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NOTAS DEL DIRECTOR...
La tecnología de la comunicación nos ha convertido a todos en espías de todos, testigos de la vida de los demás, queramos o no. Internet, las redes sociales, la telefonía móvil, la versatilidad de los medios. La ausencia de intimidad. Creemos usarlo en nuestro beneficio pero podemos ser sus víctimas.
Los personajes de “Matar el tiempo” están unidos por un elemento protagonista: una webcam. Un ojo que espía a quienes ignoran que su universo está siendo visto. Un tiempo real, que atrapa nuestra atención porque no podemos evadirnos de su reclamo, porque necesitamos saber hasta dónde va a llegar, con la sensación de que aquello está sucediendo de verdad.
Todo en “Matar el tiempo” pertenece a este tiempo en el que cualquier cosa es comunicación. Por ello la puesta en escena escenificará este futuro tecnológico que es nuestro presente. La fotografía, contrastada, naturalista, en la que las luces reales, neones, pantallas, acentúen el dramatismo. Los encuadres, el movimiento de la cámara, mostrarán a los personajes con la crudeza que demanda el género, mezcla de thriller y drama psicológico; por un lado la narración trepidante, partiendo de otro universo cotidiano, próximo; un hotel, una oficina que dejan paso a un “huis clos” asfixiante. El montaje convertirá el tiempo en “tempo”; el desequilibrio de los protagonistas, con los que empatizamos porque pertenecen a nuestro mundo burgués, inmersos en el ritmo de un “reality” donde nada es cómodo, ni previsible.
“Matar el tiempo” es un juego, una partida de ajedrez. Las piezas se han situado caprichosamente en el tablero, como siempre. Cada movimiento tendrá una razón y una consecuencia. Podría decirse lo mismo de la interpretación. Tenemos un reparto espléndido para el que se han escrito expresamente los personajes. La película les describe en un lapsus de pocos días, pero detrás de cada gesto, de cada diálogo, estarán sus historias personales, de las que apenas se habla, pero que dan sentido a su comportamiento.
Todos seremos Robert H. Walton, el héroe impensable; y todos seremos Nicholas, verbalizando las reflexiones obvias que todos imaginamos ante la acción que se nos propone.
La película no dejará que te acomodes, tienes que participar, porque a veces no puedes quedarte al margen.