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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras los grandes musicales de la historia del cine como 'Cantando bajo la lluvia' (1952), 'Un americano en París' (1951), 'Siete novias para siete hermanos' (1954), 'My fair lady' (1964) o 'West Side Story' (1961), por no hacer más larga la lista, el género dio un cambio con Bob Fose con 'Cabaret' (1972), 'All That Jazz, Empieza el espectáculo' (1979), etc. y posteriormente vino el musical moderno a partir de 'Moulin Rouge' (2001) que con su montaje en corto para darle más ritmo no dejaba ver las coreografías.
Rob Marshall pecó un poco de ese defecto en 'Chicago' (2002), con el que ganó seis Oscar, pero no de forma tan acentuada, como también ocurre levemente en su segundo musical, 'Nine' (2009), que tuvo cinco nominaciones a los Globos de oro.
La película se basa en el musical 'Nine' (2009) que se puso en escena en Broadway en 1981, cuyo libreto de Arthur Kopit y Mario Fratti con música de Maury Yeston, se inspiraba en el film 'Ocho y medio' (1961), de Federico Fellini, volviendo de esta manera ahora de nuevo a la pantalla.
''La base de aquella cinta era la de un hombre que se enfrentaba a la creación en unos momentos en los que le faltaba la inspiración. Ese no era otro que Federico Fellini, todo un símbolo universal del cine italiano, que hacía con 'Ocho y medio' (1961) no hacía más que un resumen de su obra hasta esos momentos.
En la película se recogen esos instantes y parte ficticia de su vida privada. Guido Contini tiene una amante, Carla, y debido a ello las relaciones con Luisa, su esposa, están tirantes, casi a punto de pedir el divorcio.
Esto no es más que para añadir una parte dramática, como igualmente se meten las ensoñaciones de su vida de niño o la relación con su madre.
Es un pretendido homenaje al genio del cine italiano enfrentado al infierno de la creación por no encontrar la inspiración.
Sobre este argumento se cuelga un puñado de canciones y de números de baile que si bien no han sido tan populares como los de 'Chicago' (2002), sí hay algunos que resultan brillantes por su ritmo y colorido, aunque las coreografías no sean muy inspiradas y casi siempre sobre el mismo escenario.
A veces se nota la ausencia de planos generales para que luzcan los números de baile, defecto acentuado por un montaje cortante en el que se montan en paralelo algunas situaciones dramáticas que los cercenan.
El guion introduce los números musicales con cierta monotonía pero haciendo que todo funcione, aunque el espíritu de Fellini creemos que no aparece por ningún lado en ningún momento.
En el capítulo actoral bien a secas Daniel Day Lewis, destacada la actuación de Marion Cotillard, el trabajo de Penélope Cruz y una divertida Kate Hudson, resultando entrañable la presencia de veteranas como Sophia Loren y Judi Dench.
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