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SINOPSIS
Alice y François están a punto de casarse y deciden reunir a sus dos familias. Para la ocasión, han preparado un regalo muy especial para sus padres: unas pruebas de ADN para que todos puedan conocer el orígen de sus antepasados. Pero la sorpresa se convierte en fiasco cuando los Bouvier-Sauvage, una gran familia aristocrática, y los Martin, mucho más modestos, descubren los resultados, que son, por decirlo de alguna manera... ¡inesperados!...
INTÉRPRETES
CHRISTIAN CLAVIER, DIDIER BOURDON, SYLVIE TESTUD, MARIANNE DENICOURT, JULIEN PESTEL, CHLOÉ COULLOUD, JOHANN DIONNET, SOPHIE FROISSARD
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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
Ha tenido gran éxito como guionista de comedias (desde los "Guiñoles" en Canal+ hasta el guion de la última entrega de Astérix, pasando por Les Tuches) y también co-dirigió Le doudodu con su compañero Philippe Mechelen. ¿Cómo llegó a trabajar en Ooh la la!, su primera película dirigida en solitario?...
Philippe y yo llevábamos décadas trabajando juntos y creo que ha sido una evolución natural: empezamos haciendo cosas juntos antes de que nos entraran ganas de lanzarnos en solitario. La idea de la prueba de ADN me la dio un amigo que me dijo que podía ser un buen tema para una comedia. A partir de ahí, seguí mi intuición, tenía un camino bastante claro en mi mente, que casi me obsesionaba. Tenía la corazonada de que podría dar lugar a situaciones cómicas geniales.
¿Cuál es el origen de la comedia en torno a estas pruebas que van a sacudir a dos familias llenas de certezas sobre sus orígenes?...
Hay temas personales, sin duda, pero también bastante universales, con los que todo el mundo puede sentirse identificado. Se basa en la idea del pez fuera del agua, que también encontramos en Les Tuches, ¡aunque no lo sufran! Lo que me interesaba inicialmente era que los personajes se tuvieran que enfrentar al hecho de que no eran quienes creían ser. Después era cuestión de ver cómo reaccionaban forzando un poco la situación y eligiendo personajes que, en principio, son diametralmente opuestos.
Christian Clavier y Didier Bourdon interpretan a dos personas muy francesas, pero que no están al mismo nivel en la jerarquía social. Tienen cosas en común, pero tienen aún más diferencias. Christian y su esposa Marianne Denicourt son personas educadas, ricas, cultas, que lo tienen todo para ser amables y generosas, pero que tienen un defecto. Cuando se encuentran al hijo de un vendedor de coches (al que ven como un mecánico de taller), ¡no es para nada lo que quieren para su hija! Me hace gracia mezclar este mundo con el de la otra pareja que, a primera vista, ha sido menos afortunada en la vida pero que, al final, quizá no esté tan abajo en la escala social y que, a su vez, se convierten en esnobs en dos segundos... Esa es la naturaleza humana y me resulta gracioso.
La película comienza con un tono de vodevil, antes de adentrarse en temas más profundos y dolorosos, como el papel de los padre y las apariencias...
Toca algo bastante profundo, lo que quizá pueda resultar molesto, ya que se trata de la identidad, y la segunda parte de la película explora las consecuencias de las revelaciones del ADN. Por supuesto, todo esto se trata cómicamente. Cada personaje vivirá su propia experiencia en esta historia. Más allá de la comedia, me parece interesante que haya un tema real detrás, aunque no sea el propósito principal del filme. Volviendo otra vez a Les Tuches, en la segunda parte, cuando imaginamos a Will casándose con otro chico, estábamos en 2016 y sabíamos perfectamente que la película acabaría emitiéndose en TF1 un domingo a las nueve de la noche. La película no va de eso, no hay ningún mensaje militante sobre el matrimonio homosexual, pero nos interesa decir cosas.
El escenario principal en el que se desenvuelven tus personajes refuerza sus antagonismos. Háblenos del castillo donde se rodó...
Bueno, lo cierto es que hay dos magníficas residencias: una para los interiores y otra para los exteriores. La primera es el castillo de Montaigne, el escritor, en la frontera entre la Dordoña y la Gironda. Está situado en un pequeño pueblo, Saint-Michel de Montaigne, y es un castillo muy bonito y original, las paredes de las habitaciones están pintadas de color ocre, algo que es bastante raro en este tipo de lugares. También es un castillo que no está muy visto porque es un lugar privado, donde la abuela de la familia vivió hasta hace poco. Quería algo grandioso, cuando Gérard Martin y su esposa cruzan las puertas en su reluciente Peugeot se sienten abrumados por el lugar. Piensan que es magnífico y que no están a la altura de los Bouvier-Sauvage. Además, se van a encontrar con un tipo odioso, engreído y muy orgulloso de sus orígenes. De hecho, Christian me animó a trabajar en este aspecto del personaje, diciéndome que tenía que ser encantador pero falso. Como si formar parte de su familia fuera una especie de maldición. En el sótano habla de sus "malditos orígenes", como si tuviera que estar a la altura de todo eso, disculpándose por no poder aceptar que su hija se casara con el hijo de Didier. Y el escenario ayuda a dar forma a todo, especialmente la galería de retratos donde Christian le asombra con su herencia.
Para los exteriores rodamos en el Château de La Rivière, en Fronsac, en la región de Burdeos. Es un lugar majestuoso, rodeado de viñedos, otro tema importante, ya que Frédéric Bouvier-Sauvage lleva produciendo grands crus desde que tiene uso de razón. También cuenta la historia de una parte de Francia ligada a nuestra cultura y nuestra historia. No conozco en absoluto el mundo aristocrático, por lo que no he querido caricaturizarlos, pero creo que algunos están realmente orgullosos de la nobleza de sus orígenes, tienen una actitud soberbia hacia su rango.
Así que eligió a Christian Clavier y Didier Bourdon para los dos protagonistas masculinos, lo que le convierte en el primer director en reunirlos en una película...
Sí, tuve la suerte de que ambos aceptaran y estoy encantado. La génesis de la película fue que, cuando estaba escribiendo, pensé en Didier Bourdon, para mí, él podía interpretar a este vendedor de coches porque, aunque es un gran actor que puede hacer cualquier cosa, es inmediatamente creíble en un personaje de clase obrera. No pensé inmediatamente en Christian, probablemente porque no me lo permití... Cuando empezamos a pensar en actores para el papel de Frédéric Bouvier-Sauvage nadie me convencía y en un momento dado caí en la cuenta "¡si es para Clavier!" Así que me lancé, le envié el guion y Christian dijo que sí rápidamente... De repente sientes gran presión sobre tus hombros ante la idea de dirigir a este tándem. Es mi primera película en solitario, ¡así que impone! Pero los dos son profesionales y nunca me hicieron sentir mal durante el rodaje. Además, se conocían de haber estado juntos en la obra teatral Una jaula de grillos cientos de veces, así que no hubo tensión inicial. Pero tengo que admitir que, en mi cabeza, era un poco como Les Inconnus se fusionan con Le Splendid, ¡y eso no es poco!
¿Cómo se siente cuando tiene que dirigirlos delante de la cámara?...
Algo de presión, por supuesto, pero eso me motivó a prepararme mucho de antemano. Y también aproveché para hablar mucho con los dos, ambos aportaron muchas ideas y propuestas para el desarrollo de personajes, y tuve mucha suerte de poder trabajar con los dos. Después, honestamente, no hay que dirigir mucho a estos grandes actores, están preparados, saben dar en la diana y tienen una experiencia única que hace que sepan exactamente lo que tienen que hacer. Clavier y Bourdon son máquinas de precisión.
Hablemos de sus actrices: Marianne Denicourt como Catherine Bouvier-Sauvage y Sylvie Testud como Nicole Martin...
Sylvie es una gran cómica con un enorme talento. No sabía mucho de ella y creo que es la revelación cómica de la película. No es nada esnob, es capaz de ganar un Premio Molière por un monólogo sobre el feminicidio y acto seguido rodar Ooh la la! Se lo toma todo con calma y hace todo con las mejores intenciones. En cuanto a Marianne, quería una actriz que encarnara la clase aristocrática. En la escena en la que baja la escalera del castillo, ¡su presencia es absolutamente imponente! Enfrentada a un marido que acaba yéndose por las ramas, es perfecta en el papel, serena, estricta, aristocrática... Fue esencial para mí que los papeles femeninos fueran tomando su lugar a medida que avanzaba la película, ya que las mujeres también descubren tener orígenes inesperados.
Hay una especie de alquimia entre el reparto, como si fueran una compañía de teatro. Esta sensación queda reforzada durante la larga secuencia inicial, que es muy teatral en su forma...
De los 37 días que duró el rodaje, 22 los pasamos en el castillo de Montaigne. Esto creó un ambiente de campamento. Todas las mañanas nos reuníamos para rodar escenas largas, ¡una tenía 17 páginas! La estuvimos recortando y montando durante una semana. Sylvie no tenía mucho con lo que jugar, así que comía pistachos en el sofá, pero todos pusieron en práctica sus dotes dramáticas. Son actores que saben aprenderse un texto y a los que les encanta interpretarlo. Así que avanzamos bastante rápido y creo que todos disfrutaron mucho. Todavía me acuerdo de Christian dando saltitos al final de algunas tomas, ¡estaba tan contento!
Y no olvidemos a los que interpretan a la joven pareja: Chloé Coulloud y Julien Pestel...
Esta pareja es un poco como nosotros, el público. Representan la modernidad frente a unos padres que han recorrido un largo camino. Para los jóvenes, sea cual sea el resultado de las pruebas de ADN, no cambia nada, no es un drama... Son personajes importantes, que dicen cosas fundamentales, por ejemplo: en la galería de retratos Chloé hace ver a Christian que en la galería sólo hay retratos de hombres. Es más que evidente que a Frédéric Bouvier-Sauvage le cuesta ser parte del mundo contemporáneo.
Este reparto hace que Ooh la la! sea una película muy esperada, ¿cómo ha vivido esta experiencia cinematográfica?...
He aprendido muchas cosas. Me ha hecho madurar. Tengo 50 años y probablemente estoy más cerca de la generación Clavier y Bourdon que de la de personas de 25/30 años. Soy un niño de provincias que veía La télé des Inconnus y al día siguiente hablaba de ello con mis amigos del colegio, un niño de Le Splendid y Les Inconnus, así que puede imaginarse lo bien que me lo he pasado en el rodaje. Había diversión y también un poco de estrés. El primer día tenía una escena nocturna con Christian y cuando llegó al set en pijama, me dijo "Entonces, Julien, ¿cómo ves esta escena?" y a partir de ahí las cosas funcionaron de forma natural, de forma sencilla. Los actores interpretaron el texto con mucha diligencia y seriedad. Me ha encantado hacer esta película y tengo muchas ganas de hacer más.
ENTREVISTA CON CHRISTIAN CLAVIER...
Esta es su primera aparición en pantalla con Didier Bourdon, obviamente, nos acordamos de su trabajo conjunto en teatro en Una jaula de grillos, ¿Teníais ganas de volver a colaborar desde hace tiempo?...
Hicimos un espectáculo muy, muy bueno con Una jaula de grillos, hace poco volví a ver extractos de la obra y creo que fue un gran éxito. Actuamos juntos 300 veces... Así que cuando me propusieron hacer esta película con Didier pensé que sería una oportunidad para crear uno de esos grandes tándems que tanto nos gusta ver en el cine. Y, efectivamente, fue una delicia volver a encontrarnos en esta película tan bien escrita por Julien Hervé. Es una historia muy sencilla sobre relaciones sociales y, en una comedia, la sencillez siempre me ha parecido esencial.
¿Cómo describiría a Didier Bourdon como artista?...
Lo que me viene inmediatamente a la mente cuando pienso en él es su vis cómica. Es un don raro el que posee Didier, además de todas sus otras cualidades como actor y escritor. Intuitivamente sabe lo que es gracioso y también puede trabajar en otros registros más allá de la comedia Congeniamos enseguida, es difícil de explicar, no nos va lo "razonable" ni lo "racional". Sencillamente, es instintivo porque Didier tiene algo que mucha gente no tiene.
El punto de partida de la película es la prueba de ADN a la que estas dos familias aceptan someterse a petición de sus hijos. ¿Es un tema que le interese?...
Yo diría que relativamente. Honestamente, no me despierto por las mañanas preguntándome por mi árbol genealógico. Pero es un buen tema para una comedia porque plantea preguntas a todo el mundo. Todos queremos saber sobre nuestros antepasados y descendientes, o si lo que creemos saber sobre ellos es verdad. A veces hay cosas que se ocultan y otras que hay que descubrir, como se ve en la película. Pero añadiría que me interesaba igualmente el contraste social entre el personaje de Didier y el mío. Me parecía extremadamente divertido incluso imparable.
Ooh la la! está dirigida por Julien Hervé, es su primera película en solitario, ¿cómo le vio dirigiendo esta comedia coral con dos actores muy populares y muy experimentados en el centro?...
Como sabes, Julien también es un escritor con bastante experiencia. Me gustan mucho los escritores. De hecho, me interesan más que los directores, si somos honestos. En una película creo que lo más importante es hacer bien el guion. Es muy complicado, sobre todo con comedias. Julien tiene esa cualidad, que comparte con su compañero Philippe Mechelen, con quien acabo de rodar Le Routard. Cuando se tiene un punto de partida sólido con un buen guion, la dirección surge con bastante facilidad. Esta obsesión francesa por el director está bastante sobrevalorada.
En la película interpreta a Frédéric Bouvier-Sauvage, heredero de una antigua familia francesa...
Es un hombre que perpetúa la tradición del vino, este bien que se vende en todo el mundo y que es parte de nuestra riqueza patrimonial, junto con las artes de la mesa y la cocina. Durante el rodaje, tuve la suerte de poder visitar Château Latour, en el Médoc, es un recuerdo extraordinario. Vi una parcela en la que se llevaban cultivando vides desde 1450 y pude leer las notas que dejó el propietario de la época sobre el clima, la calidad del suelo y su trabajo como enólogo. Todo este saber hacer y saber vivir es magnífico. Esto es civilización. Frédéric Bouvier-Sauvage es el heredero de todo eso. Es un tipo muy pretencioso, extremadamente obsesionado con su pasado. Pero es su lado insufrible lo que le hace fascinante. Eso lo convierte en un personaje muy bueno cuando lo juntas con Didier, que trabaja en un concesionario de Peugeot. Este choque social y cultural existe de verdad, y eso es lo que hace que sea interesante interpretarlo, aunque por supuesto nos dediquemos a la caricatura. Animé mucho a Julien a rodar en la región de Burdeos porque sabía que allí captaríamos algo auténtico, tanto en las imágenes como en la trama. Por ejemplo, las bodegas del château en el que rodamos tienen 14 kilómetros de largo, están excavadas en piedra caliza, son absolutamente sublimes y ¡es Francia, amigo! Es todo lo que nos gusta y es por lo que se nos conoce en el mundo.
Además de Didier Bourdon, comparte cartel con Marianne Denicourt, que interpreta a su esposa, y Sylvie Testud, que interpreta a su...
Conocí a Marianne hace unos quince años, en el rodaje de la película La Sainte Victoire, así que nos conocíamos un poco. Es muy buena actriz y una excelente compañera, extremadamente chic, perfecta para la pareja que formamos en pantalla. Conozco mejor a Sylvie porque rodé con ella Los visitantes la lían: ¡En la Revolución Francesa! Es una actriz increíble. Creo que funcionamos muy bien juntos.
Y no nos olvidemos de sus "hijos": Chloé Coulloud y Julien Pestel, que son quienes revolucionan estas dos familias...
Sí, ellos son los que tienen la brillante idea de hacernos esas pruebas de ADN que lo liarán todo revelando secretos terribles. Los dos están muy bien, Chloé interpreta perfectamente a mi hija, una joven con carácter, y Julien está perfecto como futuro yerno. Todo el reparto es excelente, sobre todo esta nueva generación de actores con los que trabajo a menudo, con los que me encanta compartir. Nos dedicamos a un arte que consiste en transmitir.
Conocemos su amor por las palabras y el sentido del ritmo, ¿respetó escrupulosamente lo que estaba escrito en la secuencia inicial al estilo vodevil o pudo improvisar, sugerir cosas?...
Siempre me atengo todo lo posible al texto, es algo que respeto enormemente. Pero también hay cosas que, inevitablemente, surgen cuando estás actuando, a medida que avanzan las tomas. Así que inventé bastantes cosas y se las sugerí a Julien. Fue muy receptivo, al igual que mis compañeros. Pero es porque soy muy estricto con el texto original que puedo hacerlo, de lo contrario se pierde lo esencial. Después, puedes salirte con la tuya con tonterías, detalles que hacen que el ritmo sea aún mejor. Es maravilloso. En última instancia, esta también es la razón por la que la película de Julien funciona tan bien, es muy difícil hacer una comedia. En este momento (en el que hemos tenido varias comedias de éxito en taquilla), parece que hay un deseo renovado por hacerlas, mientras que hace unos 6 meses era lo contrario. Pero hacer reír de verdad es raro. Pude ver la película en una sala con público "real" y me di cuenta de que funcionaba perfectamente. ¡La gente lloraba de la risa! No se trataba de lo que mi amigo Thierry Lhermitte llama "esas comedias maravillosas con las que no te ríes".
ENTREVISTA CON DIDIER BOURDON...
Ooh la la! supone su primera colaboración cinematográfica con Christian Clavier. Habían trabajado en el teatro en 2010 en Una jaula de grillos, un gran éxito, ¿fue esa experiencia la que generó un deseo por volver a actuar juntos?...
En realidad, no... Christian es una persona solitaria e independiente. Después de la obra nos separamos siendo buenos amigos, pero no mantuvimos el contacto. Él es así. En el teatro, Una jaula de grillos, como dice usted, fue un gran éxito y él estaba muy contento. Nos tanteamos un poco al principio y las cosas funcionaron muy bien entre nosotros enseguida, incluso cuando iba añadiendo cosas improvisando. Nunca me lo reprochó, Christian sabe que si funciona con el público, eso es lo que importa. Años más tarde, cuando recibí el guion de Ooh la la! me alegré mucho de poder volver a trabajar con él. Fue encantador en el rodaje, conmigo y también con mi mujer, y le dijo que tenía muchas ganas de que hiciéramos otra película juntos.
Ambos han hecho reír a múltiples generaciones francesas, usted con Les Inconnus y él con Le Splendid. ¿Fueron Christian Clavier y sus camaradas una fuente de inspiración para usted?...
Sí, se trata claramente de una compañía que nos inspiró y alimentó en la época de Inconnus. Al igual que ellos, éramos un grupo y nuestro humor se basaba en personajes y situaciones cómicas, y no tanto en temas de actualidad.
Son el tipo de personalidades que hoy en día se ven en el circuito de stand-up, por ejemplo. Con el tiempo, también son actores con los que he trabajado mucho, con Christian, por supuesto, pero también con Josiane Balasko, con Thierry Lhermitte en Chasse gardée o, más recientemente, con Gérard Jugnot en Suegros de alquiler 2.0.
Aparte del deseo de trabajar con Christian Clavier, ¿qué le atrajo del guion de Ooh la la!?...
Las pruebas de ADN a las familias, ¡por supuesto! Es algo que todos podemos querer hacer, ¿verdad? Así que ojo a las consecuencias cuando lleguen los resultados, porque parecen muy, muy precisos. No vamos a decir nada sobre los giros de guion en la película, pero a veces el descubrimiento de secretos familiares puede hacer daño, puede haber auténticas sorpresas o quizá despejar incertidumbres. Por mi parte, creo que hay un poco de sangre asiática, probablemente vietnamita... Hace poco hice una película con Gérard Darmon, que se hizo el test y descubrió un poco de Nigeria en sus raíces. Tengo uno de estos tests en casa, ¡quizá un día me haga la prueba y vea qué pasa!
Así que está el punto de partida vodevilesco de los orígenes insospechados, pero la película también aborda temas más profundos como las apariencias y la fuerza de los vínculos familiares...
Sí, me recuerda a lo que hicimos Bernard Campan y yo cuando escribimos Le pari, nos dijeron que la premisa era poca cosa, pero, en realidad, enseguida hablamos de otras cosas. Era un pretexto para analizar la sociedad y sus deficiencias. Aquí ocurre lo mismo, se empieza por el ADN y se pasa rápidamente a las relaciones humanas a través del contraste entre dos familias muy diferentes. También está la relación tan compleja con mi padre en la historia, el caso de mi mujer (Sylvie Testud) y tal vez descubra otro destino para sí misma, o el de la mujer de Christian (Marianne Denicourt), tan orgullosa de su prestigioso linaje toscano... Creo que el hecho de que las pruebas las proponga la hija de los Bouvier-Sauvage antes de casarse con el hijo de Martin no es baladí, ella es muy inteligente y su padre es muy pedante, ¡algo debe intuir y quiere bajarle un poco los humos! Se trata de un recurso inicialmente cómico, pero que se vuelve conmovedor a medida que avanza la película, porque acaba tocando temas personales. Nos recuerda que no somos gran cosa, pensemos lo que pensemos. Todos nos hemos construido sobre una estructura que puede derrumbarse en cualquier momento, es la famosa "escalera de arena", como escribió Shakespeare.
Usted interpreta a Gérard Martin en la película, trabaja en un concesionario Peugeot y al principio está bastante orgulloso de su éxito. ¿Qué opina de este personaje?...
Lo cierto es que también me gustó mucho el papel de Frédéric Bouvier-Sauvage, pero Gerárd es más simpático de primeras, es la personificación del hombre hecho a sí mismo, un tipo de orígenes humildes que se construye a sí mismo. Un poco como el Bernard Tapie de los concesionarios. Es amable, un poco simplón, pero sus esquemas están a punto de romperse. Me gusta mucho el contraste entre las dos parejas, entre las dos familias. Creo que está muy bien escrito, nunca cae en la caricatura.
Los personajes femeninos también son excelentes, están bien desarrollados, empezando por las dos esposas. Sylvie interpreta a su mujer...
Es una compañera maravillosa, pero fuma demasiado, ¡y yo no pierdo ninguna oportunidad para decírselo! No nos conocíamos mucho, aunque existía una admiración mutua. He descubierto a una actriz excepcional, que también es escritora y un talento cómico. Debo añadir que, lejos de las cámaras, Sylvie es muy divertida, ¡un auténtico talento para la imitación! Fue muy agradable poder relajarse después de algunas escenas cómicas muy intensas y largas, con muchos diálogos.
Marianne Denicourt interpreta a Catherine Bouvier-Sauvage...
Es otro descubrimiento. Hemos compartido pocas escenas, pero han ido muy bien. Hemos hablado mucho, sobre todo de su primera época con Patrice Chéreau, en Nanterre, junto a Valeria Bruni-Tedeschi, Vincent Pérez, Isabelle Renauld y los demás. Marianne me enseñó fotos y me habló de aquella época con gran humildad. Fue una de las mejores personas que conocí en este rodaje.
No olvidemos a sus hijos en la película: Chloé Coulloud y Julien Pestel...
Chloé es una joven y excelente actriz que vuelve a escena después de una pausa. Me gusta su espíritu algo rebelde, a veces provocativa en el buen sentido. Se adapta perfectamente a su personaje.
Ahora, Julien, es la tercera película que hacemos juntos y es un chico que me encanta. Tiene un carácter muy versátil, de hecho, Sylvie Testud dice que es el más maduro del grupo. Recuerdo que en el hotel donde nos alojábamos se ponía a hablarnos del estilo de las molduras y decoraciones arquitectónicas, por ejemplo. Veo cómo progresa de película en película y me recuerda un poco a Philippe Noiret en sus comienzos, tiene un estilo muy fino. Es encantador, sabe escuchar, es muy trabajador...
Es la primera película que dirige Julien Hervé en solitario, ¿cómo le ha visto detrás de la cámara?...
Antes de rodar una película, después de leer el guion, siempre pido ver al director. A veces me doy cuenta de que el rodaje va a ser complicado y, a pesar de que me guste la historia, eso puede hacerme dudar. Con Julien me tranquilicé enseguida. Me preocupaba que no se atreviera a imponerse delante de Clavier o de mí, ¡pero bien que lo hizo ahí en el set! Además, se rodeó de un equipo técnico muy bueno, en particular su director de fotografía, y rodó a menudo con dos cámaras. Creo que internamente Julien debía estar bastante nervioso, pero no lo mostró y fue muy considerado a lo largo de toda la película. Es su primer largometraje, pero tiene una trayectoria sólida, desde "Los Guiñoles" de Canal + hasta el guion de Les Tucheo el último Astérix, por ejemplo. Es un director al que no le asusta el trabajo duro, sobre todo en esas escenas trepidantes del principio en las que somos tantos. El montaje de esas secuencias era uno de los retos de la película y Julien trabajó minuciosamente para que fuera lo más eficaz posible. De hecho, le aconsejé que rodara mucho para después tener todo el material posible y quedarse solo con lo mejor.
Unas palabras sobre el escenario principal de la película: el increíble château en los viñedos...
Casualmente rodamos en esta propiedad inmensa que en su día perteneció a Montaigne. Exploramos estos lugares cargados de historia, en particular la pequeña y estrecha torrecilla donde escribió sus Ensayos. Puedo decir que fue un momento muy emocionante y es un lugar que da mucho que pensar.
Ooh la la! es su primera película para la pantalla grande después del éxito de Chasse gardée. ¿Cómo elige sus proyectos a día de hoy?...
En primer lugar, tengo que enamorarme del proyecto. Nunca me decido por motivos económicas, aunque a veces los honorarios sean elevados. No quiero ser infeliz durante el rodaje. Cuando rodé 25 grados en invierno no había presupuesto, pero tenía muchas ganas de hacerla y estaba muy orgulloso de la película, aunque no fuera un gran éxito. De hecho, puede que vuelva a trabajar con Benjamin Lehrer, su director. De hecho, es la alegría de compartir la experiencia del plató lo que me motiva por encima de todo, aunque se trate de un papel menor. También sabía que tenía que hacer con Promesa al amanecer de Eric Barbier. Mi agente estaba en contra, pero yo sabía que, aunque sólo fuera durante diez minutos, tenía entre manos un personaje de verdad. Actualmente me gustaría probar otras cosas, explorar otros mundos, y por qué no hacerlo con directores como Xavier Giannoli o Stéphane Brizé, a los que les gusto mucho. Cada vez doy más pasos para acercarme a ellos, pero ellos también vienen a mí. Eso es exactamente lo que hizo Julien Hervé con Ooh la la!
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