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NOTAS DE LA DIRECTORA...
“No hay nada más extraño en un tierra extraña que el extraño que viene a visitarla”. Me enfrenté a la película con el espíritu de una etnógrafa exploradora, como si yo no fuese extremeña y no hubiese crecido escalando las rocas de Los Barruecos. Quería retratar ese imposible encuentro cultural entre mis paisanos y los artistas del movimiento Fluxus como si filmara el primer contacto entre un grupo de turistas y una tribu de Papúa Nueva Guinea.
El humor afloraba allí donde lo familiar para unos es lo extraño para otros. Intentaba encontrarlo diseccionando el marco cultural y no reforzando viejos clichés y estereotipos ligados al arte contemporáneo: ¿Es esto arte? Al fin y al cabo los malpartideños habían encontrado la respuesta a esa y a otras muchas preguntas hace ya más de cuarenta años y no me interesaba tanto juzgar la obra de los artistas como encontrar las huellas que habían dejado en Malpartida.
¿Cómo se filma a Fluxus? Desde luego hay que olvidarse de imitarles porque el resultado se convertiría rápidamente en dinosaurio.
Cuando los artistas Fluxus llegaron a Malpartida para el rodaje de la película nos envolvió a todos una extraña sensación. Se ha hablado de ellos como de los santos contemporáneos y ciertamente irradian un halo de autenticidad que te hace pensar en la vida que podrías tener pero que no tendrás. En la aventura de seguirles hacia donde ellos parecían dirigirse nos dimos cuenta de que tan sólo debíamos estar allí y acompañarles a ese lugar al que por muchas razones complejas nunca podían llegar.
La libertad de jugar y holgazanear, la libertad de valorizar ese juego y la libertad de dejar a un lado la razón y la estética, para simplemente ser.