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SINOPSIS
Laura es una joven humilde que para mejorar su vida decide presentarse a un concurso de belleza con su amiga Suzu. Cuando se encuentra en el lugar de la preselección se produce una matanza, siendo ella la única testigo viva. Al decidir buscar a su amiga desaparecida, cae en manos de los narcotraficantes que la secuestran y utilizan como correo de sus compras de droga para burlar así a la policía mexicana, prometiéndole que ganará el concurso y como objeto sexual para Lino, el jefe del cártel...
INTÉRPRETES
STEPHANIE SIGMAN, NOÉ HERNÁNDEZ, IRENE AZUELA, JUAN CARLOS GALVÁN, JAVIER ZARAGOZA, LAKSHMI PICAZO, JOSÉ YENQUE, JAMES RUSSO, LEONOR VICTORICA, GABRIEL HEADS, HUGO MÁRQUEZ, MIGUEL COUTURIER, EDUARDO MENDIZÁBAL, FELIPE MORALES
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REMAKE Miss Bala (2019)
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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿Cómo surge el guión?...
La historia de esta película comienza un 24 de diciembre cuando el productor, Pablo Cruz, se topa con un recorte de periódico que muestra la fotografía de una hermosa mujer acusada de estar involucrada en un cártel de la droga.
“’¿Cómo carajos una mujer así termina siendo parte de esto?’”, pensé al ver la noticia”, dice Pablo Cruz. Inmediatamente experimentó esa vibración, esa sensación casi premonitoria que es indispensable para trasladar una buena historia al universo cinematográfico. “Llamé a Gerardo Naranjo para ver si había visto la noticia y para mi sorpresa contestó afirmativamente”, explica Cruz. Convocan al guionista Mauricio Katz y entre los tres comienzan a configurar una historia difícil de contar. No querían hacer una película sobre narcotráfico. No querían tener que tomar una postura al respecto, entender procesos que de entrada, por su naturaleza, no son de dominio público y jamás podrán serlo. Querían contar la historia de una mujer, inocente, que por azares del destino, se ve arrastrada hasta este inframundo. Querían mostrar el retrato de una sociedad que ha convertido sus espacios en un frente de batalla sinfín.
“Esta es nuestra manera de entrar en la reflexión de lo que nos ha sucedido como país, queríamos mostrar no sólo en México sino en el resto del mundo, lo que está sucediendo”, explica Pablo Cruz. “¿Cómo podemos contar una historia que nos importe y encontrar una película que sea importante?”, añade Mauricio Katz consciente de que tenían que apartarse de los esfuerzos anteriores por tocar temas de violencia y narcotráfico en el cine. “La discusión central fue ‘cómo vamos a retratar al narco’. Poco a poco nos dimos cuenta de que esa caricatura [la que se suele emplear en este tipo de películas] era un poco absurda y pensábamos en qué ingredientes tenía que tener para que de verdad nos dieran miedo los personajes.”
Al igual que la mujer del recorte de periódico, cuyo rostro no parecía encajar con la realidad que estaba viviendo (“Esa combinación de una cara inocente, de una cara de desesperación, de dolor, un rostro que gritaba ‘Sáquenme de aquí’”, en palabras del productor Pablo Cruz),MISS BALA Laura, la protagonista de la historia, se ve sumergida en el vórtice de una organización de narcotraficantes sólo por haber estado en el lugar incorrecto en el peor momento posible. Y es a ella a quien acompañamos en todo su periplo luchando por encontrar un resquicio para sobrevivir mientras es llevada de un sitio a otro por Lino, el jefe del cártel. Uno de los aspectos centrales de la película fue quitarle peso al aspecto social y del narcotráfico como explica Mauricio Katz: “Otro punto central fue la búsqueda del ángulo necesario para contar la historia desde la perspectiva de una persona inocente. Y ahí la regla de oro fue que nunca nos íbamos a salir del punto de vista de nuestro personaje. Por ahí en varios momentos se antoja, entra el morbo de meterle otros asuntos pero fuimos muy estrictos con esta limitación y éste, me parece, es uno de los puntos más sólidos del guión.”
¿Cómo surge Miss Bala?...
La historia se desarrolla en el México profundo. En ese México remoto, aquél que el presidente Felipe Calderón aceptó ante el ex presidente español José María Aznar, haber subestimado. Una tierra en la que cada cual tiene que velar por sí mismo y en la que hay pocas posibilidades de escapar del rol que la vida tenía predefinido para cada uno. Para Laura Guerrero (Stephanie Sigman) y Suzu Ramos (Lakshmi Picazo) dos hermosas jóvenes de Baja California, el concurso Miss Baja representa precisamente esta oportunidad así que deciden participar. Laura, la protagonista de la película, es una mujer despreocupada y familiar. Quizá el hecho de que su madre esté ausente, le ha conferido un papel familiar fundamental y ha creado vínculos especiales con su padre, y con su hermano para quien representa una figura casi materna. A diferencia de Suzu, que encuentra en su físico una puerta de acceso para escapar de la asfixiante clase media en la que se encuentra sumida, Laura participa en el concurso casi como un gesto de amistad. Es esta solidaridad con Suzu la que lleva a Laura a buscarla en el tugurio al que su amiga es arrastrada, el mismo día en el que ambas se inscriben al concurso, por un hombre que más que su pareja pareciera ser su captor. Este hombre, que porta vestimenta propia de un oficial de alguna dependencia gubernamental, se regocija en un cuarto custodiado por hombres armados, en la trastienda de un recinto ebrio y que retumba bajo una ensordecedora música. Laura le ruega que se vayan de ahí y tras una breve discusión la amiga concede y deja a Laura esperándola en el baño. Mientras está ahí, un comando armado irrumpe en el bar. Laura, vista por el jefe del comando, es el único testigo. Éste habrá de ser el pecado mortal que condena a Laura a una serie de sucesos terribles.
Lino, el jefe del grupo, es un hombre de rasgos duros y de semblante labrado en piedra. De frases cortas y con un lenguaje apostado exclusivamente en el imperativo, opera con mano de hierro el grupo a su cargo. De origen campesino y con un aspecto discreto y mundano que lo separa de los estereotipados y caricaturescos retratos de capos que suelen adornar las historias de narcotraficantes. Lino es un hombre que ejecuta su trabajo sin asomo de duda y sin ningún tipo de censura moral. Es un hombre dedicado a su trabajo que, al igual que el mundo corporativo y oligárquico, ve en los otros un puñado de aliados y enemigos que contribuyen u obstaculizan su actividad comercial. Él es quien vio a Laura aquella noche en la que habría de cambiar su vida para siempre, y es él quien ha decidido incorporarla al seno del cártel.
La trata con severidad pero también con cierta dulzura. Su conducta hacia ella oscila entre la de un marido arcaico y ultra convencional –aquel que todavía impera en buena parte del país– que da al hombre el rol de proveedor y capataz, y a la mujer un estado superfluo y servil, y el de un patrón que ve en ella un instrumento de trabajo. Lo mismo decide ayudarla en sus aspiraciones de convertirse en la nueva Miss Baja, que la utiliza como heraldo para sus operaciones de contrabando a través de la frontera en los Estados Unidos.
Desde su primer encuentro, la apoda ‘Canelita’. Laura vivirá bajo el yugo de Lino y su grupo, en un mundo en el que las leyes las ponen ellos. Ella representa la tenue frontera que separa el mundo erguido por la sociedad organizada del horror. El estado de confusión y sorpresa que la acompaña a lo largo de la película, representa la postura de los realizadores frente a la tragedia social que azota nuestro país. No es un mundo de buenos y malos, como comúnmente se establece en los análisis superficiales de este fenómeno. La enorme cantidad de variables que participan (la pobreza, la falta de un proyecto de nación, la cercanía con un mercado de una oferta de armas y una demanda de drogas inagotable, la creciente corrupción, la ignorancia de la población, etc.). Todo ello forma, según palabras del director, un
incoherente y “muy poco práctico” entramado social.
Stephanie y Noé: Su transformación en Laura y Lino...
A Gerardo Naranjo le gusta trabajar con actores con mucha experiencia. “Creo que hay muchas películas que nacen malditas por la manera en la que se producen en este país. Me parece que a veces no aceptamos la diversidad”, enfatiza. Y esto se ve reflejado en la elección del elenco: los dos actores principales –en los que recae el 90% de la película–, tienen muy poca experiencia previa en la pantalla grande.
El proceso con ambos fue muy diferente, mientras que para Stephanie Sigman “Más que lecturas o películas lo que más me ayudó fue hablar con Gerardo. No queríamos que se hiciera algo muy técnico, como ensayado”, para Noé Hernández, además de las conversaciones con el director, “Las lecturas de la revista Proceso, la biografía de Oziel Cárdenas, leer sobre el Mayo Zambada, me ayudaron mucho para entender la dimensión del narco.” De vuelta al énfasis en la historia, y no en el trasfondo social, la comprensión de ambos actores de sus personajes era central para que la película pudiera sostener la tensión dramática deseada por sí sola. Y ambos alcanzaron un grado casi simbiótico con sus personajes.
Stephanie describe al suyo como “Una mujer acostumbrada a ser el sostén familiar, y aunque no lo aparenta es una mujer muy fuerte. En las situaciones más complicadas ella muestra ese carácter, esa fortaleza para seguir adelante y sobrevivir y creo que tiene que ver con el hecho de que su madre no vive con ellos y ella ha tenido que ocupar una posición diferente en su familia”, además considera que el provenir de una pequeña ciudad le ayudó a comprender mejor a su personaje.
Por su parte Noé considera que su origen familiar campesino fue clave para poder alcanzar un grado de identificación con Lino, a quien Gerardo Naranjo quería desproveer de todo prejuicio moral: “Una de las cosas que más grabadas se me quedaron de mis conversaciones con Gerardo fue que él me dijo ‘Primero que nada tenemos que liberar a Lino de todo cliché, de todo estereotipo’, y esa fue la primera consigna, quitarnos de encima este lugar común al que uno recurre inmediatamente al pensar en un narco y que lo lleva a imaginarlo con botas, esclavas de oro y toda esta parafernalia. ‘Vamos a hacer de él un obrero de su trabajo’, me dijo. Y esto para mí fue fundamental.
Esto fue exactamente el ángulo que me permitió acercarme a Lino, verlo como un trabajador, un obrero, como yo en el campo, o incluso ahora como actor. Ejecutando los pasos necesarios para desempeñar mí oficio. Lino sabe que se va a morir. Eligió este camino que es duro y que es una sentencia de muerte anticipada.” Esta preparación tanto documental como idiosincrática estuvo respaldada por el estupendo trabajo del diseño de vestuario que tenía la complejidad de configurar el aspecto de un tipo de personaje que en esencia vive en la sombra, para alcanzar esto hubo un trabajo muy profundo por parte de Anna Terrazas: “Tomamos en cuenta que esta banda es una comunidad nómada cuyo guardarropa acompaña a sus miembros adonde quiera que vayan, es decir metida continuamente en una maleta y ese hecho, por ende, reduce el número de cambios. Para Lino diseñamos atuendos y accesorios que no delataran su verdadera fisonomía, que lo encubrieran, que protegieran su identidad, que ocultaran su apariencia real, inspirado siempre en personajes que todos conocemos”, situación que contrasta con la de la conceptualización de Laura que implicó otro tipo de retos: “[Laura] Fue la más difícil porque su personaje sufre una metamorfosis doble: la trama exige que su belleza sea revelada muy lentamente por intermediación de otro personaje que actúa como una suerte de metadiseñador, que va señalándole cómo debe transformar su manera de vestir de acuerdo a cada tarea que le encomienda y, al mismo tiempo, va despojándola de su timidez e inocencia iniciales”, explica Terrazas.
Detrás de las cámaras: Localización...
Conseguir un lugar donde grabar fue, en palabras de Pablo Cruz, lo más difícil de la pre-producción. Tenían que protegerse precisamente de aquello que la película exhibe: la desenfrenada violencia que ha tomado buena parte del país.
“Conseguir un lugar para filmar la película que tuviera todos los elementos que necesitábamos. Cómo filmar a la policía para hacer una crítica de la policía, por ejemplo. Teníamos que buscar un estado que permitiera que pudiéramos usar las patrullas en ambos contextos y, sobre todo, sin tantas preguntas. Había cinco o seis posibilidades pero al final, Aguascalientes fue el estado que más garantías nos ofrecía”.
La primera opción era Tamaulipas, el tercer estado más violento del país detrás de Chihuahua y Sinaloa, según datos del periódico Reforma. En los últimos tres años se han registrado más de mil muertes, lo que explica la negativa del gobernador a garantizar la seguridad del equipo de rodaje. Sólo unos días después de haber recibido el no por parte del gobierno de Tamaulipas, el candidato del partido en el poder a la gubernatura del estado fue abatido a tiros. Encontrar otro lugar no sería sencillo: debía tener el look norteño, fronterizo que buscábamos, pero otros estados del norte del país como Sinaloa (3,000 muertos en el último trienio) y Chihuahua (6,000 bajas en el mismo lapso de tiempo) presentaban las mismas dificultades. Rodar una película sobre la desintegración del tejido social, sobre la usurpación de las funciones propias del estado por parte del crimen organizado, cuando las cifras de muertes de 2008 (5,207 muertes), 2009 (6,587 muertes) y 2010 (11,583 muertes) superan las de países en guerra o la de cualquier catástrofe natural, era un asunto extremadamente delicado.
Esta atroz realidad, es la que motiva a los realizadores a alzar la voz y emitir, sin juicios valorativos, una imagen lo más representativa posible del derrumbe social e institucional de un país que ha ignorado durante el último siglo los
inadmisibles y vergonzosos rezagos económicos, educativos y de salubridad y que ahora ve el colapso de sus instituciones frente a sus ojos. Es este mismo deseo el que conduce a los productores, al director y a todos los involucrados en la película a propulsar la mayor proyección posible en el extranjero.
A pesar de que Gerardo Naranjo se desmarca de cualquier tipo de etiqueta, al defender su postura vanguardista y propositiva como realizador de películas, la comunidad cinematográfica lo ha catalogado como un director de películas de autor. Sin que esto tenga ningún demérito sobre la enorme calidad artística de la película, tanto él, como Pablo Cruz apuntan a que esta película tenga una trascendencia más allá del reducido circuito de cine de arte y ensayo en nuestro país. “Me gustaría que en México se tratara como una película de medio tamaño, no es sólo una película de autor. Queremos que sea una película que también sea comercial”, reconoce Pablo Cruz con el respaldo de que la coyuntura social y mediática pueden contribuir a que las enormes cualidades de la película se propaguen a lo largo y ancho de las salas comerciales de México.
La perspectiva artística en Miss Bala...
La postura artística del realizador Gerardo Naranjo estuvo basada en los límites, la del tiempo y el compromiso por establecer ambientes que se pudieran sostener por sí solos: “Me quise imponer un reto que fuera más de acuerdo a las cosas que disfruto y que admiro y una de las reglas que me puse fue tratar de respetar el tiempo. No estar cortando y cortando para comenzar de nuevo.
Teníamos que sentir los ambientes y respetarlos. Y fue difícil porque el ritmo de la vida cuando no cortas no es el que tú quisieras cinematográficamente hablando. Si un actor se quita una camisa esto implica una línea en el guión pero en pantalla son quince segundos y tienes que decidir si quieres emplear este tiempo en esa acción o no. Tienes que jugar con variables que te van limitando. En cada decisión comprometes algo y luego tienes que luchar por ello. Para mí, fue un gran aprendizaje, ver las implicaciones prácticas de llevar a cabo aquello con lo que soñamos.” El ritmo de la película oscila con maestría entre tomas largas que le permiten al espectador adentrarse en el universo de
Laura y viajar con ella a lo largo del delirante recorrido por el que tiene que atravesar, y escenas de acción con rifles de asalto, o viajes en avionetas de contrabando. Recrear estos frentes de batalla fue uno de los retos más
grandes a los que se enfrentó la producción.
A pesar de que Miss Bala está inscrita en el marco del drama social que afecta ya –aunque sea a través del miedo– a prácticamente toda la población de México, la película tiene un equilibrio muy elegante entre aquello que debe sugerir y aquello que debe mostrar. Esta fue una de las principales preocupaciones del director que lo tuvo claro desde el principio: “Pretendíamos que fuera seria y que tuviera una calidad de comunicación efectiva. Desde el principio nos impusimos muchos límites: no iba a tener close up, no íbamos a hacer comedias alrededor de la muerte, no íbamos a filmarlo de tres maneras diferentes y luego decidir cuál era la mejor, no queríamos una película gore.
Lo indispensable fue encontrar el ambiente, cómo mantener la tensión entre lo que se ve y lo que no se ve y tratamos de estar siempre muy conscientes. Lo trabajamos mucho Mauricio, Pablo y yo. Y es un proyecto mío, en particular, desde la última película, dónde trazar esta línea entre lo visible y lo sugerido, lo que está detrás de los seis campos cinematográficos, mantener viva la imaginación. Te puedo decir que hoy por hoy es lo que más disfruto del cine.
Cuando veo que alguien lo hace bien me maravilla, y cuando lo logro siento que anoto pero bueno, hay maestros para hacerlo y ésta es la gran
herramienta artística del cine: la capacidad para poner al espectador a imaginar.”
La película muestra el tipo de narrativa que se empleará a través de la cámara desde la primera toma en la que seguimos a Laura de espaldas. Nos muestra el mundo en el que vive, su hogar, su familia en lo que pareciera ser una primera toma que establece una declaración de principios de lo que será el resto del filme: “Vivir con ella, con el personaje, siguiéndola por detrás y que funcione. Queremos que el espectador sienta que verdaderamente está con ella y si logramos esto, desde mi punto de vista, conseguiremos alejarnos de los temas de fondo como el narco, la violencia, y todo eso.
Estamos en sus zapatos, experimentando la sensación de un mundo que nos avasalla. La idea era retratar este estado de confusión de que no entendemos nada de este mundo al que queremos pertenecer”. Esta determinación porque el vehículo para contar la historia fuera Laura, le permitió al director de fotografía, el húngaro Mátyás Erdély, superar las barreras lingüísticas y culturales durante el rodaje, “Gerardo tenía una visión muy específica de cómo tenía que verse y sentirse la película. Hicimos algunas pruebas para transformar estas ideas en soluciones visuales concretas.
Nuestro principal objetivo era centrar la atención de la audiencia en nuestra protagonista, y para lograrlo utilizamos diversas herramientas. La película está basada en el punto de vista de Laura y la cámara raramente se desvía de ella, esto dictó en buena medida nuestro acercamiento estético”, resume el húngaro.
Sobre la temática de la película y sus posibles consecuencias, Mátyás aseguro que “Fue muy interesante, ya que jamás sentí que el contenido social de la película despertara ninguna preocupación en el equipo de trabajo. Me parece que esto se deriva del hecho de que estos asuntos son de dominio público y todos conocen o intuyen cuál es la realidad en México. Es una película de ficción –basada en situaciones reales, por supuesto–, y ese fue el tratamiento que siempre le dimos. Mi trabajo consistía en ayudar a contar una historia y me concentré en esa tarea. Pero para poder hacer esto de manera comprometida, tenía que comprender la complejidad y la magnitud de la situación. Gerardo y yo pasamos mucho tiempo hablando acerca de la dimensión real de la historia”.
GALERÍA DE FOTOS
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