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Olivia y el terremoto invisible es una adaptación del multipremiado libro La película de la vida de la escritora y guionista Maite Carranza, Premio Nacional de Literatura Juvenil 2011 y candidata 2025 al Premio Internacional Andersen de Literatura Infantil.
La novela cuenta la historia de una familia que debe retomar su vida tras un desahucio, narrada desde el punto de vista de la niña protagonista: Olivia. Es un libro que ha arraigado en las escuelas catalanas, donde muchos lectores han tenido la oportunidad de conocer a la autora y dialogar con ella.
NOTAS DE LA DIRECTORA...
'Olivia y el terremoto invisible' es una película de aventuras, es un largometraje de animación stop motion, y también es un hito, un acto heroico.
En un mundo donde la compasión no está de moda, donde se tiende a ocultar los problemas para no afrontarlos, reivindico el explicar a los niños la complejidad y la belleza de existir, con sus luces y sus sombras.
Reivindico la ternura, la amistad y la fuerza de la comunidad en tiempos de división, egos enfermizos y polarizaciones.
La animación stop motion sucede en el espacio real, no dentro de una pantalla. Es cine artesano, en miniatura, con sus ritmos, sus tempos de fabricación propios, su fisicalidad, su propensión al accidente, tan a contracorriente del control, el automatismo y la velocidad actual.
Y sin embargo, lo más complicado ha sido hacer cine de autor, de autora para ser exactos, entre tanta tecnología e industria. No ha sido fácil sostener el alma cinematográfica frente a los imperativos del mercado. No es casualidad que hasta este año 2025 no se hubiera producido ningún largometraje de stop motion dirigido por una mujer en nuestro país. Me siento feliz de romper ese techo invisible con esta película.
De hecho, con ella hemos desplazado muchos límites: técnicos, sociales, autorales, de género… Desde aquí agradezco al equipo inmenso e internacional que ha sostenido este abrir camino.
Deseo que la valentía, la imaginación y la resiliencia cotidianas que muestran Olivia y sus amigos sean contagiosas. Que la confianza en el
ser humano nos posea, que todos los terremotos nos cojan con personas amorosas cerca, y que aprendamos a caer y a levantarnos tras ellos. Y como las protagonistas durante sus aventuras, anhelo que recuperemos nuestros poderes, el poder de nuestra mirada sobre las cosas, el de elegir nuestra actitud ante ellas…
Ojalá esta película, con toda sus risas y llantos, con su complejidad y su luz, sea un huracán de esperanza para todas las niñas, los niños, les niñes que la vean.
NOTAS DE CONSTRUCCIÓN POR EDUARD PUERTAS ANFRUNS...
'Olivia y el terremoto' invisible se ha rodado en una nave del barrio de Sant Martí (Barcelona). Ha sido un proceso vivo e intenso, en el que a diario debíamos solucionar retos y problemas inesperados. Eso sí, cada día nos íbamos a casa con la satisfacción de que foto a foto habíamos hecho 10 segundos más de película. El stop motion es una técnica minuciosa y lenta a la par que mágica. En mi caso, tras años realizando spots y cortometrajes, trabajar en un largometraje ha supuesto un cambio muy grande en la forma de pensar y actuar.
Primero tuvimos que adaptar un pequeño local en Gracia (Barcelona), donde empezamos a crear todos los puppets. Diseñamos y construímos a los protagonistas de la película, modelamos sus rasgos, fabricamos su esqueleto, pensamos cómo debían ser sus movimientos, sus caras y gestos, su vestuario, su pelo , tono de piel, etc… siempre proyectándose hacia el rodaje, planeando el mantenimiento y adaptabilidad a las necesidades de la animación y fotografía. Detrás de cada muñeco o prop, se esconde una pieza de ingeniería pensada para ser manipulada durante la animación y dar cabida a todas las exigencias del guión. Mientras en Barcelona, en Rennes y en Santiago de Chile pasamos un año creando los puppets, en Valencia, nuestros compañeros se encargaban de crear los escenarios en los que se moverían. Los escenarios más grandes tenían un tamaño de 7 metros de largo y 4 de altura.
Un año después, escenarios, puppets y props se unieron en una nave gigante de 1600m2 en Barcelona. De repente, un equipo en principio reducido pasó a convertirse en algo más grande, un equipo internacional de unas 34 personas aproximadamente que darían vida con sus
manos y su ilusión a los terremotos y aventuras de Olivia en 14 platós simultáneamente. Cada 10 segundos de peli, cada día, veíamos cómo el sueño se hacía realidad, como Olivia crecía de manera orgánica. Ahora estrenamos la película en el festival de animación más importante del mundo. No podemos estar más contentos.
NOTAS DE PRODUCCIÓN POR MIKEL MAS...
Fue en el Festival de Annecy de 2018 que Irene me habló por primera vez de la historia de Olivia y me invitó a participar en ella. Al equipo de Cornelius nos encantó el proyecto desde el principio y el libro de Maite Carranza en el que se basaba: La película de la vida. A la vez, ya conocíamos los trabajos previos de Citoplasmas que encontrábamos de una excelente calidad. Posteriormente, se sumó al equipo Ramón Alós de Bígaro Films (Valencia) y, las tres empresas juntas, decidimos lanzarnos a la aventura de producir un largometraje de stop motion.
Hoy puedo asegurar que no habríamos logrado tal hazaña si no hubiésemos enrolado por el camino a nuestros coproductores Vivement Lundi! (Francia), Panique ! (Bélgica), Nadasdy Film (Suiza) y Pájaro (Chile).
La unión de estos cinco territorios ha permitido que hayamos logrado producir una pieza de stop motion con unos estándares de calidad superiores a la media. Este logro también se ha dado por el talentazo de todos y cada uno de los miembros del equipo. Por poner algunos ejemplos, los animadores Tim Allen (Island of dogs, Guillermo del Toro’s Pinocchio), Nuria Bataller o César Díaz (Island of dogs, Frankenweenie), el director técnico Eduard Puertas o la jefa de vestuario Alicia Velasco.
Para nosotros es un orgullo haber creado el primer largometraje de stop motion catalán. Pero, al mismo tiempo, nos hemos dado cuenta del porqué hay tan pocos. Un largometraje de stop motion es todo un reto. Por un lado, requiere una técnica muy concreta y artesanal que muy pocos dominan. Hemos tenido que buscar a profesionales de todo el mundo que se han trasladado por unos meses (o más de un año), a Barcelona, ciudad en la que hemos realizado el rodaje de la película.
También hemos tenido un equipo local que, pese a tener experiencia en stop motion, la gran mayoría habían participado en producciones de formato corto. Después de estos más de seis años trabajando en Olivia, puedo asegurar que, ahora, en Barcelona hay un equipo humano capaz de producir un largometraje en stop motion con total garantía o sumarse a un proyecto foráneo manteniendo los estándares de calidad requeridos por el sector.