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SINOPSIS
Guido es un director de cine que está atravesando una crisis tanto artística como personal lo ue le lleva a un lío amoroso entre las diferentes mujeres que copan su vida, su esposa, la productora de sus películas, su amante y su madre...
INTÉRPRETES
DANIEL DAY LEWIS, MARION COTILLARD, PENÉLOPE CRUZ, SANDRO DORI, NICOLE KIDMAN, JUDI DENCH, SOPHIA LOREN, KATE HUDSON, FERGIE, RICKY TOGNAZZI, ELIO GERMANO, ROBERTO NOBILE, ANDREA Di STEFANO, ENZO CILENTI, VALERIO MASTANDREA
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Pasión, fantasía, lujuria, amor, arte, estilo, engaños, sueños, la vida ha sido siempre un circo para el mundialmente Nfamoso director cinematográfico de los años 60, Guido Contini sólo que no le es posible escapar en el vibrante y provocativo musical dramático, Nine.
Con gran renombre por su brillante realización cinematográfica, y deseado por muchos, Guido está a punto de darle una patada a la producción de su altamente esperada novena película, Italia, cuando repentinamente el mundo se le viene encima tanto por lo que se refiere a sus amplios poderes creativos como a su ferviente vida amorosa, pues ambos extremos se evidencian incontrolables a la vez.
Rodeado por todo un panorama de mujeres sorprendentes, su tentadora amante Carla, su devota esposa Luisa, su musa Claudia, su diseñadora de vestuario y confidente Lilli, una periodista de flirteos de Vogue, una aleccionadora prostituta de su infancia, y su amada mamma, Guido busca la inspiración y su posible salvación pues se halla en una situación de caída libre.
El histórico plató 5 de los Estudios de Cinecittà, en Roma, se ve iluminado por los más evocativos deseos, memorias y NINEsueños de Guido, que se transforman en fantasías musicales espectaculares y dinámicas, en tanto Nine se acerca decisivamente al momento en el que Guido debe enfrentarse a sus demonios y gritar: «¡Acción!»
La galardonada e innovadora sensación de Broadway que fue el musical NINE, inspirado en el cine, ve el círculo cerrarse al volver a la pantalla grande conmovedoramente reinventada como vistosa historia cinemática acerca de la tremenda crisis de un artista de mediana edad, en un film que dirige Rob Marshall, realizador nominado al Oscar, responsable de dar deslumbrante vida en la pantalla grande al musical Chicago.
UN MÉTODO INUSUAL...
Hay pocos éxitos sensacionales en Broadway que tengan unas raíces tan profundamente cinematográficas o tan sexys como Nine, una historia que habla de arte, sueños, amor, y del regocijo emocional e inspiración que tan sólo pueden hallarse en el cine, y ahora se cierra el círculo con el retorno a la gran pantalla en lo que es una adaptación absolutamente reimaginada bajo la dirección de Rob Marshall.
Marshall despliega el drama de un artista de mediana edad que ha entrado en crisis y lo hace aplicando su original lenguaje cinematográfico hecho de emoción, música, imaginación y cinematografía cinética, que convierte las vidas interiores del director Guido Contini y de las mujeres que le inspiran en unas conmovedoras fantasías visuales.
Todo tuvo su comienzo en Federico Fellini. Su largometraje de 1963, 8½, una obra maestra que ganó el Oscar, un cuento surrealista y mágico de atrevimiento sin parangones acerca de la crisis creativa de un director cinematográfico, se convirtió en uno de los filmes más comentados, analizados e influyentes de todos los tiempos. Un carnaval rebosante de imágenes que se fusionan en el recuerdo seductor, los sueños, los vuelos de la fantasía, la nostalgia, el humor y los demonios de un hombre, devino para muchos uno de los primeros filmes que expusieron plenamente lo que realmente se siente viviendo en la locura NINEinterior y la maravilla de la condición humana moderna. En primera posición, aunque junto a otras cintas de Fellini, 8½ inspiró a gente de todo el mundo que anhelaba al sueño de vivir dentro del sensual mundo de una película italiana.
Ahora, Rob Marshall aporta su propio entourage creativo, su inteligencia para integrar drama, cine, y música configurando un tejido sin fisuras para 8½, a través del musical.
La versión de Broadway de NINE, con libreto de Arthur L. Kopit y música y letra de Maury Yeston, tiene su origen en otro joven artista obsesionado con Fellini. Yeston llevaba perdidamente obsesionado con 8½ desde que vio la cinta cuando adolescente. Años más tarde, mientras enseñaba música en la Universidad de Yale, en la década de los 70, convirtió la historia de aquella película visionaria de poderosas imágenes en un musical teatral transgenérico, para finalmente emprender viaje a Roma con el objetivo de encontrarse con el maestro y recibir de él sus bendiciones creativas.
A Yeston le pareció que si añadía el factor extra de la música y la danza a la inolvidable capacidad visionaria del director NINEitaliano, en torno a la lucha que sostiene un hombre de mediada edad con las mujeres, la lujuria, los anhelos espirituales y la realización creativa . . . todo aquello se integraría en NINE.
Pero NINE estaba destinada a sobrellevar otra transformación artística de regreso al medio original que la inspiró: el cine. La idea surgió cuando Rob Marshall y Harvey Weinstein comenzaron a buscar un nuevo proyecto que siguiera al de Chicago.
Del mismo modo que Fellini le había concedido personalmente a Maury Yeston absoluta libertad creativa para que éste usase los elementos de 8½ como arcilla en manos del escultor con el fin de crear su trabajo teatral, así ahora era Yeston quien permitía lo mismo a Rob Marshall para lograr una nueva vida de la pieza para la pantalla.
«Me encantó muchísimo saber que Harvey Weinstein quería hacer un film de NINE, y todavía me emocionó más que fuera Rob Marshall quien dirigiera el mismo», comenta Yeston. «Estoy profundamente convencido de que el cine es un arte del director, y quería que Rob se sintiera absolutamente libre a la hora de adaptar y transformar mi obra para el escenario, y así sacar el máximo provecho de un medio y unas posibilidades tan distintos como los del cine”.
Marshall y Weinstein contrataron a dos guionistas con el único objetivo de que aportaran sus respectivas visiones para hacer de Nine un drama musical: Michael Tolkin, guionista y director nominado al Oscar; y el finado Anthony Minghella, guionista y director ganador del Oscar, él mismo de ascendencia italiana y sumido en un profundo amor por las películas italianas. Lo que escribieron no sólo se vio inspirado por Fellini, Kopit y Yeston, sino también por sus propias experiencias personales en el terreno de la realización cinematográfica, la imaginación y la vida, en su calidad de laureados cineastas sometidos a mucha presión.
Simultáneamente, Marshall comenzó a organizar audiciones con una lista integrada prácticamente por todas y cada una de las actrices principales de Hollywood y de más allá, porque siempre creyó que el guión debía escribirse teniendo bien claro el reparto en lugar de hacerlo del modo inverso. Marshall, junto a su socio creativo John DeLuca, tuvieron sesiones de trabajo de canto y danza con prácticamente cada estrella femenina de renombre en tanto el guión todavía se estaba forjando.
Pese a la larga distancia de décadas, a Yeston le pareció que los personajes parecían tan vivos como siempre, particularmente con el dinámico reparto del film. Escribió la canción de cuna “Guarde La Luna” pensando en Sophia Loren como la adorada madre de Guido.
Yeston también escribió una nueva canción para Marion Cotillard, dando vida a Luisa, la esposa que está harta de Guido: el poderoso tema “Take It All.”
Además de esas canciones nuevas, Yeston efectuó cambios en la letra y la música en general. «Las canciones necesitaban encajar como mano en guante con los NINEpersonajes tal y como los veía Rob y los actores que los encarnaban», comenta Yeston.
Si bien algunas canciones de la pieza original se redujeron para aumentar la fluidez del film, como así sucede por lo general con las trasposiciones del proscenio a la pantalla, Yeston opina que no se ha perdido nada. «No he perdido ninguna canción, pues todavía están en el espectáculo teatral. En lugar de ello, he logrado una nueva versión, transformada, de mi trabajo», explica.
FOLLIES BERGERE: Rob Marshall grita «Acción!» en Nine...
«La versión cinematográfica de Nine es una completa reinvención. Resulta tan absolutamente singular según la visión de Rob Marshall, que ha seguido su propia evolución desde el punto de vista creativo», comenta el productor Marc Platt.
Rob Marshall no es ajeno a la labor de fundir clásicos de Broadway con la prosa del cine, lo que efectuó en Chicago.
LA CANCIÓN DE GUIDO: Guido Contini y sus mujeres...
En el fondo del drama de Nine está el viaje artístico de Guido Contini, el sensual, elegante y desenvuelto director cinematográfico felliniano.
Para este sorprendente reparto, se eligió para el papel a Daniel Day Lewis, por dos veces ganador del Oscar. El actor se ha lanzado con el papel con su prototípica intensidad, incluso aprendiendo un italiano fluido con el objetivo de encarnar al personaje en toda su dimensión.
Maury Yeston, que ha alcanzado a ver todo un espectro de actores dando vida al papel de Guido, se impresionó de verdad con el grado de absorción de Day Lewis para el papel, pero también por su desconocida capacidad para entretener como cantante. «Resulta que Daniel es un cantante dotado y siempre lo ha sido, pero lo que pasa es que no lo sabíamos», subraya Yeston.
Rodeando a Day-Lewis, y alternativamente seduciendo y confundiendo a su personaje en Nine, existe una serie de glamorosas mujeres, fuertes y de bandera, cada una con su propio papel vital que desempeñar para que Guido encuentre el camino a través de su remolino creativo.
La lista se inicia con Marion Cotillard, ganadora del Oscar, encarna a Luisa, la siempre devota y sacrificada esposa de Guido. Mientras se preparaba para el papel, Cotillard pensó mucho en torno a los motivos de su personaje y a su vida anterior a Guido.
Carla, la amante de Guido, irresistiblemente potente aunque necesitada de trato delicado, cobra vida a través de Penélope Cruz. «Carla está llena de esperanza, conflictividad y dolor para con su relación con Guido», observa Cruz.
Otra mujer que lleva mucho tiempo manteniendo con Guido una relación tan escurridiza como simbiótica es Claudia Jenssen, la que resulta su musa e inspiración. Dando vida a Claudia está Nicole Kidman, ganadora del Oscar, recuerda sentirse inmediatamente vigorizada por los temas que son la esencia de Nine. «Es el estudio de un hombre que está pasando por una crisis tremenda, que intenta resucitar, y de todas las mujeres de su vida”.
Otra de las mujeres es Lilli, la diseñadora de vestuario de Guido, quien también ejerce como su confidente y cuidadora, a quien encarna Judi Dench. A Dench le resultó atractiva el tipo de relación tan distinta que Lilli sostiene con Guido. La vida también imita el arte para Dench en su papel. «En lo que es una coincidencia extrañísima, comencé practicando como diseñadora de vestuario ¡para el teatro!», explica.
Se produce una filtración pícara en el universo de Guido que toma la forma de Stephanie, la impecable periodista de moda en Vogue, quien aparece en lugar destacado en las fantasías del realizador. Es Kate Hudson, quien asume este llamativo papel. «Stephanie», nos dice la actriz, «es una admiradora obsesiva de Guido Contini. Para Hudson, la misma idea de hacer un musical era del todo inédita y renovadora; se sentía particularmente emocionada por interpretar una de las nueva canciones de Maury Yeston.
Asimismo, también uniéndose al reparto está toda una leyenda en vida de la gran pantalla italiana: Sophia Loren, ganadora del Oscar, quien confiesa haberse quedado boquiabierta cuando Rob Marshall le ofreció el papel de una de las más importantes mujeres en la vida de Guido: su siempre influyente madre. Marshall le dijo a la tan admirada actriz internacional que no podía concebir realizar Nine si ella. «Me explicó que se trataba de un papel pequeño, pero afirmó que sólo haría la película si yo encarnaba a la Mamma», nos dice Loren.
Cerrando esta familia de mujeres reunidas para Nine, está Stacy Fergurson, ganadora del Grammy, conocida por todo el mundo como Fergie, quien ha dado vida al evocador papel de Saraghina. Después de que Ferguson lograra el papel en una audición que fue muy reñida, se dispuso a encarnar el mismo con una dimensión absolutamente personal, por lo que se sumergió en toda una investigación cinematográfica. Nos dice: «Estuve viendo montones de películas de aquella época para captar la pura fisicidad de Saraghina. Quería que este personaje me absorbiera. Y ocurrió cuando empezamos a hacer la rutina con las chicas”.
CINEMA ITALIANO: Diseñando Nine...
Para lograr que el público cinematográfico experimentara Nine de un modo claramente cinematográfico, Rob Marshall quería sumirlo en una película italiana, yendo y viniendo por las lustrosas calles de moda en la Roma de la década de los sesenta, por las que Guido corre a toda velocidad y en las fantasías oníricas que surgen de la cabeza de Guido, evocando su lujuria y amor, su imaginación y frustración, su nostalgia y su anhelo por dar con un camino que le lleve a un futuro.
Para hacer eso, Marshall y su socio de hace mucho, el coreógrafo y productor John DeLuca, se rodearon de muchos de los excepcionales artistas que les ayudaron a crear la belleza cinematográfica.
El equipo dividió los elementos de diseño en dos partes diferenciadas: por un lado, la complicada vida real de Guido en Roma, así como el balneario de lujo que espera en vano sea su escondrijo; y por el otro, su vida fantasiosa tan activa. Esta última parte tiene lugar en un plató a medio construir de Cinecittà, la fuente del ansia creativa de Guido que se metamorfosea en una variedad diferente de mundos visuales.
Myhre nos explica: «Decidimos que la primera vez que se ve el plató, éste tenía que ser un auténtico plató, así que usamos el plató H de los Estudios Shepperton, en Inglaterra, que resultaba tener un perfecto parangón con el histórico plató 5 de Fellini en Cinecittà, Roma. Sin embargo, el mayor desafío estribaba en el hecho de que ese plató tenía que transformarse en diez ocasiones en muchos mundos imaginarios distintos, en ocasiones en una misma noche.
Todo ello llegó a presionar la capacidad de inventiva del equipo de diseño hasta el límite. «Cada una de las fachadas fue diseñada de tal modo que pudiera trabajar para un número concreto pero que al tiempo pudiera adaptarse para otros», explica Myrhe.
Cuando se trató de la exuberante y sensual fotografía del film, Dion Beebe se inspiró inicialmente en el tono profundamente personal y en la estética vibrante del cine italiano, particularmente cuando su apogeo de la década de los 60, cuando Italia generaba una larga lista de auteurs que harían historia: de Fellini a Antonioni, de Pasolini a Bertolucci… pero, a partir de ahí, elaboró el estilo propio, singular, del film.
Desde el principio, Beebe y Marshall se metieron en complejas discusiones acerca de cómo lograr que esta nueva versión de Nine integrara al público mediante una iluminación innovadora y unos movimientos de cámara fluidos. Beebe recuerda: «Sostuvimos largas conversaciones sobre cómo rodaríamos e iluminaríamos los números musicales de la producción. Con respecto a la iluminación, igual que hicimos en Chicago, incorporamos buen número de elementos teatrales para definir de un modo meridiano los números musicales como fantasías que sucedían en un mundo alternativo. Siempre buscábamos esos distintivos momentos en que el escenario se transforma en pura fantasía.
La iluminación era esencial, pero también lo era el movimiento de la cámara. «Los movimientos de la cámara han sido siempre muy importantes para Rob y para mí cuando hablamos de rodar números musicales» —Beebe asevera—, «y de captar todo el despliegue de la coreografía. A Rob le agrada que el número se represente de principio a fin, lo que es muy importante para los artistas y bailarines, con la finalidad de bastir tempo y ritmo, pero también hemos de lograr que cobre vida para la cámara. Fue imprescindible el uso de dollis, grúas, y pistas en esos platós, pero debía hacerse sin interrumpir la fluidez del número y de la canción.»
Igual que Beebe, la diseñadora de vestuario Colleen Atwood inició su proceso creativo teniendo en cuenta el look de la NINEmoda sexy y glamorosa del cine italiano de los años 60, pero derivó hacia su propia interpretación fantástica de ese look.
El vestuario de Atwood también se ha creado en respuesta directa a la coreografía, y a los movimientos que los cuerpos de los actores han de hacer.
Tras el rodaje en los platós de Londres, el reparto y el equipo técnico se volvieron a encontrar para rodar en el mismo lugar en que nacieron las películas de Fellini: los Estudios Cinecittà de Roma, así como en localizaciones italianas con valor de icono cinematográfico tan conocidas como la Piazza del Popolo, en la Via Veneto y, costa abajo, la ciudad de Anzio.
El ambiente de Cinecittà inspiró a todos, uno de los estudios cinematográficos con mayor solera histórica del mundo.
Todos los grandes nombres del cine italiano se hicieron estrechamente familiares para los edificios de terracota a lo largo de las avenidas arboladas que rodean los enormes platós del estudio. En la década de los 50 y los 60, Roma se había convertido en el «Hollywood del Tíber,» y atraía hacia la Vía Tuscolana a los realizadores cinematográficos más prestigiosos del mundo.
Una vez en Roma, la producción sacó provecho de la vasta lista de localizaciones perfectamente cinematográficas de la ciudad.
Asimismo, la producción enfiló hacia el sur, una hora de viaje hasta la ciudad costera de Anzio: el escenario en que tuvieron lugar los desembarcos de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, donde rodamos en un antiguo casino que recuerda la grandeur del pasado, con terrazas espectaculares mirando al mar. Ese edificio posibilitó varias localizaciones importantes de Nine.
El rodaje concluyó en Sutri, un pueblo en lo alto de una colina, a una hora de Roma, donde las dos largas y frías noches de rodaje con Daniel Day Lewis y Nicole Kidman acababan una secuencia que se iniciaba con una canción interpretada en el plató H de los Estudios Shepperton, en Inglaterra.
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