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NOTA DE LA DIRECTORA...
A través de Nina quiero hablar sobre dónde están los límites del consentimiento desde un punto de vista femenino activo, desde la complejidad psicológica y social que entraman este tipo de relaciones. Es muy fácil tipificar una violación de una menor, pero ¿cómo delimitar el abuso cuando hay un aparente consentimiento?
NINA parte de la obra de teatro “Nina” de José Ramón Fernández que a su vez es una versión libre del texto de Anton Chéjov “La Gaviota”. La adaptación cinematográfica que yo presento supone una nueva revisión en el presente desde el punto de vista de Nina (adolescente y adulta) mediante una estructura narrativa cercana al western y un acercamiento visual más poético y contemporáneo.
Lo que hace diferente a mi proyecto es que hace conversar de manera poética pasado y presente a través del tratamiento audiovisual de los espacios, las atmósferas, el duro paisaje del norte o incluso las propias tradiciones, con un minucioso trabajo de la puesta en escena y el montaje que, al mismo tiempo, ayuda a incrementar la tensión narrativa. Todo ello articulado a partir del objetivo inicial de venganza de Nina, ante su muerte inminente, que irá evolucionando hacia algo más profundo y existencial.
El pueblo -Arteire- y su entorno -aparentemente inamovible a través del tiempo-, se convierte de este modo en un personaje esencial de la historia, acompañando a Nina en este último viaje hacia sus dramáticos recuerdos.
Nina es una película ambiciosa en su puesta en escena que trata de encontrar un equilibrio entre el realismo y la estilización formal puramente cinematográfica. Bebe del cine clásico, del western, del melodrama, así como de otras películas donde la poética de la imagen habla más que las propias palabras. No es una película pequeña ni intimista, sino que está contada desde la rabia que mueve los deseos de venganza de una mujer dura, diminuta en la inmensidad del despiadado paisaje del norte de España.
Éste es mi segundo largometraje como guionista y directora tras mi ópera prima “Ana de día”, por la que llegué a estar nominada en los Premios Goya como Mejor Directora Novel. Para mí “Nina” de algún modo cierra un ciclo creativo construyendo un díptico sobre la huida en conversación directa con ella: mientras en “Ana de día” existía la pulsión por el descubrimiento y la necesidad de autoconocimiento y ruptura propia de la juventud, en “Nina” existe la necesidad inconsciente de reconciliación con los orígenes de un personaje que está de vuelta.
En definitiva, una reconciliación con mis propios orígenes.