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SINOPSIS
Sarah es una astronauta francesa que se entrena en la Agencia Espacial Europea en Colonia. Ella es la única mujer en el exigente programa. Vive sola con Stella, su hija de siete años. Sarah se siente culpable por no poder pasar más tiempo con su hija. Su amor por ella es abrumador, inquietante. Cuando Sarah es elegida para formar parte de la tripulación de una misión espacial de un año de duración llamada "Próxima", se crea un caos en la relación madre e hija...
INTÉRPRETES
EVA GREEN, MATT DILLON, LARS EIDINGER, SANDRA HÜLLER, JAN OLIVER SCHROEDER, NANCY TATE, ZÉLIE BOULANT, ALEKSEY FATEEV, MARC FISCHER, VITALY JAY, BIRGER FREHSE
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¿De dónde sacó la idea para Proxima, un proyecto singular y ambicioso en el contexto del cine francés?...
Desde pequeña me fascina el espacio. Leía muchísimo sobre el tema y me atraía todo lo relacionado con el espacio. Empecé poniéndome en contacto con entrenadores de astronautas, visité centros de entrenamiento y me percaté del esfuerzo y del tiempo que lleva aprender a separarse de la Tierra. Eso es algo que habitualmente no se muestra en las películas. Como me pasa con todas mis películas, me siento atraída por un universo en concreto y, en el camino, me doy cuenta de que lo que me está impulsando es un sentimiento muy personal. Para abordar lo personal, necesito irme a mundos muy lejanos. El aspecto íntimo en esta película es la relación madre-hija, ya que yo misma tengo una hija de 8 años. Quería explorar el proceso de separación de una madre y una hija, que se refleja en la separación de un astronauta respecto a la Tierra.
¿Vio algunas películas sobre el espacio, aunque solo fuera para hacer algo distinto con su película?...
Cuando me centro en un tema, suelo intentar ver todas las películas que se han hecho sobre el mismo. Sin embargo, en lo que al espacio se refiere, las que más han abundado son las películas estadounidenses, y mi objetivo era hacer una película sobre el espacio que fuera europea. Eso explica nuestra colaboración con la Agencia Espacial Europea, para aportar a la película un aspecto de documental. En las películas de Hollywood, el astronauta se asemeja a un superhombre, pero mis investigaciones en la AEE me demostraron que no hay nada más humano y vulnerable que un astronauta. Viajar al espacio significa experimentar la fragilidad humana y darse cuenta de hasta qué punto estamos unidos a la Tierra. Desde ese punto de vista, Tarkovsky ha sido más importante que las películas de Hollywood.
Efectivamente, Proxima es más terrenal que espacial. Por ejemplo, la película muestra la durísima experiencia física a la que se someten los astronautas...
La relación con el cuerpo siempre está en el centro de mis películas. Quería mostrar la relación madre-hija en su dimensión física. Por ejemplo, cuando están nadando en el hotel, como si fuera una piscina amniótica. También quería mostrar que el cuerpo humano no está hecho para vivir en ningún lugar que no sea la Tierra: en el espacio, crece unos 10 o 15 centímetros. Nuestras vías respiratorias no están hechas para vivir en el espacio. Las sesiones de entrenamiento intensivo eran un punto de intersección entre la vertiente documental y mis obsesiones cinematográficas: el cuerpo como conejillo de Indias, atado a máquinas y centrifugadoras... Se trata de la transmutación del cuerpo, como en las películas de Cronenberg. Sarah (Eva Green) tiene que separarse de la Tierra y de su cuerpo terrenal "normal". Tiene que convertirse en una "persona del espacio". Cuando la vemos desinfectándose el cuerpo con yodo, o cuando le hacen el molde de su cuerpo para el asiento del cohete, sobrevuela esa sensación de que se está convirtiendo en una criatura del espacio.
Proxima es una galaxia lejana, y a la vez lo que está cerca de nosotros, como la hija de Sarah. La película parece jugar con el contraste entre lo cercano y lo lejano, lo íntimo y lo cósmico, que son a la vez opuestos y espejos el uno del otro...
Así es. Proxima es en realidad la galaxia más cercana a nosotros. Tanto en el guión como en la pantalla, quería establecer el contraste entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande. Traer el espacio a la vida diaria. Sarah es superheroína y madre en un único cuerpo. El cine no suele mostrar estos dos aspectos en una única persona, como si fuera incompatible ser heroína y ser madre. Las superheroínas siempre se nos muestran separadas de cuestiones como la maternidad o la feminidad en la vida diaria. Ese es el aspecto feminista de la película: mostrar que una mujer puede ser madre y a la vez una profesional de altos vuelos. Una mujer de la NASA me dijo que el mejor entrenamiento que había tenido para convertirse en astronauta había sido ser madre, porque una madre está inmersa constantemente en la multitarea. Una entrenadora de la AEE me dijo que los astronautas varones hablan con mucho orgullo de sus hijos, mientras que las mujeres astronautas tienden a ocultar el hecho de que son madres, como si temieran perder credibilidad. Prevalece esa idea, un puro constructo social, de que un hijo es principalmente responsabilidad de su madre.
La película aborda de frente el machismo que impera en el sector espacial...
Puede parecer que esas escenas son caricaturescas, pero siguen siendo menos fuertes que las experiencias reales de las que me hablaron las mujeres astronautas. Se trata de un entorno masculino, dirigido por y para hombres. Por ejemplo, los trajes espaciales llevan el peso en los hombros, porque los hombres tienen los hombros fuertes, mientras que las mujeres tienen la fuerza en las caderas. Las mujeres tienen que esforzarse el doble para conseguir entrar en ese mundo de hombres, pero no deben hacer notar su presencia. La película rinde homenaje a las mujeres que tienen que conciliar todo esto, y evidentemente en el negocio de la exploración del espacio esto se ve exacerbado. En las películas, las heroínas tienden a ser etéreas, con la excepción tal vez de Erin Brockovich.
Los títulos de crédito finales mencionan a muchas mujeres astronautas de las que probablemente el público nunca haya oído hablar...
En relación con eso, he recibido muchos mensajes muy conmovedores de mujeres que trabajan para la NASA, diciéndome lo importante que es que una película por fin muestre que es posible ser buena astronauta y buena madre. Cuando empecé a trabajar en este proyecto, la gente decía que no había mujeres astronautas y, que si las había, ¡debían de ser lesbianas! Había mucho camino por recorrer. Proxima es una película de liberación y de reconciliación: Sarah realiza un viaje personal en el que supera obstáculos personales como mujer y como madre. Consigue superar su complejo de culpa. Su niña pequeña también alza el vuelo. Se libera del nido materno.
El aspecto documental de Proxima es impresionante. ¿Cómo fue colaborar con la AEE en cuanto a conseguir los permisos para rodar o trabajar con científicos y astronautas de verdad?...
Empezamos a trabajar con la AEE muy al inicio. Cuando aún estaba escribiendo el guión, me subí a un tren que iba a Colonia y me instalé allí en sus instalaciones. El astronauta francés Thomas Pesquet se estaba preparando para su primer vuelo. Conocí a Claudie Haignéré, la primera mujer astronauta francesa. Teníamos la broma de que Thomas y Claudie eran los padrinos de la película. Nos veíamos con regularidad cuando yo estaba escribiendo el guión. Existía un paralelo obvio entre el mundo del cine y el de la exploración del espacio. En ambos casos, la preparación es muy larga, el objetivo es un sueño lejano, y el público solo ve la punta del iceberg. Al igual que en los vuelos espaciales, en las películas hay todo un equipo de expertos trabajando detrás de las cámaras. Rodamos en instalaciones reales, en la AEE en Colonia y después en Star City cerca de Moscú. Son entornos de alta seguridad, casi militares. Es necesario obtener las acreditaciones con mucha antelación. Hay puestos de control por todas partes. Nuestro equipo tenía la misma acreditación que los científicos que trabajan allí. En Star City, rodamos en el profilactorio, completamente inmersos en los lugares en los que entrenan los astronautas de verdad. Nos aceptaron por completo, y compartieron con nosotros la realidad de su vida diaria durante el entrenamiento. Me recordaban a los dioses griegos, que tenían superpoderes y, a la vez, debilidades muy humanas con las que todo el mundo se puede sentir identificado. También trabajamos con entrenadores, tanto mujeres como hombres. Quería que cada línea de los diálogos fuera certera. Todo lo que se ve en la película está basado en los procesos reales de la AEE, que pretenden mejorar la resistencia del cuerpo humano para prepararse para un viaje espacial de larga distancia. No hay modelos ni reconstrucciones. Todas las localizaciones son auténticas.
Star City y Baikonur parecen un poco trasnochados, con sus decoraciones pasadas de moda y sus alfombras descoloridas...
Y sin embargo, en la actualidad el método Soyuz es el método más fiable para mandar al espacio a un astronauta. Todos los astronautas estadounidenses, japoneses y europeos van allí, porque es donde la tecnología está más avanzada. Cada viaje espacial incluye a un ruso, un europeo y un estadounidense.
Proxima señala que la cooperación internacional funciona mucho mejor en la exploración del espacio que en el ámbito geopolítico...
Ese fue uno de los aspectos más curiosos del rodaje, y la dimensión internacional se veía reflejada en la composición de nuestro equipo, que incluía a franceses, rusos, estadounidenses, alemanes y kazajos. Esa mezcla de nacionalidades nos hacía sentir unidos en nuestra humanidad compartida.
La escena del despegue del cohete es sobrecogedora. El público tiene la sensación física de ser arrancado de la Tierra. Es impresionante verlo rodado en ese primerísimo plano...
Quería hacer una película física. También trabajamos mucho el sonido, para transmitir cada aspecto sensorial de la experiencia. La exploración del espacio nos hace percatarnos de lo frágiles que somos, de lo mucho que pertenecemos a la Tierra. Thomas Pesquet me dijo que cuando vio la película y el despegue, tuvo sensaciones que en su despegue real no había tenido.
Si la vertiente documental y científica está vinculada a las localizaciones, las máquinas y los trajes espaciales, el aspecto personal e íntimo de la historia lo transmiten los actores, en especial Eva Green. ¿Cómo la eligió para interpretar a Sarah?...
No quería una mater dolorosa. Eva tiene un lado combativo que me gustaba. El guión estaba estructurado en torno a la separación de las etapas del cohete: hay etapas en la separación de la Tierra, igual que en la separación entre madre e hija. El protocolo real de despegue incluye la confirmación de la "separación umbilical", así que esa metáfora no es solo producto de mi imaginación. La faceta de luchadora de Eva puede ser la de una madre, aunque no del tipo de madre que suele representarse en las películas. Eva tiene un aire peculiar, que hace que no resulte sorprendente que forme parte del elenco de las películas de Tim Burton. Me gustan las personas como ella, que no encajan en el molde. Me veo a mí misma en ellas. Eva también es un poco extraterrestre. Todos los astronautas que he conocido tenían un lado un poco peculiar, ya eran "extraterrestres" incluso antes de empezar el entrenamiento. No son como los demás. Tienen la cabeza en otra parte. Y me gustaba la idea de trasladarme con Eva a un contexto en el que ella nunca había estado antes. Ella está acostumbrada a los entornos góticos, pero en esta ocasión me deshice de todo eso. Físicamente, por la forma que tiene de moverse, resulta una astronauta muy creíble. Eva es una máquina de combate y eso encajaba bien con su personaje. El recorrido de Sarah y de Eva en la película es abrirse a las emociones. Al igual que la directora de una película, una astronauta vive única y exclusivamente para su misión, aunque eso implique una cierta renuncia a la familia. Eva/Sarah se coloca en ese equilibrio entre la misión y la emoción. Es una posición precaria, hasta el punto de que hay un momento en que la emoción llega a poner en riesgo la misión. Ensayamos muchísimo con Eva y con la pequeña Zélie Boulant-Lemesle.
...Que realiza una interpretación impresionante, con una actitud que es a la vez infantil y consciente de lo que está en juego para los adultos. ¿Cómo la encontró?...
Después de un proceso de casting muy extenso de casi 300 niñas. Necesitábamos a una niña que supiera actuar, que tuviera química con Eva y que pudiera viajar a Rusia y a Kazastán con nosotros. Lo que me atrajo fue que Zélie también tenía ese aspecto peculiar de una niña que no encaja en ningún molde. Me recordaba al niño de Yi Yi, la película de Edward Yang. Como él, quería mostrar la humanidad en los pequeños detalles de la vida diaria. Esa fue la apuesta cinematográfica de la película: alcanzar la verdad humana a través de un proceso inmersivo y no de efectos grandiosos.
Otra agradable sorpresa es la presencia de Matt Dillon, que interpreta a un personaje que no siempre resulta simpático...
Esa es la dificultad de su personaje. No quería estancarme en la dicotomía básica del héroe y el villano. Al igual que Eva, Matt tiene un destello peculiar en los ojos; bueno, en su aspecto en general. Tiene una extraña profundidad. Sabía que era capaz de interpretar al super macho al principio, mostrando a la vez que ese no era su verdadero yo. Esa es otra realidad de los astronautas: para alcanzar esa altura física e intelectual, hace falta una confianza en uno mismo extraordinaria, al borde de la arrogancia. Sabía que Matt podía interpretar al personaje y resultar simpático a pesar de sus defectos. Entre su personaje y el de Eva, surge una ambivalencia, una amistad afectuosa, y por eso necesitaba a un actor seductor. He trabajado con Vincent Lindon y con Matthias Schoenaerts, y me doy cuenta de que me gustan los actores masculinos que tienen esa violencia dentro de ellos.
Lars Eidinger transmite una masculinidad más suave y abierta, menos de estilo cowboy...
Su personaje es un guiño a la auténtica rivalidad que existe entre los astrofísicos y los astronautas, entre los que permanecen en tierra y los que despegan en un cohete. Son dos mundos diferentes, como los actores y el equipo de rodaje en una película. Los astronautas tienen un perfil más ostentoso y más público, mientras que los científicos se quedan entre bambalinas. Cuando llamaba a Sylvestre Maurice, el astrofísico con el que escribí el papel de Lars, me decía: "¿Me puedes llamar más tarde? Hoy estoy en Marte." Son personas un poco extraterrestres con las que resulta fascinante estar. Para el personaje de Lars, dado que la AEE se encuentra en Colonia, necesitaba a un actor alemán. Le había visto y me había gustado en obras dirigidas por Thomas Ostermeier. Aparte, él conocía a Eva por haber trabajado con Tim Burton.
Sandra Hüller se ha hecho famosa en papeles cómicos, pero en este papel tiene un aspecto más serio...
Sandra es una actriz que me encanta. Me impresiona la forma que tiene de transmitir toda una gama de emociones diferentes. Al igual que Lars, viene de hacer teatro en Alemania, mientras que Eva es actriz de cine y Alexei Fateev también es actor de teatro ruso, así que hay distintas tradiciones de actuación que coexisten en la película. Sandra interpreta a Wendy, una especie de madrina. Al igual que el personaje de Matt, necesita que la quieran, y a la vez mantiene la apariencia fría que requiere su trabajo.
¿Y el actor ruso, Alexei Fateev?...
Le elegí en los castings que organizamos en Moscú. Interpretó al agente de policía en Loveless, de Andrey Zvyagintsev. Tiene una gran delicadeza. En una de las escenas, lee un poema de Mandelstam, y eso es exactamente lo que hacía en el rodaje, recitaba poemas, cantaba... Era una presencia apaciguadora, con una profundidad muy rusa.
Ha trabajado con su director de fotografía habitual, Georges Lechaptois. ¿Es importante para usted trabajar con un equipo al que conoce bien?...
Me gusta trabajar siempre con la misma gente. Es como una familia. Muchas veces tengo un montón de imágenes diferentes en mi cabeza, en este caso que iban desde Yi Yi hasta Tarkovsky, y hablar con Georges me ayuda a procesar esas referencias. Después, nos damos libertad, adaptándonos a las circunstancias que haya durante el rodaje. En Proxima, tuvimos que trabajar con un calendario muy preciso, pues en Rusia amanecía muy pronto por la mañana y anochecía de forma súbita.
Con Lechaptois, ha logrado algunas tomas memorables, como la toma inversa del despegue, con la expresión conmovida de Lars Eidinger y el rostro sobrecogido de Zélie Boulant-Lemesle, dos estados emocionales que captan lo que el público está sintiendo...
No rodamos esa escena en Baikonur porque no teníamos a todos los extras que necesitábamos. La grabamos en una pista de aeropuerto cerca de Moscú, con un plano elevado que empieza a encenderse y va iluminando gradualmente las caras de los que observan, hasta que regresa la oscuridad, como un despegue real. Un cohete que despega provoca emociones intensas y paradójicas: euforia, lágrimas, reflexiones sobre la condición humana... Nos trae a la mente el concepto judeocristiano de irse al cielo, que aúna la muerte simbólica con un riesgo real de morir. No me inventé la carta que los astronautas dejan en tierra para sus seres queridos. Forma parte del protocolo, y se basa en la idea de dejar las cosas en orden antes de marcharse.
La escena final con los caballos es preciosa. ¿De dónde le vino la idea? ¿Cuál era la intención detrás de esa escena?...
Había visto caballos salvajes en mi primer desplazamiento a Baikonur para buscar localizaciones. Me fascinó, así que escribí esa escena. En el rodaje, no fue tan fácil. Debíamos encontrarnos con unos vaqueros kazajos que tenían la acreditación para el Cosmódromo, pero se pusieron malos, así que teníamos que encontrar a otros vaqueros fuera del Cosmódromo. Estar sentados en el autobús a la cámara esperando a que aparecieran unos caballos salvajes nos hacía sentir absurdos. De repente, los avistamos a lo lejos y empezamos a grabar. Los caballos simbolizan la imaginación de la niña, y la idea de que permanece unida a la Tierra mientras su madre acaba de despegar hacia las estrellas. Los caballos son la Tierra. También representan la naturaleza salvaje y una especie de anti conformismo que en ocasiones es propio de los niños. Finalmente, para la niña, los caballos representan su emancipación del abrazo de su madre. Al igual que su madre, ha tenido que recorrer un largo camino para aceptar la marcha de su madre. La misión de su madre formaba parte de su vida diaria. Se alegra por ella de que el despegue se desarrollara sin problemas. Hay una especie de reconciliación al final del viaje.
ENTREVISTA A EVA GREEN...
¿Cómo se unió al proyecto de Proxima?...
Simplemente Alice envió el guión a mi agente. Me quedé fascinada al leerlo e inmediatamente quise sumarme.
¿Había visto las películas anteriores de Alice Winocour?...
Sí. Me gustó mucho Augustine y el mundo singular y audaz que crea Alice. Maryland también me pareció poderosa y sensible. A Alice le gustan los extremos, las situaciones complejas y es una maestra a la hora de explorar el conflicto interior de sus personajes.
¿Qué fue lo que más la atrajo al leer el guión?...
Su originalidad, y que tenga la exploración del espacio como telón de fondo, un entorno fascinante que el público solo conoce desde fuera. Por encima de todo, la película es una historia creíble, conmovedora, muy humana y muy moderna, que muestra el conflicto de una mujer dividida entre su pasión por su trabajo como astronauta y su amor por su hija. Encontré esa tensión y ese conflicto interior muy atractivos.
En relación con la faceta de astronauta del personaje, ¿qué preparación realizó? Leer libros, ver películas del espacio, hablar con mujeres astronautas como Claudie Haigneré, recibir formación de la Agencia Espacial Europea... ¿O decidió llegar al rodaje como un folio en blanco?...
Esa no es una opción para una película como esta. Por lo que sé, no hay ninguna película que muestre la preparación de los astronautas previa al despegue con ese realismo. Como muchos actores, siento que debo adentrarme en el mundo de mi personaje antes de llegar al rodaje y especialmente en este caso, por lo ajeno que me es su mundo. Alice me guió de cerca durante toda la preparación, dándome libros para leer y presentándome a mujeres astronautas, como Samantha Cristoforetti y Claudie Haigneré. Ambas son mujeres excepcionales, pioneras en un mundo muy masculino, y compartieron sus experiencias conmigo de una forma muy generosa. También me hablaron de sus dudas y de sus conflictos personales. Al ser yo una mujer y al estar dirigida por una mujer, esos encuentros adquirían una especial relevancia. El astronauta francés Thomas Pesquet hace una aparición en la película y nos asesoró en relación con distintos aspectos técnicos. Alice y yo le llamábamos "nuestro padrino".
Además, tuve el privilegio de realizar varios viajes a la Agencia Espacial Europea en Colonia y a Star City en Rusia, que es un lugar increíble, una ciudad a tamaño natural dedicada exclusivamente a la exploración del espacio. Entendí que es un trabajo que requiere pasión, voluntad, facultades mentales y aptitudes físicas muy superiores a lo normal. Los astronautas son personas excepcionales, son superhéroes. "No hay ganancia sin dolor". Su sacrificio, la forma en la que sobrepasan sus límites sin descanso, son absolutamente fascinantes.
¿Cómo fue el rodaje con Alice Winocour? ¿Qué indicaciones le dio sobre la faceta de astronauta del personaje?...
Alice sabe exactamente lo que quiere. Fue un auténtico placer y una suerte increíble poder trabajar con una directora tan apasionada, comprometida y exigente a la vez que sensible. Las dos compartimos un amor por el trabajo bien hecho. Somos ultra perfeccionistas.
Me encontré en varias ocasiones con la pequeña Zélie, que interpreta a mi hija, para conocernos mejor y desarrollar una confianza verdadera, un vínculo real.
¿Y qué hay del aspecto íntimo del personaje, como mujer y como madre? ¿Cómo lo trabajó con Alice y Zélie?...
Debo admitir que en un principio me sentí intimidada por Zélie, pero cuanto más ensayamos antes del rodaje, más conseguimos conectar. Zélie es un ser maravilloso, con una imaginación burbujeante y un gran sentido del humor.
¿Cuál fue la parte más difícil para usted?...
Tal vez fue tratar de aunar el aspecto luchador del personaje, que se enfrenta a un mundo muy masculino y competitivo, con la ternura de una madre. ¿Acaso no es ese el sino de muchísimas mujeres de hoy en día, que intentan compaginar su carrera con su vida familiar, dedicándose por igual a ambas?
¿Considera que Proxima es una película feminista?...
Sí, en el sentido de que recalca la audacia de una mujer que se atreve a seguir su pasión. Sigue siendo tabú dejar de criar a un hijo durante un año para cumplir un sueño... Solo es aceptable para los hombres, y ni siquiera...
¿Cómo ha sido trabajar con las demás estrellas internacionales, Matt Dillon, Lars Eidinger y Alexei Fateev?...
Matt, con su porte físico impresionante y viril, era perfecto para el papel de Mike. En el rodaje conseguía hacer sentir bien a todos sus compañeros de escena de inmediato.
Alice estaba buscando a un actor alemán para el ex marido de mi personaje. Yo había visto a Lars en varias producciones dirigidas por Thomas Ostermeier, y se lo sugerí a Alice, con la suerte de que estaba disponible. Es uno de los mejores actores que conozco. Soy gran admiradora suya. Lamentablemente Alexei no habla mucho inglés, pero es un hombre muy fraternal, muy puro y humilde. Todos los rusos que han trabajado con nosotros en este proyecto eran increíblemente acogedores.
¿Ha cambiado su percepción sobre la exploración del espacio el hecho de rodar en instalaciones reales junto a los astronautas y los científicos, en el AEE y Baikonur?...
El trabajo que hemos hecho nos ha permitido descubrir un mundo fabuloso. Al rodar la película íntegramente en escenarios reales, pudimos conocer las instalaciones de entrenamiento de los astronautas en la AEE en Colonia y en Star City cerca de Moscú, y la base de Baikonur donde despegan los cohetes, y fue impresionante. Es un entorno espectacular, y es increíble poder ver cómo se unen los seres humanos y la tecnología para abordar el mayor desafío de todos los tiempos.
Ha trabajado en Europa, en Hollywood y en películas independientes estadounidenses, tanto de autor como de gran presupuesto, y en ocasiones combinando los dos elementos, como con Tim Burton. ¿Tuvo la sensación, al rodar o al ver Proxima, de que esta película logra reunir distintos mundos cinematográficos que ha conocido? ¿O que ha sido una experiencia totalmente nueva en su carrera?...
En primer lugar, fue un placer poder actuar en mi lengua materna, sin necesitar a un preparador de diálogo, que es algo que añade presión y restringe mi libertad como actriz.
Con independencia de que sea una película de pequeño o de gran presupuesto, cada película es única y una nueva experiencia. Mi trabajo como actriz sigue siendo el mismo, tanto antes del rodaje, en la preparación y los ensayos, como en el rodaje. Esta película es una de las experiencias personas y profesionales más intensas que he tenido en la vida.GALERÍA DE FOTOS
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