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INFORMACIÓN
Titulo original: On The Basis Of Sex
Año Producción: 2018
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 119 Minutos
Calificación: Autorizada para todos los públicos
Género: Drama, Biografía
Director: Mimi Leder
Guión: Daniel Stiepleman
Fotografía: Michael Grady
Música: Mychael Dana
FECHAS DE ESTRENO
España: 22 Febrero 2019
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Entertainment One


SINOPSIS

Ruth Bader, una abogada en apuros, debe afrontar todo tipo de adversidades y obstáculos en su lucha por la igualdad de derechos a lo largo de su carrera. Cuando Ruth acepta un caso tributario con su marido sabe que podría cambiar el curso de su carrera y la forma en que los tribunales ven la discriminación por género...

INTÉRPRETES

JUSTIN THEROUX, ARMIE HAMMER, FELICITY JONES, CAILEE SPAENY, KATHY BATES, STEPHEN ROOT, JACK REYNOR, JOHN RALSTON, ANGELA GALUPPO, GABRIELLE GRAHAM, ARLEN AGUAYO-STEWART, STEPHANIE COSTA, JOE COBDEN

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ACERCA DE LA PRODUCCIÓN...
   La directora Mimi Leder comenta que tuvo una reacción visceral al leer el guion, inspirado en una historia real y escrito por Daniel Stiepleman, que es además el sobrino real de la jueza Ginsburg. “Tengo que hacer esta película”, recuerda Leder que pensó. “Tengo que contar esta historia. Me sentí inmediatamente identificada con la trayectoria de la jueza Ginsburg hasta llegar a convertirse en la persona que estaba destinada a ser”.
  Leder se sintió impulsada a contar una historia de una mujer fuerte que, contra todo pronóstico, fue capaz de hacer realidad sus sueños, además de hacer avanzar a la humanidad en su lucha por la igualdad y el movimiento de los derechos de la mujer.
  Leder también sintió una cierta conexión con Ginsburg. “Quería contar su historia porque yo también he sufrido adversidades y discriminación, y he tenido que luchar por trabajos que han conseguido hombres inferiores”, explica. “Sentí que nuestras trayectorias tenían elementos comunes, al ser ambas madres, mujeres judías y disfrutar de una larguísima relación amorosa e igualdad en nuestra colaboración con nuestros maridos. Llevo 32 años casada. La jueza Ginsburg tuvo un matrimonio muy largo, que estuvo lleno de amor e igualdad, e influyó en nuestra película y en la metáfora del filme”.
  El hecho de que el guion resultara estar escrito por el sobrino de Ruth, con aportaciones de la propia Ginsburg, dotaba a la historia de una dimensión más íntima y esclarecedora, de mayor verosimilitud.
  Stiepleman comenta que se sintió inspirado a escribir el guion durante el funeral de su tío Martin en 2010, mientras escuchaba el panegírico.
“No hay ningún matrimonio que admirara más que el del tío Marty y la tía Ruth”, explica. “Y en eso es en lo que pensaba cuando el tío Marty murió en junio de 2010. Así que fuimos al funeral y uno de sus amigos se levantó y pronunció el panegírico, que incluía ciertos detalles de una historia sobre el único caso que Ruth y Marty defendieron juntos, y pensé: ‘Vaya, eso sería una película increíble’”.
  Stiepleman le dio vueltas a la idea durante un año antes de abordar a Ruth. “Así que llamé [a Ruth], y le dije que tenía una idea para un guion. ‘Me gustaría tener tu permiso, si es posible, y me encantaría tu ayuda’. Y me respondió, textualmente: ‘Si a eso es a lo que te apetece dedicarle tu tiempo’. Así que me desplacé a Washington, D.C. y pasamos varios días juntos”, recuerda.
  En ese tiempo, Stiepleman se dedicó de día a revisar detenidamente los archivos personales de Ruth de los 60 y 70, así como la Biblioteca del Congreso, mientras que, de noche, la entrevistaba sobre lo que iba descubriendo.
  “Hablábamos de su matrimonio y de los comienzos de su relación, y de ser una de las únicas nueve mujeres en la Facultad de Derecho de Harvard en la década de 1950. Cómo fue esa experiencia y cómo se apoyaron mutuamente. A medida que avanzamos, fue surgiendo la historia general”, recuerda. “Y una de las grandes alegrías de este proyecto para mí fue, en cierto modo, que tuve ocasión de conocer a mi tía Ruth por primera vez, y ella también tuvo ocasión de conocerme, como escritor”.
  Según Stiepleman, para Ruth era esencial que la historia se mantuviera fiel a los hechos. “Pasamos horas y horas al teléfono, repasando todo juntos. Y lo verdaderamente extraordinario de Ruth, lo que era más importante para ella, era que las cuestiones legales fueran correctas, que la forma en que se practicara Derecho fuera precisa en el guion”.
  Stiepleman señala que Ruth nunca dio muestras de ego alguno a la hora de contar su historia. “No hubo nada de ‘Aquí no quedo nada bien’. Siempre se trataba de ‘Así es la ley’, y ‘Vamos a mostrar correctamente la ley’, eso era muy importante para ella y admiro mucho eso”.
  Pero lo que realmente lo conmovió fue la pasión y la dedicación de Ruth a la constitución. “Creo que hay algo más profundo que es fundamental entender sobre Ruth: lo mucho que venera la constitución, la ley y su país”, afirma. “Y lo que aprendí de ella es lo que es el verdadero patriotismo”.
Stiepleman envió un borrador del guion a Karen Loop, su supervisora durante la época en la que enseñaba a escribir guiones en Columbia College, en Chicago, que quedó tan entusiasmada con la historia, que se la hizo llegar al productor Robert Cort.
  Tras recibir el guion, Cort lo encontró prometedor, incluso en el estado tan preliminar en el que se encontraba. “Pasamos probablemente unos 18 meses con ese borrador antes de hacerlo circular. Y fue recibido con un interés enorme por toda la comunidad”, recuerda. “Fue incluido en la denominada Blacklist, que es una lista de los principales guiones no producidos de Hollywood. Y ese fue el principio del proceso”.
Cort compara a Ruth con Wonder Woman.
  “UNA CUESTIÓN DE GÉNERO es la historia del origen de una de las grandes mujeres de nuestros tiempos. Digo ‘historia de origen’ haciendo específicamente referencia al mundo de los superhéroes porque Ruth, en muchos aspectos, es nuestra superheroína”, explica. “En la película, los primeros 15-20 minutos, su época de Harvard, su época en Nueva York, son los momentos y los acontecimientos que sirvieron realmente para cristalizar quién es como persona”.
  A Leder le atraía especialmente el aspecto humano de la formidable jueza del Tribunal Supremo. “Es alguien que sabemos que fue una pionera absoluta y una de las figuras políticas más influyentes de nuestros tiempos”, opina. “Pero lo que es más importante recordar es que es un ser humano y era muy importante para mí y para el equipo responsable del proyecto sacar su humanidad y mostrarla como una persona real”, recalca.
  Cuando la vemos inicialmente en la película, Ruth se encuentra estudiando Derecho en Harvard junto a su marido, Marty. Mientras aprende a mantener un equilibrio entre su papel de madre y su faceta de estudiante de Derecho, Ruth deberá afrontar adversidades en un entorno dominado por los hombres y a menudo hostil, en el que es una de las únicas nueve mujeres de toda su promoción.
  El productor Jonathan King comenta que el guion llegó a Participant Media en el momento justo. “La misión de Participant Media es hacer películas que tratan cuestiones sociales importantes de la actualidad, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo, y esta película gira en torno a la igualdad y los derechos civiles, así que encaja a la perfección con nuestra misión”, afirma.
  A King le encantaba el hecho de que Ruth superó todos los pronósticos en un mundo que parecía estar en su contra. “A un nivel muy sencillo, UNA CUESTIÓN DE GÉNERO es una película sobre una joven de increíble talento y ambición a la que le dicen que no puede hacer algo, así que trata sobre su lucha por ganarse su lugar en el mundo. Así que, cuando lucha por ella, [también está luchando] en nombre de todos aquellos a quienes les han dicho que no pueden hacer algo por ser mujeres, o incluso hombres, también”, afirma.
  La actriz británica nominada al Óscar Felicity Jones, que acababa de ofrecer su alabada interpretación en “Rogue One: Una historia de Star Wars” fue elegida para interpretar a la decidida futura jueza del Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
  “Llevaba años buscando un papel así”, asevera. “Uno en el que un personaje femenino está fervientemente dedicado a lo que hace, pero, al mismo tiempo, ofrece una visión más completa de su vida y de su carácter”.
  En cuanto a su interpretación, Leder opina: “Felicity Jones encarnó [a Ginsburg] de una forma muy real y sincera. Encontró su esencia. Encontró su realidad. Hizo suya [a la jueza Ginsburg], y no se limitó a hacer una imitación”.
  El primer paso en la labor de documentación de Jones fue reunirse con su homóloga real. “Tuve la gran suerte de ir a visitar a la jueza Ginsburg a su apartamento de Washington, y fue un encuentro sumamente conmovedor”, recuerda. “Había muchos detalles y no quería olvidarme de nada, así que recuerdo que le dije: ‘Um, Ruth, ¿te importa que saque unas cuantas fotos?’”.
  “Así que estaba sacando fotos de su escritorio y de cómo lo tenía todo colocado”, prosigue Jones. “Y una de las cosas más claras de las que pude darme cuenta es que se trata de una mujer que posee una gran humanidad y se preocupa mucho por todo. No hay nada hecho de forma arrogante o superficial”.
  Jones comenta que lo que le quedó más claro de la experiencia es que Ruth es una auténtica “revolucionaria con verdadera pasión en su interior”.
  Armie Hammer, que interpreta a Martin Ginsburg, admite que no dejó pasar la oportunidad de formar parte del proyecto. “Cuando recibí el guion, me quedé encantado”, recuerda. “Me pareció estupendo cómo Ruth Bader Ginsburg cobraba vida en las páginas. Y después de hablar con Mimi y conocer a todos los implicados, estaba deseando ver cómo se trasladaba a la gran pantalla”.
  En opinión de Leder, Hammer se metió muy cómodamente en la piel de su personaje. “Creo que en esta película se podrá ver a un Armie Hammer que no se había visto nunca”, opina. “Dejó salir su lado divertido y también su lado más inteligente”.
  Hammer comenta que le atraía especialmente la devoción que sentían Ruth y Martin el uno por el otro. “Tenían una relación asombrosa y que funcionaba estupendamente, porque eran capaces de hacer siempre más o menos lo que hiciera falta. Creo que la razón por la que Ruth atribuye a Martin buena parte de su éxito es simplemente el nivel de simbiosis que tenían. No podrían haber tenido dos hijos, múltiples carreras y todo eso si no les interesara realmente ayudarse el uno al otro. Forman un equipo estupendo”.
  Jones concuerda con la observación de Hammer: “Cuando veo grabaciones antiguas de ellos, todo se basa en la risa. Se parten mutuamente de risa. Había una verdadera amistad, además de una relación romántica y un respeto mutuo absoluto. Eran verdaderos compañeros. Era la década de 1950 y ambos limpiaban y cocinaban”.
  Hammer admira el esfuerzo que realizó Jones por desarrollar su personaje. “Se lo toma sumamente en serio y lo aborda con muchísimo respeto, sobre todo hacia la jueza Ginsburg”, afirma. “Dota al personaje de una gran determinación y fuerza, pero también de mucha dulzura, que resulta verdaderamente conmovedora”.
  El clan Ginsburg se completa en la pantalla con Cailee Spaeny, que interpreta a Jane, la testaruda hija adolescente de Ruth y Marty. Spaeny comenta que disfrutó con la oportunidad de interpretar a una joven activista de los años 70. “Me documenté mucho sobre Gloria Steinem. Vi muchos de sus discursos. Acudí a mítines en Montreal para seguir absorbiendo muchas cuestiones políticas, porque Jane estaba muy implicada en todo eso”, cuenta la actriz.
  “Cailee tiene un brillante futuro en la gran pantalla”, opina Leder de la interpretación de Spaeny. “Es una joven actriz magnífica”.
Ruth y Jane eran dos personas muy apasionadas que discrepaban constantemente, pero es Jane la que en última instancia inspira a Ruth a seguir adelante en su lucha por la justicia.
  “Creo que pone de manifiesto que hay una nueva generación ahí fuera”, comenta Spaeny. “Creo que intenta recordar a sus padres que los tiempos han cambiado y que puede que hayas practicado Derecho desde los 50, pero deberías mirar por la ventana. Ahora vamos a hacer las cosas de forma un poco distinta”.
  En el eje central de la historia se encuentra el caso que Martin –por aquel entonces un destacado abogado fiscal– le lleva a Ruth. Trata sobre Charles Moritz, un hombre soltero a quien se le niegan 296 dólares de deducción fiscal por ser un cuidador varón. “Es una discriminación por cuestión de sexo”, exclama Ruth al leer el caso. “Si un tribunal federal dictaminara que esta ley es inconstitucional, sentaría un precedente al que otros podrían remitirse y en el que podrían basarse”.
  “Fue un caso que puso fin a un siglo de discriminación sexual”, aporta Leder. “Fue un caso que declaró inconstitucional la discriminación por razones de sexo. De modo que, mientras se seguían cerrando más y más puertas, ella seguía abriéndolas una y otra vez. Además, estas leyes, el caso que ganó, afectaron a muchas otras leyes que, hoy día, damos por hecho”.
  Justin Theroux interpreta a Mel Wulf, el director legal de la ACLU (Unión Estadounidense por las Libertades Civiles), a quien Ruth aborda en busca de apoyo para poder defender a Moritz. Theroux asegura que, con Leder en la dirección, el filme podría ser cualquier cosa menos un árido drama legal. “Es una fuerza de la naturaleza, tío”, exclama Theroux. “He trabajado mucho con Mimi en una serie de televisión [“The Leftovers”] y aporta una gran energía, no solo al set de rodaje, sino que tiene un estilo de dirección lleno de brío. Al fin y al cabo, se curtió básicamente en el cine de acción... y además tiene un punto de vista muy claro y es una presencia muy sólida en el set. Posee todas las cualidades que te interesan en un director”.
  La actriz ganadora del Óscar Kathy Bates interpreta a la abogada Dorothy Kenyon, una conocida feminista y miembro fundador de la ACLU. Cuando Ruth se reúne con Dorothy en busca de apoyos para el caso, Dorothy lo rechaza en un primer momento, pero, después de leer el escrito de Ruth sobre el mismo, cambia de parecer.
  Al principio, hay una lucha de ingenio entre Mel y Dorothy. “Mel es un completo misógino”, comenta Bates sobre el personaje de Theroux. “Así que [Dorothy] va y trata de razonar con él, lo que me resultó interesante, porque tiene una línea que dice: ‘En 1776, Abigail Adams’... En otras palabras, ya por aquel entonces, esa mujer, que estaba casada con un presidente, dijo: ‘Tienes que ponerte de su parte, chico, estar de parte de las mujeres’".
  El productor Cort quiere que los espectadores presten especial atención al drama judicial. “Creo que la gente encontrará que la escena del juicio es, y lo digo con conocimiento de causa, un momento único de la historia del cine”, opina. “Ha habido muchas escenas de juicios en muchas películas y he disfrutado con muchas de ellas. Pero Ruth Bader Ginsburg, interpretada por Felicity Jones, se levanta para hablar al final de esta secuencia... y pronuncia no solo uno de los discursos más largos que ha tenido nunca una mujer en el cine americano, sino con mucho el más inspirador y más genial”.
  Cort señala que el discurso dura exactamente 5 minutos y 32 segundos.
El diseñador de producción Nelson Coates, que admite ser “un reconocido admirador de Bader Ginsburg”, comenta que su mayor reto a la hora de recrear los primeros años de Ruth fue lograr que todo resultara auténtico. “No queríamos que pareciera una caricatura, sino algo que resultara muy natural, que sirviera para apoyar y sustentar la historia de tal manera que lograra que una figura que es en muchos aspectos casi mítica resultara accesible y real para la gente, de modo que te sintieras metido en el momento, al igual que los personajes cuando los conocemos viven el momento presente”, explica.
  Ambientada principalmente en el Nueva York de los años 60 y 70, la película está filmada casi enteramente en Montreal. “Hay muchas calles en las que se puede conseguir un ambiente de la antigua Nueva York, como del SoHo en los años 70”, explica. “Los entornos que necesitaba son más fáciles de reproducir en Montreal que si hubiéramos intentado hacerlos de época en Nueva York”.
  Coates y su equipo también se encargaron de crear sets en múltiples épocas. “Recrear distintos períodos en una sola película es más difícil que hacer sencillamente una película de época, sobre todo porque no los estamos haciendo en orden”, explica. “Así que un día estás rodando Boston en 1956 y al minuto siguiente estás en Denver en 1970… Queríamos que todo pareciera relacionado, con muchas capas de distintos años y mostrando también su evolución, de una joven pareja universitaria, a pasar a ser posteriormente un matrimonio más acomodado, y cómo se gestionan visualmente esas cosas”.
  Coates comenta que documentarse sobre los colores para una cinta de época puede resultar “un tanto sesgado”, porque la representación del color, ya fuera a través de los procesos de impresión o de los procesos fotográficos de la época, presentan tonos y valores diferentes. “Así que los tejidos ofrecen la mayor aproximación posible a cómo eran realmente esos colores”, afirma. “E incluso los colores de las telas han ido cambiando con el tiempo. Así que, cuando nos pusimos a ver imágenes de referencia, encontramos muchos azules y verdes. Y Mimi dijo: ‘Vaya, estos azules grisáceos y estos verdes grisáceos son increíbles. Démosles bastante uso, como si fuera una especie de línea temática’”.
  Aunque fue un proyecto complicado, Coates dice que disfrutó trabajando con el equipo de producción. “Es un tipo de proyecto fortuito. Ya había trabajado anteriormente con el director de fotografía, Michael Grady, y con la diseñadora de vestuario, Isis Mussenden, y, por supuesto, con Mimi en varias ocasiones. Así que te sientes hasta cierto punto más cómodo para hablar ciertas cosas, y no te sientes como si tuvieras que andar con pies de plomo. Puedes decir desde el primer momento: ‘Oye, ya hemos hecho eso antes, la verdad, ¿qué tal si hacemos algo como esto?’. Y una de las primeras cosas que mencioné a todo el equipo fue que quería sentir esta película”.
  Coates considera que la historia resulta inspiradora tanto para hombres como para mujeres. “Cuando vean esta película, espero que los espectadores sean capaces de darse cuenta del impacto que puede tener una persona, o en este caso dos personas, marido y mujer, lo que puedes hacer para conseguir cambiar las cosas y cómo tu vida puede tener un impacto positivo en los demás, o, por el contrario, uno negativo. Pero, en este caso, espero de verdad que la gente se sienta inspirada por lo que ve, por lo que sucedió en los 70, algo que la mayoría de nosotros damos por sentado”, explica.
  Mussenden comenta que agradece de verdad el proceso de colaboración con Coates. “Nelson y yo colaboramos muy estrechamente”, asegura. “Me manda continuamente imágenes de cosas que encuentra, localizaciones y me cuenta lo que va pasando, y yo le envío fotos y pruebas. En general, nos mantenemos en constante comunicación, de modo que, cuando llegue el momento del rodaje, todo marche bien”.
  A la hora de diseñar el estilo personal de Ruth, Mussenden señala que colaboró muy estrechamente con el departamento de peluquería y maquillaje. “La silueta de una época empieza con el pelo y continúa con la ropa”, apunta. “No puede ser solo la ropa. Tiene que ser la ropa, el pelo y, como remate, el maquillaje, cuando te pones con primeros planos”.
  Jones también tuvo mucho que decir con el vestuario. “Felicity es muy inteligente para todo”, afirma Mussenden. “Es increíblemente lista, y colaboró estrechamente conmigo para descubrir qué era lo que le sentaba bien. Mi trabajo consiste en ayudarlos a meterse en su papel. Así que no se trata realmente de lo que quiera Felicity Jones o lo que quiera Isis Mussenden, sino de lo que sea adecuado para la jueza Ginsburg”.
  Para esta historia concreta, Mussenden quería dotarla de mucha textura. “Y quería limitar la paleta de manera que las escenas de los 70 no parezcan de ‘Xanadu’ y que las escenas de los 50 no parezcan una película de Doris Day. Quieres que parezca que alguien realmente fue a su armario, cogió algo y se vistió para ese día concreto”, explica.
  Mussenden señala que diseñar ropa para épocas concretas exige mucha documentación, que da pie a muchas preguntas.
“Independientemente de la época de la que se trate, tienes que pensar en qué intenta contar esta película y cómo queremos representarlo”, aporta. “Mimi quería un filme que fuera muy realista y natural, lo que encaja perfectamente con nuestra historia porque, aunque la jueza Ginsburg ha tenido toda su vida un cierto estilo, no es de eso de lo que trata la historia. Así que queremos ser fieles a ella, pero, también, ser fieles a la época”.
  Incluso la ropa interior desempeñó un papel importante en el filme, según Mussenden: “Desde el punto de vista de una diseñadora de vestuario, las prendas íntimas que llevaban las mujeres en los 50 eran muy restrictivas. Estamos hablando de fajas, de medias... y los sujetadores es como si estuvieran hechos de ladrillos. Son sumamente firmes y constriñen mucho. Y los zapatos son más ajustados, la ropa es más ceñida... Entonces saltamos a 1970, 1971, cuando la mitad de las chicas ni siquiera llevaban sujetadores y las cosas eran más holgadas, y llevan pantalones. O sea, incluso en el 71, las mujeres no podían llevar pantalones a trabajar. Vamos, ¿a quién se le ocurre eso? Para mí, eso era emocionante, toda la historia sociológica de lo que ha sucedido desde entonces hasta ahora ha sido muy divertida”.
  El aspecto visual se combina maravillosamente con la banda sonora de la película, compuesta por el ganador del Óscar Mychael Danna, que la describe como “una partitura basada en dos mundos. Un mundo es el del espíritu indomable de Ruth y Marty, que formaron un equipo fuerte y lleno de amor, que siempre se apoyaba mutuamente, y el otro es el viejo mundo de los hombres, del pensamiento conservador y de los lentos engranajes del gobierno”.
  Haciéndose eco de la imagen que ofrece el filme de los estereotipos sexuales, Danna explica: “Mimi y yo decidimos darles un vuelco a los clichés de las bandas sonoras cinematográficas: en vez de que las viejas instituciones del gobierno dirigido por hombres tuvieran el sonido habitual de tambores, trompas y armonías nobles, se aplicaron esas ideas al tema de Ruth. Las viejas instituciones reciben en su lugar una cualidad rancia y trasnochada, un sonido de ideas atascadas en el pasado, de pensamiento anquilosado. Mimi dejó claro con sus indicaciones que estos hombres del pasado no eran “malos tipos a los que se les fuera a asignar la música pertinente, sino más bien buenos hombres que querían lo mejor para su país, pero se habían quedado desfasados con respecto a una América que ya había elegido una nueva realidad. La música que compuse para esta nueva realidad es emocionante, estimulante, llena de vida, dirección y metas. Es un himno por el gran regalo que hicieron los fundadores de la patria a los Estados Unidos: la capacidad para cambiar”.
  Cort prosigue: “Creo que una de las cosas que me encantan de UNA CUESTIÓN DE GÉNERO es que recuerda un tiempo en el que la gente con fuertes discrepancias sobre cuestiones morales básicas y esenciales del país podían verse en un tribunal y debatir con sensatez sobre la validez de sus argumentos. Y tomar en última instancia la decisión de que hace falta cambiar la ley”.
  King considera que la historia tiene un atractivo universal. “Todo el que haya tenido que depender alguna vez de un padre, hijo o pareja que cuide de ellos o ha sido el que ha tenido que cuidar de alguien ha vivido todo eso”, comenta King. “De eso trata en esencia esta película emocionalmente, y creo que es algo increíblemente importante para los espectadores de todo el mundo, porque todos hemos pasado por eso. Miras por todo el planeta y te das cuenta de que debemos afrontar unos retos increíbles, y la única forma de superarlos todos juntos es darnos cuenta de que necesitamos contar con que todos alcancen su potencial, tener la capacidad, la clase de libertad, para decir: ‘Soy una mujer, soy un hombre, esto es lo que me apasiona, este es mi talento, puedo contribuir algo, así que dejadme’. Esos son los retos que afrontamos hoy día”.
  La película también posee una importancia social en la actualidad, en opinión de Leder. “La historia de la jueza Ginsburg es más relevante que nunca”, afirma. “Su legado se evidencia en el movimiento #MeToo, en el movimiento #TimesUp y en todas las conversaciones culturales sobre la igualdad de sexos, la paridad de sexos, la igualdad salarial y la igualdad de derechos. Aún no hemos acabado. No ha hecho más que empezar, pero se puede trazar una línea directa hasta donde empezó. Y empezó con ella”.

DE GUERRERA SILENCIOSA A ICONO DE LA CULTURA POPULAR...
  La jueza del Tribunal Supremo de los EE. UU. se ha convertido a sus 85 años en un insospechado icono cultural de nuestros tiempos. Desde su apodo de “Notorious RBG”, a su impresionante sesión de levantamiento de pesas en el programa nocturno de entrevistas “Late Night with Stephen Colbert”, o la desternillante imitación que hizo de ella Kate McKinnon en el programa de humor “SNL”, Ruth Bader Ginsburg ha dejado una huella imborrable en el panorama cultural actual de los Estados Unidos.
  El documental de 2018, “RBG”, que recoge su vida desde que era una abogada feminista hasta convertirse en icono de Internet, se estrenó en el Festival de Cine de Sundance con gran éxito de crítica y público. Sus admiradores más jóvenes ahora coleccionan camisetas, tazas de café y memes adornados con su estoico semblante.
  Tras el histórico caso Moritz, Ginsburg cofundó el Proyecto de Derechos de la Mujer de la ACLU en 1972, y en 1973 se convirtió en la directora jurídica de la ACLU. Durante su estancia en el Proyecto de Derechos de la Mujer y la ACLU, tomó parte en más de 300 casos de discriminación sexual, entre ellos la sentencia Reed v. Reed, 404 U.S. 71 (1971), que supuso la primera vez en la historia que el tribunal aplicaba la Cláusula de Protección Igualitaria de la 14ª enmienda de la Constitución de los EE. UU. para revocar una ley que discriminaba contra las mujeres. Ginsburg fue la autora del escrito judicial original. Como directora del Proyecto de Derechos de la Mujer de la ACLU, representó seis casos de discriminación sexual ante el Tribunal Supremo entre 1973-1976, de los que ganó cinco.
  En 1980, el presidente Carter la designó para el Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos, para el Distrito de Columbia. El presidente Clinton la designó para el Tribunal Supremo de los Estados Unidos en 1993, convirtiéndose así en la segunda jueza (tras Sandra Day O’Connor) en ser confirmada para el tribunal, y en una de las cuatro únicas juezas en ser confirmadas para el Tribunal Supremo en toda la historia.
  En 1996, Ginsburg escribió la histórica sentencia del Tribunal Supremo United States v. Virginia, que mantenía que el Instituto Militar de Virginia, que recibía financiación estatal, no podía negarse a admitir mujeres. En 1999, ganó el premio Thurgood Marshall de la Asociación Estadounidense de Colegios de Abogados (ABA) por sus contribuciones a la igualdad sexual y a los derechos civiles.
  En 2015, Ginsburg se puso de parte de la opinión mayoritaria en dos resoluciones pioneras del Tribunal Supremo. En King v. Burwell, fue uno de los seis jueces que confirmó un elemento fundamental de la Ley de Atención Médica Asequible de 2010, que permite al gobierno federal seguir proporcionando subsidios a estadounidenses que adquieran atención sanitaria a través de “intercambios”, independientemente de que sean estatales o federales. Ese mismo año, fue decisiva en la decisión histórica para legalizar el matrimonio homosexual en los 50 estados con Obergefell v. Hodges.
  El primer libro de Ginsburg, “My Own Words”, debutó el 4 de octubre de 2016 en la lista de superventas del New York Times de libros de no ficción de tapa dura en el puesto número 12.
E  ntre sus numerosos reconocimientos, Ginsburg fue elegida por la revista Forbes como una de sus “100 mujeres más poderosas” de 2009, por la revista Glamour como una de sus “mujeres del año 2012” y por la revista Time como una de sus “100 personas más influyentes de 2015”.

UNAS PALABRAS DE KESHA...
  Sé que mucha gente de mi generación se siente muy cínica hacia la política, y la verdad es que no puedo culpar a nadie por dicho cinismo. La situación actual de nuestro país, en la que cada día nos llegan noticias de otro ataque más contra los derechos civiles de las personas marginadas, y en la que la polarización política ha hecho muy difícil mantener siquiera una conversación sobre esos temas, es suficiente para conseguir que cualquiera quiera lavarse las manos y olvidarse de todo el proceso. Pero resulta clave recordar lo siguiente: si no participamos, si no nos hacemos oír, las cosas no harán más que empeorar. A fin de crear la clase de cambio duradero que queremos, tenemos que mantenernos implicados y, sobre todo, tenemos que votar.
  Ese sentimiento constituye la esencia de la nueva canción, “Here Comes the Change [Aquí llega el cambio]”, que he compuesto con Stephen Wrabel y Drew Pearson para UNA CUESTIÓN DE GÉNERO. Cuando me propusieron inicialmente escribir un tema para la película, pensé que era la persona equivocada para ese trabajo. Para mí, componer canciones es un proceso muy personal y casi siempre se inspira en cosas que he vivido en mi propia vida. Me intimidaba la idea de escribir sobre la vida de otra persona, y que esa persona fuera Ruth Bader Ginsburg. ‘¿Cómo podía importar mi voz en este contexto?’, me decía a mí misma.
  Pero después de ver la película, me sentí inspirada. Fue asombroso ver la historia de Ginsburg encabezando una campaña con la que consiguió cambiar leyes que discriminaban contra estadounidenses meramente en base a su sexo, como sugiere el título del filme. Al ver la película, me sorprendió cuánto ha conseguido hacer Ginsburg a lo largo de su vida y, al mismo tiempo, cuánto más queda aún por hacer en la lucha por la igualdad de todas las personas. Me recordó —y reforzó— mi creencia de que cualquier persona puede conseguir cambios duraderos, empezando por un pequeño acto. Quería hacer lo que pudiera por rendir homenaje a Ginsburg, que se ha pasado la vida luchando incansablemente por la igualdad, sin dar muestras de reducir la marcha. Yo también quería hacer oír mi voz.
  Dada mi plataforma como artista, una de las mejores maneras de lograr eso es a través de mi música. Pensé en cómo mi ídolo musical, Bob Dylan, fue muy franco en sus canciones durante el movimiento por los derechos civiles y la guerra de Vietnam, con letras como: “Hay una batalla fuera y está arreciando / Pronto sacudirá tus ventanas y hará temblar tus paredes / Pues los tiempos están cambiando”. Así que quería intentar escribir una letra que ayudara a inspirar a otros a unirse contra el odio y la división del modo que lo hizo Dylan.
  Por eso “Here Comes the Change” empieza con la frase “Algún día ya no estaré. El mundo seguirá girando.... Espero dejar este lugar mejor que como lo encontré”. A veces los problemas del mundo resultan tan abrumadores que te dejan paralizada. Y es cierto: puede que una sola persona no sea capaz de arreglar todos los problemas, pero sin duda podemos dejar las cosas mejor que como las encontramos.
  Y eso lo sabemos porque es exactamente lo que ha hecho gente como Ginsburg. Todos, desde Martin Luther King, Jr. a Harvey Milk, los que han logrado alguna vez hacer cambios en Estados Unidos empezaron como una persona convencida de que el cambio era necesario. Sabían que tal vez no pudieran cambiarlo todo, pero eso no les impidió pasar a la acción ni los llevó a perder la esperanza.
  En “Here Comes The Change” canto: “Estamos madurando... Esto no es una fase... Sabéis que ha llegado el momento”, para enviar el mensaje de que este momento es nuestra oportunidad de recoger el testigo y darnos cuenta de que nuestro destino está en nuestras manos.
  No veo esto como algo “político”. Para mí, estas palabras tratan de promover el amor y la igualdad, la creencia de que todos deberían tener las mismas oportunidades de llevar una vida sana y segura, llena de amor y esperanza, independientemente del color de su piel, su sexo, su orientación sexual o su religión.
  En la segunda estrofa de la canción, trato el hecho de que parezca que estemos luchando hoy día por las mismas cosas que estábamos luchando hace medio siglo, el mismo concepto: igualdad básica entre todos los seres humanos. Pero la realidad es que el progreso no es una línea recta y a veces la igualdad se ve puesta en tela de juicio por la gente que está en el poder, para recordarnos que la libertad y el progreso no llegan sin esfuerzo.
  Por eso, para el vídeo de la canción, dirigido por Brandon Bloch y producido por Magic Seed Productions, quería explorar el legado de los activistas políticos de nuestro país que han luchado a lo largo de los años por la igualdad y el cambio positivo. El mensaje es que la larga y orgullosa tradición de activismo social estadounidense sigue viva y en buena forma. Se está pasando a la siguiente generación. Seguirá evolucionando, de éxito en éxito, y es tan importante como siempre. Al final del vídeo, contamos con voluntarios de HeadCount, una organización sin ánimo de lucro dedicada a ayudar a la gente a inscribirse para votar y creamos una URL para orientar a la gente sobre cómo inscribirse para votar.
  Espero que la canción y el vídeo sirvan para recordar que no todos tenemos que dejar tanta huella como estos héroes para marcar la diferencia. Todos podemos votar y hablar a favor de aquello en lo que creemos. Todos podemos tener un impacto positivo en nuestro futuro común.

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