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SINOPSIS
Macbeth, duque de Escocia, recibe una profecía de manos de tres brujas en la que le dicen que algún día se convertirá en rey. A partir de ese momento la ambición le consumirá y estimulado por su esposa asesinará al rey para tomar el trono...
INTÉRPRETES
MICHAEL FASSBENDER, ELIZABETH DEBICKI, MARION COTILLARD, SEAN HARRIS, DAVID THEWLIS, JACK REYNOR, PADDY CONSIDINE, DAVID HAYMAN, MAURICE ROËVES, ROSS ANDERSON
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PREMIERE
PREMIOS Y FESTIVALES
- Festival de Sitges 2015: Sección Oficial
- Premios BIFA 2015: 6 Nominaciones
- Goya 2015: Nominación Mejor película extranjera
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
«Macbeth» sin duda es una de las obras más célebres de Shakespeare. Desde el mismo instante de su aparición, hace cuatro siglos, la pieza ha visto frecuentes adaptaciones o modernizaciones para los proscenios, el cine, o la televisión. El trágico relato de este general escocés devorado por la ambición y por su destino real, fascina desde hace mucho a actores, directores y espectadores. En cine, ha dado lugar a muchas adaptaciones, las más notorias las de Orson Welles o Roman Polanski.
Los productores Iain Canning y Emile Sherman, de See-Saw Films, a la vista de una nueva y emergente generación de grandes actores ingleses de teatro, cine y televisión, han considerado que había llegado el momento de proponer una nueva lectura de la pieza. «Actores como Tom Hiddleston y Jude Law han tenido primeros papeles en piezas de Shakespeare» —remarca Canning—. «Me parece interesante ver a esa nueva generación apropiándose del repertorio shakespeariano y redescubriendo significaciones».
El momento era igualmente oportuno por cuanto atañe a los temas abordados en la pieza: efectivamente, nunca tanto como ahora habían sido actuales la codicia y sus estragos. Jack Reynor, quien encarna a Malcolm, destaca: «La codicia es una azote que puede corromper a millones de personas y destruir sus vidas. Es tanto como decir que la historia de «Macbeth» se hace particularmente estremecedora si pensamos en el clima económico de estos últimos años».
Para los productores, la mundialización actual también permitía acentuar la envergadura de la intriga y dar al film una dimensión moderna. «Lo que me ha parecido muy importante en esta adaptación es la importancia de lo colectivo y la existencia del vasto mundo en el que evolucionan nuestros personajes» —precisa Canning—. «Hemos hecho más evidente que Macbeth y Lady Macbeth habitan un mundo del que son el producto, y cuyas decisiones pueden transformarlo. Por tanto, hemos adoptado un punto de vista mucho más moderno y cinematográfico».
Por contra, la producción ha querido preservar la lengua de Shakespeare. «Nos hubiéramos ido a un resultado del todo distinto si no se hubiera respetado el uso del verso» —prosigue Canning—. «Nuestro desafío ha consistido en practicar algunos cortes en la pieza en los lugares más apropiados, además de bastir un equipo capaz de hacer olvidar al espectador que está ante una obra clásica de lenguaje arcaico».
«No hemos abordado la pieza con espíritu simple» —subraya Michael Fassbender, quien encarna al protagonista—. «Jamás hemos intentado cambiar el texto en verso, o ceñirlo, aunque hemos priorizado la sobriedad y la proximidad. Desde el principio, Justin quería establecer una relación mucho más íntima con el texto que en las adaptaciones previas, al tiempo que sostener la fidelidad a la obra. Igual que con cualquier guión, no se ha querido sabotear este texto magnífico sino utilizarlo para el proceso y hacerlo propio».
Justin Kurzel destaca: «Hemos rodado en verso, y no es lo mismo que dar la réplica a un compañero que esté frente a uno, y actuar en el proscenio ante un público. Creo que ocurre algo cuando un actor se halla frente a sí mismo con la cámara que se acerca casi a tocar. Aquí no se actúa para un público numeroso, sino en un marco mucho más íntimo».
«Se ha tenido que verter gran esfuerzo, pues Shakespeare puede ser difícil de comprender, incluso para los ingleses» —enfatiza Marion Cotillard, caracterizada como Lady Macbeth» —Pero ello ha suscitado una energía que nos ha enardecido los ánimos a lo largo de todo el rodaje».
«Fue pavoroso» —indica Reynor—. «Pero sin ese tipo de dificultad, sin duda no habría valido la pena, y me ha encantado hacer frente al desafío. Ha sido formidable poder actuar en verso con estos compañeros carentes de formación shakespeariana clásica.»
Por otro lado, el texto en verso valora una de las grandes bazas de Shakespeare: la lengua como útil de manipulación. Y en Macbeth, la manipulación es constante: «Cuando vemos a Michael con Marion, o Michael y Paddy [Considine], se tiene la sensación de estar en Uno de los nuestros, pues esos personajes buscan manipular a su interlocutor de modo inteligente y malicioso, explica Kurzel. Ahí hay un subtexto en lo no dicho, y lo que resulta cautivador en Macbeth estriba en que la tensión subterránea se manifiesta sin artificio».
Mientras los guionistas se aplicaban en la adaptación de la pieza, los productores buscaban al actor para Macbeth, elección determinante para el rodaje entero.
La película se ha rodado en siete semanas (36 días para ser exactos), en escenarios íntegramente exteriores, con excepción de seis días. «La autenticidad era un objetivo prioritario para el realizador» —precisa Laura Hastings-Smith—. «Justin ha procurado crear un mundo del todo creíble y coherente que, por otro lado; y por otro lado, hablaba como de un universo parejo al western. La aridez del mundo de Macbeth hacía del paisaje plenamente un personaje y, en consecuencia, se hizo esencial rodar en pleno corazón de ese paisaje».
Kurzel subraya: «Deliberadamente, hemos decidido rodar en exteriores, lo que nos ha planteado muchas dificultades, pero ha anclado la historia en la realidad, y ha establecido un lazo entre el marco natural, los diálogos y la interpretación de los actores, y es eso lo que se siente en la película. Ello aporta un lado realista y concreto al conjunto, lo que deviene inédito en una película en verso».
El rodaje ha planteado varios desafíos, y principalmente porque ha sido necesario rodar en exteriores en pleno invierno. «En cierto momento, sentíamos como si el mismísimo William Shakespeare nos juzgara» —bromea Canning—. «Ora frenaba nuestra evolución de vez en cuando, y se aseguraba de que tuviéramos la meteorología adecuada para las escenas de tempestad —y de hecho se rodaron esas escenas en el momento en que la Gran Bretaña sufría las peores condiciones climáticas de su historia—; ora sencillamente quería que ¡se interrumpiera el rodaje!».
Pero para Canning, Macbeth también se refiere a la atmósfera. «La pieza habla del hecho de que las tempestades se convierten en eco de la intriga, y se quería trasladar esta idea» —opina—. «Pero nos dijimos que recurriríamos a los efectos especiales antes que esperar a que las condiciones meteorológicas se dieran cita».
Según Laura Hastings-Smith, fue Michael Fassbender quien, colocándose al frente, contribuyó a que sus compañeros y los técnicos afrontaran las condiciones climáticas difíciles. «Se implica de tal modo en lo que hace, posee tal fuerza física y se centra tanto en su personaje, que devino un auténtico jefe para todos nosotros» —nos dice—. «Nos decíamos que si Michael llegaba, también podíamos llegar nosotros».
Por otro lado, todos los actores se enfrentaron a las dificultades climáticas sin quejarse jamás: «Marion tuvo que rodar escenas alucinantes, los pies desnudos sobre la landa y bajo el granizo» —añade—. «Es, ella también, una gran profesional. El hecho de haber obtenido lo que se quería creo que se debe a que todos creían en la película y en Justin, que no les abandonó jamás».
Marion Cotillard añade: «Cuando la energía de un gran realizador y la fuerza de la historia nos transporta, se siente la magia del dispositivo de aquél, y se halla la energía para hacer cuanto él nos pide, incluso si es preciso soportar el frío y, en ocasiones, condiciones difíciles».
«Todo ello ha creado lazos entre nosotros» —destaca el realizador—. «Cuando uno ve a su diseñador de producción pasar por encima de la cámara debido al viento, o cuando Marion Cotillard desapareció en una ciénaga mientras iba caminando, todo eso une a actores y técnicos». Fassbender manifiesta: «Todo lo que se distinguía de los técnicos eran sus órbitas, pues penetraban el temporal; son hombres que trabajan en esto desde hace veinticinco años, y están dispuestos a afrontar las peores condiciones meteorológicas que se presenten».
«Nos pellizcábamos y nos decíamos: ‘Esto es delirante, es de locos’» —añade Kurzel—. «Pero creo que llegarán al público los esfuerzos de los actores y, esperemos, el papel determinante que juega el paisaje en la psicosis de Macbeth».
«Justin es un artista; y según lo veo, en tanto que artista, no puede evitar que el poder de los elementos en Escocia le afecte» —prosigue Marion Cotillard—. «Hay algo inherente a este país y a la naturaleza de los lugares, una esencia mística, que se siente desde que se llega. Es un sitio lleno de misterios».
La película comporta una secuencia de batalla que suma una decena de páginas del guión. Era una oportunidad de puesta en escena cinematográfica que no tiene parangón en el teatro: «Habitualmente, esta batalla la describe Banquo, y no se representa» —indica Canning—. «Se hacía esencial acompañar a nuestros personajes en el campo de batalla, puesto que así se descubre qué tipo de vida llevan, y finalmente, en qué medida les afecta el alejamiento del teatro de operaciones».
En el rodaje de la secuencia, el realizador eligió adoptar no otro punto de vista que el de los protagonistas en la batalla, además del de las brujas: ellas informan a Macbeth de la profecía que le obsesionará hasta el final del relato.
Esta secuencia se rodó al inicio del rodaje. «Era bastante precisa y nos pusimos manos a la obra inmediatamente» —dice Kurzel—. «Nos ceñimos a las ideas antes que a la atmósfera o al desarrollo de la batalla. Entonces, nos dejamos llevar por los acontecimientos. En realidad, lo que cuenta es el punto de vista de Macbeth y el modo en que esta guerra le altera».
La producción ha recurrido a un ejército de especialistas en reconstrucción de batallas para verificar la autenticidad de la secuencia. «Esta gente se pasa los fines de semana reconstruyendo estas contiendas, al punto que la pasión por su actividad y por lo que se les pidió en el film resultó pasmoso» —relata el realizador.
«Del total de guerreros en el campo de batalla, tan sólo perdimos a dos» —bromea Fassbender—. «Varios de ellos corrían por todas partes sin camisa, pese a un frío espantoso. Estábamos a finales de enero y arreciaba una lluvia torrencial. Es gente extraordinaria».
Por medio de la representación de esta secuencia de batalla, y del estudio del impacto, Kurzel y su equipo pretendían abordar el estrés postraumático que afecta a Macbeth en un plano psíquico.
«Justin había descubierto muy al principio del proyecto que el personaje sufría estrés postraumático» —subraya Fassbender—. «Le abruman alucinaciones que le llevan hasta la psicosis. Ello acontece principalmente durante la secuencia del banquete, donde se dice a sí mismo : ‘si alguien de aquí me conoce, sabrá que me embargan estas crisis extrañas’. Este hombre ya padecía esta patología antes de los hechos que relata la pieza, y ello me ha ayudado mucho a comprender al personaje, su vida y cuanto ocurre en su cabeza».
«Básicamente, el punto de partida de Macbeth está en la insatisfacción de dos personajes que siempre quieren más» —remarca Kurzel—. «Me dije que sería interesante cambiar el enfoque y, tras larga reflexión, observar a esos dos personajes cómo tratan de llenar un vacío, el cual proviene de un sufrimiento u otra cosa».
Y sigue: «Macbeth es una especie de soldado abandonado, que sufre un trauma. Damos a entender que Lady Macbeth y él han perdido a un ser querido. Por ello, la profecía y la intención de matar al rey asumen una resonancia distinta, y ello permite a esos dos personajes, en tanto que pareja, avanzar y girar página».
GALERÍA DE FOTOS
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