, intentan vivir sus vidas y romances al máximo y alcanzar un estado de bienestar. Alex vive cada día como si fuera el último, como si supiese que va a morir de forma inminente, ama a Anna con locura y trata de hacer que ella le ame apasionadamente. El personaje sostiene un elemento firme basado en expresar sus intensos sentimientos en estallidos rápidos y bruscos de diálogo literario y lírico. El desasosiego de Alex, como señalaba Serge Daney, se representa mediante el sufrimiento físico: tiene dolores de estómago «como si tuviera hormigón en los intestinos» y sufre una pesadumbre y un aletargamiento insoportables. Solo la búsqueda de la velocidad, el deseo de elevarse y el atractivo de la ingravidez le permiten huir de ese dolor, tal y como se refleja en la carrera desesperada mientras suena el Modern Love de David Bowie, carrera en la que su cuerpo en movimiento, extendido hacia el cielo, trasciende a través de la danza el dolor que le lleva a darse puñetazos en el abdomen. Este tema aparece de nuevo al final de la película, cuando Anna corre con todas sus fuerzas, como si tratase de levantar el vuelo, abriendo los brazos como si fueran las alas de un pájaro o un avión en una pista de despegue, o en los planos de Lise en los que parece deslizarse flotando sobre su moto. El filme está lleno de contrastes como esos entre la quietud y la velocidad, solo se encuentra el equilibrio durante el momento sublime del salto en paracaídas. La sensación de la caída se resuelve en ingravidez, en el momento suspendido de Alex abrazándose a la inconsciencia de Anna.

  Cuando se estrenó la película, el estilo visual de Carax se equiparó a la estética propia de los jóvenes cineastas franceses de los 80, y se etiquetó de forma peyorativa como «cine de estilo» y «estética publicitaria». Entonces, Carax fue comparado a Jean-Jacques Beineix o a Luc Besson, que también hacían películas futuristas de detectives que destacan gracias a un uso refinado de las imágenes y uno singular del color. En pleno auge de la publicidad y el videoclip, donde cada fotograma busca la efectividad de un potente efecto visual sin una consistencia general, solo para llegar al público, la búsqueda visual de Carax podría tacharse de formalista e indulgente por ser una repetición de imágenes impactantes sin ningún otro mérito. Pero la ambición del director no puede considerarse un mero ejercicio de virtuosismo, ya que en cada uno de sus planos está latente su preocupación por las emociones. Como se afirma claramente al principio de 'Chico conoce chica': «Antes fueron las palabras. No, las emociones...» En 'Mala sangre' los decorados están muy estilizados, son muy expresionistas y revelan la impresión de confinamiento de Alex. En esta película, se presta especial atención a la oposición entre el blanco y negro y el color, así como a los toques de colores primarios que contrastan con lo gris de las imágenes, esparciendo vitalidad en el sombrío universo del filme, y también a la utilización de los símbolos  tradicionales: el azul inmaculado de las dos chicas, el amarillo de la mala suerte en la chaqueta de Alex. Carax tiene un enfoque virtuosista de la dirección, y se presenta como un «prestidigitador de imágenes». Concibe su film en viñetas, algo que aporta cierta frescura, pero que hace que rebose de ideas de dirección sin preocupación por economizar efectos, como si Carax quisiera usar toda su visión artística en una sola película y la presenta como una verdadera exhibición de fuegos artificiales. Pero el trabajo de Carax con las emociones, que puede verse en el predominio de planos cortos de los rostros de los actores, va mucho más allá de la mera ambición de ostentosidad que se le atribuyó a Mala sangre: como afirma Serge Daney, Carax no busca crear «solo una imagen» efectiva e impactante, como desde una perspectiva publicitaria, sino más bien una «imagen sola». Esta integridad de la imagen se expresa con tal meticulosidad extrema que provocó que el rodaje se prolongara durante treinta semanas, durante las cuales Carax multiplicó las tomas y las ideas, sin comprometerse nunca con los detalles de la actuación ni la necesidad de capturar la emoción adecuada.

  Carax tiene una relación muy especial con otros cineastas. Es considerado por muchos como el Arthur Rimbaud del cine francés (de hecho, el título 'Mla sangre' está extraído del poema inicial de 'Una temporada en el infierno'), por su juventud y su postura de alma atormentada. Una posición artística que puede ser tan irritante como interesante. Carax tiene una visión bastante cáustica del cine de ayer y de hoy. En una entrevista con Les Cahiers du cinéma en 1986, dijo: «No sé lo que es la película, 'Mala sangre'... Pero por la aventura que he experimentado con otras, no acepto que se asocie esta película a otra solo porque sean contemporáneas. Yo no me siento de ninguna manera contemporáneo de otras películas que están saliendo. Es un sentimiento doloroso pero a la vez es normal. Pero me parece que es importante que diga que no me gustan otras películas. Hay muy pocas excepciones. 'Mala sangre' es una película que amaba el cine, y que no ama el cine de hoy. Y eso para mí es importante. No para aislarme ni para que otros cineastas opinen mal de mí, sino para que la gente a la que le gustará, la vea como lo que es». Carax intenta crear películas innovadoras y personales que se acercan mucho a sus pulidas influencias cinematográficas, las cuales, sin embargo, solo reconoce parcialmente. No en vano, para dirigir a sus actores, Carax suele enseñarles distintas películas: para preparar a Denis Lavant para el rodaje, por ejemplo, le puso las obras de Lubitsch. Su principal influencia, la más visible, es, por supuesto, Jean-Luc Godard, como se puede ver por el género del filme (que evoca sus películas de detectives románticas y poéticas) y en la presencia de largos diálogos sobre el amor, cuidadosamente elaborados, y en el tratamiento del color, que recuerda en cierto modo a 'Pierrot el loco'. Los decorados de la película evocan el realismo poético de las películas francesas de los años 30 y 40, los barrios obreros de París reconvertidos en barrios de pequeños estudios habitados por inconformistas, prostitutas y delincuentes. Algunas imágenes poéticas recuerdan al universo de Cocteau, sobre todo a la visión casi onírica de Lise deslizándose sobre su moto, llamada Lise por 'La Petite Lise', de Jean Grémillon (1930), de la cual puede verse un fragmento en la televisión dentro de la película. Otro elemento muy visible es el homenaje al cine mudo, que es claramente el periodo cinematográfico favorito de Carax. También el burlesque de Chaplin, especialmente en la escena de pelea entre Piccoli y Reggiani, y sobre todo en la escena del bebé en la que Mireille Perrier aparece con un peinado a lo Lilian Gish. El peinado de Anna también nos recuerda a Louise Brooks, algo que sale a la luz de manera explícita en la presentación de la imagen mental de Alex en la que Juliette Binoche aparece como en una película antigua en blanco y negro maquillada y vestida como la actriz de 'La caja de Pandora'. A pesar de estas referencias evidentes, de su amor por el cine claramente expuesto, Carax no considera que utilice, estrictamente hablando, referencias: «No hemos estado presentes durante estos ochenta años de cine, no tenemos tiempo de ir al cine cuando estamos haciendo una película, así que citamos cosas. (...) Lo que es horrible es la palabra "referencia", porque solo se usa cuando se habla de arte. Y en una película, es evidente que todo hace referencia a emociones que hemos experimentado. Si grabo a alguien comiéndose un cruasán, nadie puede decir que esté haciendo una referencia a mi panadero. Pero si es una película o un libro, la gente pregunta a qué te refieres cuando desde hace siglos sabemos que el arte se alimenta del amor al arte, entre otras cosas... Cuanto más hace que murió esa gente, menos molestan las referencias a los críticos, y si siguen vivos, lo llaman copiar. Es muy absurdo.» El director tiene sentimientos claramente encontrados con respecto a referencias que son explícitas pero que él considera que son ecos de emociones suscitadas por películas que le gustaron, más que meras citas y atribución estilística.

   'Mala sangre' fue todo un éxito tanto para el público como para la crítica, en particular, Les Cahiers du cinéma elogió la película. Su éxito comercial se vio empujado por el premio Louis Delluc en 1986, que permitió que se proyectara en muchos festivales extranjeros y que adquiriera renombre internacional. A día de hoy, 'Mala sangre' se ha convertido en una película de culto, la película de la generación de los 80 en Francia, de la gente joven que buscaba vivir la vida a toda pastilla como si cada día fuese el último de su existencia. Mala sangre refleja el deseo de vivir y ha demostrado ser la última gran película poética francesa antes de la tendencia naturalista de la generación posterior de cineastas en los 90.

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